( ) Observaciones.
" " Pensamientos.
"SECRETOS
DEL PASADO"
CAPITULO
CINCO: “GAYA”
Un
día practicamente tranquilo había pasado ante los ojos
de los cefirianos, al menos los del castillo. Pero en un lugar, en las
lejanías, detrás de un desierto, bosques y montañas,
en un pequeño poblado en el sur, algo compenzaba a despertar.
Había sido un hermoso día, despejado y para pasarlo felizmente.
La gente trabajaba como de costumbre en su vida tranquila y sin percances,
sin aventuras, ni nada que pudiera poner sus vidas en peligro. Amaban
la paz y la tranquilidad.
La mañana de ese hermoso día en que las guerreras habían
decidido viajar al planeta de Autozam...
"¿Dónde
estoy?" Se preguntó una chica de cabello castaño
claro corto y lacio, quien comienza a abrir pesadamente sus párpados
dejando mostrar unos ojos color violeta de un brillo casi imperceptible.
A su alrededor se encuentran 2 personas: un hombre de cabello azul claro
y ojos color gris, y una mujer joven de cabello castaño y ojos
azules.
Al fin despiertas dijo la mujer alegremente.
Los rayos del sol atravesaban la ventana, mientras las cortinas jugueteaban
con el viento ondulando y alzándose delicadamente por la habitación.
Un haz de luz pegó en los ojos de la joven, quien aún
no se desperezaba. Puso una mano por encima de sus ojos mientras trataba
de comprender que sucedía. Observó a las dos personas
que tenía frente a ella, nunca les había visto en su vida.
Sus ropas eran... diferentes, tampoco las había visto, eran sencillas
y bonitas, pero diferentes.
¿Dónde estoy? se hizo hacia atrás violentamente
mientras los observaba temerosa. Fue en ese momento en el que se percató
que se encontraba sobre una cama y estaba cubierta por una sábana
que olía a flores.
Tranquila, no te haremos daño dijo el hombre.
¿Dónde estoy? ¿Quienes son ustedes? ¿Por
qué estoy en esta cama?
No tienes
por qué temer pequeña respondió la mujer.
Mi nombre es Facia y él es mi esposo Guilbert.
La joven se tomó un tiempo para observarlos y mirar cuidadosamente
sus alrededores. Un cuarto no muy pequeño, en realidad era más
grande que el que ella tenía en su casa. Eso era: ¡Esa
no era su casa! Miró por la ventana al exterior. Árboles,
nada fuera de lo común. ¡Un momento! No eran sólo
árboles, no era simplemente un jardín o una arboleda,
¡era un bosque! Por donde ella vivía no había bosques.
Un terror le invadió, no entendía que sucedía.
¿Cómo es que había llegado a un bosque a la casa
de unos desconocidos?
¿Qué hago aquí? dijo en voz alta, aunque
para ella sólo había sido un pensamiento.
Estábamos buscando un poco de setas, cuando escuchamos
un grito en el bosque y cuando fuimos a ver que ocurría, te encontramos.
Estabas inconsciente. No podíamos dejarte abandonada y te trajimos
aquí.
¿Inconsciente en el bosque? preguntó confusa
Eso no puede ser. Yo no me encontraba en un bosque y... ¿por
qué habría de estar inconsciente?
Eso mismo nosotros esperabamos preguntarte cuando despertaras.
Se nos hizo muy extraño el ver a una jovencita en el bosque.
Eso no se ve todos los días.
¿Cuánto tiempo llevo aquí?
Desde ayer.
Pero no nos has
dicho como te llamas expresó la mujer tratando de animarla.
Me llamo Gaya respondió la joven sin dejar de verlos
y sintiendo que había cometido un error al decirles su nombre.
Gaya... que bonito nombre dice la mujer mientras sonríe.
¿Y dónde me encuentro?
En nuestra casa, por supuesto.
Eso lo veo dijo casi sonando sarcástica y sin quitar
su vista de los señores ¿Acaso esto es un secuestro
o algo así?
¿Secuestro? ¡No, claro que no! dijo la mujer
sorprendida con el comentario y luego sonriendo ¿De dónde
sacas esas cosas?
¿Entonces de verdad me trajeron aquí por buena voluntad?
preguntó la chica un poco temerosa.
