GUERREROS

Parte 0: El pasado de Paris

   ¿Quien soy?, ni yo mismo se cual es mi nombre real, lo que he vivido desde que tengo memoria es algo confuso y ahora que lo mensiono no me he puesto a reflexionar en lo que he hecho, siempre he vivido el presente y dejo el pasado donde no pueda verlo. Sin embargo no puedo desprenderme de él. A pesar de que han pasado años, no puedo olvidar mi primer dia.

   Recuerdo que abri los ojos y vi un techo desconocido, era de madera y las paredes eran de piedra, me dolia la cabeza y no podia mover bien mi cuerpo. Entro una mujer a la habitación, a pesar de lo blanqueado de su pelo y las marcas del tiempo en su rostro se veia que tenía una gran fuerza vital, me sonrio y puso una charola con comida en el buró junto a la cama donde estaba acostado.

--Despertaste -- Me dijo mientras abria la ventana de madera dejando entrar la luz de la mañana --. ¿Te sientes mejor?.

-- ¿Donde estoy?, ¿Que me pasó?.

--Te golpeaste la cabeza con una piedra, ¿No lo recuerdas?. Mi hijo te encontró sin sentido tirado en el pasto. ¿Qué hacías en ese lugar tan peligroso y de noche?.

--No recuerdo nada --Trate de sentarme pero no pude, ella me ayudó --. Nada antes de abrir los ojos hace unos minutos.

--Parece que no solo fue la cabeza. Debes haber perdido la memoria, suele pasar en las personas pero la recuperarás con el tiempo. ¿Quieres comer algo?.

Accedí a comer, cuando terminé la mujer se llevó la charola y me pidió que descansara, aunque no me lo hubiera pedido lo habria hecho, no podia moverme y opté por dormir un poco más. En la tarde, el sonido de la puerta abriendose me despertó, ahora era un hombre, su mirada era igual a la de la mujer, tenia un cuerpo musculoso, me sorprendí al verlo entrar, al principio pensé que aun estaba soñando.

--Hola, Me llamo Endard, mi madre me dijo que perdiste la memoria.

--¿Usted me encontró?.

--Sí, te encontre muy de mañana, estabas en el pasto sin sentido. Es extraño ver a un joven con un cuerpo tan delgado --Vi mis brazos que no eran ni la mitad de gruesos que los de él --. No se quien seas ni de donde vengas y veo que tu tampoco lo sabes. Puedes quedarte el tiempo que desees, recuperate pronto y te llevaré conmigo, tal vez un poco de ejercicio te de mejor aspecto.

Por un momento se me vino una idea a la cabeza, ¿porqué tanta amabilidad?, ¿era acaso posible que alguien como yo, desconocido y ademas perdido tuviera la suerte de  ser recibido de esa manera?. Después de que se marchó me  levanté y me acerqué a la ventana, lo que vieron mis ojos me dejó sin palabras, la casa estaba en la parte alta de un pueblo cuyas construcciones eran de piedra y techos de madera, los niños jugaban con animales extraños y todos los hombres tenían un cuerpo atlético. En ese momento me llegó una duda si había perdido mi memoria, ¿porqué todo lo que veia me parecia como de otro planeta?, ¿Quien era yo, de donde había llegado y porque mi cuerpo era totalmente diferente al de todos los demás?, ¿Podría sobrevivir en una tierra extraña?, el miedo me inundó tanto que cerré la ventana de un golpe, el hombre y su madre entraron unos segundos después. Yo estaba sentado en el suelo, encojido bajo la ventana, podia sentir los rápidos latidos de mi corazón.

La mujer se acercó y me abrasó, quise decir algo pero los gritos de un hombre que pasaba por la calle y los sonidos de campanas ´nos tomó a los tres por sorpresa.

--!!!Lirdos!!!, !!!Lirdos por la puerta norte!!! --Gritaba el hombre

--!Un lirdos está aqui! --Madre lleva a Dera y a los chicos al refugio, yo iré a ayudar.

