LOS HEROES SON RECORDADOS PERO...

 

 

 

Por:

Anais

 


 

Nina se encuentra rodeada de cuatro hermosos pilares blancos, frente a un espejo que flota en el centro y puede verse por los dos flancos. La niña observa la imagen de los aldeanos llevando a una confundida Caldina y a Heli y Latis desmayados de vuelta a Ziceta II.

Su vista se fija en el guante-joya de Heli, y pasa al rostro tenso de Latis. Sus pensamientos vuelan a siglos atrás...

- Aun recuerdo todo perfectamente, como si hubiera ocurrido ayer, sus rostros, sus palabras...

incluso recuerdo las despedidas y las lagrimas...

todo ocurrió tan rápido...

en un abrir y cerrar de ojos...

No puedo creer que hayan pasado tantos siglos...

¿Por qué no morí yo también?

¿Por qué no olvide todo yo también?

Ya no tiene caso que me lamente, escogí ser la guardiana del planeta por no luchar, eso fue lo que yo elegí, fue mi castigo por cobarde...

y ahora todos estamos sujetos nuevamente a los hilos del destino como títeres...-

Se acerca una hermosa mujer rubia, de cabello ensortijado y ojos azules.

- ¿Qué ocurre Nina?, ¿Le pasa algo a nuestras guerreras?.-

La niña de ensortijados cabellos rosas, se vuelve a ella mostrando preocupación en sus tiernos ojos azules.

- No, a ellas, no. Es Latis...-

 

b a

 

 

- ¡Hey! ¡mago!, ¡Alégrate, te han mandado de comer!.- Dijo Mirash al abrir la puerta de la más oscura celda que pudieron encontrar en el palacio, ese había sido el castigo de Ascot por haber intentado escapar, y el "premio" de Mirash por capturarlo era ser su guardiana. Lo cual, dicho sea de paso, no era muy del agrado de Mirash, quien preferiría seguir inspeccionando aquel castillo que la embrujaba.

Había algo en ese sitio que la hacia querer recorrer cada habitación y pasillo, cada jardín y salón, con esa sensación extraña de ya haber estado ahí. De haber recorrido ya alguna vez esos lugares. Algunas veces, incluso creía ver fantasmas, principalmente tres chicas, frecuentemente una de ellas tres que parecía vagar sola por los corredores, con su largo cabello azul suelto y un vestido blanco que hacía olas mientras caminaba, invariablemente la veía correr a una sombra, de un chico probablemente, de cabello lacio y corto que la recibía con los brazos abiertos y sus risas se perdían por los corredores. Nunca podía ver el rostro del muchacho, pero las risas de esos dos personajes le causaban una confusa nostalgia con un dejo de tristeza...

- ¡Mago! ¿Estas dormido?.- Pregunto la chica, al ver a Ascot echado sobre la cama sin la mínima intención de moverse.

- Mi nombre es Ascot. Ya lo sabes.-

- No estas de muy buen humor hoy.- Dijo la chica mientras se acercaba y dejaba la charola sobre una sencilla mesa de madera, eso la silla que la acompañaba y la cama, eran el único mobiliario de la habitación, rodeados por una barrera mágica fortalecida por los magos de Osiris.

- ¿Por qué debería estarlo?.- Fue la cortante respuesta del pelirrojo.

Era verdad, no estaba de muy buen humor. No le hacia gracia ser un prisionero, con el cual se pudiera negociar, no le gustaba nada la presencia de los tradicionalistas en el castillo y como si no fuera suficiente con eso, con tanto tiempo sin hablar con alguien y solo, sus recuerdos se daban gusto atormentándolo desde que viera a Mirash en el lago, quien para colmo de sus males era ahora su guardiana. No, definitivamente no era un buen momento para él...

- Si nos llevaras a donde se esconde el Rey, serias libre de nuevo.- Sugirió Mirash.

Tal vez, en otro momento Ascot se hubiera puesto furioso y abría arremetido contra la insolencia de la mujer. Sin embargo, estaba demasiado harto de todo como para hacer eso. Se limito a darle una mirada de desdén, con algo de odio y una pizca de "no eres muy inteligente"

Mirash le sostuvo altiva la mirada, podrían haberse quedado así por un rato, pero Ascot desvío la vista de pronto y le dio la espalda, girando sobre la cama. A Mirash le pareció ver tristeza en sus ojos, segundos antes de que desviara la vista.