Sí dijo el hombre. Ya te lo hemos dicho, no
tienes por qué temer.
¿Tendrán algún teléfono entonces por
el que pueda comunicarme a mi casa?
Si nos dices que es un teléfono, con mucho gusto te lo
podremos proporcionar.
La joven se miró confundida. ¿Era posible que no conocieran
los teléfonos? Muy bien, se veían como personas modestas
y no podría asegurar que de pocos recursos. El cuarto en el que
se encontraba era acogedor, y muchas de las cosas que ahí se
encontraban se podían considerar valiosas.
Lamento no tener mucho sentido del humor dijo secamente,
y aún no olvidando el temor, pero en verdad necesito un
teléfono.
Lo lamento, pero temo que no sé lo que sea dijo Facia.
Muy bien, esto parecía llegar al extremo de lo absurdo. Por más
que trataba de pensar que había sucedido para que llegara a ese
lugar, no encontraba una respuesta. Pero el rostro de la señora
se veía tan confundido, y su tono de voz era bastante sincero.
¿Entonces saben cómo podría llegar a la autopista
más cercana o a alguna ciudad o alguien a quien le pueda pedir
un teléfono?
Discúlpanos Gaya, pero no tenemos idea de que nos estás
hablando.
Algo estaba muy mal ahí. Seguro que tenía que ser una
broma "y de muy mal gusto", pensó la joven. Su cabeza
comenzó a palpitarle, y empezó a sentir punzadas por todo
su cuerpo. Moretones, golpes. ¿Qué le había sucedido?
¿Y cómo es que no se había dado cuenta de ellos?
¿Me atropeyó un automóvil? preguntó
alarmada.
¿Automóvil?
No me mires Facia, si es un nuevo monstruo yo no lo he visto.
¿Monstruo? ¿Ese señor acababa de decir monstruo?
Un momento, sí, comenzaba a recordar, una extraña idea
había aterrizado en su mente. Ella estaba en la Torre de Tokyo,
sí, comprando unos bombones. Torre... bombones... ¡No!
Esto no tenía sentido. Si estaba en la Torre, ¿cómo
es que había llegado al bosque? ¿qué había
sucedido para que todo su cuerpo estuviera lastimado?
Gaya se llevó las manos a la cabeza, ¡nada tenía
sentido! Un recuerdo... sí, como un relámpago de luz.
Sí, ¡la luz! Había visto una luz, una luz brillante,
pero no provenía del sol, el cual iluminaba el lado opuesto de
la Torre. Y después de esa luz no recordaba que había
sucedido.
Lamentamos no poder ayudarte, ¿por qué no nos dices
de que pueblo vienes y quizá alguien sepa algo, o el nombre de
tu madre.
Bueno, no vengo de un pueblo, soy de Tokyo dijo ya más
animada. Seguro que tenían que saber donde estaba Tokyo.
Guilbert, ¿tú has escuchado de ese lugar?
En mi vida dijo éste, pero sólo es cuestión
de preguntar a ver si alguien nos puede dar referencia de ese lugar.
Pero si Tokyo es la capital de Japón. No puede ser que
viviendo en Japón no hayan escuchado de Tokyo.
Los esposos se miraron confundidos. La joven notó esto con suma
preocupación. Una cosa era que no supieran de teléfonos
o automóviles, cosa que le parecía de lo más inconcebible
que había escuchado en sus 17 años de vida, pero que no
supieran que era Japón era ridículo.
Gaya se levantó de la cama con dificultad, traía puesto
el uniforme de su escuela, color café oscuro (falda y saco) con
blusa blanca, calcetas y moño atado a su cuello igualmente blancos.
Se tambaleó, sus piernas se sentían cansadas, pero más
que nada, doloridas.
No pensarás salir así, ¿verdad? En ese estado
y con esas ropas.
Por mi estado no se preocupen dijo en un esfuerzo por no
caerse, y por lo de uniforme, yo no le veo nada de malo.
Los extranjeros no pueden andar por estas tierras sin permiso.
¿La había llamado extranjera? La chica se sentó
en la orilla de la cama observándolos confunfida e inconforme
con aquel calificativo de 'extranjera'.
¿Por qué dicen que soy extranjera?
