Un viaje a Krynn
Capítulo 2: ¿Dónde estamos?
Dalia. Dalia.
Escucho una voz a lo lejos. Dice un nombre, y a pesar de que me llama la atención, no alcanzo a reaccionar. ¿Es acaso mío? Se confunden en mi mente recuerdos de otras épocas, otros lugares. Un nombre en particular. No. Más bien, un título en particular. Dalia Wolfsoul, Emperatriz de los Unicornios Plateados.
Dalia. Dalia.
Mi cuerpo está pesado. Siento como si la cabeza me fuera a estallar en mil pedazos. No puedo abrir los ojos, me pesan los párpados. Estoy muy cansada.... tan cansada.....
Ya no quiero luchar. Toda mi vida ha sido batalla, tras batalla, tras batalla.... hasta que encuentro a mi amiga la muerte. Inseparable compañera que me ha rescatado del suplicio en tantas ocasiones.
¿Quién me llama por mi nombre?
-¡Dalia! ¡Dalia!-. Algo me hace reaccionar, abriendo mis sentidos a la voz de un chico, tan familiar y dulce que abro los ojos con pesadez y enfoco mis dilatadas pupilas en dos cuencas azules, brillantes y hermosas.
Clef está a mi lado, sacudiéndome con suavidad, esperando que reaccione. Al ver que he abierto los ojos se tranquiliza y esboza una suave sonrisa, que contrae sus labios en un gesto cálido y reconfortante.
-¿Qué ocurrió?-. le pregunto, mientras me levanto con torpeza, todavía mareada y confundida.
-¿Estás bien?-. asiento con la cabeza-. ¡Qué bueno!
-¿Qué ocurrió?-. repito.
-No estoy seguro. Cuando abrí el libro el aire se arremolinó a nuestro alrededor y nos.... transportó, creo. Pero no se dónde estamos.
Miro mi alrededor por primera vez, alertando mis sentidos por si existe la posibilidad de que nos encontremos donde creo.
El cielo es azul y cálido. Es como el cielo de la Tierra. Los árboles son altos y frondosos, verdes y muy antiguos. Como los árboles de la Tierra. El suelo es blando pero firme. Como en la Tierra. Allá a lo lejos, se yergue una cordillera, como en la Tierra.... No. No es como en la Tierra. Este lugar... éste lugar me es conocido. ¿Acaso será....?
-Podría ser que......-. no terminé la frase, intentando, con todas mis fuerzas, ubicarme-. Clef, ¿dices que el libro nos transportó hasta aquí?
-Yo... bueno, eso creo.
-¿Permaneciste despierto desde que llegamos?
-Si.
-¡Qué extraño!-. dije en un susurro-. La primera vez que yo vine a éste mundo perdí el conocimiento. Ya al parecer ahora también. ¿Porqué Clef lo resistió?
Miré al chico, y por primera vez me di cuenta de lo que le había sucedido. La prenda que lo cubría ahora era la túnica de mago con la que lo conocí en Céfiro, blanca y lila, con bordados en oro. Lo cubría por completo, y en ese momento percibí otro detalle que no había advertido por estar meditando en otras cosas. El calor era sofocante, tan espeso que casi podías tocarlo. Me di cuenta de que ambos sudábamos profusamente, pero también advertí que Clef estaba en peores condiciones que yo, porque el ropaje que llevaba estaba hecho de algodón, que hacía que el calor se concentrara más. En cambio, mis prendas, de una tela más ligera, me permitían un poco más de frescor.
-Clef, me encanta como se te ve esa prenda, pero creo que será necesario que la cambiemos por otra.
Clef me miró con extrañeza.
-¿Cómo puedes moverte con tanta tranquilidad en éste lugar y en un momento como éste? ¿Acaso sabes dónde estamos?
Bajé la mirada y la desvié, fingiendo analizar el paisaje.
-Estamos en Krynn-. Dije escuetamente.
-Pero si me dijiste que el Portal estaba sellado.
-No. Dije que no funcionaba, no que estuviera sellado. De haberlo estado, nosotros no estaríamos aquí.
