El Fantasma de la Opera.

 

Capítulo 6

 

Regresé al hotel y me vestí con el atuendo que había elegido, estaba lista y me senté en el borde de la cama, alguien tocó a mi puerta en ese momento.

-          Adelante - dije levantando la vista hacia la puerta, cuando entró la persona me sorprendió encontrar a Clef.

-          Estás bien? - me dijo mientras se acercaba a mí. - Estás muy hermosa esta noche 

Me sonrojé al escuchar las palabras de Clef y desvié la vista al sentirme un poco tonta de mi actitud.

-          Gracias, estoy bien. - dije mientras continuaba mirando el suelo de mi habitación sintiendo mis mejillas sonrojadas, Clef tomó mi mano arrodillándose frente a mí buscó mis ojos con los suyos y con su otra mano movió mi rostro para que lo viera.

-          No te preocupes, seguramente se resolverá pronto. - Me dijo el chico con una sonrisa.

-          Tienes razón, quizás Lucy se encuentre bien y yo me esté preocupando innecesariamente. - sonreí y miré a Clef a los ojos.

-          Realmente luces hermosa esta noche - volvió  a decirme.

Sonreí tímidamente y sentí como Clef se acercaba a mi pero alguien tocó la puerta en ese momento, Quería matar literalmente a la persona que había tocado la puerta. Clef se incorporó.

-          Adelante - dijo y entró Ascot seguido de mi madre.

-          Marina hija vine a ver si no se te ofrecía alguna cosa.

-          No mamá, nada gracias. - Me levanté y creo que eso fue suficiente para impresionar a los dos chicos que había en la habitación ya que ambos quedaron boquiabiertos por así decirlo y eso me hizo sentir mucho mejor, mi madre me sacó de la habitación so pretexto que le ayudara con su vestido, pero cuando estuve en su alcoba me dio miles de indicaciones para que tuviera cuidado con los chicos que me acompañaban, comencé a reírme al escuchar a mi madre, pero dejé pasar en vano ninguno de sus consejos.

 

Partimos rumbo a la Opera tan pronto estuvimos listas, mi padre insistió en escoltarme a mi y a mi madre, "mis dos bellas damas" como dijo, nos escoltó hasta el auto y detrás de nosotros iban Clef y Ascot ambos vestidos de traje.

Cuando llegamos al lugar vimos la multitud de personas que asistían, mi padre permitió que mis acompañantes se acercaran y me guiarán hasta mi lugar en el palco, teníamos un muy buen lugar, miré el escenario donde la cortina de fina tela escarlata brillaba como si fuera nueva, los bordes dorados le daban mucha elegancia, respiré profundamente y pocos minutos después las luces bajaron su intensidad, mi corazón dio un brinco al escuchar la música de la orquesta.

 

El primer acto comenzaba en una subasta de artículos antiguos de la casa de opera.

 

Subastador:

Lote 666; un candelabro en piezas. Algunos de ustedes quizá recuerden el extraño asunto del Fantasma de la Opera: un misterio nunca explicado por completo. Se nos ha dicho que este es exactamente el mismo candelabro que figuró en el famoso desastre. Nuestros talleres lo han restaurado y han cableado partes de él por la nueva luz eléctrica, para que tengamos una idea de cómo se vería cuando esté reensamblado. Quizás ahuyentemos al espectro de hace tantos años con un poco de iluminación, ¿caballeros?!!

 

 

Unas tétricas y a la vez magníficas notas de órgano acompañaron al candelabro que se elevó en lo alto de la sala de la opera dando inicio a la obras, Anaís actuaba en el papel de la señorita Christine Daáe, cuando llegó el momento del primer secuestro del fantasma en la obra ocurrió algo que nos llenó de terror y asombro a todos y más aún a quienes sabíamos de la ausencia de Lucy.

 

Anaís entró en el espejo de lo que sería el camerino de Christine y cuando comenzó la siguiente canción.

 


"Durmiendo me cantó,"                     "Durmiendo me cantó,"

"En sueños fue,"                                                "En sueños fue,"

"Mi nombre pronunció,"                   "Mi nombre pronunció,"

"Yo lo escuché."                                                "Yo lo escuché."

