( ) Observaciones. 
             
             " " Pensamientos. 
              
          "SECRETOS 
            DEL PASADO"  
           
           
          CAPITULO 
            CINCO:  “GAYA”  
          
        Un 
          día practicamente tranquilo había pasado ante los ojos 
          de los cefirianos, al menos los del castillo. Pero en un lugar, en las 
          lejanías, detrás de un desierto, bosques y montañas, 
          en un pequeño poblado en el sur, algo compenzaba a despertar. 
          Había sido un hermoso día, despejado y para pasarlo felizmente. 
          La gente trabajaba como de costumbre en su vida tranquila y sin percances, 
          sin aventuras, ni nada que pudiera poner sus vidas en peligro. Amaban 
          la paz y la tranquilidad. 
           
          La mañana de ese hermoso día en que las guerreras habían 
          decidido viajar al planeta de Autozam... 
           
           
         "¿Dónde 
          estoy?" Se preguntó una chica de cabello castaño 
          claro corto y lacio, quien comienza a abrir pesadamente sus párpados 
          dejando mostrar unos ojos color violeta de un brillo casi imperceptible. 
          A su alrededor se encuentran 2 personas: un hombre de cabello azul claro 
          y ojos color gris, y una mujer joven de cabello castaño y ojos 
          azules.  
          Al fin despiertas dijo la mujer alegremente.  
           
          Los rayos del sol atravesaban la ventana, mientras las cortinas jugueteaban 
          con el viento ondulando y alzándose delicadamente por la habitación. 
          Un haz de luz pegó en los ojos de la joven, quien aún 
          no se desperezaba. Puso una mano por encima de sus ojos mientras trataba 
          de comprender que sucedía. Observó a las dos personas 
          que tenía frente a ella, nunca les había visto en su vida. 
          Sus ropas eran... diferentes, tampoco las había visto, eran sencillas 
          y bonitas, pero diferentes. 
           
          ¿Dónde estoy? se hizo hacia atrás violentamente 
          mientras los observaba temerosa. Fue en ese momento en el que se percató 
          que se encontraba sobre una cama y estaba cubierta por una sábana 
          que olía a flores.  
          Tranquila, no te haremos daño dijo el hombre. 
          ¿Dónde estoy? ¿Quienes son ustedes? ¿Por 
          qué estoy en esta cama? 
          No tienes 
          por qué temer pequeña respondió la mujer. 
          Mi nombre es Facia y él es mi esposo Guilbert.  
           
          La joven se tomó un tiempo para observarlos y mirar cuidadosamente 
          sus alrededores. Un cuarto no muy pequeño, en realidad era más 
          grande que el que ella tenía en su casa. Eso era: ¡Esa 
          no era su casa! Miró por la ventana al exterior. Árboles, 
          nada fuera de lo común. ¡Un momento! No eran sólo 
          árboles, no era simplemente un jardín o una arboleda, 
          ¡era un bosque! Por donde ella vivía no había bosques. 
           
          Un terror le invadió, no entendía que sucedía. 
          ¿Cómo es que había llegado a un bosque a la casa 
          de unos desconocidos?  
           
          ¿Qué hago aquí? dijo en voz alta, aunque 
          para ella sólo había sido un pensamiento.  
          Estábamos buscando un poco de setas, cuando escuchamos 
          un grito en el bosque y cuando fuimos a ver que ocurría, te encontramos. 
          Estabas inconsciente. No podíamos dejarte abandonada y te trajimos 
          aquí.  
          ¿Inconsciente en el bosque? preguntó confusa 
          Eso no puede ser. Yo no me encontraba en un bosque y... ¿por 
          qué habría de estar inconsciente?  
          Eso mismo nosotros esperabamos preguntarte cuando despertaras. 
          Se nos hizo muy extraño el ver a una jovencita en el bosque. 
          Eso no se ve todos los días. 
          ¿Cuánto tiempo llevo aquí? 
          Desde ayer.  
          Pero no nos has 
          dicho como te llamas expresó la mujer tratando de animarla. 
           
          Me llamo Gaya respondió la joven sin dejar de verlos 
          y sintiendo que había cometido un error al decirles su nombre. 
           
          Gaya... que bonito nombre dice la mujer mientras sonríe. 
           
          ¿Y dónde me encuentro? 
          En nuestra casa, por supuesto. 
          Eso lo veo dijo casi sonando sarcástica y sin quitar 
          su vista de los señores ¿Acaso esto es un secuestro 
          o algo así? 
          ¿Secuestro? ¡No, claro que no! dijo la mujer 
          sorprendida con el comentario y luego sonriendo ¿De dónde 
          sacas esas cosas? 
          ¿Entonces de verdad me trajeron aquí por buena voluntad? 
          preguntó la chica un poco temerosa.  
          Sí dijo el hombre. Ya te lo hemos dicho, no 
          tienes por qué temer. 
          ¿Tendrán algún teléfono entonces por 
          el que pueda comunicarme a mi casa?  
          Si nos dices que es un teléfono, con mucho gusto te lo 
          podremos proporcionar. 
           