-Bueno.... creo que tienes razón.
Clef se acercó hasta donde yo estaba, y sintiendo su presencia tan cerca comencé a sentirme inquieta, mal, como una traidora. Me alejé un poco, como si inadvertidamente me propusiera inspeccionar algo más de cerca.
Miré al cielo y calculé que era un poco menos de mediodía. El calor, a pesar de todo, era insoportable. No recordaba un verano en Krynn tan caluroso como éste.
Al inspeccionar el lugar un poco más a fondo me di cuenta de que estábamos a unos cuantos kilómetros del Pico del Orador, una montaña que se encontraba a escasos metros de Solace, la ciudad en donde me había criado junto con mis amigos de éste mundo. Si caminábamos toda la tarde, era probable que llegáramos al poblado antes del anochecer.
-Viajemos hacia el noreste-. Le dije a Clef-. Llegaremos al poblado de Solace, y de seguro ahí podré encontrar ayuda. Veremos que sucede y después, si todo sale bien, nos dirigiremos a la ciudad de Palanthas. Desde ahí tendré acceso al Portal y podremos regresar a la Tierra.
-¿Palanthas? ¿Solace? No entiendo muy bien lo que sucede, pero te seguiré, Dalia-. Clef me sonrió, y ese gesto me hizo sentir todavía más culpable. En el fondo, en lo más profundo de sus ojos, podía ver el dolor por lo que le había dicho recientemente, pero parecía no importarle nada de eso, y al contrario, se veía muy feliz de estar a mi lado.
Pero yo... no podía perdonarme a mí misma.
-Te lo explicaré en el camino-. Le prometí, y comencé a caminar rumbo a donde yo creía que estaba la calzada hasta Solace-. ¡Vamos!
Los dos caminamos en silencio el resto de la tarde, cada uno con sus pensamientos. Conforme pasaba el tiempo fui reconociendo más y más el lugar, y unas punzadas de nostalgia invadieron mi corazón. Me sentía en casa. Y sin embargo..... mirando a Clef caminar a mi lado, me di cuenta de que ya nada era igual.
Dalia y yo caminamos en silencio, cada uno con sus pensamientos. Sin embargo, yo me hacía la misma pregunta una y otra vez. ¿Qué iba a ser de nosotros? Y no por estar en éste mundo, porque yo tenía total confianza en que Dalia nos haría regresar a casa. Lo que realmente me preocupaba era que ella se encontrara con....... Tanis.
-Dalia-. La llamé, cuando el sol ya casi se ocultaba en el horizonte-. ¿falta mucho?
-No. Ya casi llegamos. En unos cuantos minutos más podremos ver la ciudad de Solace-. Estaba distante, lo sabía, y me dolía.
-Dalia. ¿Te importaría contarme algunas cosas de Krynn? Ya sé cómo fue que llegaste aquí, y que regresaste a casa. Pero, ¿porqué tardaste tantos años? ¿Porqué no podemos regresar ahora mismo a casa?
Mi pequeña bajó la mirada.
-No encontraba el Portal de regreso-. Me dijo-. El claro en donde desperté es el mismo lugar en donde me encontré con Tanis, Flint y Tasselhoff hace tantos años. Ese lugar solo sirve como punto de llegada. Tardé muchos años hasta encontrar el segundo Portal, el que me llevó a casa. Y no supe de él sino hasta tiempo después, porque su emplazamiento es un lugar que poca gente se atreve a visitar-. Vi que su mirada se contraía con miedo.
-¿Qué lugar ese eso?
-En éste mundo, la magia es parte integral. En el pasado habían cinco Torres, llamadas "De la Alta Hechicería", porque eran los lugares de estudio de los magos de Krynn. Con el paso del tiempo, la gente empezó a tener miedo del creciente poder de los magos y los atacó, destruyendo algunas torres en el proceso.
-¿Pero cómo es posible eso? Si los magos debieron haber sido muy poderosos. ¿Acaso eran pocos?