La mujer me tomó del brazo y me llevó a la salida de la casa, en el camino nos encontramos con otra mujer más joven y con una joven que iba con ella. Corrimos por las calles hasta llegar a un subterraneo donde estaban muchas otras personas, todos eran ancians, mujeres y niños, tambien haía algunos jóvenes que se pusieron en la entrada delsubterraneo armados con espadas, lanzas y algunas herramientas de labranza. Todos en silencio escuchabamos los ruidos que llegaban del exterior, parecía que un gigante estaba pasando por las calles, sus rugidos eran tales que hacían llorar a los niños y temblar a los mayores. Yo no era la escepción, sentía que mi corazón iba a estallar cada vez que escuchaba que los ruidos se iban acercando...

Los ruidos se acercaban cada vez más, el miedo que me invadía también estaba en muchas otras personas grandes y pequeñas, pense que lo que estuviera detras de la puerta entraría y acabaría con todos nosotros. De pronto se escuchó un estrendo muy fuerte que hizo gritar a todas las mujeres, yo simplemente me quedé sin habla.

Las puertas se abrieron y lo que vieron mis ojos me dejó imprecionado, aquello que lamaban Lirdo era una cratura de tamaño gigantesco, con una boca enorme llena de colmillos afilados, estaba en el suelo, apenas respiraba, su cuerpo estaba lleno de lanzas, flechas y espadas incrustadas. El miedo que me había invadido parecía ya no tener efectoen mi, me acerqué a la criatura casi hasta tocarla, noté que las demás personas solo salían del refugio sin tomarla en cuenta, otras personas armadas cerca de mi se preguntaban porqué especificamente el Lirdo se dirigió al refugio, era la primera vez que pasaba eso, las veces anteriores solo querían destruir.

Un hombre se me acercó, me advirtió que no me acercara a la boca de la criatura al mismo tiempo que ponía su mano sobre mi hombro. Vi una luz saliendo de su mano cuando me tocaba y por un instante pude escuchar una voz.

 

--Paris --Decia la voz --. El momento llegó.

 

Por mi mente pasaron muchas imagenes de criaturas, peleas y desastres naturales, sobre mí, en el cielo oscurecido por nubes negras despidiendo rayos hasta el suelo vi tres pequeñas luces que se elevaban, una era roja, otra verde y la ultima era azul, las tres luces se adentraban en las nubes y desaparecían en ellas.

El Lirdo dió un rugido y mis visiones terminaron. El ombre que estaba junto a mi comenzó a dar gritos de advertencia a todos, pero no era sobre el Lirdo.

 

--¡¡¡Es él, el hombre del que les hablé, por él es que los lirdos nos atacan!!! --Al ver que no era tomado en cuenta por la criatura decidió hacer justícia por su propia mano --. No te la llevarás Paris, es mia y de nadie más.

 

Me llamó Paris, igual que la voz que escuché en la visión, por lo menos ya sabía mi nombre.

El hombre sacó su espada y la usó contra mí, como pude esquivé los primeros ataques pero estaba en total desventaja, el lirdo estaba detras de mí recibiendo más lanzas y flechas y el hombre cada vez era más exacto en sus ataques. La suerte estuvo de mi lado, en uno de los intentos del Lirdo por moverse derribó una casa cercana, las piedras desmoronadas cayeron cerca de mí, tomé una del tamaño de mi puño y la lanzé rapidamente contra mi atacante, el golpe lo derribó dejandolo mareado, me acerqué a él y vi una luz blanca que saía del pecho de su armadura, acerqué mi mano y la luz salió, era una esfera, la tomé y otra visión llegó a mi. Ahora estaba en un lugar completamente oscuro, la luz de la esfera era lo unico que iluminaba, pero no había nada que iluminar, solo a mi. De la esfera selió la voz que me había hablado antes.

 

--Poer fin llegó el momento de unirnos Paris --Comenzó la voz de nuevo-- Pero aún faltan cosas que hacer, encontraste la esfera del corazón que te dará la habilidad de ver cosas que normalmente no podrías ver. Ahora debes ir a la mina de Dimbirlo, al sur, ahí nos veremos nuevamente, si quieres saber tu destino sigue mis ordenes.

