Duerme Secreto
* * *
Capítulo 8
Matrimus (II)
"Porque yo sé que, allá arriba en los cielos,
los ángeles, hablando entre susurros,
no pueden encontrar, entre sus ardientes
palabras de amor,
otra tan bonita como la de madre,
por eso te he llamado así desde hace tanto tiempo."
Davalia acababa de dar un paso al frente, ahora sólo la separaban de Pirotase unos pocos centímetros. Buscaba venganza, era el único sentimiento que podía verse reflejado en sus ojos, los ojos de Primera...
-No sabes cuánto he deseado salir de esa horrible cárcel, de ese fastidioso sueño al que tú nos condenaste. ¿Acaso crees que soy tonta? Reconocí tu poder, también el de esa Reina y el de Kleff, pero el tuyo era el que lideraba al resto... ¡Intenta negar ahora que no tuviste nada que ver en nuestro encierro!
Iba a atacarla, no tenía compasión...
-¡Detente Davalia! - le gritó en ese momento Umi -. ¡Ella es tu hermana! - la había cogido del brazo.
-¡Suéltame! - de un empujón Davalia la tiró al suelo -. ¡Hace tiempo que dejé de quererla como a una hija y menos aún como a una hermana! ¡Ella nos traicionó a Loredana y a mí! ¡Atrévete a negar que fuíste tú quien quisiste que nos metieran en esa cárcel del sueño eterno! - añadió, dirigiéndose a Pirotase.
-Es cierto... - respondió ella sin bajar la vista.
-¡Estúpida traidora! - rugió con furia, Davalia, lanzándose sobre ella, sin embargo, sucedió algo muy extraño...
Umi pudo ver cómo Davalia atravesaba el cuerpo de Pirotase como si de una cortina de humo se tratase. Recordó entonces la escena en la que ella misma trató de golpear a Presea con los puños sin poder dar en el blanco... Presea sólo era un espíritu, sin materia. Rememoró sus propias palabras: "Los que mueren por enfermedad desaparecen para siempre, los que se suicidan no, su espíritu errante vive eternamente." (1)
-¿¿Qué significa esto?? - Davalia estaba muy confusa.
-Lo siento, perdóname - Pirotase parecía muy dolida y avergonzada.
-¿Qué quieres decir? - volvió a gritar Davalia - ¿¿Qué quieres decir con que te perdone?? ¡Pirotase!
Umi sintió deseos de llorar... ¡Aquello era dolor! ¡Davalia sentía dolor! Sus palabras eran angustiosas, tal y como lo fueron las suyas cuando descubrió con sus propios ojos que había matado al ser que más amaba en el universo, su amado Kleff...
-¿¡Estás muerta!? - Davalia comprendió -. ¿¡Te suicidaste!? ¿¿Por eso me pides perdón?? ¿¿DE VERAS CREES QUE TE VOY A PODER PERDONAR?? ¡¡NO SÓLO NOS ABANDONASTE POR ÉL SINO QUE ADEMÁS TE SUICIDASTE POR ÉL!!
Davalia volvió a saltar sobre ella, queriendo azotarla, mas cayó al suelo atravesándola nuevamente...
-Yo lo amaba... - murmuró débilmente Pirotase.
¿Lo amaba? Umi ahora era la que no entendía nada...¿Pirotase amaba al Rey Zafiro?
-Lo amaba más que a mi propia vida - continuó Pirotase.
Dos pequeñas lágrimas resbalaron por sus mejillas.
-¿Y de qué te sirvió, eh? ¿Él te lo agradeció acaso? - Davalia se rió -. Al contrario, querida mía, ¡te olvidó! ¡Siempre me arrepentiré de haber dejado que lo protegieras cuando le fui a cortar la cabeza! ¡Él debía morir junto a Zafiro! ¡Debían morir los dos! ¡Lo dos hermanos del planeta Zafiro!
Umi sintió un golpe en el corazón al escuchar aquellas palabras... ¿Por qué? ¿A quién se estaba refiriendo Davalia? ¿Quiénes eran esos hermanos? ¿Quiénes?
-Y la historia se repite con la otra Guerrera del Agua - añadió Davalia clavando sus ojos en Umi.
