( ) Observaciones.
" " Pensamientos.

"SECRETOS DEL PASADO" 

CAPITULO TRES:  “LA PROMETIDA”

En un lugar lleno de tinieblas, donde ni un rayo de luz llega a iluminar una minúscula partícula de aquel desconocido lugar, se escucha la voz de una muchacha.

"¿Dónde me encuentro?"
"¿Alguien puede escucharme?"

Ligeros y distantes murmullos y voces quedas.

"¿Qué sucede? ¿Por qué escucho voces allá afuera?"

"¡Alguien que me escuche!"

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DENTRO DEL CASTILLO CEFIRIANO

Las jóvenes se encuentran explorando sus habitaciones, todas son del mismo color: blanco, pero con algunas piedras brillantes y pulidas de forma circular y ovalada (azules en el cuarto de Marina, verdes en el de Anaís y rojas en el de Lucy). Dentro de las habitaciones hay una cama con sábanas y almohadas bordadas del mismo color que las piedras, sólo que éstas, en tonalidad pastel. También hay una mesita con una jarra llena de agua, un tocador y un baño. Al momento de entrar por la puerta se ve frente a ella una ventana circular con vista panorámica de Céfiro. En que piso se encontraban, era difícil saberlo, ellas no recordaban haber estado subiendo por los corredores.

En el mismo momento en la puerta occidental del castillo.

—¡Baja ahora en este instante! —gritaba Gurú Clef con desesperación a una figura que se veía en una pequeña torre, no tan majestuosa como las otras tres, pero no dejaba de ser alta, y no por tanto bastante peligrosa.
—Ten cuidado —gritó Presea—. La vez pasada casi te rompes una pierna.


La figura saltó de la torre haciendo unas impresionantes piruetas en el aire y cayendo acrobáticamente para quedar en medio de todos los reunidos exclamando un: ¡TARÁN!
Era una jovencita de cabello anaranjado largo y lacio y ojos entre azules y verdes.

—¡Gurú Clef, no se exalte! —dijo la joven al mago sin prestarle mucha importancia.
—¡Pudiste haber caido y lastimarte! Hubiera sido la digésima sexta vez, ¿o ya se te olvidó?

La joven se sintió un tanto ofendida e indignada, ¡cómo es que podía decirlo con tanta exactitud! —Que exagerado se ha vuelto en mi ausencia. Recuerde maestro que soy excelente en las acrobacias —dijo la chica sonriendo y de modo presuntuoso.

—Las acrobacias no son lo que nos preocupan, sino tus aterrizajes.

—Eso me indigna aún más maestro, soy casi una profesional.
—En caer con la cabeza. Sí, ya lo sabemos.
—¿Acaso se está desquitando de que le dejé el cabello color cereza el mes pasado y le quedó así durante 10 días? Fue un pequeño error, usted lo sabe —dijo la chica tratando de evitar soltar una escandalosa carcajada. Recordaba el rostro de su maestro aquella ocasión, y también su castigo. El mago había buscado un contra-hechizo durante esos diez días.
Durante esa semana no había estado de muy buen humor, todos lo recordaban
—Idalia, será mejor que no le hagas recordar esas cosas a Gurú Clef —dijo Paris en una súplica.

—Está bien —contestó Idalia soltando una risita inevitablemente.

Después de tan inesperada llegada, todos se dirigieron al Salón del Trono, en donde se encontraban Esmeralda, Zagato, Zafiro y Helios. El primero en entrar fue Gurú Clef pasando sus dedos por su cabello y recordando malos momentos. Se sentó en el Trono pesadamente y soltando un suspiro.

—¿Qué sucede Gurú Clef? —preguntó Esmeralda confundida.
—Idalia... —contestó con cansancio. Y no era que se encontrara cansado, sino que sabía lo que eso significaba. La más revoltosa de sus alumnas había vuelto y eso no le agradaba del todo.
Él era una persona tranquila y tener de compañía por varias horas a alguien tan hiperactivo le agotaba tanto física como mentalmente.
—¿Qué no llegaba mañana? —preguntó ahora Zagato.

El mago ya no tuvo oportunidad de responder a su pregunta. La recién llegada acababa de entrar seguida por los demás.

—Esmeralda, Zagato ¡Qué alegria volver a verlos! —dijo la joven abrazándolos efusivamente.
—¿Qué haces aquí? Creíamos que llegabas mañana —dijo Esmeralda.

—Sí, yo también lo creí así, pero creo que mi hermana ya no quería que estuviera allá sin hacer nada 'productivo' según ella. Además no soportaba estar lejos de mi amado Céfiro y de mis clases de magia.