 

Cuando terminó la voz volví a ver al lirdo tambaleandose y a mi atacante reincorporándose. Un odio por él nació dentro de mí, ates de que pudiera ponerse de pie le quité la espada y corté su brazo con ella. Ya no me importó lo que pasara con el lirdo, tomé la funda de la espada y salí del lugar tan rápido como pude, llegué a una fuente la cual conectaba a cuatro calles, en cada una había una tabla que decía el nombre de la calle, cada una tenía el nombre de cada uno de los puntos cardinales, busqué la que era del sur, cerré mis ojos y vi hacia el horizonte de esa calle, era la misma de donde había llegado ahi, la calle del sur era donde estaba el Lirdo.

 

Tome un camino alterno, no queria pasar de nuevo por el mismo lugar, pase por varias calles, en algunas me escondia de las personas que trataban de escapar de la zona. Me tomo varias horas salir de la ciudad pero lo logre mi objetivo. segui caminando entre la oscuridad de la noche, tenia miendo de que otra de esas cosas apareciera frente a mi, estando solo no tendria oportunidad de escapar.

 

 

Pase la noche bajo un arbol, el cansancio me habia vencido y desperte ya entrada la mañana. segui caminando por horas, mi estomago me decia que tenia que comer pero no habia mas que arboles a mi alrededor. Ya cerca del medio dia pude ver una casa que se escondia entre los aarboles del bosque, me acerque cuidadosamente, no vi a nadie cerca, parecia estar abandonada, llegue a la puerta, trate de abrirla pero estaba asegurada, tome la espada y la use para romper el seguro y asi poder entrar, por dentro no parecia estar abandonada, tenia todo lompio, un comedor de madera con un tazon lleno de fruta en el centro, no dudé en comer algo de esa fruta, mientras lo hacía me dirigí a la cocina, tenia mucha leña, indudablemente alguien habitaba en ese lugar, me acerqué a una ventana para ver lo que habia afuera, habia árboles frutales muy bien cuidados. De pronto, en un parpadeo sentí el filo de una espada en mi garganta. un hombre estaba amagandome, era el dueño de la casa que invadí.

 

--¿No sabes que se pide permiso antes de entrar a una casa ajena?.

--Pensé que no había nadie --respondí fingiendo no tener temor --, buscaba refugio y tenia hambre. Me llamo Paris, me dirijo al sur, a la mina de Dimbilo.

--¿La mina de Dimbirlo?, ¿Piensas combertite en un guerrero?, no veo que tengas lo necesario para hacerlo, no pudiste sentir mi presencia, así no creo que llegues a la mina.

--Pero eso fue lo que se me ordenó.

--¿Quién pudo darte tal orden?.

--No se su nombre, pero su voz salió de una esfera.

--Muestrame la esfera y te dejaré vivir

 

El hombre me soltó pero su espada aún estaba apuntando hacia mí. metí mi mano en el pecho y pude sacar la esfera, el hombre quedó asombrado al verla y bajó su espada, después de unos momentos volvía ponerla dentro de mí.

 

--Me llamo Airol, maestro de la espada Jiroma.

--No conosco eso pero parece ser importante.

--Fui enviado a este lugar por el anciano de la escuela Jiroma, al otro lado del planeta, con el único objetivo de ayudar al guerrero de las esferas. te he esperado por dos años.

--No se nada de mi pasado, mi recuerdo más lejano es de la mañana de ayer. No se quien soy ni que significa eso de las esferas, pero no tengo ningún otro lugar a donde ir, si puedes ayudarme, enseñame a usar la espada como tú, si eres un maestro de espada podras decirme como mover este pedazo de metal.

 

Airol sonrió a lo que dije aunque no le encontré ninguna gracia a mis palabras.

Después de comer hasta quedar satisfecho y hablar de las cosas que habían acontecido en nuestras vidas descansamos plácidamente, ese fue mi único descanso tranquilo en esa casa.

Pasó el primer dia de entrenamiento, pense que me enseñaria a moverme rapido, a hacer un entrenamiento de pocos dias pero me di cuenta de que lo estaba tomando con calma.

A la noche, ya acostados y despues de unos momento sin poder dormir quise romper el silencio.

 

--Airol. ¿Has peleado contra un Lirdo?

--Lirdo --Respondio seriamente--. Asi los llamaron, son criaturas que hace unos meses comenzaron a aparecer en esta tierra. si alguien sabe acerca de sus apariciones y de su comportamiento, no soy esa persona.