Tus ropas precisamente explicó Guilbert. Mucha
gente hace alboroto por pequeñeces. Te trajimos aquí sin
que nadie te viera. Quizá si nos dices de que planeta vienes.
Difícilmente seria de Cizeta o Farem, y nunca había visto
a alguien de Autozam con ropa así...
¿Có... como que planeta? dijo fastidiada
De la Tierra, obviamente dijo faltando a su común educación.
Debe estar muy lejos Guilbert dijo preocupada la señora,
sabes que el más alejado es Farem, a 10 días de distancia
con las naves de Autozam, pero esas naves son muy caras. Y
más allá no se ven planetas ni estrellas accesibles.
Gaya había conseguido que la cabeza comenzara a dolerle aún
más. La conversación ya se había vuelto muy extraña.
Ahora que Guilbert y Facia hablaban de planetas lejanos y naves, había
comenzado a preocuparse.
Quizá estaban algo dementes, y planearían hacerle algo
a ella, cosa que le alarmó, pero eso no explicaba el hecho de
que hubiera un bosque en el exterior.
"Céfiro...."
llegó el nombre como un susurro en el viento.
¿Céfiro? dijo en voz alta como si le preguntara
al viento.
Sí, creo que comienzas a recordar dijo la señora
a la joven alegremente. Ya al menos sabes que estás en
el planeta Céfiro. Este pueblo se llama 'Eléboro'
¿Eléboro?
Sí dijo nuevamente Facia. Bueno, mejor te consigo
ropa. Supongo que la ropa que era de mi hija te podría quedar.
Minutos después y por ruegos de Facia, se cambió de ropa.
Ahora llevaba un vestido largo color arena y con bordados color café
en los pliegues que brillaban con el sol, y unas sandalias bastante
cómodas a los pies de la joven. Se sentía un poco incómoda
con aquel atuendo, no era su estilo, sentía como si fuera otra
persona y no ella.
Te ves muy linda
¿lo ves? dijo Facia satisfecha del resultado.
Oye amor dijo el hombre, no, mejor no. Están
con los preparativos del joven hechicero y la princesa de Cizeta. Además
dudo que nos recibieran. Ya sabes como está la vigilancia estos
días.
Podríamos
intentar replicó la mujer.
¿De qué hablan? preguntó Gaya muy confundida.
Parecía que la habían excluido de la conversación
y el hecho de que empezaran a tomar decisiones por ella no comenzaba
a agradarle.
Es que en el Castillo Central existe un mago que quizá
podría ayudarnos.
¿De qué están hablando?
Pero no nos dejarían entrar.
¿Y por qué no? preguntó para luego
arrepentirse de ello mientras una de sus cejas se arqueaba. Cómo
era posible que hubiera hecho aquella pregunta como si le pareciera
lo más normal del mundo los castillos y más aún...¡magos!
Pues verás, temen a los extranjeros sin identificación.
Discúlpeme, señora Facia, señor Guilbert,
pero... no les estoy entendiendo nada de lo que me están diciendo.
Así pasaron alrededor de dos horas entre que Facia y Guilbert
le explicaron a Gaya un poco sobre los reglamentos y temores en Céfiro.
Luego le prepararon algo de comer, debido a que no había probado
bocado en varias horas. Por suerte así se sintió rehabilitada
y reanimada. Trató de entender que era lo que ahí sucedía,
luego la dejaron un momento a solas en el cuarto en el que había
despertado. Se quedó observando por la ventana al exterior, el
viento acompañaba sus pensamientos, los cuales no llegaban a
ningún lugar.
Una fuerte ráfaga pegó en su rostro y le hizo cerrar su
ojos con pesar.
"Céfiro",
escuchó nuevamente de una voz calmada y en un susurro.
La gente iba y venía en la Torre de Tokyo, algo pasaba, sentía
como si el tiempo pasara lentamente frente a sus ojos. Conversaciones
pausadas y que no entendía.
"Céfiro...",
volteó a sus alrededores, nadie cerca que le hubiese llamado.
Su cambio escuchó la voz del vendedor a su espalda.
Se giró recibiendo el paquete de bombones junto con su dinero
que le había sobrado de la compra. Se alejó, y ahí
de pie, miraba a su alrededor.
