Textos & Contextos. Año 1, N. 20 Desde el Eje Cafetero de Colombia                       Volver a Portada N.20

Reflexiones de León
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Invitado especial a Textos&Contextos.

Vivir la historia

El abuelo, llamémoslo para mejor identificarlo Daniel, anda por los 80. Todavía sale pedaleando su bicicleta ante el horror de sus hijos que ven caer la probable fractura de su fémur sobre sus cabezas y... sus bolsillos. Desde pibe trabajó de peoncito en el campo, de puestero, de albañil y finalmente se "recibió" de obrero múltiple. Orgulloso de su condición, medio anarco y medio rezongón, se metió en cuanta manifestación hubo del presidente Yrigoyen para acá. Entró a saco en la biblioteca de la junta vecinal de su barrio. Hizo su familia y con la patrona -que en paz descanse- crió a sus hijos y les dio estudio. Con los años llegó a jubilado y casi, casi a sabio; se le cayó el "socialismo real" pero caprichoso él, no perdió las esperanzas.
 
Nestor, llamémoslo así, el hijo mayor con quien vive, tiene un buen pasar. Profesional destacado, rezonga de la mañana a la noche amargado por la crisis, por la frivolidad, por la cosa "ligth" con la que muchos de sus colegas se envuelven como en una mortaja que amortigua los golpes de la realidad. Recuerda con nostalgia y bronca sus ilusiones perdidas cuando militaba en la izquierda de los '70. Después le ganó el escepticismo y se adaptó a las nuevas circunstancias pero nunca tuvo el suficiente cinismo para integrarse sin conflicto al sistema. En el camino perdió sus valores y no tuvo con qué reemplazarlos. Por eso se siente incómodo frente a Julio, identifiquémoslo con ese nombre, su hijo mayor adolescente, que representa un permanente desafío más allá de la conducta del muchacho que, como decían las señoras de antes, "deja bastante que desear". Las más de las veces, las sábanas lo atrapan hasta el medio día. Estudia sin entusiasmo, es cierto, pero cumple con los exámenes. Espantosamente "egoísta" con la familia, es infinitamente solidario con sus amigos. Aturde a todos con el rock, usa arito y pelo largo, y el padre siente que tiene un hijo minusválido cuando lo ve estático frente a la TV o con el walkman.
 
Luego Néstor se rectifica porque Julito maneja la PC como un genio y le gana siempre los videogames.
 
Como todas las familias, tienen sus problemas y han apelado a diferentes recursos para superarlos, incluyendo psicoterapias diversas con variados resultados. Tal vez les haría falta un historiador o un antropólogo porque en verdad el abuelo, el hijo y el nieto, pertenecen a tres culturas diferentes. Tienen muchos hábitos en común y comparten una misma tradición familiar; hay continuidades, pero también rupturas, que son la base de interminables desacuerdos y malentendidos. Cada uno vive literalmente en mundos diferentes, viendo lo mismo pero con otros ojos. El abuelo Daniel mira la PC con temor y fascinación, como símbolo de un progreso para él ya inalcanzable. Su hijo Néstor la valora como un instrumento complicado que le soluciona muchos problemas y le trae otros. Para el nieto Julio que le acopló su teclado, es puro juego y creatividad.
 
En una fiesta familiar con amigos, los mayores jugaron a quien nombraba más cosas que ya no existen. Era muy divertido pero al final se hizo un silencio ominoso: la lista interminable reproducía un mundo desaparecido. Es difícil soportar cambios tan profundos que se precipitaron en el tiempo de vida de una misma persona. Sin embargo, la fraternidad, el amor. la lucha por la justicia entre tantas cosas, siguen teniendo vigencia; no todo lo pasado merece ir al sótano con los trastos inútiles. El futuro es impredecible y no se vislumbra fácil, genera incertidumbre. Perdimos muchas ilusiones pero ganamos espíritu crítico. Habrá que tener los ojos bien abiertos para percibir las nuevas oportunidades. Habrá que construir arduamente las nuevas esperanzas. Porque estamos personalmente implicados, nos cuesta darnos cuenta que tenemos una posición de privilegio: nuestras vidas están a caballo de cambios de culturas, quizás de un cambio de civilización. No es poca cosa. Yo, al menos, no me la pienso perder.