          La joven se miró confundida. ¿Era posible que no conocieran 
          los teléfonos? Muy bien, se veían como personas modestas 
          y no podría asegurar que de pocos recursos. El cuarto en el que 
          se encontraba era acogedor, y muchas de las cosas que ahí se 
          encontraban se podían considerar valiosas. 
           
          Lamento no tener mucho sentido del humor dijo secamente, 
          y aún no olvidando el temor, pero en verdad necesito un 
          teléfono.  
          Lo lamento, pero temo que no sé lo que sea dijo Facia. 
           
           
          Muy bien, esto parecía llegar al extremo de lo absurdo. Por más 
          que trataba de pensar que había sucedido para que llegara a ese 
          lugar, no encontraba una respuesta. Pero el rostro de la señora 
          se veía tan confundido, y su tono de voz era bastante sincero. 
           
           
          ¿Entonces saben cómo podría llegar a la autopista 
          más cercana o a alguna ciudad o alguien a quien le pueda pedir 
          un teléfono? 
          Discúlpanos Gaya, pero no tenemos idea de que nos estás 
          hablando.  
           
          Algo estaba muy mal ahí. Seguro que tenía que ser una 
          broma "y de muy mal gusto", pensó la joven. Su cabeza 
          comenzó a palpitarle, y empezó a sentir punzadas por todo 
          su cuerpo. Moretones, golpes. ¿Qué le había sucedido? 
          ¿Y cómo es que no se había dado cuenta de ellos? 
           
          ¿Me atropeyó un automóvil? preguntó 
          alarmada. 
          ¿Automóvil?  
          No me mires Facia, si es un nuevo monstruo yo no lo he visto. 
           
          ¿Monstruo? ¿Ese señor acababa de decir monstruo? 
          Un momento, sí, comenzaba a recordar, una extraña idea 
          había aterrizado en su mente. Ella estaba en la Torre de Tokyo, 
          sí, comprando unos bombones. Torre... bombones... ¡No! 
          Esto no tenía sentido. Si estaba en la Torre, ¿cómo 
          es que había llegado al bosque? ¿qué había 
          sucedido para que todo su cuerpo estuviera lastimado?  
          Gaya se llevó las manos a la cabeza, ¡nada tenía 
          sentido! Un recuerdo... sí, como un relámpago de luz. 
          Sí, ¡la luz! Había visto una luz, una luz brillante, 
          pero no provenía del sol, el cual iluminaba el lado opuesto de 
          la Torre. Y después de esa luz no recordaba que había 
          sucedido. 
           
          Lamentamos no poder ayudarte, ¿por qué no nos dices 
          de que pueblo vienes y quizá alguien sepa algo, o el nombre de 
          tu madre. 
          Bueno, no vengo de un pueblo, soy de Tokyo dijo ya más 
          animada. Seguro que tenían que saber donde estaba Tokyo. 
          Guilbert, ¿tú has escuchado de ese lugar? 
          En mi vida dijo éste, pero sólo es cuestión 
          de preguntar a ver si alguien nos puede dar referencia de ese lugar. 
          Pero si Tokyo es la capital de Japón. No puede ser que 
          viviendo en Japón no hayan escuchado de Tokyo.  
           
          Los esposos se miraron confundidos. La joven notó esto con suma 
          preocupación. Una cosa era que no supieran de teléfonos 
          o automóviles, cosa que le parecía de lo más inconcebible 
          que había escuchado en sus 17 años de vida, pero que no 
          supieran que era Japón era ridículo. 
          Gaya se levantó de la cama con dificultad, traía puesto 
          el uniforme de su escuela, color café oscuro (falda y saco) con 
          blusa blanca, calcetas y moño atado a su cuello igualmente blancos. 
          Se tambaleó, sus piernas se sentían cansadas, pero más 
          que nada, doloridas. 
           
          No pensarás salir así, ¿verdad? En ese estado 
          y con esas ropas. 
          Por mi estado no se preocupen dijo en un esfuerzo por no 
          caerse, y por lo de uniforme, yo no le veo nada de malo. 
          Los extranjeros no pueden andar por estas tierras sin permiso. 
           
          ¿La había llamado extranjera? La chica se sentó 
          en la orilla de la cama observándolos confunfida e inconforme 
          con aquel calificativo de 'extranjera'. 
           