"Céfiro...",
frente a ella una luz resplandeciente le cegó los ojos mientras
le envolvía. Dejó caer el paquete de bombones junto con
las monedas que rebotaron en el piso provocando un sonido sordo. Lo
demás no lo recordaba.
No entiendo se dijo regresando sus pensamientos a aquella
habitación.
Hay cosas que pasan en la vida y no tienen una explicación
entendible hasta que es el momento indicado Gaya se giró,
ahí se encontraba Facia. Discúlpame por haber entrado
de ese modo.
No se preocupe señora. Sabe, lo he estado pensando durante
varios minutos y aunque les agradezco sus atenciones, creo que lo mejor
sería que fuera a ese castillo del que me hablan.
Pero está muy lejos de aquí Gaya. Quizá Guilbert
cuando llegue del trabajo...
¡No! Es decir, gracias, pero... preferiría ir sola,
si me disculpa.
No tienes porque disculparte, es más, te daré unas
cuantas explicaciones de como llegar a ese lugar y no te pierdas. Unas
proviciones no estarían mal, y aunque lo último que quisiera
es que te pasara algo, una espada no estaría de más.
Gracias señora Facia.
Y así, después de despedirse de los señores agradeciéndoles
sus atenciones y aún no muy consciente de lo que estaba a punto
de hacer, recibió las proviciones, y con su mochila, se fue.
Alejándose un poco y atrás de unos zorzales se quitó
la ropa que traía para cambiarla por su uniforme. Se acercó
nuevamente a la casa y afuera en una banca hecha de madera, dejó
el vestido y la espada. No creía que le fuera a ser necesaria,
sin contar que no sabía usarla.
Miró al lugar hacia donde se dirigía y comenzó
a caminar lentamente bamboléandose y con la mirada perdida tratando
de recordar.
Mientras tanto, cerca de esa casa en el bosque, en lo alto de un árbol
se encuentra un chico de corto cabello castaño claro y ojos verdes,
quizá de unos 17 años de edad y de estatura 1.70 m aproximadamente.
Su rostro, no de tez clara, pero no de tez morena, quizá ligeramente
bronceada por el sol, denotando arduas jornadas. Su ropa era sencilla,
pantalón café verdoso, una camisa blanca y encima lo que
podría considerarse como un chaleco, aunque ya algo gastado color
avellana. ¿El material? Era difícil saberlo. El joven
se encontraba recargado sobre el grueso tronco de un árbol sobre
una alta rama.
A ver, ¿y se puede saber que hacemos aquí haciendo
nada?
Estamos descansando, eso no es no hacer nada.
Si, como digas Demeter replicó un gnomo que se encontraba
sobre su hombro. Su estatura era de 15 cm, sin contar su pequeño
y puntiagudo sombrero rojo. De tez morena y un rostro lleno de arrugas
quizá por los años o quizá por la risa; cabello
gris y barba igualmente gris, así como ojos azul aguamarina.
Su ropa constaba de una camisa color turquesa y un pantalón color
beige que era sujetado por un cinturón de cuero negro de hebilla
plateada, y sin olvidar el complemento de las botas hechas de fieltro.
Es muy temprano aún.
Pero que hay de...
Lo sé, pero dos días caminando sin dormir, cansan
Zircón.
Pero ésto es importante.
Hablas de 'ésto' como si fuera una aventura, y sabes que
no lo es.
Pero yo prometí ayudarte en lo que pudiera. Y empezar temprano
sería lo mejor.
Ayudarme desde mi hombro no sé de que modo, pero te lo
agradezco dijo el joven sonriente mientras trataba de acariciar
la cabeza del gnomo pero haciendo que el sombrero se doblara hacia atrás.
¡No, mi sombrero no! Recuerda la tradición de éste.
Oye Demi, ¿por qué no bajamos y seguimos con el viaje?,
sería mejor que estar según tú: 'haciendo algo'.
Esto es algo aburrido.
Sí claro, como tú no eres el que camina dices eso.
Pero a tí no te gusta estar así, 'haciendo algo'.
Ya comprendí el punto, no te enfades. Ya bajamos el
joven se puso de pie sobre la rama mientras se sostenía con una
mano en el tronco y recogía un pequeño saco que acomodó
sobre su hombro opuesto al que el gnomo se encontraba y una larga vara
de madera.