La joven dirigió una mirada al mago, quien ni se había inmutado con el comentario. El mago recargaba su cabeza sobre una de sus manos apoyando su codo en uno de los brazos del trono, mientras sus ojos pemanecían cerrados. Al parecer una repentina jaqueca comenzaba a lastimarlo.

—¿Y cómo se encuentra tu hermana? —preguntó Caldina.

Idalia había perdido a sus padres cuando cumplió 11 años y desde entonces su hermana se había encargado de ella hasta que cuando la joven cumplió 15 años, ella y su hermana visitaron Céfiro, para ver a su prima Caldina, a quien no habían visto en mucho tiempo. Ahí ambas se enteraron que existía un poderoso mago. La hermana de la joven le pidió a Gurú Clef que le enseñara magia, para que se dedicara a algo 'productivo'. Y el mago en aquel momento había aceptado, pero parecía que ahora se había arrepentido de tal decisión. Idalia era un poco atolondrada, no era que no entendiera el arte de la magia, sino que no lograba controlarla aún, y cuando se salía de control, casi siempre sucedían accidentes. Todos podían recordar muy bien la ocasión en que uno de sus hechizos provocó que lloviera en el Salón del Trono, o en otra que había creado un sello que impedía salir a cualquiera al exterior. Este último no había causado mucho daño, pero como lo había hecho sin consultar a nadie, había puesto de cabeza al castillo entero, porque ninguno entendía lo que sucedía.

—Muy bien, aunque parece no convencerle el hecho de que me quede a vivir en este lugar. Aunque no lo admita, yo sé que me extraña. Pero insiste en que quiere estar orgullosa de su hermanita y que desea que haga algo 'productivo'.

—Entonces tendrías que esforzarte más para no defraudarla —dijo Gurú Clef interrumpiendo el monólogo de la joven. Ya conocía lo que decía siempre que regresaba de Cizeta, y duraría horas si alguien no la detenía.

—Parece que los dos se ponen de acuerdo para hacerme la vida miserable. Nadie entiende que estoy negada para la magia. Mi hermana lo sabe, Clef lo sabe.

—Maestro Gurú Clef, sino te molesta —dijo el mago, sonando algo enfadado. Era obvio que no muchos le llamaban por su nombre sin el título de Gurú. Y al parecer tampoco le agradaba mucho que su joven aprendiz lo hiciera.

—Clef, Gurú Clef, ¿cuál es la diferencia?
—La diferencia es que a Gurú Clef no le gusta que le llamen así y lo sabes.
—¿Y desde cuanto es que tú me hablas así, eh Paris?
—Lo lamento —respondió el joven acercándose a la chica— Y lamento también no haberte saludado antes —el joven puso una rodilla en el suelo tomando la mano de la joven y besándola.

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EN AUTOZAM

—Comandante, ya llegó la invitación de la boda de la Princesa de Cizeta y el hechicero —Geo entró a una habitación en la que se encontraban varias computadoras.
—Gracias Geo —dijo Águila recibiendo el sobre.

En efecto, era Águila. La razón por la que estuviera vivo en ese momento se remontaba a la batalla contra Luz, un milagro le había salvado la vida, y la enfermedad que le infectaba el organismo fue curada gracias a sus buenos deseos con un poco de ayuda de Céfiro. También Autozam había mejorado, así como su salud. Se habían dado cuenta que si Autozam seguía como de costumbre se terminaría destruyendo sola; así que árboles, plantas y flores fueron trasladados al planeta tecnológico. Se hicieron campañas en pro del ambiente de Autozam, así como muchas fábricas contaminantes fueron clausuradas. Y también habían comenzado el proyecto "conciencia ecológica" hacía dos años, y mucha de la gente comenzó a ayudar fomentando una cultura de respeto a la naturaleza.
No había sido un gran cambio hasta entonces, pero se notaba la diferencia del Autozam de antes al de ahora.

—¿Entonces Latis te convenció de que invitaras a Presea? —dijo Geo.
—No tuvo que convencerme Geo, recuerda que yo la invité, pero él tendrá que ir con Arydea.

—Que cómicos se van a ver los dos —era el pequeño mecánico, Zaz, que acababa de entrar.

Águila observaba la invitación por ambos lados. Estaba en un sobre color vino con lineas doradas y plateadas, con grabados y sobrerelieves de elefantes, diosas y flores.

—Es notable que fue hecha en Cizeta —dijo Águila con una sonrisa mientras se disponía a abrir la invitación.