          ¿Por qué dicen que soy extranjera? 
          Tus ropas precisamente explicó Guilbert. Mucha 
          gente hace alboroto por pequeñeces. Te trajimos aquí sin 
          que nadie te viera. Quizá si nos dices de que planeta vienes. 
          Difícilmente seria de Cizeta o Farem, y nunca había visto 
          a alguien de Autozam con ropa así... 
          ¿Có... como que planeta? dijo fastidiada 
          De la Tierra, obviamente dijo faltando a su común educación. 
           
          Debe estar muy lejos Guilbert dijo preocupada la señora, 
          sabes que el más alejado es Farem, a 10 días de distancia 
          con las naves de Autozam, pero esas naves son muy caras. Y 
          más allá no se ven planetas ni estrellas accesibles.  
           
          Gaya había conseguido que la cabeza comenzara a dolerle aún 
          más. La conversación ya se había vuelto muy extraña. 
          Ahora que Guilbert y Facia hablaban de planetas lejanos y naves, había 
          comenzado a preocuparse.  
          Quizá estaban algo dementes, y planearían hacerle algo 
          a ella, cosa que le alarmó, pero eso no explicaba el hecho de 
          que hubiera un bosque en el exterior.  
           
          "Céfiro...." 
          llegó el nombre como un susurro en el viento. 
           
          ¿Céfiro? dijo en voz alta como si le preguntara 
          al viento. 
          Sí, creo que comienzas a recordar dijo la señora 
          a la joven alegremente. Ya al menos sabes que estás en 
          el planeta Céfiro. Este pueblo se llama 'Eléboro' 
          ¿Eléboro?  
          Sí dijo nuevamente Facia. Bueno, mejor te consigo 
          ropa. Supongo que la ropa que era de mi hija te podría quedar. 
           
          Minutos después y por ruegos de Facia, se cambió de ropa. 
          Ahora llevaba un vestido largo color arena y con bordados color café 
          en los pliegues que brillaban con el sol, y unas sandalias bastante 
          cómodas a los pies de la joven. Se sentía un poco incómoda 
          con aquel atuendo, no era su estilo, sentía como si fuera otra 
          persona y no ella. 
           
         Te ves muy linda 
          ¿lo ves? dijo Facia satisfecha del resultado. 
          Oye amor dijo el hombre, no, mejor no. Están 
          con los preparativos del joven hechicero y la princesa de Cizeta. Además 
          dudo que nos recibieran. Ya sabes como está la vigilancia estos 
          días. 
          Podríamos 
          intentar replicó la mujer. 
          ¿De qué hablan? preguntó Gaya muy confundida. 
          Parecía que la habían excluido de la conversación 
          y el hecho de que empezaran a tomar decisiones por ella no comenzaba 
          a agradarle.  
          Es que en el Castillo Central existe un mago que quizá 
          podría ayudarnos.  
          ¿De qué están hablando?  
          Pero no nos dejarían entrar.  
          ¿Y por qué no?  preguntó para luego 
          arrepentirse de ello mientras una de sus cejas se arqueaba. Cómo 
          era posible que hubiera hecho aquella pregunta como si le pareciera 
          lo más normal del mundo los castillos y más aún...¡magos! 
          Pues verás, temen a los extranjeros sin identificación. 
           
          Discúlpeme, señora Facia, señor Guilbert, 
          pero... no les estoy entendiendo nada de lo que me están diciendo. 
           
           
          Así pasaron alrededor de dos horas entre que Facia y Guilbert 
          le explicaron a Gaya un poco sobre los reglamentos y temores en Céfiro. 
          Luego le prepararon algo de comer, debido a que no había probado 
          bocado en varias horas. Por suerte así se sintió rehabilitada 
          y reanimada. Trató de entender que era lo que ahí sucedía, 
          luego la dejaron un momento a solas en el cuarto en el que había 
          despertado. Se quedó observando por la ventana al exterior, el 
          viento acompañaba sus pensamientos, los cuales no llegaban a 
          ningún lugar.  
          Una fuerte ráfaga pegó en su rostro y le hizo cerrar su 
          ojos con pesar. 
           
          "Céfiro", 
          escuchó nuevamente de una voz calmada y en un susurro. 
           
          La gente iba y venía en la Torre de Tokyo, algo pasaba, sentía 
          como si el tiempo pasara lentamente frente a sus ojos. Conversaciones 
          pausadas y que no entendía. 
           
          "Céfiro...", 
          volteó a sus alrededores, nadie cerca que le hubiese llamado. 
           
           
          Su cambio escuchó la voz del vendedor a su espalda. 
          Se giró recibiendo el paquete de bombones junto con su dinero 
          que le había sobrado de la compra. Se alejó, y ahí 
          de pie, miraba a su alrededor. 
           
