Un viaje a Krynn
Capítulo 1: ¡Sorpresa! El portal a Krynn no desaparece.
Una chica camina por las calles de Tokio, gozando con la suave brisa de la mañana. Va ataviada con un largo y vaporoso vestido de color rosa claro, que hace juego maravillosamente con su suave cabello color fresa. Este se mueve con el viento, enroscándose entre sus brazos y su cintura, para total deleite de un chico que la observa a unos cuantos metros. Los ojos azules y brillantes de la chica se iluminan con un asomo de sonrisa al posarse en otras dos cuencas color mar.
El chico tiene el cabello corto, color lila, y le llega apenas un poco más abajo de las orejas. Viste un sencillo conjunto de jeans y camisa azul. Encima de eso luce una chaqueta de cuero negra, que resalta todavía más el brillo de su mirada.
La pareja se mira fijamente, trasluciendo con los ojos tanto amor y entrega como pocas personas son capaces de recordar haber visto en su vida. La chica se acerca con caminar coqueto, balanceando las caderas grácilmente, encantada con la mirada de admiración que destella en los ojos de su amado.
Cuando ella llega a la altura del chico éste la toma de la cintura y deposita un suave beso en sus labios, que la chica saborea con deleite.
-¡Feliz aniversario!-. le dice el chico cuando se separa de ella.
-¡Feliz aniversario, Clef!-. sonríe la chica, y después suelta una suave y traviesa risilla-. ¿O debería decir.... Guruclef?
El chico esboza una cálida y nostálgica sonrisa.
-Entonces, debería decirte Guerrera Mágica de la Luz, mi querida Dalia.
-No lo hagas-. Le rogó-. De todos modos, el título no me sienta bien.
-Yo opino exactamente lo contrario.
Ambos se van caminando, abrazados el uno al otro. Van en silencio, recordando un día en particular. Un día que ocurrió hace muchos años. Porque hoy se cumplían veinticinco años desde que Dalia Wolfsoul, la Guerrera Mágica de la Luz, enfrentara a Immolatus, el Dios dragón de la Oscuridad, y saliera vencedora. El coste de la victoria, sin embargo, había sido impresionantemente alto. Ella y toda la gente que amaba habían perdido la vida.
Solo el último deseo palpitante en el pecho de Dalia antes de morir los había regresado a la vida. Y ahora, ella y todos los demás vivían con la gente que antaño amaran.
Dalia era especialmente feliz porque Clef estaba a su lado.
Clef.... su amado Clef.
Cuando se habían reencontrado hacía un año, Dalia y Clef fueron los únicos que recordaron lo que sucediera en sus vidas pasadas. Por un tiempo intentaron hacer recordar a sus amigos, pero desistieron de inmediato al darse cuenta de lo que significaría confesar una verdad poco fiable e imposible de comprobar.
El tiempo había pasado y ahora Clef y Dalia eran novios. Este día, sin embargo, era más especial para ellos que su aniversario de noviazgo, porque era la fecha en que se habían conocido originalmente en su otra vida.
Dalia recargó su cabeza en el hombro de Clef mientras seguían caminando y soltó un largo suspiro.
-¿A qué se debió eso?-. le preguntó Clef.
-Nada. Solo recordaba-. Lo tranquilizó Dalia. Pero mentía. Al menos en parte. Recordaba, si, pero no en su pasado al lado de Clef, sino en......
-Los chicos querían vernos hoy-. La interrumpió Clef, por lo que la chica se sobresaltó un poco, al ser arrancada de un modo tan brusco de sus pensamientos.
-¿Eh?... ¡Ah! Si. Digo, no. Hoy solo somos tú y yo.
-Eso mismo les dije.
Siguieron caminando un momento en silencio, hasta que Dalia se sonrojó y lo miró de manera coqueta.
-Había pensado que.... bueno.... no sé. Quizás.... te gustaría.... emmm.... ¿ir a mi casa?
El chico se detuvo en seco y miró a la chica a los ojos, sorprendido ante la petición implícita en esa pregunta.
-Dalia........
No pudo decir más, porque Dalia selló sus labios con un dedo.
-Shhh. Solo dime sí o no. Lo que decidas estará bien para mí.
-Es que yo....-. Clef se sonrojó.
-¡Por favor!-. le rogó la chica, y como en tantas otras ocasiones, el brillo de súplica en los ojos de la muchacha terminó por destruir su voluntad y ser esclavo de los deseos de la chica.