¿Te has vuelto loco? ¡No pensarás saltar desde
esta altura!
¿Y por qué no habría de hacerlo? No son muchos
cuerpos desde aquí.
(N. de autora: En el pueblo de procedencia
de Demeter, no se cuenta en metros o pies, sino en cuerpos. Un cuerpo
equivaldría a 1.50 metros aproximadamente. Quien estandarizó
la medida, medía eso. No era muy alto como ven).
Por favor Demeter, ¡no lo hagas! ¿Te quieres matar?
¡Mínimo han de ser unos 4!
Sujétate bien.
Pe... pero...
Demeter tomó aire por última vez, antes de cerrar sus
ojos y dar el gran salto que lo llevaría al suelo. Por suerte
que tenía pies ligeros y la caída no había sido
muy fuerte.
¿Ves? No tenías nada de que preocuparte.
Ah... Demi... dijo el gnomo jalando de una oreja a su amigo.
¿Qué sucede que me jaloneas de ese modo? Demeter
se dio media vuelta para encontrarse con Gaya, quien tenía una
mirada sorprendida y quizá de miedo.
Hubo un tedioso momento de silencio, parecía que la chica no
se recobraba de la impresión.
¿Qué haces aquí?
¿Qué que hago aquí? se dijo reaccionando
un poco Yo te preguntaría lo mismo. ¡Casi me caes
encima! Deberías de ver hacia donde vas a aterrizar. ¡Eso,
fue una gran imprudencia de tu parte!
Es lo mismo que yo decía dijo el gnomo soltando un
suspiro.
Lo lamento dijo el joven.
La joven parapadeó un par de veces. ¿Acaso lo que estaba
viendo era un hombrecito sobre el hombro de aquel chico? ¡Y había
hablado!
¿Tengo algo en el rostro? preguntó el gnomo
De seguro que me hiciste un rasguño en el rostro ¿verdad
Demeter?
En verdad habla... dijo la joven impresionada.
¡Pues claro que hablo!
¿Qué clase de juguete es este? preguntó
la joven a Demeter.
Zircón no es un juguete...
Yo soy un...
¡Duende! Jamás había visto uno, no creí
que de verdad existieran dijo Gaya emocionada.
¿Perdón? ¿Me llamaste duende? ¡Perdón
pero lo que dices es un error y un insulto! ¡Yo soy un gnomo y
muy orgulloso de serlo! Zircón hijo de Zarath, antiguo dueño
del Bosque de Plata. De no haber sido porque mis parientes, de quien
no estoy orgulloso, lo timaron.
Demeter es mi nombre. Pero ¿qué hace una extranjera
en estas tierras?
¡Por qué siguen diciendo que soy una extranjera!
Con lo de extranjera no quise ofenderte...
Me llamo Gaya dijo la joven con un suspiro de resignación.
¿Y qué haces en este bosque sola, señorita?
preguntó Zircón.
¿Por qué habría de decírselos?
No me dirás que te dirigías al Castillo Central
¿o sí? preguntó Demeter mirando hacia el
norte como si pudiera ver el castillo desde aquella distancia.
Quizá dijo secamente. Quizá no. A ustedes
no debería importarles.
Me agrada esta chica Demeter. ¡Ey! ¿Por qué
no llevarla hasta allá? Podrías hablar con el mago Gurú
Clef también.
¿Gurú Clef? preguntó la joven
Vas hacia el castillo ¿y no sabes quién es él?
cuestionó Demeter asombrado Quizá Zircón
no esté tan equivocado. Podríamos llevarte y de paso también
podría solicitar su ayuda.
Si ya te habías tardado Demi. Tanto tiempo en una búsqueda
independiente y apenas preguntando al Gurú Naoum.
Lo sé.
Yo no dije que quisiera o deseara compañía.
No seas tan desconfiada, señorita.
Podrías perderte, ¿o qué sucedería
si apareciera un animal salvaje?
El hecho de perderse había cruzado por la mente de Gaya, pero
la de un animal salvaje... eso no se le había ocurrido. Pensó
en la espada que había abandonado y ahora comenzaba a arrepentirse,
aunque no hubiera sabido usarla, así que no hubiera tenido mucho
caso llevarla cargando.