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EN FAREM

—Princesa Asuka ya llegó la invitación a la boda —era Sang Yung quien acababa de entrar y quien por venir deprisa se había tropezado con una alfombra.
Asuka ahora ya es toda una jovencita, es más alta y más bonita. Sang Yung es cambio, aún conservaba aquel semblante infantil, aunque su cuerpo se había desarrollado notablemente.

—Déjame ver —le arrebató la invitación a Sang, quien aún permanecía tendido sobre la alfombra, y la observó—. Pero que bonita, que bueno que al menos no pusieron esas horribles figuras (refiriéndose a lo genios de las princesas de Cizeta).

La figura de los genios no aparecía en el sobre, pero sí en la invitación, uno a cada lado, así como en la parte de abajo venía el símbolo de Céfiro, que era una combinación de los símbolos de los tres genios.

—No cabe duda que esas princesas tienen mal gusto para tener a esas monstruosidades como guardianes —finalizó la Princesa Asuka.

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EN CIZETA

Ambas princesas se encontraban en un enorme cuarto de palacio color arena con gemas anaranjadas y rojas, había estatuas de elefantes hechos de piedra y de un material similar al mámol por doquier, en medio del salón había una gran fuente con la figura de ambos genios hechos de piedra, y el agua fluía de sus bocas, también habían elegantes alfombras y un sinnúmero de candelabros sobre ellas. Ambas se encontraban sentadas sobre una fina alfombra roja y frente a ellas estaban unas tacitas y una jarra.

—Estoy muy contenta por ti —decía Tatra a su hermana mientras servía té en una de las tazas—. Que bueno que encontraste a un buen muchacho.
—Sí —contestó Tata un poco sonrojada.

Las puertas del cuarto se abrieron dando paso al padre de las jóvenes. Era un hombre moreno, alto y corpulento, de cabello y barba roja, así como poseedor de unos profundos ojos azules.

—Las invitaciones ya han sido enviadas a los otros planetas —el hombre se acercó a Tata y la abrazó con ternura—. Me alegra que por fin hayas sentado cabeza, tu madre y yo estamos muy orgullosos de tí.
—Sí, estoy muy feliz.

—Me alegra —se separó el hombre de su hija—. Es lo más lógico, dentro de cinco días ya serás toda una mujer casada. Bueno, mejor me voy o tu madre se enfadará conmigo. Ah, por cierto, me dijo que ya está tu vestido para que te lo vayas a medir —y finalizando con esto, salió de la habitación.

—No vayas a decepcionar a nuestros padres Tata —dijo muy seria Tatra—. Ellos han puesto las esperanzas en tí para que los suplas el día en que ellos no se encuentren aquí, y estoy segura que serás una gran soberana.

—No empieces con eso otra vez.

Tata se veía muy feliz, radiante, se podía decir. Su amabilidad y dulzura ocultas habían conquistado al joven hechicero. Y lo cierto es, que al principio aunque Ascot seguía enamorado de Marina, se dio cuenta que la joven de cabello azul no era la única persona con la que se podía sentir bien. Primero todo había comenzado como simple cortesía, él era embajador en Cizeta, era lógico; luego pasó a ser amistad y al final se convirtió en amor. Era una amor mutuo. Bueno, de hecho a Tata le había llamado la atención desde el primer momento en que lo vio, de eso ya habían pasado más de tres años, cuando ellas se encontraban peleando por Céfiro. Un buen día, Ascot animado por Caldina decidió proponerle matrimonio a la más joven de las princesas de Cizeta.
Y la razón de que Ascot se encontrara en ese momento en Céfiro y no en Cizeta era muy sencilla: Según leyes de Cizeta y por tradición, el novio no puede ver a la novia durante 10 días antes de la boda, la cual como ya ha dicho una de las princesas, se realizará dentro de cinco días. Mucha gente de Cizeta está trabajando muy duro en estos momentos para que los preparativos y la ceremonia se lleven a cabo perfectamente.

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EN CÉFIRO

El comedor se encuentra iluminado por el sol cefiriano. La mesa, cubierta por diversos platillos y singulares adornos. Todos, a excepción de Paris e Idalia, ya se encuentran reunidos. También las jovenes de Mundo Místico están presentes.

—¿Entonces si les gustaron sus habitaciones?
—Sí Caldina, muchas gracias —dijo Lucy sonriendo.

Momentos antes, Zagato y Esmeralda habían hablado con las jóvenes para que supieran que no les tenían rencor y para decirles que ellas habían cumplido la misión así como el deseo de Esmeralda, por lo tanto no las odiaban ni nada por el estilo; al contrario, estaban felices de verlas para poder aclarar el asunto y no se sintieran todavía culpables. Al final de la conversación, hubo muchas lágrimas que al final se convirtieron en sonrisas.

