Érase una vez un
grupo de Music-Hall, Ploma-2, que, un buen día decidieron dar el paso
al Kabaret más radikal, surgiendo de "la onda de un cóctel molotov,
haciendo alusión a la carga explosiva de goma 2", en palabras del periodista
Miquel Siurán. Bordearon el "walk on the wild side", dinamitaron los
cimientos de la diletancia imperante, cantaron al amor oscuro pero que
sí osa decir su nombre y homenajearon, satirizándole, al rey de reyes
de la Residencia, conocido también como Federico García LOCA. La parodia
de "La casada infiel", de "El Romancero Gitano", fue producto de una
colaboración artística del actor y director Joan Lluís Molina con Ploma-2,
en especial con Greta, con la que también colaboró en una versión de
"El virgo de Visenteta" y que a la muerte de ésta última interpretó
Clara, en una versión ligeramente retocada, en la que se hacía hincapié
en los eternos y tópicos roles. Decía así:
Yo me lo llevé al rastrojo, creyendo que era muy macho y me salió palomo
cojo.
Fue una noche de verbena, yo apoyada en un naranjo miré fija su entrepierna.
Mozo -dije- ¡qué bultaco! "¿No ves que es una Montesa?"
No me refiero a la moto, contesté; me refiero a tu bragueta.
Sonrió muy complacido bajo una luna muy quieta
me miró con unos ojos de aceitunita rellena,
sus dientecitos brillaban con color de madreperla
y sentí en mi... corazón mil hormigas de pelea.
¡Qué mirada! ¡Qué sonrisa! ¡Ay, que te pierdes, tontuela!
"Sube si quieres, hermosa", me dijo su boca fresca.
¡Ay, Dios! Y en solo un segundo me encaramé en la Montesa,
y agarrándome a su cintura le dije: arranca ya, hermoso, que más allá
hay un rastrojo
y entre amapolas y piedras podremos contar, muy juntitos, las estrellas.
Y camino del rastrojo navegaba la Montesa, mi enamorado delante
y detrás yo, hecha una crema, muy pegadita, muy cerca,
imaginando el candente ardor de su verga.
Se paró junto al rastrojo, pegó la moto en la alberca
y allí estaba la luna mirándonos fija y terca.
Él se quitó la camisa, yo mi faldita escocesa, se quitó los pantalones
yo mi corsé de ballenas. Se quitó los calzoncillos ¡Virgen de la Macarena!
Flojucha y blanda llegaba más allá de la entrepierna.
¡Cómo me iba a poner entre amapolas y piedras! Y de repente, mi macho,
se acuesta bajo la hiedra, cual si fuera Nefertiti retozando entre la
tierra
y me dice muy ansioso:
"en cuanto la tengas tiesa, penétrame corazón, desgárrame entre las
piedras".
Dos lágrimas surcaron mis dos mejillas tersas. Me porté como quien soy
¡una maricona de bandera! Le pegué un puntapié en el culo y salí a la
carretera, mientras su pompis redondo y blanco hacía guiños de pena,
rodeado de amapolas
junto al muro de la alberca. Yo me lo llevé al rastrojo, creyendo que
era muy macho y me salió palomo cojo. ¡A mí, con lo que me cuelga!
No acaba aquí nuestra
relación con el poeta, músico y dramaturgo, que tenía en común con sus
congéneres poetas Gil Albert, Cernuda y Vicente Aleixandre ese lenguaje
críptico-homoerótico, en el que palabras como luna, amargo u oscuro,
por poner unos ejemplos, significaban pasiones turcas, órganos sexuales
y demás obscenidades para los castos oídos y las cortas entendederas
de los críticos de la dictadura de Primo de Rivera, quienes con un gran
odio larvado acusaban de felonía o indignidad a todos esos poetas que
viajaban al fondo de las tinieblas y resurgían de ellas con una altivez
insultante, recordando a la dogmática vacuidad que lo que más duele
en la vida es aquello que no te has atrevido a vivir.
En ese ambiente de cerrazón, de vidas erosionadas, chocaba la frivolidad,
que es lo que utilizó Ploma-2 para jugar con Lorca. Lo de ahora no es
frivolidad, es superficialidad, porque para ser frívolo se precisa un
gran intelecto, verbigracia, Oscar Wilde.