¿En serio hay animales salvajes en este bosque? preguntó
tratando de sonar despreocupada.
Estas no son tierras salvajes, si a eso te refieres. No hay criaturas
salvajes.
¡Claro que las hay! Demeter, acuérdate de aquellos
horribles y apestos trolls que vimos el otro día.
¿Trolls? preguntó la joven con los ojos bien
abiertos.
Sí, son peludos y horribles. Alejarse de ellos lo más
posible es lo mejor. Lo dicen hasta las canciones de nuestra gente.
Bueno, antes de que diga que sí o que no. ¿Para
que irían al castillo ustedes?
Ando en busca de algo muy importante que perdí hace muchos
años dijo Demeter bajando la mirada.
¿Crees que si te ayudan a tí, podrán ayudarme
a mí?
Quieres regresar a tu casa ¿o no? Según veo la
joven asintió admirada de que el joven se diera cuenta.
Seguramente sí.
¿Y cuánto es de camino para llegar allá?
Por el camino corto, sin desvíos y mucha suerte alrededor
de 15 días. Por el camino largo, sería difícil
saberlo.
¿Tanto tiempo?
Temo que sí.
Espero despertar de este sueño lo antes posible murmuró
la joven entre dientes.
Sería bueno comenzar, si quieres llegar pronto.
Sí dijo la joven poco entusiasmada.
De cierto modo, Gaya se sentía reconfortada de no ir sola por
terrenos que ella no conocía. Además, con la explicación
de Facia acerca del futuro destino que debía recorrer Gaya, no
había sido ni una pizca alentadora. Bosques y más bosques,
ríos, lagos, desiertos, acantilados, entre otras cosas no menos
agradables. En algún momento llegó a creer que estaba
soñando, pero todo era tan real.
Así comenzaron su viaje hacia la parte central de aquel mundo.
El pasto era parduzco, y hacía mucho calor. Gaya seguía
por detrás al joven con su gnomo. Zircón miraba hacia
donde ella estaba y Gaya correspondía la mirada, no había
mucha confianza por parte de ambos. El joven avanzaba a paso rápido
y era difícil para Gaya seguirlo y ya comenzaba a cansarse. No
acostumbraba caminar tan rápido y por tanto tiempo.
¿Podrías ir más despacio?
Y así continuaron, entre más árboles y más
arbustos. Era un bosque bastante húmedo, olía a moho por
todas partes y comenzaba a marear a Gaya.
Repentinamente, la joven se detuvo en un claro y miró a sus alrededores.
Demeter también se detuvo ante la reacción de la chica.
¿Qué
es lo que pasa? preguntó intrigado Demeter.
¿Qué es ese ruido? pregunto confundida.
Demeter cerró sus
ojos para concentrar toda su atención en su oído y no
en su vista, como es común en la mayoría de los hombres.
De un momento a otro comenzaron a escuchar murmullos y risitas más
claramente. Varios hombrecillos alados, así como hadas aparecieron.
¿Qué hacen en nuestras tierras? reclamó
uno de los hombrecillos.
Vamos, pero si es el joven y buen Demeter dijo otro.
Demetre o lo que sea. Es un hombre y no son bien recibidos en
este sitio.
Pero él no es como toda la Gente Grande se escuchó
a lo lejos.
Sí, él no es malo.
¿Pero qué hay de su acompañante?
Un sonido de sorpresa y admiración se escuchó en el círculo
de hadas y hombrecillos alados que les rodeaba precavidamente y con
desconfianza.
Dos humanos ¡que horror! se escuchó con desaprobación.
¡Ya cállense por un momento! gritó Zircón
desesperado.
Y les acompaña un gnomo gruñón.
Sí, el viejo Zircón, el viejo y gruñón
Zircón dijeron varios hombrecillos con voz cantarina.
No sabíamos que fueran sus territorios se disculpó
Demeter.
Tranquilidad mis jóvenes salió un viejo hombrecillo
alado. Conocemos al joven Demeter y no es un hombre malo.
Murmullos y silencio fueron las dos reacciones.
¿Qué hacen por estos recónditos sitios? preguntó
el viejo.
