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"SECRETOS DEL PASADO" 

CAPITULO DOS:  “REVELACIONES”

Las puertas del recinto se abrieron lentamente dejando mostrar a los recién llegados, un hombre alto, de cabello negro como la noche que le llegaba poco más arriba de los hombros, junto a una mujer de esplendorosa belleza, una cabeza más baja que el hombre, de cabello rubio que le llegaba a la cintura y de ojos azules. Ambos tomados de la mano y con una sonrisa en su rostro, pero cuando notaron la presencia de las jóvenes de otro mundo, su expresión cambió a una de asombro.

—¿Zagato? ¿Princesa Esmeralda? ¿En verdad son ustedes? —preguntó confundida Lucy, saliendo de su estado de estupor. Se veían un poco diferentes a como ellas los recordasen.
—Guerreras Mágicas —dijeron ambos en un estado de sorpresa.

Repentinamente, la puerta oeste del Salón del Trono se abrió estrepitosamente y provocando un fuerte sonido. De ella salió una joven rubia con el cabello amarrado quien sostenía una pila de papeles que milagrosamente se sostenían. Apenas y podía caminar llevando aquella montaña de hojas de varios colores y libros que la hacían trastabillar y tomando en cuenta que se le dificultaba ver debido a ello. Así que caminaba a ciegas.

—Gurú Clef, aquí te traigo unos papeles que urge que leas. Algunos son simples reglamentos de ciudades, otros son exigencias de seguridad en los pueblos, quejas contra algunos de los gobernantes —hablaba la mujer rápidamente y casi sin respirar —Peticiones, otros que exigen permisos...

Nikona brincó sobre la muchacha, lo que hizo que toda la carga que traía se desparramara por el suelo y que la joven cayera estrepitosa y cómicamente sobre ellos.

—¡Nikona! ¿Por qué hiciste eso? —la chica se incorporó y agarró al blanco y esponjoso ser— Era mucho trabajo. Estoy pensando que mereces un castigo, déjame pensar.

La nueva visitante al parecer no se había percatado de la situación que acontecía en el lugar, tenía cosas mejores en que pensar, como hacer pagar a Nikona por su travesura, por ejemplo. Y las guerreras tampoco le habían prestado mucha atención puesto que la impresión de ver a Zagato y Esmeralda vivos había sido mucha. Y sin embargo, la voz de aquella extraña joven que acababa de entrar se les había hecho algo conocida, así que para saciar su curiosidad se giraron 180º para ver quien era la dueña de aquella voz.

—Ya sé, quizá te deje encerrada en el cuartito oscuro que no te gusta, o mejor aún... —ríe la chica maliciosamente— Te colgaré bocabajo de la puerta del castillo —Nikona comienza a mover las orejas en señal de diversión, mas que por sentirse amenazada.

Las jovenes en aquel instante voltearon a ver a Presea que se encontraba de pie al lado de Gurú Clef con la cabeza gacha y luego volvieron su mirada a la otra muchacha que acababa de entrar.

—Ajem —interrumpió Gurú Clef, lo que hizo que la recién llegada regresara a la realidad. Sintió varias miradas que se posaban sobre ella y cuando volteó a ver de quienes eran los ojos que la miraban...
—¡Oh, por Céfiro! —dijo la joven entre asombrada y maravillada, llevándose las manos a la boca.

Gurú Clef se levantó rápidamente del trono y se acercó a las Guerreras.

—Ascot ayuda a Presea a recoger los papeles, por favor —y luego se dirigió a las jóvenes—. Será mejor que salgamos de aquí y les explique.

Las sacó del Salón lo antes posible cerrando la puerta tras sus espaldas. Las llevó por varios pasillos hasta que llegaron a un cuarto. Era un cuarto pequeño de color lila, había un sillón de madera con cojines blancos en una esquina. En medio de la habitación había una mesa rectangular de madera con algunas piedras preciosas y grabados que formaban figuras.