-¿Quién era? - preguntó Umi -. ¿Quién era esa persona? - había alzado la voz casi sin darse cuenta, estaba muy nerviosa porque creía adivinar de quién se trataba...
-¿No lo imaginas? - Davalia se rió con crueldad -. Mi querida hermanita estaba locamente enamorada de la misma persona de la que lo estás tú... Aunque tú tuviste más suerte que ella, pues incluso llegásteis a consumar vuestro amor en la cama...
-¿¿Gurú Kleff??
Y la risa de Davalia fue más cruel aún y el golpe en el corazón de Umi fue más rudo...
* * * *
-Las Guerreras Legendarias han despertado del sueño eterno en el que Kleff y yo las encerremos, ocupando los cuerpos de las anteriores Guerreras Mágicas Hikaru y Fuu, el Fuego y el Viento.
Las palabras eran pronunciadas por la Reina Amarilis con una tranquilidad sobrecogedora...
-Pero son mucho más poderosas que ellas - dijo Ascot.
-Exactamente, mi querido mago - la Reina Amarilis se volvió hacia él -. Las Guerreras Legendarias son las verdaderas guerreras de la leyenda, son las primeras y únicas Guerreras Mágicas. Ellas nacieron en este planeta y heredaron desde el principio el verdadero poder de Zafiro.
Tanto Ascot como Lantis y Ferio estaban sorprendidos. Ascot observó entonces a Elar que permanecía silencioso y con la mirada perdida en un punto lejano, fuera de la figura y las palabras de la Reina Amarilis... ¿Acaso él ya lo sabía?
-¿Queréis decir que tanto Davalia como Loredana son de sangre zafiriana como lo somos nosotros? - preguntó Ferio.
-Así es.
-Pero ellas vinieron de la Tierra...
-Fueron enviadas a la Tierra después de nacer por orden expresa del propio planeta.
Elar habia roto por fin el silencio en el que se había sumergido y lo había hecho con aquella explicación cargada de un tono entre enojado e impaciente.
-Este planeta las creó y las envió a la Tierra a la espera de que el susodicho Rey Zafiro o el mismísimo Gurú Kleff las hiciera regresar.
-Elar...
-Y así fue - continuó Elar, sin escuchar ni respetar el tono de súplica con el que la Reina Amarilis había pronunciado su nombre - que el Rey Zafiro las hizo volver a su verdadero mundo con la misión de que le mataran por el bien de este planeta, el planeta de Davalia y Loredana...
-¡Por favor, Elar! - lo interrumpió Amarilis.
-Él amaba más a una persona que al propio planeta y eso no lo podía permitir el planeta: Zafiro debía amar a Zafiro... El hijo debía amar al padre de quien obtuvo el nombre, porque el Rey Zafiro, al igual que las Guerreras Legendarias también fue creación del propio planeta... (2)
-¡Basta, Elar! - lo cortó esta vez malhumorada, Amarilis.
Tanto Ascot como Lantis y Ferio se habían quedado completamente en silencio, escuchando sorprendidos. Más sorprendidos aún por la imagen de enojo que ofrecía la Reina a la que nunca habían visto sin una sonrisa en sus labios, que por lo que acababan de escuchar de boca de Elar.
-¿Te has olvidado de quién soy y del respeto que debes benerarme? - añadió entonces Amarilis con gran enojo -. ¿Te has olvidado de quién eres tú y de los que hay a tu alrededor?
Señaló con un ligero movimiento de su mano a Lantis, Ascot y Ferio, los tres de pie muy quietos y a la vez rígidos ahora, con los ojos... Aquella mirada... ¿Qué tenían en la mirada? Elar entonces comprendió el porqué de aquel vacío típico de los ojos de piedra de las estatuas en los ojos de sus amigos... Ciertamente eso eran: estatuas, con ojos ciegos y oídos sordos.
-¿No creéis que el hechizo es bastante deshonroso tratándose de vos? - se burló Elar -. ¿Qué es lo que queréis esconder ante vuestros súbditos?
-Mi deber es evitarles cualquier tipo de sufrimiento, tú lo sabes bien, Elar. Sabes lo mucho que me he preocupado por todos vosotros, que os quiero como a mis hijos...