          "Céfiro...", 
          frente a ella una luz resplandeciente le cegó los ojos mientras 
          le envolvía. Dejó caer el paquete de bombones junto con 
          las monedas que rebotaron en el piso provocando un sonido sordo. Lo 
          demás no lo recordaba. 
           
          No entiendo se dijo regresando sus pensamientos a aquella 
          habitación. 
          Hay cosas que pasan en la vida y no tienen una explicación 
          entendible hasta que es el momento indicado Gaya se giró, 
          ahí se encontraba Facia. Discúlpame por haber entrado 
          de ese modo. 
          No se preocupe señora. Sabe, lo he estado pensando durante 
          varios minutos y aunque les agradezco sus atenciones, creo que lo mejor 
          sería que fuera a ese castillo del que me hablan. 
          Pero está muy lejos de aquí Gaya. Quizá Guilbert 
          cuando llegue del trabajo... 
          ¡No! Es decir, gracias, pero... preferiría ir sola, 
          si me disculpa. 
          No tienes porque disculparte, es más, te daré unas 
          cuantas explicaciones de como llegar a ese lugar y no te pierdas. Unas 
          proviciones no estarían mal, y aunque lo último que quisiera 
          es que te pasara algo, una espada no estaría de más. 
          Gracias señora Facia. 
           
          Y así, después de despedirse de los señores agradeciéndoles 
          sus atenciones y aún no muy consciente de lo que estaba a punto 
          de hacer, recibió las proviciones, y con su mochila, se fue. 
          Alejándose un poco y atrás de unos zorzales se quitó 
          la ropa que traía para cambiarla por su uniforme. Se acercó 
          nuevamente a la casa y afuera en una banca hecha de madera, dejó 
          el vestido y la espada. No creía que le fuera a ser necesaria, 
          sin contar que no sabía usarla. 
          Miró al lugar hacia donde se dirigía y comenzó 
          a caminar lentamente bamboléandose y con la mirada perdida tratando 
          de recordar. 
           
           
          Mientras tanto, cerca de esa casa en el bosque, en lo alto de un árbol 
          se encuentra un chico de corto cabello castaño claro y ojos verdes, 
          quizá de unos 17 años de edad y de estatura 1.70 m aproximadamente. 
          Su rostro, no de tez clara, pero no de tez morena, quizá ligeramente 
          bronceada por el sol, denotando arduas jornadas. Su ropa era sencilla, 
          pantalón café verdoso, una camisa blanca y encima lo que 
          podría considerarse como un chaleco, aunque ya algo gastado color 
          avellana. ¿El material? Era difícil saberlo. El joven 
          se encontraba recargado sobre el grueso tronco de un árbol sobre 
          una alta rama. 
           
          A ver, ¿y se puede saber que hacemos aquí haciendo 
          nada? 
          Estamos descansando, eso no es no hacer nada. 
          Si, como digas Demeter replicó un gnomo que se encontraba 
          sobre su hombro. Su estatura era de 15 cm, sin contar su pequeño 
          y puntiagudo sombrero rojo. De tez morena y un rostro lleno de arrugas 
          quizá por los años o quizá por la risa; cabello 
          gris y barba igualmente gris, así como ojos azul aguamarina. 
          Su ropa constaba de una camisa color turquesa y un pantalón color 
          beige que era sujetado por un cinturón de cuero negro de hebilla 
          plateada, y sin olvidar el complemento de las botas hechas de fieltro. 
          Es muy temprano aún. 
          Pero que hay de... 
          Lo sé, pero dos días caminando sin dormir, cansan 
          Zircón.  
          Pero ésto es importante. 
          Hablas de 'ésto' como si fuera una aventura, y sabes que 
          no lo es.  
          Pero yo prometí ayudarte en lo que pudiera. Y empezar temprano 
          sería lo mejor. 
          Ayudarme desde mi hombro no sé de que modo, pero te lo 
          agradezco dijo el joven sonriente mientras trataba de acariciar 
          la cabeza del gnomo pero haciendo que el sombrero se doblara hacia atrás. 
          ¡No, mi sombrero no! Recuerda la tradición de éste. 
          Oye Demi, ¿por qué no bajamos y seguimos con el viaje?, 
          sería mejor que estar según tú: 'haciendo algo'. 
          Esto es algo aburrido. 
          Sí claro, como tú no eres el que camina dices eso. 
          Pero a tí no te gusta estar así, 'haciendo algo'. 
          Ya comprendí el punto, no te enfades. Ya bajamos el 
          joven se puso de pie sobre la rama mientras se sostenía con una 
          mano en el tronco y recogía un pequeño saco que acomodó 
          sobre su hombro opuesto al que el gnomo se encontraba y una larga vara 
          de madera. 
          ¿Te has vuelto loco? ¡No pensarás saltar desde 
          esta altura! 
          ¿Y por qué no habría de hacerlo? No son muchos 
          cuerpos desde aquí. 
           
