GRAVEDAD
Un hombre parado bajo una farola espera
pacientemente, como las maquinas de guerra esperan a sus amos, pero en ves de
la persona que debía llegar, llega otra en su lugar, una mujer cubierta en
sombras, cubierta de misterios... cubierta de dolor...
-He, Patrick el feo, creo que deberías ir
pensando en la otra cara de la eternidad...
-¿Qué? ¿Eres la persona que envía Gokú con
el paquete?
-No, soy quien puede disolver el terror de
ser hombre y acabar entre los muertos... soy morfina para una pierna de
madera...
-Lo que tu digas, hermana. –Dice Patrick
disparando en dos ocasiones contra Luz sin hacerle nada mas que nada...
-¡¡¡Hump!!! ¡¡¡Monstruos químico... vas a
morir!!!
-¡¡¡¿¿Qué demo...??!!! ¡¡¡¿¿Dos??!!!
Luz sin darle tiempo de asimilarlo le abre la
garganta con una navaja.
-Sorprende que Dios malgastara piel en una
basura semejante...
Mientras, en la guarida de Gokú, alguien
llegaba y hablaba al compás de su terror y ansiedad...
-Te juro que mató a todo el mundo... Gokú.
-Tu deliras, Latis...
-No sería de extrañar después de lo que he
visto...
-Así que es una loca a la que freí hace un
año y que ahora viene a vengarse...
-¿Te acuerdas de aquél rollo con las chicas
del deportivo rojo? Estabamos todos pasadísimos...
-Alguien te vendió una droga malísima,
Latis.
-Lo que tu digas, Gokú...
-Escúchate a ti mismo, hijo.
-Le dije que estaríamos ahí, en la
autopista, pero dá igual... lo sabe, Gokú, lo sabe...
-Latis, vienes aquí a explicarme idioteces
y a darme la noche, la droga te ha deshecho el cerebro, compadre, solías ser
muy listo pero ahora me enfermas... eres patético, eres basura, largo de aquí
Latis, largo...
-¿Te importa si antes me pongo?
-¡¡¡Maldita sea!!! ¡¡¡Pero si te estás
cayendo!!! En la cocina, que no te vea...
Latis preparaba su dosis de morfina sentado
en una silla delante de una mesa de madera, ya se disponía a inyectársela
cuando...
-Latis... –Se escuchó una suave y cariñosa
voz de mujer, era Luz quien lo observaba desde una ventana.
Al verla, Latis se llena de tanto miedo que
presiona la jeringa desparramando la droga por toda la mesa, Luz se pudo un
dedo en los labios haciendo una señal de silencio obvia, se encamina paso a
paso hasta quedar justamente enfrente de Latis.
-O-oye... –Dijo la temerosa y casi sumisa
voz de Latis... –Se lo dije, ya me oíste... he hecho lo que he podido.
-Lo sé, siéntate por favor... te prometí
una muerte indolora, es el momento...
-Supongo que no me servirá de nada si me
pongo a llamar a gritos a Gokú y sus muchachos ¿verdad?
-¿Tu que opinas?
-Mira, no puedo explicar porque hice la
suciedad que hice... quisiera poder decir que lo siento pero no es así... soy
un monstruo con fuego en su interior... la obediencia es sumisión velada con
gravedad... nunca dejo que nada me defina o me limite...
-Latis, no puedo darte la absolución,
dentro de unos momentos tus pecados serán asunto entre el Señor y tú... ¿Has
leído a Milton?
-Si...
-¿Lethé?
-Si, comprendo...
-Aquí está tu morfina, Latis. –Dijo Luz
poniendo ante su vista un frasco con morfina.
-Gracias, querido Ángel, probablemente nos
veamos en el infierno...
-Latis, tu crimen fue el mas importante
porque se cometió a sangre fría, fue el acto de un alma que a base de
destruirlo todo lo que tiene dentro ha acumulado una fuerza inmensa... el acto
de alguien que conoce su propio y oscuro secreto... y eso puede ser
identificado completamente con los actos de destrucción que pronto llegarán...
Estabas muerto desde el primer día... solo que no lo sabías ¿Verdad? –Dice Luz
clavándose tres jeringas en el pecho.
-¡¡¡Santo Dios!!! ¡¡Es un montonázo de
Morfina eso que te has clavado en el corazón...!!
-No reconocemos a nuestras almas hasta que
las vemos sufrir en el agotamiento...
-Humph, hablas como un autentico ángel de
la muerte...
-Lo divino no es menos paradójico... que lo
malvado...
-¡Je, je, je! Le
daré recuerdos tuyos a Lucifer fantasma... Hazme un favor... cuando atrapes a
Gokú, Mata lentamente a ese infelíz...
