QOSQO NO PUEDE RENUNCIAR A SU BANDERA
Alfonsina Barrionuevo, Diario El Comercio Debate, 10/Ago/2000
El año pasado, alguien me dijo que la comunidad gay en los Estados Unidos estaba usando como emblema el arco iris. En ese momento no podía hacer nada, pero últimamente las cosas han cambiado. Han tomado un cariz internacional.
En el Cusco la reacción a nivel de la municipalidad ha sido desconcertante. La idea es cambiar la bandera que cada domingo flamea orgullosa al lado de la bandera patria. Hacer otro diseño para la bandera del gran arco del cielo que tiene significación en el mundo andino. Tan importante es el arco iris, menciona el estudioso Américo Yabar en el libro "Poder en los Andes" que el sol se retira cuando ése aparece.
Ese concepto es ancestral y los siete colores aparecen en cuadros de la Escuela Cusqueña de pintura cuando están referidos a los Inkas. En cualquier parte del mundo el arco iris aparece hermoso después de una lluvia o en ocasiones especiales. En el nuestro los agricultores se guían con su presencia. En tiempo de sequía, rodea la luna con sus anillos y, en tiempo de lluvia, cerca al sol. En la Otoronqocha, mágica laguna del nevado Ausanqati está su semilla y sus colores trabajan con los colores del espíritu. Tiene pues una connotación significativa en tradición, mitos, leyenda e historia. Esto no podría pasar con la comunidad gay.
En Junín, el arco iris es una deidad sumamente celosa de su belleza y de su poder, pues, tiene las macizas piernas de plata. Es tan fuerte que en nuestros Andes lo respetan. Ninguna doncella debe acercarse a un manantial cuando está naciendo, afirman. Tampoco se le debe señalar con el dedo o mirarle sin cubrirse la boca por que se enoja. Su manto no flamea sólo en las plazas cusqueñas sino está siempre en el cielo.
El arco iris es curvo pero en la bandera se le coloca en franjas. Está también así en ponchos, mantas y cintas que se usan en las comunidades campesinas. De hecho su relación con el Tawantinsuyu es íntima. En el Qorikancha, el gran Templo del Sol, el Kuichi, es decir el arco iris, tenía una capilla especial. Desgraciadamente las pinturas del Poqen Kancha, museo de arte del Cusco Inka, fue quemado por los españoles. Puede ser que allí estuviera con carácter emblemático.
Lo que es urgente es mantenerlo tal como está en la bandera de la capital imperial. Creo que la comunidad gay como todas las comunidades tiene que ser respetuosa con la nuestra. No se trata de alterar la forma en que están colocados sus colores, hacerlo ajedrezado como se sugiere o en círculos quizá. Estamos tan acostumbrados a renunciar a lo nuestro desde el siglo XVI, porque antes se luchaba por lo que es justo hasta la muerte, éramos guerreros, que apena la posibilidad de que ésta se consuma.
El Cusco y los cusqueños tienen que defender la bandera del arco iris que representa al Tawantinsuyu. La comunidad gay tiene que enterarse de que una ciudad que es patrimonio cultural del mundo, relacionada con otro monumento que goza de fama mundial, Machupiqchu, lo tiene antes de que a ellos se les ocurriera pensar en el Kuichi, el gran arco del cielo. Está asociado con su vida y cambiarlo sería otra de las tantas vergüenzas a las que hemos tenido que someternos a lo largo de los siglos. Basta ya. A las autoridades del Cusco les corresponde enviar una comunicación a la comunidad o comunidades gay que deben estar organizadas. Los derechos se respetan, y respetos guardan respetos. Creo que ellos no tendrán inconveniente a crear algo interesante para distinguirse. Estimo que las naciones del planeta donde los gay están reconocidos estarán de acuerdo con este reclamo.