"¿Y si soñando estoy "                                     "¿Y si soñando estoy "

"y veo por fin?"                                  "y veo por fin?"

"Fantasma de la Opera aquí estás"  "Fantasma de la Opera aquí estás"

"Dentro de mi."                                   "Dentro de mi."

 

 

Por toda la sala se escuchó el eco de una voz, era la voz de Lucy, ninguno de nosotros lo dudó después de eso, parecía salir de todos lados y ninguno en específico, esa voz era la que Lucy había demostrado poseer durante el último ensayo que la escuché.

-          Lucy - susurré levantando la vista, Anaís continuó con la obra como toda una artista profesional a pesar de lo que escuchó.

 

Terminó la primera presentación y fui a felicitar a Anaís igual que las demás personas.

-          Anaís. - Me acerqué a la chica y ella me abrazó, sentí como su cuerpo tembló por unos segundos y eso me asustó.

-          Sentí su presencia - me dijo en un susurró, se separó de mi y no pude evitar mostrarle mi preocupación, era la única persona a la que podía confiar entre esa multitud de gente.

-          Anaís... - respondí en todo de pregunta pero otra persona se acercó a la estrella y ella tuvo que atender a sus palabras, me volteó a ver de reojo y en ese momento mis padres me llamaron para irnos, le correspondí a su mirada y ella asintió, en ese momento me marché.

 

Me enteré por medio de Anaís al día siguiente que Lucy no había aparecido en todo el día y tampoco había ido a dormir al hotel, los días seguían pasando, faltaban todavía tres días para que la última representación se llevara acabo y nadie sabía nada de Lucy, ocasionalmente llegaban notas del fantasma anunciando que la chica estaría lista para su genial presentación y que se encontraba en óptimas condiciones, eso no nos consolaba mucho pero no había remedio, Anaís había dicho que no cantaría en la última representación y la noticia se esparció como reguero de pólvora entre los parisinos, se decía que la actriz principal no cerraría el programa de representaciones y que aun se desconocía quien haría el honor de hacerlo.

Por mi parte me encontraba más preocupada por el bienestar de Lucy que por las noticias que corrieran por la ciudad acerca de la obra. Realmente lo que me habían llegó a inquietarme, probablemente se trataba de un loco y Lucy estaría en peligro en dado caso, eso me quitaba el sueño, yo debía partir el día siguiente en que se llevara a cabo la última presentación de la obra y si no aparecía Lucy esa noche como nos anunciaba la nota? podría partir con mi conciencia tranquila?  realmente no sé que haría y por el momento no deseaba pensar en mis posibilidades. 

Anaís cantó como la prima dona durante los siguientes días, mientras todos esperábamos que el bromista se desenmascarara y todo volviera a la normalidad, incluso que Lucy reapareciera diciendo que todo se trataba de una broma de pésimo gusto, pero para desgracia mía eso no sucedía.

Clef y Ascot habían terminado de hacer el artículo el mismo día que Lucy desapareciera y creo que a estas alturas no me importaba demasiado la calificación que pudiera obtener, que poco profesional me comporté en ese momento.

-          Marina, debes descansar un poco, tus padres están preocupados de tu actitud. – me dijo Ascot.

-          Lo siento pero me preocupa no saber nada de Lucy. – respondí bajando la cabeza, la cena estaba servida frente a mis ojos y no tenía ánimos de probar bocado.

-          Marina. – Clef comenzó a hablarme con los ojos cerrados. – no crees que estás preocupándote de más.

-          Preocupándome de más? – repetí y levanté la vista viéndolo de frente.

-          Es cierto que Lucy es tu amiga, es cierto que te has encariñando mucho con ella en estos días, también es cierto que no hemos recibido noticias de su paradero, pero piensa en esto, hay gente a tu alrededor que se preocupa por tu bien estar – diciendo esto centró su vista en mis ojos y sentí el rubor subir por mis mejillas – tus padres son un buen ejemplo, también estamos tus amigos. – diciendo esto tomó una de mis manos por debajo de la mesa y las colocó sobre la mesa,  volví a desviar la vista.