-No. Al contrario. Eran muchos, y sus poderes eran sorprendentes. Sin embargo, todo mago en Krynn posee una debilidad fundamental para la victoria de sus enemigos.
-¿Cuál es?-. la miré, sin comprender. En Céfiro las cosas no sucedían de ese modo. Simplemente no lo entendía.
-Al utilizar sus poderes usan gran parte de su energía física. Así que solo pueden lanzar unos cuantos conjuros antes de caer exhaustos. Además, una vez pronunciado el conjuro, las palabras necesarias para invocarlo desaparecen de la mente del mago, y deben ser estudiadas una vez más. Los magos de Krynn viven toda su vida estudiando.
-¿Quieres decir que sus fuerzas se acaban rápidamente?
-Depende del mago. Pero sí, así es. Los más poderosos pueden luchar durante horas, pero irremediablemente sus energías se agotan. Es lamentable. Por otro lado, era mucha la gente que los temía, y es por esa razón que fueron derrotados. En fin, con el paso del tiempo, solo quedaron en pie dos de las cinco Torres de la Alta Hechicería. Una está en el Bosque de Wayreth, un lugar mágico que cambiaba de lugar a su antojo, y que fue una de las razones por las cuales la chusma no pudo destruirla.
<<El Bosque de Wayreth busca a las personas que los hechiceros quieren admitir en la Torre. Y si no eres citado por los magos, nunca encontrarás el Bosque de Wayreth, y por ende, la Torre. Es una gran medida de precaución, y creo que es muy inteligente.
-¿Y la otra Torre?-. el rostro de Dalia se contrajo de miedo una vez más.
-Es un lugar horrible-. Dijo, sobrecogida-. Cuando atacaron las Torres de la Alta Hechicería, la Torre de Palanthas, que es la otra Torre que se mantiene en pie hoy en día, fue tomada por la gente de un clérigo muy poderoso, conocido como el Príncipe de los Sacerdotes, que venía, supuestamente-. Dijo sarcásticamente-. en nombre de Paladine, el dios del bien. Pero antes de que el clérigo pudiera tomarla como su residencia, un hechicero Túnica Negra lanzó una maldición contra la Torre, y desde entonces, ese lugar, que antaño fuera hermoso y esplendoroso, se convirtió en un lugar espeluznante, corrupto y decadente.
-¡A ver, a ver! Espera, más despacio. ¿Túnica Negra?
-Te explicaré. Hay tres clases de magos en Krynn. Los Túnica Negra, que sirven a las fuerzas del Mal; los Túnicas Rojas, que sirven a las fuerzas de la Neutralidad; y las Túnicas Blancas, que sirven a las fuerzas del Bien.
-Y entonces, éste mago Túnica Negra....
-Lanzó una maldición a la Torre y dijo: "Nadie entrará aquí hasta que llegue el Amo del Pasado y del Presente"-. Dalia cerró los ojos con pesar-. Y la persona que se convirtió en Amo del Pasado y del Presente fue nada más y nada menos que Raistlin Majere, uno de mis amigos. Me dolió mucho ver que se había convertido en una persona al servicio del mal.
Su rostro se llenó de lágrimas repentinamente y se detuvo.
-Dalia......-. susurré, intentando consolarla, pero no pude acercarme. Sentí que no debía hacerlo, y no entendí porqué. Una extraña fuerza nos estaba separando en éste mundo... y me daba miedo.
-Dalia.....-. susurró Clef al verme llorar. Pero no pude evitarlo. El recuerdo de lo que sucediera mi último día de estancia en Krynn me dolía.
////////Flashback////////
La Guerra de la Lanza había terminado. Todos nosotros, los que antaño fuéramos mejores amigos, nos separábamos por primera vez en silencio cada quien, con la muerte de amigos a la espalda, y un sentimiento de asfixiante culpa.
-Bueno, creo que me voy-. Dijo Tanis Semielfo. Lamentaba su partida por varias razones, entre ellas, porque a pesar de todo aún lo amaba. Sin embargo, verlo abrazado a Laurana, la princesa elfa, me hizo darme cuenta de que lo nuestro simplemente no podía ser.