—Siéntense por favor —Clef les mostró el sillón.

Las tres jóvenes se sentaron, pero Gurú Clef aún permanecía de pie con la vista dirigida a una de las paredes, como si hubiera algo ahí que le pudiera ayudar en aquel difícil momento. Lo cierto es que el mago no sabía de que modo les iba a explicar a las Guerreras todo aquello que habían presenciado. Como Gurú Clef nunca hubiera esperado que ellas regresaran a Céfiro, nunca preparó una explicación. Él pensaba que así hubiera sido más fácil. Pensaba en el modo en que comenzaría la explicación, era una responsabilidad muy grande para él, pues él estaba inmiscuido en todo ello. Así que sintiéndose indefenso, se decidió. Se volteó hacia las jóvenes y dio un último suspiro resignado.

—No sé por donde empezar —se sinceró preocupado.
—¿Cómo es que Esmeralda y Zagato están vivos?
—¿Y cómo hay dos Preseas?

El mago hizo un ademán para que se tranquilizaran, comenzaba a dolerle la cabeza. Ya era muy difícil estar ahí solo con ellas como para que éstas comenzaran a bombardearle con cientos de preguntas.

—Todo lleva al mismo punto —dijo tranquilizándose y tomando asiento en una silla frente a la mesa—. Después de que ustedes regresaran a su mundo, Céfiro comenzó su proceso de reconstrucción. Prácticamente todo había regresado a la normalidad después de un año de arduo trabajo.
>>Un día Nikona desapareció del castillo sin dejar rastro y sin razón aparente. Todos la buscamos por varios días, pero todo indicaba que ella no regresaría, hasta que una noche...

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CÉFIRO

2 años antes.

Noche, cuarto de Gurú Clef.

Gurú Clef, el que parecía de diez años, no podía dormir debido a que estaba muy preocupado por el paradero de Nikona. Ya llevaba varios días desaparecida y no se imaginaba donde pudiera encontrarse. ¿Y si estaba perdida?, ¿y si alguién la había capturado?, se preguntaba constantemente el mago.
Esa noche Gurú Clef miraba el cielo nocturno por su ventana. Esos días no había podido dormir o comer, su rostro estaba más pálido de lo normal acompañado por unas ojeras. Él nunca lo había dicho, pero Nikona era una parte muy importante en su vida desde que él era todavía un muchacho muchos siglos atrás. De repente, se escuchó una voz familiar a las afueras del castillo. Un fuerte "¡Pu pu puuuu!", como si fuera un llamado.

Gurú Clef no lo podía creer, Nikona había regresado. Una amplia sonrisa se asomó en su preocupado rostro. Se quitó su ropa de dormir y se vistió rápidamente para encontrarse con el pequeño ser. Caminó por los pasillos en ocasiones tropezándose, pero con una alegría nunca antes vista. El llamado de Nikona se escuchaba cada vez más cerca hasta que el mago se detuvo frente a una de las entradas del castillo. Su sonrisa se le apagó de repente, mientras una mueca de asombro y horror se mezcló en su rostro aturdido. Nikona no había llegado sola, cuatro personas le acompañaban.