-          Eso es cierto Marina. – Ascot me hizo voltear hacia donde él se encontraba al escucharlo, sonreía.

-          Si te enfermas por preocuparte no me lo perdonaré – volvió a decir Clef. – así que... por favor come algo.

-          Clef – al ver su expresión no pude evitar sonreír un poco y cerré los ojos.

-          Tienen razón chicos, me estoy preocupando de más, pero... no sé si Lucy está bien o no, tal vez le hayan hecho algo.

-          Si la nota era cierta, ella está bien, lo único que quería era convertirla en la suplente de Christine o me equivoco. – dijo Clef.

-          En eso tienes razón.

-          Estuve leyendo un poco acerca de esa historia – comenzó a decir Ascot, lo volteé a ver.

-          Averiguaste algo interesante?

-          Pues fuera de algunos rumores nada importante.

-          Rumores.

-          Bueno en una de las muchas historias del fantasma de la opera, se cuenta que él no era un hombre desfigurado.

-          En serio.

-          Claro, por el contrario se dice que era sumamente atractivo y que Christine.... bueno ella estaba enamorada de él.

-          En serio. 

-          Claro, por cierto quieres que te traiga algo más de comer.

-          Eh? No, nada, pero continúa.

-          Bueno, sólo conseguí eso, ahora vuelvo voy por algo más para mi – con esto Ascot se levantó y Clef junto con él, dejándome sola en la mesa.

 

Clef llegó a donde se encontraba Ascot.

-          Ascot qué sucede? – le preguntó Clef al chico.

-          No pude decirle todo Clef, y menos si Lucy puede llegar a estar inmiscuida en esto.

-          A qué te refieres?

-          Es que, la historia cuenta que Christine, no sólo se enamoró del “fantasma” sino que además de todo era... bueno... su amante entiendes. – Clef conservó la calma.

-          Bueno esa sólo era una de las muchas historias que se cuentan, no es verdad, pero a pesar de todo, tuviste razón al no haberle dicho a Marina toda la verdad, en las condiciones en las que se encuentra ese comentario habría resultado contraproducente.

-          Si lo mismo creí, no debí haber dicho nada.

-          Tranquilo, no hiciste nada.

-          Gracias por decírmelo.

 

Clef tranquilizó a Ascot y regresaron a la mesa donde yo me encontraba.

 

Los días continuaron corriendo y las presentaciones se llevaban acabo y no volvimos a escuchar la voz de Lucy en ninguna de ellas.

 

Por fin llegó el día fijado, no hay día que no se llegue ni fecha que no se cumpla...

 

La gente comenzaba a llegar indicando con ello el principio de la obra, Anaís estaba sentada en el taburete de su camerino frente al tocador, mantenía las manos cruzadas sobre su regazo y la vista clavada en el piso. Paris sentado en la cama, permanecía con los ojos cerrados pensando en sólo Dios sabe qué. Latiz recargado contra una de los sillones aguardaba cualquier señal en silencio, Ascot y Clef habían ido a revisar que todo estuviera bien y yo.... yo... yo parecía fiera enjaulada, caminaba de un lado a otro en un incesante vaivén que no me calmaba pero que no podía detener, la desesperación me mantenía en estado de guardia, bajaba la cabeza al caminar hacia donde se encontraba Latiz, daba media vuelta y levantando la vista mirando a Anaís tranquila sobre su asiento. Dios! Esa espera me estaba matando, nadie sabía nada de Lucy pero sólo podíamos confiar que el “fantasma” cumpliera con su parte del trato y regresara a la chica en óptima condición, la policía de París había sido informada de lo ocurrido y se realizaban arduas y exhaustivas investigaciones para dar con el paradero de la Lucy.

-          Marina podrías tranquilizarte un poco, me pones nerviosa. – me dijo Anaís y como acto reflejo volteé a verla, sus ojos esmeralda se clavaron en mis ojos acuamarina.