Nos dirigíamos al Castillo Central.
¡Con más hombres!
¡Seguro planearán algo!
¡Que horrible!
¡A callar! exclamó el viejo Conocemos
al joven Demeter de sobra y sabemos que sería incapaz de ello.
Murmullos de desaprobación por parte de los hombrecillos y las
hadas.
Si en su compañía hace falta un hada para que confíen,
iré yo dijo un hada de cabello largo y violeta.
¡Que locura! ¡Debe estar bromeando! murmuraban
los hombrecillos y las hadas ¡Ir con hombres, en verdad
está loca!
Pero ni siquiera sabes con que propósito se embarcarán
en su viaje estos jóvenes, pequeña dijo el viejo.
Eso no será problema. No me da miedo el peligro. Siempre
y cuando estos jóvenes me permitan les acompañe.
¿Un hada? refunfuñó Zircón.
Si deseas acompañarnos, con mucho gusto te recibiremos
con nosotros dijo Demeter amablemente.
Pero un hada... repitió Zircón en un susurro
malhumorado.
¿Estás segura mi pequeña? preguntó
el viejo nuevamente.
Sí. Mi nombre es Estrella y de ahora en adelante les acompañaré.
He vivido siempre en estos sitios, y visitar tierras nuevas no me caería
nada mal.
Un grito ahogado se escuchó por parte de la mayoría de
los hombrecillos y hadas, pero ya no se discutió más el
asunto.
Y es así como nuestro grupo de cuatro viajeros comenzó
un viaje hacia el Castillo Central, por diversas razones y con un destino
incierto. Viajarían por el camino corto, esperaban llegar en
menos de 15 días. Así fue como salieron del círculo
de hadas, según explicó Estrella a los jóvenes.
En cierto modo, Estrella también deseaba viajar hacia ese lugar,
la razón era que un rumor se había propagado por aquellas
tierras de que un hada se había ido a vivir con humanos ¿inconcebible?
Sí, de eso ya hacía tres años. Un hada de no muy
buena reputación, si es que aún se le recordaba. Quería
saber si el rumor era cierto y quien sabe, quizá llevar pruebas.
El saber que pensaba el hada al momento de aceptar acompañarlos
les fue desconocido a los otros tres.
Caminaron durante horas y horas hasta que cayó la tarde. Hicieron
unas cuantas paradas para descansar, hasta que el estómago les
exigió algo de alimento. Suerte que tenían suficiente
comida, pero no había razón por la cual tuvieran que desperdiciar.
Gaya probó de la comida que le dieron los amable señores.
Demeter también traía comida, no mucha, pero la necesaria
para los viajes. Era tan certero para cazar a una liebre, pero no le
gustaba matar animales por alimento si no le era estrictamente indispensable
para sobrevivir.
Después del largo descanso continuaron con la marcha. Tediosa
se podría decir, nadie hablaba.
¿De dónde eres Gaya?
¿Eh? dijo la joven sacada de sus pensamientos
Bueno, no sería muy fácil de explicar. Según Facia
y Guilbert creen que vengo de otro planeta.
¿Cuál?
¿Tú también?
¿Dije algo malo?
Olvídalo. Se llama Tierra dijo ya esperando convencerse
de una buena vez que ese no era su hogar, y que se encontraba muy lejos.
Era eso, o un sueño bastante largo y extraño.
Tierra ¿eh?
Nunca había oído hablar de ese lugar expresó
el gnomo.
Ni yo dijo el hada Ha de ser muy lejos de aquí,
supongo.
O quizá... podría ser Mundo Místico.
Ridiculeces dijo Zircón a su amigo. De ese
mundo sólo vienen las Legendarias Guerreras Mágicas, y
esta chica no es una de ellas.
No te preocupes, Zircón. Eso ya lo sé.
Pero mira que decir semejante cosa Demeter. Es imposible. Además
explicame cómo, si ya no hay Pilar para invocarles.
Eso también lo sé.
¿Podrían explicarme de que hablan, por favor? dijo
la muchacha.
No es nada importante Gaya dijo el joven ya sin hablar nuevamente.
La noche cayó lentamente, la luz de las estrellas comenzaba a
asomarse en el cielo color azabache, dejando a un lado el cielo rosa-anaranjado.