          (N. de autora: En el pueblo de procedencia 
          de Demeter, no se cuenta en metros o pies, sino en cuerpos. Un cuerpo 
          equivaldría a 1.50 metros aproximadamente. Quien estandarizó 
          la medida, medía eso. No era muy alto como ven). 
           
          Por favor Demeter, ¡no lo hagas! ¿Te quieres matar? 
          ¡Mínimo han de ser unos 4! 
          Sujétate bien. 
          Pe... pero...  
           
          Demeter tomó aire por última vez, antes de cerrar sus 
          ojos y dar el gran salto que lo llevaría al suelo. Por suerte 
          que tenía pies ligeros y la caída no había sido 
          muy fuerte. 
           
          ¿Ves? No tenías nada de que preocuparte. 
          Ah... Demi... dijo el gnomo jalando de una oreja a su amigo. 
          ¿Qué sucede que me jaloneas de ese modo? Demeter 
          se dio media vuelta para encontrarse con Gaya, quien tenía una 
          mirada sorprendida y quizá de miedo. 
           
          Hubo un tedioso momento de silencio, parecía que la chica no 
          se recobraba de la impresión. 
           
          ¿Qué haces aquí? 
          ¿Qué que hago aquí? se dijo reaccionando 
          un poco Yo te preguntaría lo mismo. ¡Casi me caes 
          encima! Deberías de ver hacia donde vas a aterrizar. ¡Eso, 
          fue una gran imprudencia de tu parte! 
          Es lo mismo que yo decía dijo el gnomo soltando un 
          suspiro. 
          Lo lamento dijo el joven. 
           
          La joven parapadeó un par de veces. ¿Acaso lo que estaba 
          viendo era un hombrecito sobre el hombro de aquel chico? ¡Y había 
          hablado! 
           
          ¿Tengo algo en el rostro? preguntó el gnomo 
          De seguro que me hiciste un rasguño en el rostro ¿verdad 
          Demeter? 
          En verdad habla... dijo la joven impresionada. 
          ¡Pues claro que hablo! 
          ¿Qué clase de juguete es este? preguntó 
          la joven a Demeter. 
          Zircón no es un juguete... 
          Yo soy un... 
          ¡Duende! Jamás había visto uno, no creí 
          que de verdad existieran dijo Gaya emocionada. 
          ¿Perdón? ¿Me llamaste duende? ¡Perdón 
          pero lo que dices es un error y un insulto! ¡Yo soy un gnomo y 
          muy orgulloso de serlo! Zircón hijo de Zarath, antiguo dueño 
          del Bosque de Plata. De no haber sido porque mis parientes, de quien 
          no estoy orgulloso, lo timaron. 
          Demeter es mi nombre. Pero ¿qué hace una extranjera 
          en estas tierras? 
          ¡Por qué siguen diciendo que soy una extranjera! 
           
          Con lo de extranjera no quise ofenderte... 
          Me llamo Gaya dijo la joven con un suspiro de resignación. 
          ¿Y qué haces en este bosque sola, señorita? 
          preguntó Zircón.  
          ¿Por qué habría de decírselos?  
          No me dirás que te dirigías al Castillo Central 
          ¿o sí? preguntó Demeter mirando hacia el 
          norte como si pudiera ver el castillo desde aquella distancia. 
          Quizá dijo secamente. Quizá no. A ustedes 
          no debería importarles. 
          Me agrada esta chica Demeter. ¡Ey! ¿Por qué 
          no llevarla hasta allá? Podrías hablar con el mago Gurú 
          Clef también. 
          ¿Gurú Clef? preguntó la joven 
          Vas hacia el castillo ¿y no sabes quién es él? 
          cuestionó Demeter asombrado Quizá Zircón 
          no esté tan equivocado. Podríamos llevarte y de paso también 
          podría solicitar su ayuda. 
          Si ya te habías tardado Demi. Tanto tiempo en una búsqueda 
          independiente y apenas preguntando al Gurú Naoum.  
          Lo sé. 
          Yo no dije que quisiera o deseara compañía.  
          No seas tan desconfiada, señorita.  
          Podrías perderte, ¿o qué sucedería 
          si apareciera un animal salvaje? 
           
          El hecho de perderse había cruzado por la mente de Gaya, pero 
          la de un animal salvaje... eso no se le había ocurrido. Pensó 
          en la espada que había abandonado y ahora comenzaba a arrepentirse, 
          aunque no hubiera sabido usarla, así que no hubiera tenido mucho 
          caso llevarla cargando. 
           