- ¿Por qué peleas?.- Le pregunto el hechicero para salir del incomodo silencio en el que se había sumergido la habitación y desviar su mente ha la política.

- Peleo, por Céfiro, por que amo este mundo.-

- ¡Mientes!- Dijo el mago enojado.

- Peleo para salvar Céfiro de traidores como tu que se han vendido a otros planetas. Peleo por prevenir un desastre, el desastre de que sea gobernado por un caos de voluntades que giran según so propio interés. En unos años Céfiro volverá a ser el mundo trastornado que era cuando la princesa fue secuestrada. ¡Peleo por que se restaure el sistema del pilar y los extranjeros abandonen nuestra tierra!.- Las mejillas de Mirash estaban rojas por el acalorado discurso que acababa de dar.

Ascot, no pudo evitar pensar que se veía encantadora con tanta decisión y aplomo en su rostro, sin embargo le soltó una carcajada irónica.

- ¡¡¡¡¿Qué te parece tan gracioso?!!!!.- Le dijo la mujer furiosa.

- La bola de disparates que acabas de decir.- Hizo un breve silencio en el que contemplo como la ira subía al rostro de Mirash, y antes de que ella hablara agrego:

- ¿Tu lo serías?, ¿Aceptarías ser el pilar por el bien de Céfiro?.-

- Si fuera elegida para serlo, lo aceptaría con orgullo.-

- No sabes de lo que hablas.- Le dijo el mago utilizando un cierto tono de maestro que esta dando una lección a un alumno lento de entender, esto molesto mucho a su carcelera.

Ascot prosiguió, pero esta vez su tono fue de tristeza.- Ser el pilar no es un orgullo, es ser un esclavo, no puedes pensar en otra cosa que no sea el planeta, no puedes salir de este palacio, no puedes amar... si lo hicieras, estarías condenada a morir y con ello destrozarías la vida de tres inocentes traídas de un mundo desconocido. Ellas fueron quienes pudieron eliminar el sistema de pilar, ¡¡¡¡Jamas vuelvas a decir que peleas por Céfiro!!!! ¡¡¡¡por que es una gran falsedad!!!!, ¡¡¡¡quieres basar tu felicidad y tranquilidad en la infelicidad de otra persona, condenada a ser esclava de este planeta!!!! ¡¡¡¡¡Jamas digas que amas este planeta!!!! ¡¡¡¡por que jamas podrás amarlo tanto como tres niñas que dieron su vida por salvarlo!!!!!.- Termino Ascot. No se había dado cuenta, pero se había dejado llevar por las palabras, se había levantado de la cama y sujetaba fuertemente a Mirash de los hombros, sus ojos verdes la veían centellando de furia y dolor.

Un rayo de entendimiento cruzo por la mente de Mirash.

- Tú las conociste. Tu conociste a las Guerreras Mágicas que mataron a la princesa Esmeralda.- Dijo la mujer sorprendida al mismo tiempo que se alejaba un paso de Ascot. Y por un momento se pregunto que había sido de aquellas guerreras de las que hablaba Osiris con desprecio, las que eliminaron a la princesa y el sistema del pilar. ¿Por qué ella no podía recordar aquella época?, lo que sabía de ellas y de lo que sucedió a Céfiro en ese entonces, lo sabía por boca de sus compañeros, de Osiris y Horus.

- ¡No hables de ellas como si fueran unas asesinas! Tu no sabes todo lo que ellas sufrieron, respeta su memoria y a aquellos que las recordamos.- El mago le dio la espalda, quiso parecer enojado, pero la verdad es que hablar sobre ellas todavía le dolía mucho y no soportaría que alguien quisiera ensuciar su memoria.

La muerte de Marina, había cambiado a Ascot al grado de hacerlo un hombre un tanto sombrío y misterioso. El viajar por los planetas, hasta por fin establecerse en Ziceta como embajador, lo habían hecho parecer ante todos como aventurero e impulsivo, incluso Caldina se había sorprendido al verlo de nuevo.

Lo que sus amigo ignoraban era que eso era más bien una actitud suicida, que había adoptado como modo de vida. No buscaba la muerte, pero se había acostumbrado a ponérsele enfrente, y los cinco años que había pasado en Ziceta como embajador, lo habían hecho un tanto más bromista y aparentemente despreocupado.