-¿A dónde irán, Tanis?-. le preguntó un mocetón alto y fornido, musculoso y jovial, pero que ahora, que había perdido a su hermano a manos de la oscuridad, se mostraba triste y desamparado. Su nombre era Caramon Majere.
-No lo sé. Quizás a Qualinesti. Veremos qué ocurre con el tiempo.
-Nos volveremos a ver-. Dijo Tika, una chica pelirroja y bonita que estaba enamorada de Caramon, y que lo tomaba de la mano, para reconfortarlo.
-Si, Tika. Tenlo por seguro.
-Será difícil estar sin ustedes, amigos-. Dijo Laurana, y su sonrisa iluminó la noche como los rayos del sol lo hacía en el día.
-No te preocupes, Laurana-. Una voz jovial y aniñada, aflautada, se elevó en la noche. Era la voz de un kender, Tasselhoff Burrfoot-. Los iré a visitar de vez en cuando. Aunque no sé si los elfos me permitan pasar, ¿ustedes que dicen? ¿Les dirán que me dejen hacerlo? Vamos, chicos. Digan que sí.
-Ya veremos eso, Tas-. Dijo Tanis, y giró a verme-. ¿Y tú, qué harás Dalia?
La pregunta me tomó por sorpresa. ¿Qué hacer? Solo deseaba que la pesadilla de la guerra acabara. Y a pesar de que habíamos vencido, sabía a la perfección que no se había acabado aún el conflicto. Algo dentro de mí me lo decía.
-No lo sé, Tanis. Con franqueza, solo desearía regresar a casa. Pero no tengo idea de cómo hacerlo. Por otro lado, los Unicornios Plateados desearían que yo fuera su Emperatriz. No lo sé. No sé si va conmigo.
-En definitiva no, Dalia. Estoy seguro que de estar aquí, Flint estaría.....-. Tas habló sin pensar, y pronto se tapó la boca, esperando que ninguno de nosotros le hubiera prestado atención. Pero era demasiado tarde. El daño estaba hecho. Todos bajamos la cara con pesar, pensando con cariño y nostalgia en el arisco enano que todos quisiéramos como un padre. Casi podía escuchar sus palabras mordaces pero cariñosas a la vez. "¿Tú una Emperatriz? Ja, ja, ja." Se habría reído de buena gana.
-Lo siento-. Se disculpó el kender, alicaído.
Agité la cabeza enérgicamente.
-Está bien, Tas. Flint era un gran amigo. No debemos llorar su recuerdo, eso solo lo entristecería más.
Todos asintieron y la platica continuó en la dirección original.
-¿Y tú, Caramon?-. preguntó Laurana al mocetón.
-Creo... creo que regresaré a Solace. Algo me llama a ese lugar. Regresaré a casa.
-Bueno, pues....-. Tanis estrechó la gigantesca mano de su amigo-. que tengas suerte.
-Lo mismo te deseo.
Tika y Laurana se abrazaron y prometieron verse de nuevo. Tas lloró y se abrazó con fuerza de todos, no sin antes devolverle a Caramon una daga que, según él, había "encontrado" tirada. Yo me despedí de todos y me dispuse a marcharme.
Fui la primera en comenzar a caminar delante del grupo. Cuando llegue a una elevación del terreno giré la mirada y los observé a todos, con tristeza y pesar.
-Adiós-. Susurré, agitando la mano en señal de despedida. Era de noche, y sin embargo, me di cuenta de que una sombra más negra de lo habitual se erguía sobre mí. Me giré con rapidez, escuchando los gritos de espanto que lanzaron Tanis y los demás y posé mis aterrorizadas pupilas en dos ojos encarnados y enormes. Los ojos de un dragón verde.
El animal me sujetó con fuerza y sentí como me elevaba por los cielos, gritando escandalizada y paralizada por el miedo. La figura de mis amigos se perdió a lo lejos, y temí no volver a verlos jamás. Pataleé, grité, me agité entre las garras de mi aprehensor, pero no logré soltarme, y de todos modos, al mirar al suelo y calcular la altura a la que estaba, la idea me pareció espantosa.