—Me alegra, nos esforzamos mucho arreglándolas para ustedes chicas.

Lucy no dejaba de ver a los niños jugar entretenidos con un animal, era una especie de lobo blanco más grande de lo normal, que poseía una joya de color púrpura en la frente de forma rectangular. Al parecer al animal no le gustaba mucho lo que le hacían los niños, Zafiro lo acariciaba con mucha fuerza mientras que Helios le hacia gestos. Y era que el animal sentía vergüenza, o quizá pena ajena, era difícil saberlo. Lucy sintiendo una clase de "dejá vu" no evito hacer una pregunta.

—¿Sucede algo Lucy? —preguntó el mago ante la desconcertada mirada de la chica.
—Es ese animal.

—Es Nova —mencionó Latis.
—¿Entonces también revivió? —preguntó Marina.

—Así es.

—No me lo hubiera imaginado.

—Sólo que ahora en lugar de cuidar a Esmeralda ahora cuida a Zafiro.

Hubo silencio sepulcral. No sabían como continuar las conversaciones. Todos tenían preguntas que hacer, pero no sabían como comenzar.

—Por cierto, ¿dónde está Paris? —preguntó Marina al no verlo por ningún lado y ver como Anaís lo buscaba con la mirada desesperadamente.
—No debe tardar —dijo Ráfaga.

—Pues de eso yo no estaría tan seguro —dijo Gurú Clef mirando de reojo a Anaís quien mantenía la cabeza gacha.

Gurú Clef sabía a la perfección que a Anaís le gustaba Paris, y por ende, sabía a que llevaba la pregunta de Marina. Pero quizá de lo que estaban a punto de enterarse no sería muy agradable para la guerrera del viento.

—Perdón por la tardanza —era la chica de cabello anaranjado quien traía de la mano a Paris. Ambos se acercaron a la mesa y se sentaron.

La mirada confundida y en cierto modo celosa de Anaís, seguía a la chica de cabello anaranjado hasta el momento que se sentó.

—¿Quiénes son ustedes? —preguntó la chica curiosamente al ver a las visitantes.
—Sólo vuelves de Cizeta y pareces olvidar todos tus modales. Ten más respeto con las visitas —dijo Guru Clef.
—¿Por qué tiene que comportarse como si fuera mi tutor? Es mi maestro y sólo me enseña magia e historia, lo de los modales y educación déjemelos a mi —dijo la joven guiñando un ojo—.
Aunque bien podría presentármelas maestro, y asunto concluido.
—No es necesario, mi nombre es Lucía Shidou, pero puedes llamarme Lucy.

—Mucho gusto Lucy.

—Yo me llamo Marina Ryuuzaki.

—Y mi nombre es Anaís Hououji.

—Son las Guerreras Mágicas —complementó Latis.

—Así que son las guerreras de la leyenda, ¡quien lo diría! Nunca me imaginé llegar a estar sentada en la misma mesa con ellas, pero me da mucho gusto conocerlas. Aunque no voy a negar que en ocasiones creía que toda la palabrería que me relataba mi maestro eran síntomas de su chochez.
—Dos días de castigo —dijo Gurú Clef seriamente y sin mirarle.
Este tomaba agua de un vaso de cristal.
—Sabía que no debía hacer ese comentario, primero son dos días y luego lo aumentará a cinco, pero aunque lo niegue seguro que lo disfruta. Sólo le faltaría ponerme a limpiar su polvienta biblioteca. ¿Sabían que tiene dos? Aunque a la 'Secreta' no deja entrar a nadie, quien sabe que cosa ocultará allí.

Una de las cualidades de Idalia, era que podía hablar sin cansarse y mantener una conversación animada durante horas y horas, sin dejar que sus oyentes perdieran el interés.

—Tres días más.
—¿Pero por qué? —suspiró resignada— Ay, discúlpenme. Permítanme presentarme, me llamo Idalia y soy la prometida de Paris.

—¿Prometida? —exclamaron las tres jóvenes algo asombradas.

—Así es —decía la chica de cabello anaranjado con una sonrisa en el rostro.

Anaís sintió como si estuviera cayendo en un abismo. Ahora era que entendía la actitud de Paris con ella.


Belly Tiamat Atardecer.



© Todos los personajes (excepto los inventados por mi) son propiedad del grupo CLAMP y ésto no se hace con fin de robar o ganar dinero, así que no me demanden.