--¿Crees que sean la razon de mi llegada?.

--Mi maestro me dijo la historia.

--Me gustaria escucharla.

--Esta bien. todo comenzo hace unos cinco o seis meses, cuando se encontró a un hombre o lo que quedaba de él en el campo ninguna criatura era capaz de hacer semejante cosa. El hecho fue difundido por muchas tierras, para cuando la noticia del primer caso fue llevado al castillo ya habia decenas de casos similares. Las guardias fueron reforzadas y los horarios reducidos para que solo se pudiera estar fuera de las ciudades mientras el sol iluminaba y nadie salia sin estar armado o con una fuerte escolta de soldados. Despues del primer mes hubo enfrentamientos. Ya habia rivalidades entre algunos pueblos, ciudades y hasta zonas, fue solo cuestion de tiempo para que se culparan unos a otros diciendo que eran magos los que habian hecho aparecer a esas criaturas para apoderarse de las rutas comerciales y de conquistar ciudades enteras. Aun cuando los enfrentamientos comenzaron con mucha bravura poco a poco fueron reduciendo hasta ser casos aislados, las criaturas seguian apareciendo de dia y de noche. Al principio se les tuvo miedo, eso costo muchas vidas, hasta que descubrieron que su arma principal era u aspecto de terror porque en realidad eran debiles. Un granjero mato a un mounstruo de dos metros con un madero. Sin embargo al paso del tiempo las criaturas siguen apareciendo y cada vez son mas fuertes. Mi maestro me dijo que la leyenda de los guardianes de Cefiro despertará pronto.

--Cefiro, asi se llama el planeta.

--Si asi se llama y si tu eres parte de esa leyenda, no dudo que las cosas empeoren en poco tiempo.

 

 

Las palabras de Airol me dejaron mas confundido de lo que estaba antes de que hablara, decidi dormir hasta el proximo dia, porque seguramente seria tan cansado como el que acababa de terminar

 

Los dias pasaron y mi entrnamiento me hacia cada vez mas fuerte, mi cuerpo comenzaba a cambiar al igual que mis pensamientos, ya no tenia miedo de lo que fuera a ocurrir, tampoco me importaba mucho lo que le pudo haber sucedido a la ciudad despues de dejarla con el lirdo, me concentraba mucho en mi entrnamiento dejando atras todas las cosas a las que debia darles mas importancia.

 

El entrenamiento se detuvo en un dia de lluvia, pero no fue el clima el que lo impidio, Airol estaba asustado, nunca antes habia visto caer agua del cielo, pude notar que sus manos temblaban, tal vez penso que nos ahogaria, que era una criatura voladora que arrijaba agua para matarnos, pudo pensar muchas cosas en ese momento pero no tenia plabras para describir lo que sentia, para mi no era algo que me diera temor, no recordaba nada de Cefiro y no sabia si llovia ono.

Estabamos resguardados en la cabaña cuando escuchamos un sonido ensordecedor, fue un trueno, el cielo y la tierra fueron iluminados por la luz que unia las nubes y los arboles, fue entonces cuando senti miedo, pense que alguien nos atacaba. Pasaron varios minutos antes de que el segundo rayo callera con la misma fuerza que el primero, despues, como si fuera un ataque organizado por la naturaleza o algun enemigo, un lirdo nos indicaba con sus rugidos que estaba cerca, ni Airol ni yo pudimos contenernos, salimos con nuestras espadas listas, pensamos que el lirdo nos daria un poco de tiempo para escapar, pues sus rugidos no se escuchaban tan fuertes. Cuando salimos de la cabaña nos dimos cuenta de que el lirdo no estaba lejos, un rayo lo ilumino para nosotros e hizo lo mismo para el, comenzo a avanzar lentamente y apresuraba el paso cada vez que avanzaba, ambos corrimos en direcciones opuestas para distraerlo, la criatura decidio ir tras mi maestro, me detuve al ver hacia donde se dirigia y fui en su ayuda inmediatamente.