          ¿En serio hay animales salvajes en este bosque? preguntó 
          tratando de sonar despreocupada.  
          Estas no son tierras salvajes, si a eso te refieres. No hay criaturas 
          salvajes. 
          ¡Claro que las hay! Demeter, acuérdate de aquellos 
          horribles y apestos trolls que vimos el otro día.  
          ¿Trolls? preguntó la joven con los ojos bien 
          abiertos.  
          Sí, son peludos y horribles. Alejarse de ellos lo más 
          posible es lo mejor. Lo dicen hasta las canciones de nuestra gente. 
          Bueno, antes de que diga que sí o que no. ¿Para 
          que irían al castillo ustedes? 
          Ando en busca de algo muy importante que perdí hace muchos 
          años dijo Demeter bajando la mirada. 
          ¿Crees que si te ayudan a tí, podrán ayudarme 
          a mí? 
          Quieres regresar a tu casa ¿o no? Según veo la 
          joven asintió admirada de que el joven se diera cuenta. 
          Seguramente sí. 
          ¿Y cuánto es de camino para llegar allá? 
          Por el camino corto, sin desvíos y mucha suerte alrededor 
          de 15 días. Por el camino largo, sería difícil 
          saberlo. 
          ¿Tanto tiempo? 
          Temo que sí. 
          Espero despertar de este sueño lo antes posible murmuró 
          la joven entre dientes. 
          Sería bueno comenzar, si quieres llegar pronto. 
          Sí dijo la joven poco entusiasmada. 
           
          De cierto modo, Gaya se sentía reconfortada de no ir sola por 
          terrenos que ella no conocía. Además, con la explicación 
          de Facia acerca del futuro destino que debía recorrer Gaya, no 
          había sido ni una pizca alentadora. Bosques y más bosques, 
          ríos, lagos, desiertos, acantilados, entre otras cosas no menos 
          agradables. En algún momento llegó a creer que estaba 
          soñando, pero todo era tan real. 
           
          Así comenzaron su viaje hacia la parte central de aquel mundo. 
          El pasto era parduzco, y hacía mucho calor. Gaya seguía 
          por detrás al joven con su gnomo. Zircón miraba hacia 
          donde ella estaba y Gaya correspondía la mirada, no había 
          mucha confianza por parte de ambos. El joven avanzaba a paso rápido 
          y era difícil para Gaya seguirlo y ya comenzaba a cansarse. No 
          acostumbraba caminar tan rápido y por tanto tiempo.  
           
          ¿Podrías ir más despacio? 
           
          Y así continuaron, entre más árboles y más 
          arbustos. Era un bosque bastante húmedo, olía a moho por 
          todas partes y comenzaba a marear a Gaya.  
          Repentinamente, la joven se detuvo en un claro y miró a sus alrededores. 
          Demeter también se detuvo ante la reacción de la chica. 
           
          ¿Qué 
          es lo que pasa? preguntó intrigado Demeter.  
          ¿Qué es ese ruido? pregunto confundida. 
           
           
          Demeter cerró sus 
          ojos para concentrar toda su atención en su oído y no 
          en su vista, como es común en la mayoría de los hombres. 
           
          De un momento a otro comenzaron a escuchar murmullos y risitas más 
          claramente. Varios hombrecillos alados, así como hadas aparecieron. 
           
           
          ¿Qué hacen en nuestras tierras? reclamó 
          uno de los hombrecillos. 
          Vamos, pero si es el joven y buen Demeter dijo otro. 
          Demetre o lo que sea. Es un hombre y no son bien recibidos en 
          este sitio. 
          Pero él no es como toda la Gente Grande se escuchó 
          a lo lejos. 
          Sí, él no es malo. 
          ¿Pero qué hay de su acompañante? 
           
          Un sonido de sorpresa y admiración se escuchó en el círculo 
          de hadas y hombrecillos alados que les rodeaba precavidamente y con 
          desconfianza. 
           
          Dos humanos ¡que horror! se escuchó con desaprobación. 
          ¡Ya cállense por un momento! gritó Zircón 
          desesperado. 
          Y les acompaña un gnomo gruñón. 
          Sí, el viejo Zircón, el viejo y gruñón 
          Zircón dijeron varios hombrecillos con voz cantarina. 
          No sabíamos que fueran sus territorios se disculpó 
          Demeter. 
          Tranquilidad mis jóvenes salió un viejo hombrecillo 
          alado. Conocemos al joven Demeter y no es un hombre malo. 
           
          Murmullos y silencio fueron las dos reacciones. 
           