Sin embargo, bajo todas estas capaz que lo habían hecho ser un imán para las mujeres, era el mismo. El mismo tierno y dulce Ascot, que jamas había podido superar la muerte de la chica que amaba.

- ¿Ellas están muertas?, ¿No volvieron a su mundo?.-

- No.- Musito Ascot, ya estaba cansado de la conversación y quería darla por terminado. Sorprendentemente Mirash se acerco y coloco su mano en el hombro del hechicero.

- Lo siento.- Dijo la mujer sinceramente arrepentida de molestar al mago. Su carácter podía ser un tanto "fuerte" pero en el fondo era una persona muy sensible.

- Ella era hermosa - Le dijo sin voltear a verla y dejando, después de mucho tiempo, salir sus sentimientos.-. Tenía cabellos largos y azules, y unos hermosos ojos del mismo color caminaba elegantemente, como una princesa...-

Mirash se sorprendió y prenso un poco más su mano al hombro de Ascot, le estaba describiendo al fantasma que veía.

- Murió un día después...Yo la amaba... Marina... Mi esposa.- Dijo el mago haciéndose un lío con sus palabras.

Ya sabía quien era, el fantasma que veía caminar por algunos pasillos y corredores, era la esposa muerta de Ascot, muerta un día después de casarse, apenas una chiquilla de 15 años según como ella la había visto.

Conmovida, no pudo evitar llorar y salir corriendo de la habitación.

Marina, mi esposa...

Las palabras del hechicero, hicieron eco en su mente. Las escucho, dos, tres, cinco, diez veces, no podía alejarlas de su mente. Una horrible punzada en la cabeza la hizo perder el equilibrio y tuvo que detenerse de la pared para no caer. Las palabras seguían atormentando su mente.

Horus la encontró así, apoyada contra una de las paredes, no muy lejos de la celda de Ascot, sentada en el piso, con sus manos abrazaba sus piernas, y lloraba a mares. Frágil y desprotegida, confundida...

El mago le hizo levantar la cara, sus ojos estaban enrojecidos y las lagrimas dejaban grandes surcos por sus mejillas.

- ¿Qué me pasa Horus?, ¿Quién soy?.-

Con gesto paternal, Horus abrazó a Mirash.

- Duerme mi niña, todo estará bien.- Le dijo mientras acariciaba suavemente su cabeza y surgía de su mano una energía mortecina que envolvió a Mirash.

 

b a

 

 

Caldina sale de la habitación de Cori, donde han colocado a Latis, esta algo preocupada, el espadachín mágico, no se ve muy bien, su cara esta mucho más pálida que de costumbre. Entra a la habitación de Myra, que duerme tranquila acurrucada junto a su hermanita Cori, Caldina sonríe con ternura al ver a sus dos más grandes tesoros dormir tranquilas. Después regresa a su habitación y descubre con sorpresa que Helia, ya ha despertado.

- ¿Cómo te sientes?.- Le pregunta la morena.

- Creo que bien, solo estoy cansada. ¿Qué paso con la criatura?.- Pregunta la pelirroja exaltada.

- ¿Tu tampoco lo recuerdas?.-

- No, solo recuerdo que un hombre peleaba contra ella, su nombre era Latis, ¿no?.-

- Si, pero según me dijo Bet, el también estaba inconsciente cuando nos encontraron...-

- AAAAAAgggggggggggg.-

Las dos mujeres fueron de prisa a la habitación donde se encontraba Latis, este se aferraba a las sabanas y sudaba copiosamente. Heli, le puso la mano sobre la frente y tomo su pulso.

- Tiene fiebre.- Le informo a Caldina.- Tenemos que bajar la temperatura de su cuerpo.-

Caldina corrió afuera a buscar agua, mientras que Heli, le quitaba las sabanas y su ropa a Latis(No piensen mal, Heli es muy profesional :P), lo colocaron en una especie de tina que llenaron con agua. La fiebre cedió un poco. Heli lo reviso, con más tranquilidad, entonces descubrió que en varias partes de su cuerpo, el espadachín mágico, tenía una serie de pequeñas cortadas, y en una encontró una sustancia, verde y pegajosa que olía muy mal.