 

Las garras del lirdo eran demasiado fuertes, lo detuvimos al atacar juntos la misma pierna, corrimos cuanto pidimos, Airol tenia el brazo derecho lastimado, llegamos a un risco, el lirdo aun herido se dirigia hacia nosotros con odio en sus ojos.

--No podremos escapar juntos --Me dijo --. Es mejor que te vallas, yo lo detendre.

--No pudiste solo, no podras lograrlo esta vez con tu mejor brazo herido, me quedare y combatiremos juntos.

--No me contradigas --Respondio dandome un golpe en la car --. Si tu eres la leyenda no debes arriesgar tu vida por una persona, ahorrate tus sacrificios para el planeta, las personas no merecemos vivir.

--No creo lo que dices, me quedare.

--Vete, o mi muerte sera en vano, sigue en esa direccion --Me señalo con su mano --. Llegaras a un pueblo, si aun esta ahi seras bien recibido, ahora vete.

 

En mi interior algo me decia que me quedara pero el tenia razon, recorde como decenas de hombres no podian controlar a un lirdo y dos personas solitarias no tendrian oportunidad alguna de sobrevivir. Comenze a correr, no queria escuchar lo que pasaba detras de mi, corri y corri hasta que mis piernas se cansaron, los truenos se ahogaban cualquier otro sonido, no escuche al lirdo, ni a mi maestro, solo lluvia y truenos, no necesite verlo para saber que el lirdo habia ganado. en ese momento, tendido sobre el lodo del bosque comenze a derramar lagrimas, llore hasta quedarme dormido bajo la lluvia, ni los truenos ni el frio me importaban en ese momento las palabras de Airol resonaban en mi mente "ahorrate tus sacrificios para el planeta, las personas no merecemos vivir" No se porque lo dijo, pero lo descubriria si me lo proponia.

 

Cuando desperte ya habia terminado de llover, me senti triste pero las lagrimas habian aliviado un poco mi agonia. Comence a caminar en la direccion que me habia indicado Airol, no pense que fuera tan lejos me llevo casi todo el dia en llegar al pueblo, parecia una zona de guerra habia casas destruidas, la mayoria de ellas estaban en las afueras del pueblo, habian hecho un muro de proteccion con los escombros, todos los habitantes tenian armas, me veian fijamente cuando caminaba al interior del pueblo, les extrañaba que alguien llegara a ese lugar aparentemente olvidado. Un hombre se acerco a mi, por su vestimenta me parecio un soldado.

--¿De donde vienes hijo? --Me pregunto con voz tranquila --.

--Airol me dijo que viniera a este lugar.

--!Airol?, ¿el maestro Airol te envio? --Asenti con la cabeza --. Bienvenido muchacho, sabiamos que no nos defraudaria, prometio que volveria o enviaria a alguien para ayudarnos contra esos mounstruos. Ven conmigo muchacho, necesitas acearte, seguramente pasaste una mala noche despues de las lagrimas de Cefiro.

--¿Lagrimas de Cefiro? --Pregunte asombrado mientras caminaba con el --.

--Asi le llamamos al agua que cae del cielo, en años pasados no ocurria, ahora el planeta llora por las guerras inecesarias entre nosotros.

--Supongo que tiene razon, pero no estoy al tanto de todo lo que pasa en Cefiro para opinar.

--Nosotros podemos decirte lo que sabemos, per sera con calma, ahora debes descansar.

 

Asi fue mi primer dia en ese publo, por meses estuve ahi, me dijeron todo lo que sabian del planeta, las criaturas atacaban casi a diario, eso me ayudo a desarrollar mis habilidades con la espada, me dieron una armadura a mi medida, solo me cuidaba de las caidas pues las envestidas de las criaturas la rompian con facilidad,  vi morir a varios aldeanos, pero aun asi no se daban por vencidos, parecia que habian aceptado su destino de luchar, sus corazones estaban mas vivos cada dia, eso me daba animos de seguir luchando, el estar en ese pueblo me dio la llave que me ayudaria a abrir muchas puertas en mi destino.

 

Una noche tuve un sueño especial. Estaba en un lugar oscuro, no había ninguna fuente de luz y sin embargo podía verme a mí mismo. A lo lejos veía un cuerpo, no había suele ni cielo pero podía ver que estaba derribado, me acerqué a él, antes de llegar a donde se encontraba comencé a escuchar su voz, parecía estar agonizando.