-¡Déjame ir o mátame, maldito monstruo!
-Eres demasiado insolente para estar en tu condición, chiquilla. Y tranquilízate. No te haré daño. Mi amo desea unas palabras contigo.
-¡¿Quién es tu amo?! ¿Algún Señor del Dragón? ¿Nuestros enemigos? Porque de ser así, mejor mátame ahora mismo.
-Te he dicho que no. Y mi amo no es un Señor del Dragón... es un Túnica Negra.
Un Túnica Negra.
Dejé de agitarme y lo miré sorprendida.
-Así es-. Contestó el dragón a mi muda pregunta-. Mi amo es Raistlin Majere.
-¿Cómo es posible....?-. me sorprendí.
-Será mejor que duermas. Cuando despiertes, estarás junto al hechicero.
El animal me tiró encima unos polvos especiales, quizás mágicos, que me hicieron perder el sentido casi de inmediato.
Cuando abrí los ojos, me encontré en una habitación bien iluminada y confortable. El lugar era pequeño, pero acogedor, y decorado con un gusto impecable. Estaba tendida en una cama, semidesnuda, y me sonrojé al pensar en quién me había desvestido. A pesar de que me veía como una niña de quince años, con poco atractivo, al menos a mi gusto, me incomodaba la idea de que alguien me viera en esas condiciones.
-Despertaste-. Dijo una voz a mi lado, y al girar la cabeza me encontré con dos pupilas doradas en forma de relojes de arena que me miraban desde las sombras. Tomé rápidamente los sábanas y me cubrí, avergonzada.
-Raistlin-. Susurré.
El mago se acercó hasta mi y se sentó en la cama. Tomó uno de los largos mechones de mi cabello y me miró con ternura, un gesto que nadie, a excepción mía, conocía.
-No deberías avergonzarte. No es la primera vez que te veo así.
La mención a nuestras noches de pasión me hizo apartar la mirada.
-Eso fue en el pasado, Raist. Los tiempos cambian.
-Igual que todos nosotros-. Dijo, y se apartó un poco de mi lado.
Nos mantuvimos en silencio unos segundos, no queriendo ser el primero en hablar.
-Raist-. Cedí finalmente-. ¿No me trajiste hasta aquí solo para...?
-¡Bah! Ni lo digas. Me conoces mejor que eso. Por supuesto que no. Quería enseñarte algo.
-¿Qué cosa?
-Es una sorpresa. ¿No quieres verla?
Me di cuenta de sus intenciones en seguida, y me encogí de hombros. Retiré las sábanas y me bajé de la cama, en tanto que el chico me veía a cada movimiento que hacía. Me coloqué el medallón de unicornio que estaba en una mesita e invoqué mi armadura. Cuando estuve vestida, le hice señal de que abriera la marcha.
El mago asintió y nos dirigimos a los alto de la torre. La escalada fue larga, y no entendía cómo Raist, siendo tan débil, podía soportarla sin quejarse. Quizás la soportaba a base de puro orgullo.
Llegamos hasta la parte más alta y abrió una puerta con un gesto de su cayado. Al entrar, me señaló una esquina del laboratorio, un lugar oscuro y frío que me causaba una sensación espeluznante.
-Encontré el Portal-. Dijo. Y comprendí a lo que se refería.
-¿Estás seguro?-. lo miré, incrédula.
-Si. Esta puerta te llevará de vuelta a casa. Pensé que eso era lo que deseabas. Lo buscaste durante años.
No me pude contener. Lo abracé con fuerza y reí y lloré en su pecho, con la esperanza recobrada. Raist era muy diferente conmigo que con el resto de la gente. Algunas personas llegaban a odiarlo por su manera cínica y sabia de pensar y hablar, pero conmigo... siempre había sido distinto. El hielo se derretía al estar en mi presencia. Al estar solo conmigo. Era un chico encantador... y lo quería. No como a Tanis, pero lo quería.
Cuando el momento de alborozo pasó, lo miré a los ojos, agradecida.
-¿Y los demás?-. dije.
