Ángel Negro:

La Hora Oscura

 

W

 

 

- Capítulo 2 - Moviéndose a compás

 

"Moviéndose a compás, como una estúpida

máquina, el corazón;

la torpe inteligencia del cerebro

dormida en un rincón."

 

 

Aquella noche no podía dormir. Las pesadillas me atormentaban demasiado y el recuerdo de Lemur cada vez se hacía más intenso. Decidí que la mejor terapia era la distracción, así que me levanté y empecé a dar vueltas por los largos pasillos del castillo como un niño perdido por las calles de una enorme ciudad.

 

-¿No puedes dormir?

 

-Ah... Hola, Lantis... No, no puedo dormir ¿tú tampoco?

 

Lantis era el hermano menor de Zagato y el mejor espadachín del reino. Gurú Klef lo había nombrado líder de la Guardia Real de la princesa Esmeralda, aunque, a mi parecer aquél era un trabajo demasiado sufrido para un alma tan indómita como la de Lantis.

 

-Tampoco... No hago más que pensar...

 

-¿Pensar en qué? – le pregunté.

 

Él me observó en silencio. Sabía que no me respondería, pues no era una persona que abriese mucho su corazón a los demás, aunque aquello en lo que pensase fuese tan importante como para haberle quitado el sueño.

 

Lantis y yo habíamos hablado muy poco desde mi llegada a aquel mundo, pero, aún así, sentía hacia él una unión especial, quizás porque teníamos la misma edad y Klef nos había enseñado magia a los dos a la vez; o quizás porque Lantis era hermano de Zagato y me recordaba a él en sus ojos, quien, a su vez, me recordaba a Siren...

 

-Lantis...

 

Sentí deseos de contar lo que había estado soñando, sin embargo...

 

-¿En verdad te gusta ser capitán de la Guardia de la princesa?

 

Si mis pesadillas mostraban el destino que me aguardaba puede que aún tuviera una oportunidad para cambiarlo... Mientras ese destino siguiese siendo eso: una pesadilla, un sueño, algo etéreo que todavía no era real.

 

-El reino de Zafiro es un lugar pacífico, todo está controlado por la princesa, por su amor a este mundo. La princesa Esmeralda nunca permitiría que nada malo le ocurriese, por consiguiente, y aún siendo el mejor y único espadachín mágico, aquí tienes muy pocas posibilidades de luchar contra algún enemigo...

 

-Lo sé, Alcione.

 

En ese momento, logré recuperar de algún lugar recóndito de mi cerebro, las enseñanzas de Gurú Klef. Sus largas y aburridas lecciones sobre la existencia de los planetas que rodeaban a Zafiro volvieron a mi memoria, siendo ahora muy útiles para mi propósito...

 

-Contrariamente, existe un planeta, lejos de Zafiro, que necesitaría la ayuda de un guerrero como tú... En él la armonía a duras penas logra subsistir pues sus habitantes casi siempre están en guerra... Es muy penoso y...

 

-¿Cómo se llama ese lugar? – Lantis parecía sumamente interesado, para orgullo mío.

 

-Creo que... – intenté hacer que me costaba recordar, mas sabía con exactitud cuál era el nombre -. Pues... ¿Autozam? ¡Sí! Es Autozam.

 

-Autozam...

 

Lo dejé en aquella actitud pensativa y reinicié con una sonrisa optimista mi paseo por los pasillos del castillo.

 

Sentía nacer en el centro de mi estómago una especie de tranquilidad satisfactoria después de mi conversación con Lantis. Él debía marcharse de Zafiro, antes de que ocurriese aquello... Si no, cabría la posibilidad de que él también muriese...

 

Me detuve en seco, a varios metros delante de mí distinguí la figura de Zagato envuelta en su característica capa negra. Consternada, contemplé cómo cerraba la puerta de los aposentos de la princesa Esmeralda, de donde acababa de salir. Los soldados que montaban guardia delante de sus puertas estaban sentados en el suelo, dormidos, quizás hipnotizados por algún conjuro del propio Zagato...