Al verla una imagen vino a su mente, Latis siendo atrapado por el saltamontes entre sus patas, mientras los picos de este se incrustaban en el cuerpo del hombre, de ellos emanaba aquella sustancia mal oliente. Parecía como si lo viviera de nuevo, estaba asustada e impotente viendo como Latis sucumbía ante el gigantesco insecto, "tengo que hacer algo" y las palabras en su cabeza crecieron hasta que...

Una punzada en la cabeza y perdió el equilibrio. Se sujeto de un lado de la tina, Caldina se acercaba a ella preocupada.

- ¿Qué te ocurre Heli?.-

- No lo sé. Pero no importa ahora. Ya sé que le ocurre a Latis, esta envenenado, debemos encontrar un antídoto.-

Caldina corrió a buscar al brujo del pueblo, pero no pudo hacer gran cosa. La única salvación de Latis, sería que ella fuera a buscar un antídoto a la ciudad, lo cual le llevaría algunas horas. Sin embargo era lo único que podía hacer. Así que se fue, dejando a Latis, Cori y Myra al cuidado de Heli.

Aun era temprano y las niñas dormían, Heli vigilaba a Latis, se estaba desesperando, veía como se ponía peor y ella no podía hacer gran cosa por ayudarlo, no conocía la forma en la que funcionaban los venenos de Céfiro, no conocía el organismo de los céfirianos, cualquier cosa que ella intentara hacer con sus conocimientos en vez de ayudar podría perjudicar.

Salió de la casa un momento, se sentía incapaz ante la situación.

Le pareció ver a una niña que se internaba en el bosque y le hacia señas para que la siguiera, Heli la siguió, no la veía perfectamente, pero le parecía familiar.

La chiquilla la condujo hasta un claro en medio del bosque, ahí, se detuvo, y antes de que siquiera Heli pudiera acercarse lo suficiente para verla bien. La chiquilla toco el piso, y un montón de pequeñas florecillas amarillas brillantes con tallos verdes y grandes hojas rodearon a Heli, ella no pudo dejar de maravillarse y se agacho a contemplarlas bien.

- Estas flores, salvaran a tu amigo.- Dijo la chiquilla antes de perderse en el bosque.

Heli corto algunas flores, dudaba de sus propiedades, pero en ese momento no tenía muchas opciones. Si Caldina, tardaba demasiado, Latis moriría sin remedio.

 

b a

 

 

Iris había logrado recuperarse durante la noche, así que sin perder más tiempo, ella y Paris decidieron seguir su camino, pensaban que Ascot y Latis se preocuparían si tardaban más en llegar.

Maat y Aura se ofrecieron a acompañarlos, ya que cuatro viajeros estarían más seguros, y los hombres de Osiris, buscaban una pareja. Para completar su disfraz, Maat pidio cuatro caballos prestados a un amigo y por seguridad, en vez de entrar a la ciudad, la rodearon por el bosque, donde ahora se encontraban.

Aura había descubierto algo más sobre su pasado, sabía montar. Cuando Maat trajo los caballos, ella sintió un poco de temor, pero cuando se acerco para subir, sus manos y su cuerpo actuaron por si solos, monto el caballo sin ayuda e hizo un pequeño recorrido alrededor del observatorio. Y descubrió otra cosa, ellos no iban de paseo, de hecho tenían que estar alerta, los caminos del bosque ya no eran tan seguros como antes, pero ella estaba disfrutando mucho la monta del caballo.

- ¿Te diviertes?.- Le pregunto el Rey, al notar que ella sonreía.

- Si, no sabía que me gustaría tanto montar.- Le dijo ella sinceramente, mientras le sonreía al Rey y a Iris que iban a su lado, Maat un poco más adelante.

- ¿Ya has probado correr?.- Le pregunto, Paris. Iris hizo una mueca de desaprobación, y luego se dirigió a Aura:

- Ahora querrá retarte a una carrera. Es de las cosas que más le gusta hacer.- Le sonrió

- Mientras Iris lo detesta. - dijo mientras le guiñaba un ojo es señal de broma a Aura.- Por eso cuando nos casemos, me atara al trono para que no vuelva a subirme a un caballo nunca más.-

Ambas mujeres se le quedaron viendo como bicho raro, no había sido de las mejores bromas de Paris, este algo avergonzado, dejo de reír y se quedo extrañado de la reaccione de las dos damas. Estas se quedaron viendo mutuamente y terminaron riendo del chasco del Rey.