–Ayúdame... Por favor –Me dijo con voz cansada y cortada –... No dejes que muera.

Trató de levantar su rostro para verme, yo me quedé inmóvil y antes de poder ver su rostro escuché el rugido de una enorme criatura, vi a mi derecha y lo apareció una criatura enorme, detrás de ella se veía la sombra de alguien aún más grande, una luz detrás de ambos me impedía distinguirlos con claridad.

La criatura se acercaba lentamente a la persona herida mientras el otro ser mantenía un reloj de arena en su mano, el reloj apenas había comenzado a dejar caer su arena.

La criatura rugió de nuevo. A mi izquierda brillaron tres luces más, una roja, una azul y una verde, los rayos de luz rodearon a la persona herida y trataban de detener a la criatura pero esta los deshizo de un solo golpe. El tercer rugido de la criatura fue tan fuerte que desperté.

Estaba sudando, recordando esas imágenes, al poco tiempo escuché un rugido más, esta vez no era un sueño, me levanté en ese instante y me puse mi armadura. Salí con la espada en la mano buscando al enemigo, era una criatura enorme, ya había destruido varias casas y matado a muchas personas que trataban de detenerla. Pude notar algo diferente en este enemigo, tenía algo que parecía una burbuja de cristal entre los ojos, no le di mucha importancia a ese punto y me fui directo al ataque.

El sol apenas se asomaba entre las montañas, las flores se bañaban en el rocío de la mañana y los caminos del pueblo se inundaban de la sangre de valientes que luchaban pos sus familias.

Nuestros ataques no fueron suficientes, la criatura acabó con todo lo que encontró a su paso, en sólo unos minutos el pueblo que tanto amé quedó completamente destruido, solo quedábamos once personas tratando de sobrevivir.

 

Mis manos comenzaron a temblar, un coraje salía de mi pecho al igual que lágrimas de mis ojos. Fue entonces cuando comencé a brillar de blanco, mis ojos ya no veían colores ni ambientes, solo veía a la criatura. Algo dentro de mí me dijo que su punto débil era la burbuja en su cabeza. Aún con el brillo en mi cuerpo me abalancé sobre mi enemigo, utilicé su cuerpo para subir hasta su cabeza y cortar con mi espada le burbuja que lo mantenía vivo. Al instante la criatura comenzó a retorcerse de dolor presionando su cabeza, unos segundos después se convirtió en un montón de polvo negro.

Yo caí sobre el techo de paja de una casa derribada, viendo hacia el cielo, mi brillo había cesado. Puse atención a algo que estaba sobre mi, muy arriba flotaba algo que se acercaba con rapidez, se detuvo en el aire aun a gran altura, pude distinguir a un niño sobre una piedra, me pregunté quien podría ser, pero estaba más preocupado por mis amigos que dejé eso atrás.

 

Nos reunimos los pocos que quedamos, ninguno pronunció una sola palabra por varios minutos. Los cuerpos de hombres y mujeres de todas las edades estaban frente a nuestros ojos, ninguno de ellos vería el atardecer de ese día Caminamos un poco, nos separamos sin darnos cuenta. Yo me senté sobre una piedra y cerré mis ojos, no quería ver más esa escena, me pregunté una y otra vez porque no pude darme cuenta antes de cual era el punto débil de esa criatura.

Abrí los ojos para ver al cielo y ahí estaba el niño que vi antes, lentamente bajó hasta llegar al nivel del suelo frente a mi, tenía un gorro extraño de color verde, su pelo no dejaba ver bien sus ojos hasta que levantó la mirada para verme.

–Asesino –Me dijo –. Pagarás por haber matado a mi amigo.

–¿Tu amigo?

–¡¡¡Asesino!!!.

 

De sus manos se formó un circulo del cual salieron cuatro enormes insectos, dos volaron a mi derecha y otros dos a mi izquierda, apenas di la vuelta y escuche a mis únicos amigos como eran atacados por los insectos. Sólo pude ver como eran asesinados por los aguijones, se movían muy rápido.

–Ahora te toca a ti.