-          Lo siento Anaís, pero no puedo controlarme, no ha pasado nada desde hace horas – dije cruzando los brazos y mirándola con preocupación.

-          Todos estamos en las mismas condiciones Marina, pero desgraciadamente no podemos hacer nada más que esperar – agregó Paris y al voltear a verlo me pareció no ver ninguna preocupación en su rostro.

-          Realmente estás preocupado por Lucy? – le pregunté.

-          Claro que lo estoy, pero ponerme a dar vueltas alrededor del cuarto y hacer un agujero en el piso no me la traerá de vuelta – se burló Paris para tratar de tranquilizarme, desgraciadamente no estaba de humor para bromas.

-          Muy gracioso – dije con desagrado.

-          Perdona sólo quería tranquilizarte un poco.

-          Lo sé, discúlpame, es sólo que nunca antes había estado en esta situación. – bajé el rostro y desvié la mirada. – No soporto saber que no puedo hacer nada por Lucy.

-          No eres la única – escuché la voz de Latiz y volteé a verlo sorprendida, nunca pensé que ese chico pudiera hablar con alguien más que no fuera Lucy.

-          Qué dijiste?

-          Paris tiene razón, no podemos hacer nada para adelantar las cosas, si el secuestrador quiere devolvernos a Lucy lo hará, si no, no hay nada que hacer, no eres la única que se preocupa por ella – Latiz clavó su mirada fría en mi y por extraño que pueda parecer sentí ganas de echar a correr al ver el fuego que desprendía sus ojos, su mirada me intimidó más que cualquier otra cosa, incluso desaparecieron mis nervios, creo que lo que en ese momento me preocupó más era saber cual sería la reacción de Latiz si Lucy no aparecía en el plazo señalado, pero no tuve mucho tiempo para recapacitarlo.....

-          Señor Paris. – alguien tocó la puerta. – Tercera llamada.

Con una mezcla de sentimientos todos volteamos a ver la puerta donde el tercer anuncio se hizo presente, sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo y mi corazón se aceleró, el plazo estaba por terminar, Paris pasó junto a nosotros.

-          Deséenme suerte – dijo el chico volteando a vernos con una sonrisa. – Vamos no se preocupen todo saldrá bien.

-          Suerte Paris – Anaís se acercó a él con las manos entrelazadas en forma de plegaria, Paris se acercó a ella y separando las manos de la chica las tomó, acercándose a ella la besó en la mejilla percibiendo unas cuantas lágrimas en los ojos de la chica.

-          No te preocupes, todo saldrá bien. – le susurró al oído y ella asintió, después de eso el chico salió del camerino y mi mente pareció proyectar un eco al escuchar el sonido de la puerta al cerrarse.

-          Anaís... – dije en voz casi audible, ella se acercó y me abrazó y yo a ella, quería llorar pero eso no haría nada para resolver mi situación.

 

Paris apareció como director de la orquesta, el telón se abrió y Paris tomando la batuta dirigió la primera estrofa dando inicio a la opera, el auditorio escuchaba con agrado la melodía esperando la aparición de la prima dona de esa noche.

Tanto Anaís como yo permanecíamos ocultas tras el escenario observando a Paris, la música avanzaba y el momento esperado llegó, alguien debía comenzar a cantar, la orquesta dio un bajo indicando con eso la entrada de la voz de la cantante.... pero nada sucedió, Paris se vio obligado a continuar tocando, tanto Anaís como yo pudimos notar su mirada de consternación al no escuchar ninguna voz, nuevamente la melodía dio un bajo tratando de darle entrada a la voz de la cantante, el escenario se mantenía en una oscuridad absoluta y nuevamente nada sucedió.... El público pareció darse cuenta mas Paris volvió a disimular continuando la tonada, algunos murmullos llegaron a mis oídos y volteé a ver a Anaís, ella simplemente juntó sus manos en forma de una plegaria al tiempo que yo apretaba mis puños.

-          "Que está sucediendo acaso no piensa cumplir su promesa" - pensé para mis adentros al ver que nada sucedía.

 

 

Hikaru Shidou.

 

30 de mayo del 2001