-Sabes que... nada me gustaría más. Pero.... ¿realmente lo deseas? ¿Estás lista para éste compromiso?
-Si-. Le dijo la chica, sonrojada pero decidida.
El muchacho suavizó su mirada y la besó con ardor, casi incapaz de contenerse un segundo más.
Avanzaron con rapidez por toda la ciudad, atravesando las calles a una velocidad vertiginosa, entre risas y bailes, galanteos y tirones de manos, los dos totalmente embelesados con ese dulce idilio que nacía cuando estaban juntos.
Cruzaron una calle y una pareja se les quedó mirando, con una sonrisa en los labios.
-Se ven muy felices-. Dijo una chica pelirroja, alta, de unos diecinueve años, y con ojos brillantes como llamas-. ¿No lo crees, Latis?-. dijo, en tanto que giraba a mirar al chico que la abrazaba.
-Si. Pero no tanto como nosotros, Lucy-. Y le dio un dulce beso en los labios a la chica.
Dalia y Clef siguieron corriendo por toda la ciudad, hasta que una pareja dentro de un restaurante se fijó en su precipitada carrera.
-¿Eran acaso....?-. preguntó una chica de cabellos azules y ojos a juego.
-Si, Marina. Eran Dalia y Clef-. Le sonrió un chico de ojos verdes y cabello marrón-. Me da gusto verlos así.
-Y a mí, Ascot-. Le contestó la chica-. Si, a mí también.
Dalia seguía riendo alborozada, con el cabello ondeando al viento en su alocada carrera, mientras Clef la seguía de cerca.
Una chica levantó la vista del libro que ojeaba dentro de una tienda para ver a los dos muchachos que corrían por la calle. Sonrió y llamó la atención de un chico que estaba a su lado.
-¿Viste eso, Paris?-. le preguntó la chica, que tenía ojos verdes y el cabello largo y dorado peinado en una trenza.
-Si, Anais. ¡Qué suerte la que tienen de tenerse uno al otro!-. el chico la miró a los ojos y acarició con suavidad su mejilla-. Como nosotros.
Clef corría detrás de Dalia, dándole cierta ventaja, consciente de que lo más dulce de la carrera era saber que la alcanzaría en el momento que quisiera.
Una chica de cabello rosa y tez morena los miró a lo lejos y se abrazó al chico que estaba a su lado.
-Esos dos hacen una hermosa pareja, ¿no lo crees, Ráfaga?-. el aludido, un chico alto, de ojos azules y cabello dorado, sonrió.
-Si, Caldina. Realmente se ven bien juntos.
Dalia corría exultante. Clef estaba casi sobre de ella, pero la chica no se dejaba atrapar con tanta facilidad, así que hizo una finta y lo esquivó, lo que solo contribuyó a que Clef se empeñara más en la persecución.
-¿No son esos dos Clef y Dalia?-. preguntó un chico moreno, de cabello negro y ojos miel a una chica de cabello dorado.
-Si, Deimon. Son ellos.
-¿A dónde van tan felices? ¿Lo sabes, Presea?
-Ni idea, pero hoy es su día especial. Seguramente lo pasarán juntos en algún lugar.
-¿Entonces me acompañas?-. el chico le tendió la mano, dispuesto a que Presea lo aceptara como algo más que un amigo-. ¡Vamos! Te prometo que nos divertiremos. Y si en dado caso te aburres, podemos marcharnos cuando tú digas-. La chica miró la mano extendida de Deimon y sonrió.
-De acuerdo. Vamos.
Así, todos aquellos que antaño conocieran el maravilloso mundo de Céfiro y que perdieran la vida en la última batalla habían encontrado la felicidad en Mundo Místico, que las tres Guerreras Mágicas... es decir, las cuatro Guerreras Mágicas conocieran como Tierra.
Este es ahora el mundo de Presea, Ascot, Caldina, Paris, Latis, Ráfaga y Clef, quienes han encontrado la felicidad al lado de los que aman.
Es éste hecho precisamente lo que desconcierta a Dalia. Y así, mientras corre, una parte de su corazón piensa.
"¿Porqué? ¿Porqué ahora que soy feliz al lado de Clef siento una gran angustia por él. Es como si supiera que está en peligro, pero no puede ser. Krynn debería estar a salvo, de no ser así, entonces para qué luchamos en el pasado. ¿Habrá ocurrido algo ahora que ya no soy capaz de regresar?"