-¡¿Qué hay con ellos?!
-¡No quiero irme sin despedirme!
El mago sonrió y me hizo una seña para que lo siguiera.
-¿Porqué no se los dices mientras sueñan?
Aunque confundida, lo seguí. Bajamos hasta donde nos encontráramos en un principio y me enseñó un cuenco con agua cristalina. Hizo un movimiento con su bastón de mago y el agua se onduló, hasta crear la figura de un semielfo dormido. Era Tanis.
-Habla-. Me indicó-. Él te escuchará.
Asentí.
-Tanis. ¿Tanis, me escuchas?
La figura en el agua se agitó y abrió lo ojos, como sobresaltado por un sonido.
-Tanis.
El semielfo se levantó como un resorte del petate que ocupara hace unos instantes para dormir.
-¿¡Dalia!? ¿Dalia, eres tú? ¿Dónde estás?
-En Palanthas, Tanis. Me comunico contigo por medio de la magia.
El semielfo captó de inmediato con quién me encontraba. Sus puños se crisparon con rabia.
-¡Maldito!-. gritó a todo pulmón-. ¡Déjala ir! ¡Te cazaré hasta el fin del mundo si le haces daño, Raistlin!
-¡Calma, Tanis!-. lo tranquilicé-. Raist no me hará daño. De hecho me ha ayudado mucho. Encontró el Portal para que yo regrese a casa. Solo quería despedirme de ti.
-¿Te irás?-. Tanis parecía contrariado.
-Si. Quiero volver a casa. Pero regresaré pronto, ya lo verás.
Vi cómo una lágrima se escapaba por los ojos del semielfo.
-¿Me lo prometes?
-Te lo prometo. ¿Tanis?
-¿Si?
Sonreí mientras decía:
-Quisalan elevas, Tanis.
El semielfo sonrió, y con ello quedó conforme.
-Quisalan elevas, Dalia.
Y la magia se terminó. Miré a Raist a los ojos y le di las gracias en silencio. Él solo asintió con la cabeza.
-¿Lo sabías, verdad?-. le pregunté.
-Si. Era obvio.
-¿Y porqué nunca me lo dijiste?
-Porque sabía que no querías que nadie supiera lo que había en tu corazón. Si quieres lo hablamos ahora. ¿Qué sientes al irte y dejar a Tanis, quien es el hombre al que amas, en éste mundo?
Lo había herido, y no me di cuenta sino hasta ese momento. Raist me amaba, y yo no podía corresponderlo como se merecía.
-Lo lamento-. Susurré.
El mago se giró y me dio la espalda.
-No lo lamentes. Es mejor así. Ahora, debes ir a casa.
-Volveré-. Le dije con convicción. El mago se giró y me miró a los ojos, como intentando descubrir la verdad. Su meticuloso escrutinio no me amedrentó, pero sentí que me estuviera desnudando, como en el pasado.
-¿Volverás, Dalia Wolfsoul, Emperatriz de los Unicornios Plateados?-. lo miré impasible, confiada en mí misma. Pero el vio más allá, y vio el miedo en mi interior-. Quizás no Dalia. Quizás no regreses. De todos modos, te esperaré. Lo haré.
No supe cómo interpretar aquello, así que hice lo que era mi costumbre. Lo abracé y me refugié en su pecho. Esa noche, él y yo compartimos la cama y el aire, el calor y un sentimiento. Pero al día siguiente yo regresaría. Y no volvería a verlo. Quizás jamás. Quizás......
////////Flashback//////////
Me enjugué las lágrimas, molesta por mi lapso de debilidad.
-Estoy bien-. Le dije a Clef, quien todavía me miraba preocupado.
-Dalia........
-Vamos-. le sonreí-. Ya falta poco.
Avanzamos un tramo más. El sol ya se había ocultado y solo se distinguía de él el recuerdo de una suave línea dorada en el horizonte. Pronto llegamos a un recodo del camino desde donde pude ver la ciudad de Solace... o lo que ahora era esa ciudad. Además, me di cuenta de la presencia de un hombre alto y encapuchado que estaba observando el pueblo desde una loma cercana. El desconocido me resultó familiar, así que le hice a Clef un gesto de que guardara silencio y me esperara y me acerqué al encapuchado con sigilo. Desenvainé la espada que pendía de mi costado en silencio y me puse a su altura con rapidez.