 

Él ni siquiera deparó en mí, lo ví marcharse cabizbajo. No obstante, pude advertir su intensa tristeza reflejada en sus ojos entrecerrados, en su boca mustia, en todas sus facciones y movimientos.

 

"No."

 

Cerré los ojos, negándolo todo como una niña tonta.

 

"Tú no, Zagato."

 

Las imágenes de mi sueño afloraron a mi mente con la fuerza de un latigazo. Escuché las voces, sentí las lágrimas, sentí los golpes, sentí el dolor, aquel inmenso dolor...

 

-Zagato...

 

-Alcione.

 

Me giré, sobresaltada, y vi a Gurú Klef quien, a su vez, me observaba también bastante sorprendido.

 

-Es muy tarde para estar dando vueltas por el castillo – me reprendió, dibujándose en su cara una expresión indescifrable.

 

No me atreví a contradecirle, bajé la cabeza y me incliné levemente ante él. Muy pocas veces lo miraba directamente a los ojos, sabía que era más fácil que pudiese leerme así el pensamiento, rompiendo la barrera con la cual los protegía. La misma barrera con la que Zagato también protegía los suyos...

 

-La princesa Esmeralda confía en ti.

 

Aquellas palabras me llenaron de angustia.

 

-No dejes nunca de protegerla.

 

Levanté la vista justo cuando él ya me había dado la espalda.

 

-Gurú Klef- le llamé, queriendo disculparme.

 

-Descansa, Alcione. Necesitas descansar – me miró y me sonrió, con una sonrisa triste...

 

¿Acaso él... Acaso él lo sabía? ¿Esa tristeza significaba que ya lo sabía?

 

 

... Y la noche se fugó al aparecer el día...

 

-Princesa Esmeralda...

 

Zagato se arrodilló respetuosamente ante ella. Yo, a su lado, hice lo mismo pero con varios segundos de diferencia respecto a él.

 

-¿Qué es lo que ocurre, Zagato? – le instó Gurú Klef, situado de pie a poca distancia de la princesa, para que continuase hablando.

 

Sabía lo que tenía intención de comunicarle y, en cierta manera, me alegraba aquella futura noticia...

 

-Lantis ha desaparecido.

 

La sorpresa apareció súbitamente en los rostros de la princesa y de Gurú Klef.

 

-¿Por qué? – preguntó Esmeralda.

 

-No lo sé, sólo sé que no está en Zafiro – respondió Zagato -.No puedo comunicarme con él mentalmente.

 

Su mirada estaba sombría y seria.

 

-¿Sabes tú dónde puede haber ido, Alcione?

 

La princesa Esmeralda me lo estaba preguntando a mí; sin embargo, yo seguí con la mirada clavada en el suelo a la vez que negaba con la cabeza. Era la primera vez que mentía a Esmeralda y presentía que no sería la última... Sabía que Lantis había marchado hacia Autozam aconsejado por mí, pero si decía la verdad él tendría que volver a Zafiro y él no debía volver...

 

-¿Debo ir a buscarle? – preguntó Zagato.

 

Esmeralda entrelazó las manos a la altura de su boca, pensando.

 

"No debe ir a buscarlo."

 

Percibí que Esmeralda me estaba mirando en esos momentos, que había leído aquellas palabras mías en su mente.

 

"Es la voluntad de Lantis, princesa, no puedes oponerte a sus deseos. Lantis se sentía encerrado en Zafiro, ansiaba la libertad y la aventura. Debes comprenderlo y no oponerte a sus deseos, princesa. Hazlo por Zagato..."

 

Esmeralda continuaba en silencio.

 

"Alcione, tú..."

 

"Princesa, te lo ruego, te lo suplico... Por Zagato..."

 

"Alcione, puede ser que tú ames a..."

 

"Por favor, princesa."