          ¿Qué hacen por estos recónditos sitios? preguntó 
          el viejo. 
          Nos dirigíamos al Castillo Central. 
          ¡Con más hombres! 
          ¡Seguro planearán algo! 
          ¡Que horrible! 
          ¡A callar! exclamó el viejo Conocemos 
          al joven Demeter de sobra y sabemos que sería incapaz de ello. 
           
          Murmullos de desaprobación por parte de los hombrecillos y las 
          hadas. 
           
          Si en su compañía hace falta un hada para que confíen, 
          iré yo dijo un hada de cabello largo y violeta. 
          ¡Que locura! ¡Debe estar bromeando! murmuraban 
          los hombrecillos y las hadas ¡Ir con hombres, en verdad 
          está loca! 
          Pero ni siquiera sabes con que propósito se embarcarán 
          en su viaje estos jóvenes, pequeña dijo el viejo. 
          Eso no será problema. No me da miedo el peligro. Siempre 
          y cuando estos jóvenes me permitan les acompañe. 
          ¿Un hada? refunfuñó Zircón. 
          Si deseas acompañarnos, con mucho gusto te recibiremos 
          con nosotros dijo Demeter amablemente. 
          Pero un hada... repitió Zircón en un susurro 
          malhumorado. 
          ¿Estás segura mi pequeña? preguntó 
          el viejo nuevamente.  
          Sí. Mi nombre es Estrella y de ahora en adelante les acompañaré. 
          He vivido siempre en estos sitios, y visitar tierras nuevas no me caería 
          nada mal. 
           
          Un grito ahogado se escuchó por parte de la mayoría de 
          los hombrecillos y hadas, pero ya no se discutió más el 
          asunto. 
           
          Y es así como nuestro grupo de cuatro viajeros comenzó 
          un viaje hacia el Castillo Central, por diversas razones y con un destino 
          incierto. Viajarían por el camino corto, esperaban llegar en 
          menos de 15 días. Así fue como salieron del círculo 
          de hadas, según explicó Estrella a los jóvenes. 
           
          En cierto modo, Estrella también deseaba viajar hacia ese lugar, 
          la razón era que un rumor se había propagado por aquellas 
          tierras de que un hada se había ido a vivir con humanos ¿inconcebible? 
          Sí, de eso ya hacía tres años. Un hada de no muy 
          buena reputación, si es que aún se le recordaba. Quería 
          saber si el rumor era cierto y quien sabe, quizá llevar pruebas. 
          El saber que pensaba el hada al momento de aceptar acompañarlos 
          les fue desconocido a los otros tres.  
          Caminaron durante horas y horas hasta que cayó la tarde. Hicieron 
          unas cuantas paradas para descansar, hasta que el estómago les 
          exigió algo de alimento. Suerte que tenían suficiente 
          comida, pero no había razón por la cual tuvieran que desperdiciar. 
          Gaya probó de la comida que le dieron los amable señores. 
          Demeter también traía comida, no mucha, pero la necesaria 
          para los viajes. Era tan certero para cazar a una liebre, pero no le 
          gustaba matar animales por alimento si no le era estrictamente indispensable 
          para sobrevivir. 
          Después del largo descanso continuaron con la marcha. Tediosa 
          se podría decir, nadie hablaba. 
           
          ¿De dónde eres Gaya? 
          ¿Eh? dijo la joven sacada de sus pensamientos 
          Bueno, no sería muy fácil de explicar. Según Facia 
          y Guilbert creen que vengo de otro planeta. 
          ¿Cuál? 
          ¿Tú también? 
          ¿Dije algo malo? 
          Olvídalo. Se llama Tierra dijo ya esperando convencerse 
          de una buena vez que ese no era su hogar, y que se encontraba muy lejos. 
          Era eso, o un sueño bastante largo y extraño. 
          Tierra ¿eh?  
          Nunca había oído hablar de ese lugar expresó 
          el gnomo. 
          Ni yo dijo el hada Ha de ser muy lejos de aquí, 
          supongo. 
          O quizá... podría ser Mundo Místico. 
          Ridiculeces dijo Zircón a su amigo. De ese 
          mundo sólo vienen las Legendarias Guerreras Mágicas, y 
          esta chica no es una de ellas. 
          No te preocupes, Zircón. Eso ya lo sé. 
          Pero mira que decir semejante cosa Demeter. Es imposible. Además 
          explicame cómo, si ya no hay Pilar para invocarles. 
          Eso también lo sé. 
          ¿Podrían explicarme de que hablan, por favor? dijo 
          la muchacha. 
          No es nada importante Gaya dijo el joven ya sin hablar nuevamente. 
           
          La noche cayó lentamente, la luz de las estrellas comenzaba a 
          asomarse en el cielo color azabache, dejando a un lado el cielo rosa-anaranjado. 
           