-¿Y aún así no sóis consciente del sufrimiento de la verdadera madre? - la cortó él tajantemente.
La cara de Amarilis pasó rápidamente del frío enojo a la angustiosa tristeza... Aquellos recuerdos hostiles...
-¿No has echado de menos a tu hijo durante todo este tiempo, Loredana? - preguntó súbitamente en ese instante el gurú, alzando la voz y dirigiéndola hacia un rincón de la sala.
Y de detrás de una alta figura de mármol esculpida en honor al Rey Zafiro emergió Loredana, inclinándose respetuosamente ante la Reina.
-¿Qué significa esto? - exclamó la Reina, roja -. ¿Permites que la hermana de la infame Davalia penetre en esta sala que pertenece a tus dominios, Gurú Elar? - le reprendió pronunciando con gravedad la palabra "gurú", intentando recordarle así su deber precisamente como Gurú de Zafiro.
-¿Puedo yo negarle el derecho de ver a su hijo a una madre?
Y Amarilis se mordió los labios y bajó los ojos ante el propio Elar...
Sucedió hacía ya bastante tiempo, cuando el Rey Zafiro y ella parecían vivir una época de máxima plenitud y felicidad en el planeta. Su hija Esmeralda crecía en hermosura y sabiduría gracias a la tutela de Gurú Kleff. Esmeralda era su más preciado tesoro, no la dejaba ni un segundo sola, la quería más que a su propia vida... Eran tiempos tan maravillosos que nada, absolutamente nada, le hacía pensar en alguna desgracia por pequeña que fuera. Qué ingenua había sido... Por aquel entonces el Rey Zafiro ya sabía que iba a morir, las Guerreras Legendarias habían vuelto al planeta Zafiro, él las había llamado. Pero ella nunca supo nada hasta que fue demasiado tarde...
Por eso, ella no sospechó nada, no se imaginó que aquella jovencita de largos cabellos rubio oscuro y ojos color ámbar, vestida con aquel atuendo de guerrera en color verde y blanco fuera eso: una guerrera, y menos aún la Guerrera Legendaria del Viento. Como llevaba en la frente una pequeña tiara adornada con piedras verdes y un extraño símbolo pensó sin duda que se trataba de la princesa de otro planeta y que el extraño símbolo era precisamente el de su reino; cuando en realidad aquel símbolo era el de Windom, el viento: su poder, su marca como Guerrera Legendaria...
Lenne fue quien la hizo pasar al jardín donde ella se encontraba acompañada únicamente de su hija. La joven Esmeralda se entretenía haciendo coronas de flores a pocos metros separada de su madre.
-Bienvenida - la saludó Amarilis, ofreciéndole su mano a la muchacha desconocida.
Le gustaba darle la mano a todos los que se presentaban ante ella, sobre todo por ver la expresión de sus caras, tan radiantes y satisfechas de haber podido tocar la mano de una Reina...
La joven se la cogió, pero su expresión continuó siendo la misma del principio, no sonreía radiantemente aunque tampoco estaba seria, parecía una persona bastante reservada, quizás desconfiada.
-Necesito pediros...
Llegados a este punto la desconocida se interrumpió, negando con la cabeza como queriendo dar marcha atrás.
-Es la mejor solución - murmuró entonces Lenne agarrándola cariñosamente por los hombros -. De la otra forma lo abandonarías, dejándolo completamente solo...
-¿La conoces, Lenne? - la interrumpió Amarilis, sorpendida de que su doncella tratara a la desconocida con tanta confianza.
Sin embargo, Lenne negó con la cabeza y añadió:
-Aunque sí conozco su problema y os pediría en su nombre que por favor la ayudárais.
-¿Y cuál es ese problema?
-Mi hijo... - fue lo único que fue capaz de decir la chica.
-¿Tienes un hijo? - preguntó la Reina con una sonrisa, pensando que aquella jovencita también era madre como ella...
-Sí...
-¿Y cómo se llama? Podría ser un buen compañero de juegos para mi hija.
-Él está perdido en otro planeta, mi Señora - le explicó Lenne -. Ni siquiera con mi poder he podido encontrarle, quizás el Rey o Gurú Kleff podrían... Si vos se lo pidiérais...