Salvando las grandes distancias que separan a esos grandes genios de
esta humilde firmante, me atreví a ironizar e interpretar mi versión
de la "Oda a Walt Whitman", teniendo en cuenta que el machismo es la
norma y que se produce una paradoja kafkiana ante la pregunta ¿es usted
heterosexual? No -contestan-, soy normal. La paradoja estriba en que,
desde la "normalidad", la heterosexualidad no existe. Aquí devuelvo
a su procedencia todos los tópicos aplicados a la mariconería:
Yo me pregunto: ¿se es macho por vicio o es de nacimiento? Aún están
los psiquiatras, desde su inicio, dilucidando si tan anormal comportamiento
se debe a un exceso de testosterona, que impide a tales elementos en
la paz ponerse "monas" y en la guerra como esperpentos alcanzando orgasmos
lascivos ante un fusilamiento.
Ese ser tan primitivo no tiene lugar en ninguna sociedad, ni en el Renacimiento,
ni en la posmodernidad... Ya lo dijo "francamente" un general: "Adelante,
mis valientes, ahora que no nos ve nadie, tratadme como a una perra,
como a una perra caliente". Y ahí es donde está el peligro que no hay
mayor enemigo que la homosexualidad latente.
¡Qué barbaridad! ¡Qué estupor! Dijo Lorca en "Poeta en Nueva York":
No diré nada contra el niño que escribe nombre de macho cabrío en la
cuna,
ni contra el muchacho que se viste de Terminator bajo la luz de la luna,
ni contra los solitarios que se matan a pajas al ver a la puta Asunción,
ni contra los hombres de mirada obtusa que, deseando a un travestón
quedan petrificados ante la mirada de Medusa.
Pero sí contra vosotros, machirulos de las ciudades,
de carne tumefacta, enfangada en lodazales
contra vosotros siempre, Mariachis mari-machis de México,
en la Habana Antonio Machón,
Jalisco canta en Sevilla y me toca la pepitilla Rambo, el de Nueva York,
chulos de Madrid, macarras de Alicante, por detrás y por delante,
que os folle un magrebí (mas que contrariedad! os daría gusto
y qué disgusto para mí)
Palanganeros de Cádiz, folleros de Valencia.
¡Qué inmoral! ¡Qué
violencia!
Que nos rasquen el chumino el sietemesino de Portugal
o el cornudo de Florencia.
Machuzos de todo el mundo, asesinos de mariposas,
perros, bestias sarnosas, de garita y de cuartel
disolveos en sodio, por vuestros crímenes de odio,
ahora y en la hora de vuestra muerte, ¡Amén!
Época dura la de
Lorca, que tuvo que oír exabruptos adocenados, incluso de compañeros
de viaje ideológico, cuya homofobia delataba las neuronas plastificadas
y un cerebro envasado al vacío, llámense Luis Buñuel o Miguel Hernández,
quienes, en plena guerra civil, utilizaban el término "maricón" como
arma arrojadiza y descalificadora del enemigo, la coartada burda y zafia
de las palurdas conciencias de antaño, análogas a las de hogaño, tan
insustanciales que se diría que padecen una indigestión ideológica,
con esa tontería supina de proclamarse agitadores culturales, como anteayer
contraculturales. ¿Qué van a agitar estos necios diletantes? ¿Se puede
ir contra la cultura, desde la ultraplanicie subcultural? Quizás, como
el nazi Von Ribentrop, que cuando escuchaba la palabra cultura sacaba
la pistola.
Agitador cultural fue Lorca, recopilando canciones en peligro de extinción,
acercando el flamenco a la intelectualidad, realizando un teatro megavanguardista
("El Público"), entrando y coqueteando con el surrealismo con más dignidad
que quienes le llamaron "perro andaluz".
Por eso, Ploma-2, primero desde el Music-Hall, coreografiamos canciones
lorquianas y, después, desde el Kabaret, hicimos múltiples homenajes
explícitos a nuestra "Loca" favorita, dicho esto sin la despreciativa
e hiriente interpretación que dieron y siguen dando los que nunca entendieron
nada.
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