 

Suplicaba con tanta fuerza que tuve miedo de que tanto Klef como Zagato me descubrieran.

 

-No – fue la respuesta de Esmeralda a Zagato, por fin -. Lantis debe haber decidido por su propia voluntad, será mejor que se cumplan sus deseos.

 

Zagato inclinó la cabeza, con obediencia y conformidad.

 

-Se hará como deseáis, princesa.

 

Respiré aliviada al escucharle decir aquello.

 

Zagato se levantó y dio media vuelta, yo me disponía a seguirlo cuando sentí la dulce voz de Esmeralda pronunciando mi nombre. Vi cómo se levantaba de su trono y se acercaba a mí. Gurú Klef ya no estaba con ella.

 

-Princesa, yo...

 

No me dejó continuar, sus cálidos brazos me rodearon y apretó su cara contra la mía.

 

-Perdóname, perdóname – me repetía una y otra vez.

 

-¿Por qué? – pero ojalá no se lo hubiera preguntado...

 

-Yo... Me he enamorado de Zagato.

 

Y entonces sentí que todo se me venía abajo, que ante mí se abría un oscuro abismo y yo caía por él.

 

-Yo, no quiero hacerte daño, no quiero que sufras por mi culpa - me dijo.

 

Quise abrazarla también, pero no pude.

 

-Le amo, le amo con todo mi corazón. Perdóname por ser tan egoísta...

 

<<No puedes hacer nada para evitar sus fuertes sentimientos.>>

 

"¡Lemur!"

 

<<Su pureza es de envidiar... Pierdes de nuevo, Alcione...>>

 

"¡Cállate, Lemur!"

 

<<Además, sólo crees amar a Zagato porque se parece a Siren, nada más. Tu amor no es tan verdadero y puro como el de esta chiquilla a quien beneras.>>

 

"Pero su amor... su amor acabará por destruirlo todo como en mi sueño. No puedo permitirlo..."

 

<<Pero no puedes impedirlo, mi querido ángel.>>

 

Ahora su voz se había vuelto dulce y compasiva, atravesándome el corazón y haciéndome sentir culpable por haberle matado. ¿Cómo habría sido el destino si no hubiésemos destruido nuestra innata inmortalidad?

 

Me levanté lentamente, separándome de sus cálidos brazos y observé a la joven princesa cuyos verdes ojos estaban inundados en lágrimas: aquellos ojos que nunca antes habían derramado ni una lágrima..

 

-Princesa... Debéis ocuparos de vuestros rezos, el mundo de Zafiro depende de vos...

 

No reconocí el tono de mi voz, tan frío e inexpresivo como si lo hubiera dicho una máquina. Le di la espalda y sentí un débil gimoteo.

 

-Princesa, por favor, no lloréis...

 

Las palabras se me quedaron trabadas en la lengua. Me escocían enormemente los ojos y sentía un terrible peso en el estómago: yo también lloraba, lloraba ante lo que iba a ser ya inevitable. Y seguí caminando sin volverme hacia ella, sin mirar lo que dejaba tras de mí...

 

Continuará.

 

 

Notas de Ire:

Y la leyenda continúa...

 

"Y el sub-ángel se quedó en la Tierra donde creyó que estaría a salvo de la rabia oscura de Lucifer y del poder blanco de Dios... Anduvo durante mucho tiempo en las sombras, atrayendo a aquéllos con negro corazón, negra alma y negro cuerpo... Nunca supo el castigo que Lucifer pronunció para él, condenándolo a ser un no- muerto de por vida por haberle abandonado a Él, que era su Señor. Nunca supo la oración de Dios hacia él, convirtiéndolo en un ser a quien nadie podría amar por haber abandonado a los que eran de su estirpe... Nunca lo supo hasta que ella apareció y lo vió..."

 

Y vuelvo a cortar la historia para agradeceros que sigáis leyendo este fic, condenados míos ^__^

¡Dulcísimos mordiscos!

 

my_nimue@hotmail.com