          No vamos a seguir caminando en la oscuridad ¿o sí? 
          Creí que querías llegar lo antes posible. 
          Eso dije, sí. Pero creo que dormir un poco sería 
          lo mejor. Mis pobrecillos pies ya no aguantarán dar un paso más. 
          Es la primera vez que camino tanto en mi vida. 
          Yo tampoco podré volar por más tiempo replicó 
          el hada. 
          Está bien. 
           
          Y así, en medio de la espesura de un frío bosque, acamparon. 
          Comieron otro poco y luego se fueron a descansar. Demeter prendió 
          una fogata. No para cocinar, a pesar de que cargaba consigo los artilugios 
          necesarios para realizarlo. Gaya y Demeter a penas se habían 
          conocido, por lo que el joven se quedó a unos metros de distancia 
          opuesto a donde ella se encontraba junto con Zircón. A Estrella 
          pareció agradarle la joven, así que se quedó con 
          ella 'charlando'. 
           
          Oye Demi, ¿estás seguro de que lo que hacemos es 
          lo correcto? 
          ¿A qué te refieres? 
          Ir con esa chica. No sabemos mas que su nombre, y quien sabe si 
          sea su verdadero nombre. ¿Y si es una mercenaria?  
          No seas paranóico Zircón. Esa chica ni siquiera 
          trae armas. 
          Quizá no como las de Céfiro, y qué tal si 
          trae como las de Autozam ¡que horror! 
          Aunque no nos ha dicho toda la verdad, ha sido sincera, así 
          que tranquilo. Además no permitiría que alguien te asesinara. 
          Eso te lo agradezco, pero eso no quita el hecho de que crea que 
          pueda ser una loca. 
          No soy ninguna loca, señor Zircón hijo de Zarath 
          dijo a lo lejos la joven sentada bajo un árbol con los 
          brazos cruzados. 
           
          Demeter no pudo evitar soltar una carcajada. 
           
          Lo lamento señorita, no quise ofenderte con ese comentario. 
          Bueno, ustedes no confían por entero en mí, y yo 
          no tengo razón como para poder confiar por entero en ustedes. 
          Estamos a mano.  
          ¿Y por qué escucha conversaciones que no le interesan? 
          dijo indignado el gnomo. 
          Porque no me gusta que hablen a escondidas de mí. En todo 
          caso si hubiera querido hacerles algo, Señor hijo de Zarath, 
          delo por seguro que a usted hubiera sido al primero al que hubiera... 
          ¡Deténgase! dijo el gnomo aterrorizado 
          Si quería asustarme, lo ha logrado. 
           
          Gaya soltó una risa melodiosa. 
           
          Bueno, sólo le voy a pedir un favor, señor gnomo. 
          Deje de hablar de mi como si fuera su peor enemiga. Mi nombre es Gaya, 
          y le agradecería que me llamara de ese modo y no loca. 
          Cla... claro. 
          Ya decía yo que las historias no eran tan absurdas dijo 
          el hada riéndose. 
          ¿Te estás burlando de mi condenada Estrella? 
          ¿¡Cómo es que te atreves a hablarme con tanta 
          informalidad gnomo!? 
          ¡Yo les hablo a las hadas como se me antoje! 
          ¡Ya lo recuerdo! dijo el hada cambiando drásticamente 
          de humor Sí, sí, ya lo decía. Sabía 
          que te conocía de algún lado. Zircón quien escapó 
          de su Bosque, el gruñón y viejo Zircón de las canciones. 
          El Zircón que detesta a las hadas. 
          ¡Que honor que un hada me recuerde! dijo en tono burlón 
          el gnomo. 
          Ya Zircón, tranquilo. 
          Pero ella... 
          Ella nada. 
          Y bueno, señorita Gaya... es decir, Gaya, te hablaré 
          por tu nombre si tú me hablas por el mío. 
          No hay ningún problema Zircón. 
          Bueno, basta de charlas, que mañana partiremos temprano. 
          ¿Por qué? preguntó la joven. 
          Hoy en día no podemos permanecer en un lugar por mucho 
          tiempo, es peligroso. 
          A mi no me lo parece así. 
          No siempre es oro todo lo que brilla. Y no siempre que la oscuridad 
          dura mucho tiempo, significa que la luz no llegará. 
          Claro, a la noche le llega el día.  
           
          Demeter le miró seriamente. La joven no entendió a que 
          se debió esto. Minutos más tarde, todos se quedaron dormidos. 
           
           
           
         Belly 
          Tiamat Atardecer. 
           
          
           
        
  
        © Todos los personajes (excepto 
        los inventados por mi) son propiedad del grupo CLAMP y ésto no 
        se hace con fin de robar o ganar dinero, así que no me demanden. 
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