Iris sabiendo que por ello le debía un poco de diversión, sugirió:

- ¿Y bien Aura?, ¿Correrías?.-

Paris le dio una mirada de gratitud a su novia, y fijo su vista en Aura, quien dudaba en responder.

- Esta bien.- Dijo sonriendo.

- Yo les daré la salida, no se preocupen iremos detrás de ustedes.- Dijo Maat que no había hablado hasta ese entonces- El que llegue primero a la salida del bosque ganara.- Dijo Maat un tanto emocionado, ya se estaba aburriendo de solo cabalgar y ver bosque.

Como lo había dicho, Maat les dio la salida, y los dos caballos, el blanco de Aura y el negro de Paris, salieron como rayos por el estrecho sendero entre los arboles. Fácilmente, Paris tomo la delantera, su contrincante parecía no tener mucha experiencia, sin embargo en una vuelta del camino, ella lo rebasó.

Hubiera corrido hasta dejarla atrás de nuevo sino fuera que algo mino su concentración y dejo de azuzar al caballo para que corriera.

En esa fracción de segundos que Aura pasó a su lado, con los cabellos dorados al viento, con la mirada esmeralda llena de obstinación y la sonrisa radiante, con su cuerpo que parecía ser llevado por el viento, su perfecta coordinación con él animal. El Rey tuvo un Dejavu...

- ¡ Te gane!.- Detiene el caballo para recibir a su compañero con una mirada de victoria.

- No es verdad. Te di ventaja.- Le contesta él en tono seguro.

- Paris, acepta que perdiste.- Le dice ella con una de esas sonrisas que fascinan al príncipe.

- ¡Oh!, ¡Esta bien! Por esta vez ganaste.- Dice en tono resignado.

Desmonta y se acerca al caballo de Anais para ayudarla a bajar mientras dice:

- Ahora te daré tu premio.- Ella lo mira con ojos interrogantes.

- No acordamos ningún premio.-

Paris la acerca y la estrecha contra sí, le levanta la barbilla con una mano y acerca su rostro al de ella mientras sonríe con picardía.

- Yo siempre gano.-

Regreso de sus recuerdos para alcanzar a Aura que había logrado salir del bosque, sonreía contenta.

- Creo que gane.- Le dijo la chica con modestia.

- Si...- Fue lo único que atino a decir el joven Rey que se perdía en la sonrisa de aquella mujer que se parecía tanto a la de su querida Anais...

 

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- Osiris, Horus a leído en la mente del mago. Ya sabemos a donde se dirige el Rey.-

- Bien Mirash, tu iras por el. Tueris y algunos otros te acompañaran.-

A Mirash no le agrado del todo esto, pero acepto.

 

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Lo primero que vio Latis al abrir los ojos fue el hermoso cabello pelirrojo de Heli, que apoyada a un lado de la cama dormía en una silla. Ella y Caldina se había turnado toda la noche para cuidarlo, al parecer las flores que Heli trajera del bosque, que hechas té le había dado de beber a Latis, habían sido lo que lo había salvado.

Latis se sentó en la cama.

Heli se despertó con este movimiento.

- Lo siento, me quede dormida. ¿Cómo te sientes?.- Le pregunto al mismo tiempo que sonreía.

- Muy bien. Algo cansado. Gracias por cuidarme.- Y por primera vez, en mucho tiempo Latis sonrío. Esto hizo sonrojar a Heli.

- De nada. Pero lo que te salvo la vida fueron las flores que...-

- Pero tu estuviste conmigo.-

Por alguna razón, ellos se atraían, y no podrían ocultarlo por mucho tiempo. Se vieron fijamente a los ojos, y sus rostros se acercaron...

El ruido de caballos y un grito de Caldina, detuvo el beso que estaban apunto de darse...

 

Continuara...

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¡Hola!

¿Cómo están todos?

Y si, después de una larga ausencia, Anais vuelve a escribir ^^

¡Muchas gracias! ¡Chicas y Chicos que me escribieron y me alentaron para continuar esta historia! ¡Nunca lo hubiera logrado sin ustedes ^^!

¡También muchas gracias a ti que sigue leyendo esta historia!

Nos vemos en los siguientes capítulos.

Un gran beso de su amiga

 

Anais.