La sangre de Latis corría por la mesa de
madera y caía al suelo, apoyado de esa manera sobre la mesa y con la expresión
marcada de paz en su rostro hacían creer a quien lo viera, que dormía
placidamente y que soñaba con la gloria del cielo.
-He, Latis, ¿casi estas listo verdad?
-Seguro está echándose una siesta sobre la
mesa de la cocina...
-¡Que alguien vaya a despertar a ese pobre
loco!
-¡¡¡Estúpido!!! –Dijo un sujeto temeroso
por no decir aterrado. –Esa chica mató a siete aquí, tipos duros de los que no
mueren fácilmente... esto es de idiotas, amigo, tengo mujer y un hijo por
quienes ver... que alguien me pase un Kool.
-¡Cállate! Gokú dijo que vigiláramos el Gin-Mill
por si aparecía otra vez.
-Eh, si esa idiota vuelve por aquí saldrá en
una gran carroza fúnebre.
El sujeto todavía no terminaba de hablar
cuando un tiro le atravesó la frente al momento en que otros tres tiros
eliminaban a los demas sujetos, excepto a uno...
-¿Cómo te llamas, hijo? –Pregunto Luz
solemnemente.
-T-Two-Tone...
-¿Quieres vivir Two-Tone?
-¿Y-yo? Si... si quiero vivir... –Dice el
sujeto cabizbajo.
-Ya he viajado en la gran carroza
fúnebre... –Dice Luz. -¿Ves la sonrisa en mis palabras; triste y malvada?
Triste porque estoy completamente sola... y malvada porque estoy muerta y aún
sigo aquí... ¿Me oyes? Escucha, una muerta te visita...
-Por favor señora... no me mate... no me
mate... –Dice el sujeto cayendo arrodillado con lagrimas en los ojos en señal
de súplica.
-En otro lugar, no muy lejos de ahí, un
auto negro hacía su aparición al momento en que varios sujetos lo rodean.
-He, muchachos, aquí están Gokú y el
gigante Piccoro.
-¿Qué hay Gokú? –Preguntó un sujeto que se
había acercádi al vehículo.
-Bueno, Dee, ¿A cuantos has traído?
-Pues veamos... Marky T, Jimmy zulú, todos
los Beaners exceptuando... a... hu... Sánchez... unos quince... casi todos
estaban en el Gin-Mill y de ahí nadie salió por su propio pie... ¿Y si lo
dejamos, Gokú? Una veintena de tus mejores hombres se han ido al pozo... amigo.
-¿Ahora vas de listo, Dee?
-No, amigo, lo único es que estoy un poco
preocupado...
-Latis dijo que andamos detrás de un
fantasma pero puesto que cría gusanos desde hace cosa de una hora, que le den
por donde puedan... ¿todos armados?
-Ni se pregunta, Gokú.
-¿Cómo va eso, Piccoro?
-¿A ti que te parece? –Dijo Piccoro
mostrándole los restos de dedos que Luz le había arrancado.
-Lo siento, Piccoro, tenemos que matar a
esa maldita... fantasma... ¡¡¡Bah!!! Bueno, bueno, Dee, esperen hasta que pase
algo y calma, mucha calma...
-Está bien, Gokú...
-¿Te crees esa idiotez del fantasma?
-Creo en las drogas, las armas y las
mujeres... ¿me pasas el encendedor, Piccoro?
Minutos después, Piccoro y Gokú conversaban, Piccoro le contaba un chiste a
Gokú sin preocuparse por nada.
-...Y la mujerzuela dice...
-Ya me lo sé, carnal...
-Déjame acabar... y la mujerzuela dice...
-Prestame el encendedor de nuevo,
Piccoro...
-Le dice al tipo... “Pensaba que tú...”
-Hay, Piccoro... –Dice Gokú al escuchar
ruídos extraños. -¿Oyes algo?
-La lluvia seguramente... El caso es que la
mujerzuela le dice “Pensaba que tu...” je je je je “pensaba que tú...”
En ese instante suena en la parte superior
del auto como se corta cartucho a una escopeta seguida de dos tiros que
atraviesan la capóta del auto destrozándole la cabeza a Piccoro...
-¡¿Picoro?! –Pregutna Gokú.
Los vidrios del parabrisas quedan manchados
de sangre, al igual que todo el interior del carro, incluso Gokú, entonces se
escucha como cae la escopeta vacía sobre el parabrisas.
-¡Ho dios! ¡Ho dios! ¡Ho dios! ¡Ho dios!
Sangre, hay que limpiar la sangre, los limpiaparabrisas... –Dice Gokú activando
los limpiaparabrisas.
-Gokú, pobre idiota. –Se escucha la voz
suave y hermosísima de Luz. –La sangre está dentro... dentro del coche...
dentro de tu cabeza... de momento...
Continuará...