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—No sé de que modo explicar lo que sucedió ese día y como fue que Nikona llegó con ellos. Ellos mismos tampoco lo supieron. Sólo aparecieron y se encontraron con Nikona quien parecía, los había esperado. No hay explicación alguna de lo que sucedió. Si la que hizo eso fue Nikona, lo desconozco, y sinceramente lo dudo.
>>Zagato y Esmeralda están vivos y juntos, como siempre debió ser, y me alegro. En cuanto a las dos Preseas, no es que sean dos Preseas, es que... —su mirada se opacó y guardó silencio un momento— No merezco pedirles perdón a ustedes después de todo lo que hicieron por Céfiro.
—¿De qué hablas Gurú Clef? —preguntó Lucy más confundida que nunca.
El mago se llevó las manos al rostro con pesadumbre.
Discúlpenme Guerreras Mágicas. Yo... yo les mentí hace tres años.
—¿Mentirnos? —preguntó Marina.
—Después de que ustedes se marcharan la primera vez, alguien semejante a Presea llegó al Castillo, al principio creí de verdad que era ella, pero no lo era. Dijo que venía porque se había enterado de la muerte de su hermana hacía varios días atrás. Lamentaba no haber estado cerca de su hermana durante mucho tiempo. Según me explicó, Presea se había comunicado con ella en sueños, fue el modo en que ella se había enterado de lo sucedido y se puso a mi servicio.
>>Dijo que no quería causar problemas y me pidió que ocultara la verdad a los demás. Al principio me rehusé, pero luego, creyendo que era lo mejor, acepté. Todos creyeron que de verdad Presea había vuelto, que la Princesa Esmeralda había revivido a los muertos, pero no fue así. Cuando Presea de verdad volvió junto con Nikona, di muchas explicaciones, y la mentira me costó más caro de lo que imaginé. Fueron los peores días que yo recuerde. Es por eso que no les pido perdón, porque no lo merezco.
—¿Eso significa que Presea tenía una hermana gemela?
—Presea jamás me contó de su hermana, eso es verdad. Al principio sentí miedo, pues llegué a creer que era una trampa de Devoner, pero no fue así. Se hizo pasar por ella, se sentía culpable, en cierto modo, y se quedó a vivir aquí. Y esa es la historia. Lo lamento. Es mi culpa, lo mejor debió ser que les contara la verdad desde el principio.

En verdad el mago se notaba arrepentido, y parecía que una herida del pasado comenzaba a abrirse otra vez. Las jóvenes intercambiaron miradas mezcladas de diversos sentimientos. No había odio o rencor en ellos.

—Una mentira es una mentira —comenzó Lucy— Y sin embargo, no somos quienes para juzgarte, pues tú también nos ayudaste mucho. No tienes porque pedir disculpas, si dices que lo hiciste por nuestro bien, entonces nosotras te creemos —sonrió Lucy ahora.

A pesar de las emotivas palabras de Lucy, Gurú Clef no sonrió, permaneció en silencio observándolas. Al parecer lo que dijera la pelirroja lo sentían las otras dos del mismo modo. Cerró sus ojos con pesadez como creyendo que lo que hubiese escuchado hacía unos segundos, hubiera sido su imaginación.
Aún otro momento de silencio le siguió, más largo que el anterior, hasta que sus pensamientos fueron interrumipidos.

—Lo de Presea ya nos quedó claro —dijo Lucy con tono serio—, pero ¿quién es la cuarta persona que no nombraste?
—Alanis —respondió el mago sin abrir los ojos—, pero se fue. No se quedó ni siquiera tres días en el castillo antes de desaparecer. No le vi mucho interés en quedarse, de cualquier modo. Y dudo que regrese.

Un ligero silencio, antes de que alguien tocara a la puerta. Ésta se abrió lentamente. Ahí se encontraban dos altas chicas rubias, se parecían mucho entre sí, no eran idénticas, sus expresiones denotaban la diferencia. Una de ellas traía en brazos a Nikona.

—No debieron venir —dijo el mago, aún con los ojos cerrados.
—La carga no era sólo tuya, apesar de que tú te culpaste desde entonces y lo sigues haciendo hasta ahora, según veo —dijo una de ellas.

—Además estabamos preocupadas.

Una de las jóvenes, aquella que poseía el singular lunar mostrado en sus hombros se acercó a las jovencitas.

—Quien debiera pedirles disculpas soy yo y no Gurú Clef. Yo le pedí que guardara el secreto. Si le conté la verdad a él, era porque confiaba en que lo que creía era lo mejor. Pero no fue así y lo siento. Bueno, aunque no creo que deseen hablar con alguien como yo, les diré mi nombre. Me llamo Arydea.

