Dices
que no se te nota, pero no aclaras el qué. Tal vez te refieras a la
clase social baja a la que perteneces y de la que huyes adoptando el
disfraz del pijerío más absurdo. Acaso te refieras a la pluma, que intentas
camuflar bajo un ridículo bigote, olvidando que tus manos tienen el
movimiento de mil mariposas en celo y que tu voz se asemeja a la cupletista
que siempre deseaste ser.
Dialécticamente
eres monosilábico e ideológicamente nada rompedor, el centro está en
tu culo que es lo único que se rompe de vez en cuando... y eso que siempre
estás callado, porque cuando abres la boca tu flatulencia verbal espanta
incluso a las moscas de la mierda. Muchos otros lo hicieron antes que
tú; David Bowie, por ejemplo, fue DIVINA musical y estéticamente,
excepcional como la excepción que confirma la regla, hasta que quiso
revestirse de “normalidad” y acabó en el montón, la quintaesencia de
la vulgaridad.
Dices
que en tu trabajo y en tu casa nadie sabe nada. ¿Te das cuenta, pobre
Yorik, de cuanta gente dice a tus espaldas lo de si he visto
a alguien con el cuño de maricón en la frente eres tú? Las risas, de
tan estridentes, acaban rompiendo los tímpanos y disparándose el cerumen
como vísceras gore. No creas que porque adoptes la pose de la grisácea
discreción estás al margen de comentarios, a los cuales no te enfrentarías
porque te falta la actitud del que se siente orgulloso de ser gay, un
título mítico y reivindicativo, además de cañero, que nunca pusieron
los DJ’s en ningún antro “gay”, empeñados tan sólo en devorarnos las
neuronas con apologías chochi de la heterosexualidad, versión Abba
o versión Ruta del merluceo.
Cuando
escuchas la palabra cultura te bajas los calzoncillos Calvin Klein,
me imagino que porque asocias la rima de cultura con dura. Y aun así
te sale humo de los testículos de tanto pensar (como ellos, claro) Al
teatro sólo vas de uvas a peras, para envilecerte con Paco Morán
o para encapullarte con Lina Morgan, ambos riéndose en tu jeta
del “armarismo” que tenéis en común. No se os puede etiquetar de “conservadores”
porque no tenéis nada que conservar, ni siquiera vuestras plumas, tan
devaluadas que pareceríais gallinas ponedoras con plumaje de un pavo
real.
Y
es que lo vuestro es un disfraz. Afortunadamente hay algo que todavía
no se puede disfrazar y es la cretinez. Pero no te preocupes, pobre
Yorik, vivimos en un mundo donde nunca te sentirás solo ni en
minoría, porque la conjura de los necios es un valor en alza y está
más generalizada de lo que piensas. Esto lo hago extensivo a las mediocridades
que hacen que a unos pocos se les rompan los bolsillos con el peseteo
rosa. Se despide de ti esta que nunca fue ni será como tú.
Rampova,
(plumas para Hamlet).
Abril
de 2000, para la revista Infogai
del Col·lectiu
Gai de Barcelona
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