-¿Traerlo aquí, a Zafiro? Supongo que sí... Aunque primero debería saber en qué planeta está perdido...
-La Tierra - respondió la muchacha.
-¿Tierra? - Amarilis entrecerró los ojos tratando de imaginarse qué clase de planeta sería aquel sitio pues nunca antes lo había oído nombrar -. No lo conozco, pero mi rey seguro que sí. Seguro que él te podrá ayudar.
Cogió a la desconocida de pelo rubio por el brazo y le sonrió con ternura.
-¿Puedes decirme tu nombre? - le preguntó.
-Loredana.
-Bien, Loredana, acompáñame. Traeremos a tu hijo de vuelta contigo.
-Él se llama Ferio - Loredana sonrió tímidamente.
-Bien, pues traeremos a Ferio de vuelta contigo...
Loredana recordaba perfectamente aquel día al igual que Amarilis... La calidez de la mano de la Reina y su sonrisa llena de amor. Una mujer tan llena de felicidad ¿por qué debía de tener un destino tan desesperanzador? Desde el principio le pareció una mujer bondadosa, preocupada por la gente que le rodeaba y entregada a ellos... Nunca se imaginó que pudiese actuar con tanto rencor, que fuese tan vengativa... Se asemejaba tanto a Davalia...
Estaba muy nerviosa cuando la Reina Amarilis la presentó al Rey Zafiro: el hombre que las había traido a aquel extraño lugar, aquél a quien debían matar. Él sabía quién era ella, pero no dijo nada, sólo la sonrió como un padre debía sonreír a una hija. Aunque su sonrisa era más bien melancólica, como el de aquél que sabe que su fin está cerca... Y bien cierto que él lo sabía...
-Si tu deseo es lo suficientemente poderoso tu hijo estará pronto a tu lado - fue lo que le respondió el Rey cuando la Reina Amarilis le explicó el problema -. Con tu fuerza de voluntad puedes conseguir que cualquier deseo se cumpla.
El escucharlo tan cerca hablando le causó un gran choque psicológico... Las palabras que tanto ella como sus hermanas habían oído dentro de sus cabezas ahora retumbaron con gran intensidad en todo su cuerpo: "Matadme-matadme-matadme..."
-Mami...
Una manita se agarró a su pierna.
-Mami - repitió aquella voz balbuceante de niño pequeño.
Loredana tuvo miedo de mirar hacia abajo. Había reconocido la vocecilla del niño, pero tenía miedo de que tan sólo fuera un sueño, una alucinación.
-La fuerza de voluntad es el poder que mueve el mundo - escuchó que decía el Rey Zafiro.
Y entonces ella buscó aquella manita, buscó aquella cabeza de cabellos ensortijados y desordenados y miró, aún sin atreverse a tocarlo más. Pero fueron aquellos grandes y expresivos ojos de color miel lo que la llenaron de valor para abrazarlo; lloró de felicidad...
Sin embargo, aquel sentimiento de felicidad no duró mucho, apenas unos minutos... Entonces se sintió muy hipócrita ¿qué es lo que estaba haciendo? Acababa de pedirle ayuda a quien tenía que destruir, el Rey Zafiro había conseguido hacer volver a su hijo ¿o había sido ella misma? Igualmente sentía cómo la cobardía, la deshonra y la vergüenza se acumulaban en su pecho, ¿qué era lo que estaba haciendo? ¿Por qué estaba en aquel lugar?
-¿Te encuentras bien? ¿Por qué lloras? - le preguntó en ese momento la Reina Amarilis acariciándole el cabello.
Y aquel gesto la hizo sentirse más culpable...
Volvían a estar en el jardín del castillo donde parecía que las flores y la belleza eran eternas. La Princesa Esmeralda le colocaba una corona de flores blancas a Ferio en la cabeza, la Reina Amarilis se reía abrazada al brazo del Rey Zafiro, Lenne estaba separada de ellos observando desde lejos con mirada preocupada, resignada ella también a vivir su destino...
-El fin está cerca.
Loredana miró al Rey Zafiro y trató de buscarle un sentido a sus palabras...
-¿Por qué?
-Porque así debe ser.
Y todo fue tan rápido que Loredana únicamente tenía recuerdos fugaces de aquel día: el mismo día en que recuperó a Ferio y lo perdió nuevamente, tan rápido como aquellos recuerdos...