—Si tienen alguna pregunta todavía, se les darán explicaciones después. Deben estar cansadas y lo mejor sería llevarlas a las habitaciones que hemos dispuesto para ustedes.
—Sí, continuaremos mañana —dijo el mago esbozando una sonrisa forzada.


Aunque no muy satisfechas, las guerreras se levantaron del cómodo sillón y salieron junto con las hermanas, quienes las guiaron por un pasillo. Mientras tanto, en el cuarto, Gurú Clef se llevó las manos al rostro, mientras se apoyaba contra la mesa. No se sentía nada satisfecho.

—Bueno, supongo que se preguntaran acerca de sus habitaciones —comentó Presea tratando de quitar un poco la tensión en el aire—. Apesar de lo que los demás digan, ni Caldina ni yo perdimos las esperanzas de que algún día regresaran. Así que entre Caldina, Arydea, aunque ella misma lo niegue, y yo, les arreglamos unas lindas habitaciones y desde entonces están intactas. Y supongo que se quedarán hasta la boda.
—¿Boda? —preguntaron las tres.

—¿Por qué no les explicas Arydea?
—Dentro de unos días va a haber una boda muy importante para dos naciones. La boda de Ascot y la Princesa Tata de Cizeta.


Miradas de asombro se asomaron en los rostros de las jóvenes. Abrían la boca, pero inmediatamente la cerraban. Tenían muchas preguntas y sin embargo, no hallaban modo de formularlas.

—Bueno, ya llegamos —señaló Presea— La del centro es de Lucy, la de la derecha es de Anaís y la de la izquierda es la de Marina.

Un guardia llegó jadeando y resoplando con un mensaje para las hermanas.

—Día de llegada —dijo éste—. Todos ya fueron allá. Me pidieron que las buscara —y así como el hombre había llegado de improviso dando aquel extraño mensaje, se marchó.
—Era de suponerse —exclamaron Presea y Arydea decepcionadas al unísono.

—¿Qué sucede? —preguntó la pelirroja.

—Nada importante —dijo Presea mirando en la dirección por la que se había ido el guardia.
—Exploren sus habitaciones. Nos hubiera gustado mostrárselas, pero tenemos que irnos.
—Esperamos las disfruten.


Y así, las gemelas salieron corriendo por el pasillo por el que se había retirado el guardia. De pronto, Presea se detuvo, se dio media vuelta y regresó con las jóvenes. —¿Puedo dejarles un momento a Nikona? —y ni siquiera esperó una respuesta cuando ya había depositado al esponjoso ser en brazos de Lucy— Nos veremos después —dijo Presea a lo lejos para tratar de alcanzar a su hermana, quien no se había detenido a esperarla.

—Les juro que con todo esto, me duele la cabeza —expresó Marina.
—Nunca me imaginé que nuestro regreso fuera así —dijo Anaís.

—Tan extraño —dijo Lucy—. Creo que descansar un rato no nos caería nada mal.
—O un baño, quizá —dijo Marina.

—Lamento mucho lo de Ascot y Tata, Marina —dijo Lucy posando una mano sobre el hombro de su amiga.
—¿Por qué?
—No tienes porque fingir Marina —dijo nuevamente la chica de ojos marrón.
—¿Te refieres a...? Ay Lucy, no sigas con lo mismo ¿cuántas veces les tengo que decir que a mi no me gusta ni me gustaba Ascot?

—La negación es el primer síntoma Marina.
—"¿Es qué acaso Lucy no escucha nada de lo que le digo?".


Y terminada la "discusión", las tres decidieron explorar sus habitaciones y quizá descansar un momento para pensar acerca de lo ocurrido durante esa mañana y parte de la tarde en Céfiro.


Belly Tiamat Atardecer.



© Todos los personajes (excepto los inventados por mi) son propiedad del grupo CLAMP y ésto no se hace con fin de robar o ganar dinero, así que no me demanden.