Moví mi espada como un reflejo de defensa y maté a uno de ellos, me atacaron los otros tres pero no para matarme, me hirieron en ambas piernas y mi brazo derecho, querían torturarme primero.

–Me gustaría matarte con mis propias manos pero alguien tiene otros planes para ti. –Me dijo con voz de decepción –.

Quedé rendido en el suelo con mis heridas abiertas, no pasó mucho tiempo antes de que perdiera el conocimiento.

 

Cuando abrí mis ojos estaba en una cama, mis heridas habían sido tratadas con cuidado aunque sentía un gran dolor  a causa de ellas.

Trataba de incorporarme cuando entró una mujer muy hermosa a la habitación, era de piel blanca y cabello largo oscuro, vestía ropa ajustada con una burbuja morada en el pecho y un cetro con una esfera morada. Su rostro me dio una sonrisa al verme y su voz me hizo sentir que estaba en buenas manos.

–Veo que estas mejor. Ascot fue muy malo contigo pero es solo un niño.

–¿Dónde estoy?

–En uno de los castillos imperiales, no tienes porque preocuparte, estas aquí por ordenes de Zagato.

–Zagato, ¿Quién es Zagato? ¿Quién es usted?.

–Perdón, no me presenté, mi nombre es Alánis, miembro de la guardia imperial de Céfiro. Zagato es el guardia personal del pilar, por eso no puede estar presente en todos lados, pero yo siempre estoy para ayudarle en todo lo posible. Ahora dime quien eres tú, ¿Porqué Zagato tiene interés en ti?.

–Me llamo Paris, y hasta donde recuerdo protegía a un pueblo de las criaturas que han aparecido. Pero el último enemigo acabó con el pueblo entero, solo quede yo. No sé porque me quiere Zagato,  pero sus métodos no son nada aceptables.

–Ya no tienes porque preocuparte más por las criaturas que han aparecido, porque ya no tendrás que luchar contra ellas.

–¿Qué es lo que harán conmigo?.

–Las ordenes de Zagato fueron específicas, debo aniquilarte.

 

Alánis tocó mi pecho con la esfera de su cetro, hubo una reacción de rechazo inmediato, ambos fuimos lanzados en direcciones opuestas. No podía moverme con facilidad debido a mis heridas. Alánis se levantó muy disgustada, apuntó su cetro hacia mí y lanzó una aguja que apareció detrás de ella, parecía un cristal, al tocarme sentí como mi cuerpo se enfriaba, en pocos segundos estaba encerrado en un cristal como el hielo sin poder moverme, del otro lado de mi prisión estaba Alánis, no escuché lo que me dijo, fueron las ultimas imágenes que pude ver antes de que el cristal se oscureciera.

 

Dentro del cristal todo era frío y oscuro, no sentía mi cuerpo, tampoco sabía si estaba vivo o muerto, no había tiempo ni espacio.

Pensé que sería un sueño o una ilusión, pero por un momento pude moverme, estaba de nuevo en un lugar como el de mi sueño, oscuro y sin luz, pero podía moverme y ver con claridad. Frente a mi apareció la misma persona que había aparecido en mi sueño, pero esta vez estaba de pié y sin señales de que estuviera herido.

–Podemos vernos –Me dijo –.

–¿Quién eres?.

–Mi nombre es Céfiro, el planeta, gracias a que tienes la esfera blanca del corazón puedes hablar conmigo.

–¿Puedes decirme quien soy?

–No conozco tu pasado, solo puedo hablar contigo porque eres el elegido a reunir las esferas mágicas.

–¿Las que?.

–Ya tienes una, pero antes de poder obtener las siguientes debes ir a la mina de dimbirlo.

–¿Cómo voy a ir a la mina de dimbirlo si estoy encerrado en este lugar?

–Eso lo dejo en tus manos,  No puedo ayudarte físicamente en tu camino, pero confío en ti.

 

La visión terminó y volví a estar inmóvil.

No se cuanto tiempo ha pasado, pero estoy seguro de que han sido años, no se como salir de aquí, no se si rendirme o seguir luchando, solo puedo recordar y esperar a que algo pase que me saque de esta prisión que parece eterna.

 

 

Fin de la parte 0 “El pasado de Paris”