¿Qué preocupa a la Guerrera Mágica? La certeza de que el Portal que comunicaba al maravilloso mundo de Krynn, por alguna extraña razón, estaba bloqueado.
Dalia y Clef entraron a trompicones en la habitación de ésta, todavía riendo alborozados. Ya adentro, la chica cerró la puerta con seguro y se recargó en ella, mirando a Clef de un modo travieso.
-Ahora sí eres mío. No podrás escapar-. Le dijo al chico, con una amago de voz de villano.
-¡Oh, no! Por favor. Te suplico que no me tortures-. Dijo y se acercó a la chica, mientras que la abrazaba y besaba su delicado cuello. La chica solo lo arqueó, disfrutando de la calidez de los labios del chico en su piel. Así, abrazados, caminaron hasta la cama, y Clef inclinó a la chica, hasta que la recostó en el suave colchón. Se miraron a los ojos un segundo, intentando ver miedo, duda o arrepentimiento en los ojos del otro, pero lo único que les regresó la mirada fue un intenso deseo de poseerse el uno al otro.
Clef no lo soportó más. Frenético, deslizó la prenda que cubría el cuerpo de la chica hacia fuera, despojándola de cualquier barrera que le impidiera gozar de ese dulce placer. Ella hizo lo mismo con él, y en un arrebato, los dos se abrazaron y pasearon sus manos por todo el cuerpo de su pareja, disfrutando con el electrizante calor que subía por las yemas de sus dedos.
Aunado al inicial dolor, un agudo y suave placer los invadió, de tal manera que ambos estuvieron seguros de haber alcanzado el paraíso. Estuvieron juntos durante largo rato, y el tiempo vino y se fue, dejando únicamente el olor de sus cuerpos impregnado en las sábanas blancas que cubrían la cama de la chica.
Exhaustos al fin, ambos se detuvieron y descansaron en brazos del otro. La noche estaba cerca. Ni siquiera ellos se dieron cuenta del paso del tiempo, que parecía volar a una velocidad vertiginosa. Clef miró a Dalia y besó su mejilla con suavidad.
-Pronto tendré que irme-. Le dijo-. No quiero que tu tía me encuentre aquí ya entrada la noche. Comenzaría a sospechar.
-Lo sé-. Le contestó la chica, mientras que formaba dibujos en el pecho desnudo del muchacho con la yema de sus delicados dedos.
-¡Ahhhhh! No me quiero ir-. Dijo el chico y sin querer golpeó con el brazo la cómoda que estaba al lado de la cama. Un tintineo metálico se escuchó y ambos miraron al suelo. El rostro de Dalia se puso lívido, mientras veía el objeto que descansaba en el piso. Clef bajó la mano y lo recogió, observándolo detalladamente.
Entre sus manos sostenía un medallón hecho de platino y piedra de luna con la imagen de un unicornio. El estilo le era desconocido. No parecía, de hecho, provenir de la Tierra.
-¿Qué es esto?-. le preguntó a Dalia.
La chica lo miró con un poco de dolor en el rostro y se giró, para ocultar las lágrimas que amenazaban con salir de sus ojos. Clef, al darse cuenta de su reacción, no supo que hacer.
-¿Dije algo malo? ¿Estoy siendo entrometido?
-No, Clef-. Dijo la chica en un débil susurro-. Es solo que.... bueno.... creo que ha llegado el momento de decirte toda la verdad.
-¿La verdad acerca de qué?
La chica extendió su mano y le pidió el objeto. Clef colocó el medallón en manos de Dalia y la miró, consternado.
La chica se pasó la cadena por el cuello y después se levantó de la cama, quedando totalmente desnuda frente a Clef. Con ambas manos tomó el medallón que pendía de su cuello y cerró los ojos, invocando una magia hacía tiempo olvidada.
-Llave que guardas el poder de mi corazón, muestra mi verdadera forma, para que pueda cumplir con mi misión. ¡Libérame!
Una magia muy poderosa se arremolinó alrededor del cuerpo de Dalia, cubriendo su desnudes con una armadura de guerrera. No era el traje de Guerrera Mágica que usara en su otra vida, sino el traje que le trajera recuerdos dolorosos, recuerdos de esa persona.
