Take a walk on the euthanasia side

dedicado a Alba y a Silvia Reyes (transexuales en lucha)

 

Te mataron por intransigencia. Te moriste de asco. Te resucitaron por interés para enviarte al Frente y cumplir por la Patria americana, que con la excusa de las Armas de Destrucción Masiva, se llevaron el petróleo a manos llenas, destruyendo masivamente a miles de seres anónimos.

Aniquilaron tus ideales, mataron tu fe, te devolvieron tetraplégico-vegetativo y te negaron una muerte digna, porque quienes son adalides de la pena de muerte satanizan la eutanasia y ahora sueñas con Una pasión turca que te descerraje a tiros por celos, o vivir en el inframundo indigente que te aniquila por hambre, volviendo al principio de tu historia.

Cuando recuerdas una niñez maltrecha, en la que el acoso y derribo es El cuento de "La Bella Durmiente" en comparación con la lapidación diaria a que te somete la turba de niños que desean ser caudillos, los trompicones y maltratos psicológicos de unos profesores más interesados en deformar (y malformar) que en formar. Una adolescencia en la que no te atrae el sexo opuesto (pero empatizas con él), de persecución encarnizada por parte de una Gestapo, bendecida por la Iglesia que unge al carnicero Franco "Por la Gracia de Dios", para dar caza y captura a todo niño que quiera ser Greta Garbo, en lugar de José Antonio Primo de Rivera, aplicándoles leyes de ultratumba, como la de "Vagos y Maleantes", o la de "Peligrosidad Social", o la de "Escándalo Público". Esta última te cautivaba por su nombre, al evocar a la "perversa" hollywoodiana "Scandal Woman" y, rizando el rizo, El "escándalo púbico".

Los calabozos fueron tu camerino, las cárceles el escenario ideal para interpretar a la perturbada Blanche Du Bois, y los consejos de guerra el patíbulo ideal para la danza de la agonía de unos cisnes atrapados en un lago plagado por muertos vivientes.

No necesitaste salir del armario (¡qué vulgaridad de mueble!), sino de un ataúd, cual decadente vampira, al cual volviste asesinada por el único terrorismo que no condena partido ni gobierno alguno: el fascismo. El que selecciona a sus víctimas por el color de la piel, la ideología, o la preferencia sexual. El brazo armado de los que se llaman "demócratas" y que te dejaron morir lentamente, como la larga agonía de los peces fuera del agua, sin derecho a una muerte digna, en contraposición a la indigna canción legionaria "Novios de la Muerte", que te entonaron para lavar sus patéticas imágenes.