El desconocido estaba tan abstraído en su contemplación del paisaje que no se percató de mi presencia y coloqué mi espada en su espalda. El tipo se puso rígido instantáneamente.
-No te muevas y retira la capucha de tu cabeza. Quiero verte el rostro.
El desconocido soltó un respingo exageradamente fuerte y habló con voz suave y vacilante, enronquecida por la edad y ribeteada de incredulidad.
-¿Dalia?
En ese momento abrí los ojos como platos. Reconocí la voz de inmediato, pero me dio miedo pensar en lo que ello significaba. No había hecho conciencia del paso del tiempo hasta ahora, que ya era demasiado tarde.
El chico se quitó la capucha y dejó al descubierto un rostro macilento y sucio, con una barba descuidada y con hebras plateadas, que también adornaban su cabello. Las arrugas habían sido crueles con su rostro, que yo conociera joven y lleno de inteligencia y belleza, de la cual solo quedaba el recuerdo de antaño. Hasta sus hermosos ojos azules estaban empañados por la pena, el dolor y la edad. El hombre que estaba frente a mí era un demacrado semielfo.
Solté un chillido inarticulado y Clef llegó a la carrera, esperando verme en problemas, y totalmente desconcertado al vernos al hombre y a mí frente a frente, mirándonos con incredulidad y desconcierto.
Mis ojos se llenaron de lágrimas y solo atiné a susurrar el nombre del desconocido.
-Tanis.............
Continuará..............
Notas de la autora:
¡Ay! ¿Qué puedo decir? Algunos quizás se pregunten porqué Dalia estuvo con Raist, porqué sigue un poco enamorada de Tanis y porqué está con Clef. Bueno. La verdad no puedo evitarlo, soy una chica muy enamoradiza. Cuando descubrí la Dragonlance, al primero que conocí fue a Raistlin, y su modo de ser, aunque como ya dije antes, era odiosa para muchos, a mí me atrajo sobremanera. Si, si, si. Después llegó Tanis, y pues claro, terminé flechadisisisisisisima por él. ¿Cómo evitarlo? Por otro lado, Clef siempre fue mi favorito en las Guerreras Mágicas, y ahora que éstos tres personajes se unen en una historia, no puedo por menos que sufrir una terrible confusión.
En fin. Ya desde antes, había pensado una historia alterna de la saga de la Dragonlance, en la cual yo llegaba y conocía a todos, exactamente lo que me pasó siendo Dalia. Y además, siempre soñé con la soledad de Raist. Pónganse a pensarlo. Era un chico débil desde pequeño, estuvo a punto de morir cuando nació, y por lo tanto, nunca ha sido fuerte. Enjuto y de carácter cínico, fue odiado por todo el mundo. En cambio, a su hermano gemelo, Caramon, lo adoraban porque era afable, amable, y atractivo. Bajo la sombra de la popularidad de su hermano, Raist se sentía despreciado, y comenzó a ayudar a la gente que era oprimida o débil. Y no sé, siempre pensé que el mago tiene corazón, y como tal, pues... necesitaba una chava que lo entendiera y que lo reconfortara, así que se me ocurrió que Dalia y Raist pudieron tener algo en el pasado. Y ya saben que no falta la persona que es odiosa con medio mundo, pero que estando en tu presencia destila dulzura. Así que no lo pude evitar, y pues... bueno, aquí está una parte del pasado de Dalia, quien siempre sintió (y seguiré sintiendo), aprecio por el mago.
Y bueno, Paco, si alguna vez llegas a leer esto (que lo dudo mucho), no te sientas aludido en ningún aspecto. Raist es Raist, y cuando dije que tú y él se parecían, no lo decía precisamente por esto.
Muy bien, ahora sí, nos vemos en el próximo capítulo.