Unos pantalones de cuero color arena, muy apretados, pero elásticos, una camiseta atada al frente, de color azul, al estilo medieval, un par de botas negras y flexibles, una armadura femenina hecho de platino y una capa larga y blanca constituían éste nuevo atuendo.
Seguía siendo la misma Dalia, pero un halo de poder la rodeaba y le confería un aire de sabiduría y superioridad.
Clef no entendía lo que estaba ocurriendo, pero Dalia parecía avergonzada.
-Lamento habértelo ocultado Clef-. Se disculpó.
-¿Esa magia, es de...?-. el chico no terminó la pregunta.
-Así es.
-Yo... bueno, creo que la magia que obtuviste en Krynn es más poderosa de lo que imaginé, pero no entiendo porqué te sientes mal por no habérmelo dicho.
-Clef.....-. comenzó, mientras se acercaba hasta la cama y se sentaba al lado del chico-. Yo... cuando recuperé mis recuerdos intenté regresar a Krynn.
El chico se quedó frío un segundo, quizás dilucidando por primera vez la razón de la culpa de su amada.
-Lo lamento-. Repitió Dalia-. Me sentía.... no lo sé.... angustiada. Quería saber qué estaba sucediendo, y sí, debo confesar que estaba preocupada por.......-. la chica no pronunció el nombre.
-Por Tanis-. La ayudó Clef, con el dolor reflejado en el rostro.
-¡Perdóname, Clef!-. la chica se lanzó contra él y lo abrazó fuertemente, como temerosa de que él, en un arranque de furia, la dejara sola-. Necesitaba saber..... pero.... no pude.... soy un fracaso.... mi magia..... de algún modo se conserva..... pero.... ¡el Portal no funciona!
Clef se separó un poco de ella y la miró a los ojos. Se sentía dolido, pero no quería verla en ese estado. En ese momento reparó en un libro que descansaba en la misma cómoda de donde cayera el medallón. Tomó el volumen y lo examinó. La encuadernación era de un material parecido al cuero y a la vez al metal, suave al tacto, con un ligero calor palpitante, pero, a la vez, un brillo helado, color plateado, trataba de desmentir ese primer hecho.
No tenía nada escrito en la contraportada. Lo único que descubrió fue una palabra "Krynn" en caracteres góticos impreso en el lomo y un extraño símbolo, parecido al de un dragón, en la tapa. Era verdaderamente hermoso, y el halo de misterio que lo rodeaba lo tentaba a abrirlo.
Dalia seguía con los ojos rojos, mirando entre hipidos cómo Clef examinaba el libro y lo abría por la primer página.
De pronto, algo que Dalia no esperaba, sucedió.
Un vendaval rodeó a los dos chicos y los atrapó en sus redes, imposibilitándolos a gritar o pedir ayuda. Sentían como si se asfixiaran, como si estuvieran sordos y no existiera nada más que el rugido de la tormenta.
Dalia intentó alcanzar las manos de Clef en el caótico torbellino, pero no pudo lograrlo. De algún modo, las ropas de mago que Clef usara antaño lo cubrían en éste momento y hacían de vela para que el vendaval lo zarandeara a su antojo.
Separados uno del otro, Dalia y Clef lucharon por alcanzarse, por aferrarse el uno al otro, o quizás detener su caída con algo.
No se dieron cuenta de que sus esfuerzos eran en vano, y siguieron dando vueltas en la tormenta hasta que las sombras de la inconsciencia nublaron sus mentes.
Continuará.................
Notas de la autora:
¡Helloooooooo! ¿Qué tal, cómo han estado? Pues como verán, yo estoy ocupada pensando en la segunda parte de La Guerrera Mágica de la Luz. De hecho, pienso hacer una trilogía, y espero que les guste cuando la lean terminada.
En ésta segunda parte, Clef caerá accidentalmente junto con Dalia en el fantástico mundo de Krynn. Ambos vivirán muchas nuevas y grandiosas aventuras, y conocerán un poco del pasado de Dalia, y por supuesto, conocerán personalmente a los compañeros de la Dragonlance. Conforme pase el tiempo, iré dando aclaraciones y datos curiosos. Espero que les guste. Y además, les iré contando una que otra cosilla que considere interesantes. Así es que ya lo saben. Me verán por aquí durante un laaaaaaaaaaargo rato más.
Je, je.