No vamos a seguir caminando en la oscuridad ¿o sí?
Creí que querías llegar lo antes posible.
Eso dije, sí. Pero creo que dormir un poco sería
lo mejor. Mis pobrecillos pies ya no aguantarán dar un paso más.
Es la primera vez que camino tanto en mi vida.
Yo tampoco podré volar por más tiempo replicó
el hada.
Está bien.
Y así, en medio de la espesura de un frío bosque, acamparon.
Comieron otro poco y luego se fueron a descansar. Demeter prendió
una fogata. No para cocinar, a pesar de que cargaba consigo los artilugios
necesarios para realizarlo. Gaya y Demeter a penas se habían
conocido, por lo que el joven se quedó a unos metros de distancia
opuesto a donde ella se encontraba junto con Zircón. A Estrella
pareció agradarle la joven, así que se quedó con
ella 'charlando'.
Oye Demi, ¿estás seguro de que lo que hacemos es
lo correcto?
¿A qué te refieres?
Ir con esa chica. No sabemos mas que su nombre, y quien sabe si
sea su verdadero nombre. ¿Y si es una mercenaria?
No seas paranóico Zircón. Esa chica ni siquiera
trae armas.
Quizá no como las de Céfiro, y qué tal si
trae como las de Autozam ¡que horror!
Aunque no nos ha dicho toda la verdad, ha sido sincera, así
que tranquilo. Además no permitiría que alguien te asesinara.
Eso te lo agradezco, pero eso no quita el hecho de que crea que
pueda ser una loca.
No soy ninguna loca, señor Zircón hijo de Zarath
dijo a lo lejos la joven sentada bajo un árbol con los
brazos cruzados.
Demeter no pudo evitar soltar una carcajada.
Lo lamento señorita, no quise ofenderte con ese comentario.
Bueno, ustedes no confían por entero en mí, y yo
no tengo razón como para poder confiar por entero en ustedes.
Estamos a mano.
¿Y por qué escucha conversaciones que no le interesan?
dijo indignado el gnomo.
Porque no me gusta que hablen a escondidas de mí. En todo
caso si hubiera querido hacerles algo, Señor hijo de Zarath,
delo por seguro que a usted hubiera sido al primero al que hubiera...
¡Deténgase! dijo el gnomo aterrorizado
Si quería asustarme, lo ha logrado.
Gaya soltó una risa melodiosa.
Bueno, sólo le voy a pedir un favor, señor gnomo.
Deje de hablar de mi como si fuera su peor enemiga. Mi nombre es Gaya,
y le agradecería que me llamara de ese modo y no loca.
Cla... claro.
Ya decía yo que las historias no eran tan absurdas dijo
el hada riéndose.
¿Te estás burlando de mi condenada Estrella?
¿¡Cómo es que te atreves a hablarme con tanta
informalidad gnomo!?
¡Yo les hablo a las hadas como se me antoje!
¡Ya lo recuerdo! dijo el hada cambiando drásticamente
de humor Sí, sí, ya lo decía. Sabía
que te conocía de algún lado. Zircón quien escapó
de su Bosque, el gruñón y viejo Zircón de las canciones.
El Zircón que detesta a las hadas.
¡Que honor que un hada me recuerde! dijo en tono burlón
el gnomo.
Ya Zircón, tranquilo.
Pero ella...
Ella nada.
Y bueno, señorita Gaya... es decir, Gaya, te hablaré
por tu nombre si tú me hablas por el mío.
No hay ningún problema Zircón.
Bueno, basta de charlas, que mañana partiremos temprano.
¿Por qué? preguntó la joven.
Hoy en día no podemos permanecer en un lugar por mucho
tiempo, es peligroso.
A mi no me lo parece así.
No siempre es oro todo lo que brilla. Y no siempre que la oscuridad
dura mucho tiempo, significa que la luz no llegará.
Claro, a la noche le llega el día.
Demeter le miró seriamente. La joven no entendió a que
se debió esto. Minutos más tarde, todos se quedaron dormidos.
Belly
Tiamat Atardecer.
© Todos los personajes (excepto
los inventados por mi) son propiedad del grupo CLAMP y ésto no
se hace con fin de robar o ganar dinero, así que no me demanden.
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