Loredana observó a Ferio con amor, queriendo acercarse a él y abrazarlo. Había crecido tanto, se había convertido en un joven tan apuesto y atractivo... ¿Cuántos años habían pasado desde la última vez? Demasiados... Le dolía que ni siquiera recordase su nombre, era una de las primeras palabras que le había enseñado a decir después de la de "mamá". Habían pasado tantas horas juntos, ella pronunciado las sílabas que formaban su nombre y él repitiéndolas: "Lo-re-da-na". Siempre fallaba con el sonido de la "r". Sonrió al recordarlo...
-Yo borré su memoria - se sinceró súbitamente, la Reina Amarilis -. Borré todos los recuerdos que tenía de ti y de tus hermanas y le hice creer que yo era su madre...
-¿Eso crees? - Elar la sonrió con recelo -. Ehm... ¿No fue eso lo que también hiciste conmigo?
La tristeza volvió a enturbiar las facciones de Amarilis. ¿Por qué se estaba comportando de manera tan déspota con ella? Ella que lo había querido y le había dado todo el cariño de una madre...
-Ferio no recordará hasta que... - comenzó a hablar con voz titubeante, Amarilis, mas Elar volvió a interrumpirla:
-¿Hasta que él mismo no desee recordar? ¿La propia Reina Amarilis olvida que estamos en un lugar donde la fuerza de voluntad es la verdadera Reina de Zafiro? - se acercó a Loredana y le tendió su mano como si de una dama se tratase -. Ella es fuerza de voluntad, ella deseó que su hijo volviera y así fue, si ella desea que su hijo vuelva nuevamente a ella así será.
-¿¿Serías capaz de romper mi hechizo?? - se escandalizó Amarilis.
-Tu poder es sólo el poder de Zafiro y creo que olvidáis quién soy yo...
-¿Qué quieres decir con eso? ¿Qué piensas hacer? ¿QUÉ VAS A HACER?
-Romper este sueño de una vez por todas - Elar incitó a Loredana a que se acercara a Ferio y con una sonrisa amistosa le dijo-: Ve y cumple tu deseo, Guerrera Legendaria del Viento.
Loredana obedeció y dio unos tímidos pasos hacia él. Le acarició la mano y tocó su rostro y entonces se dio cuenta de que él la sonreía...
-¿Te acuerdas de mí? - susurró Loredana.
-¡NOO! - gritó Amarilis en ese instante, pero el grito no llegó hasta ellos dos, Elar se encargó de que así fuera -. ¡NO PUEDES HACERME ESTO, ELAR!
-Sí - dijo Ferio -, te recuerdo, madre...
Loredana le abrazó, llorando... No se había dado cuenta que el cuerpo de Fuu Hououji estaba en el suelo, a sus pies y que ella había recuperado su verdadera forma, pero esa forma era tan etérea como una suave brisa que no tardaría en desaparecer... Elar lo sabía, pero al menos había podido cumplir su sueño.
Ahora quedaban los de los demás...
Continuará...
Notas de Ire:
(1) Para aclarar dudas mirad el capítulo 4 y 7 de "Mi Secreto".
(2) Por esta razón tanto el planeta como el propio rey tienen el mismo nombre.
Y parece que las demás dudas se van aclarando poco a poco y aparecen nuevas dudas más...
...¿El amor que dice sentir Pirotase por Gurú Kleff era correspondido? (¿cómo se lo tomará Umi?)...
...¿Qué quiere decir Davalia con "hermanos del planeta Zafiro"?...
...¿Qué pasará al final con Amarilis? ¿Qué piensa hacer Elar?...
Y lo más importante... ¿Quién es Elar? (aunque creo que ya tendréis una ligera idea ¿no? ^^)
¿Y Loredana? ¿Y Ferio? ¿Y Fuu? ¿¿Qué va a pasar con ellos?? (aiss... Qué situación más frágil... Ale, no te enojes mucho...^^UU)
Y vosostros os preguntaréis ¿es que esto no va a tener nunca fin? Bien, sí tiene un fin: todos los sueños tienen un fin... ^__^
NoS ConTiNuAmoS LeYenDo