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"SECRETOS
DEL PASADO"
CAPITULO
NUEVE: “¿SUEÑOS O ALUCINACIONES?”
La
mañana se pasó lenta, al menos así lo sintieron los
viajeros, sentían que habían recorrido kilómetros
en un paraje desolado y sin vida, triste y apagado. Ya encontrándose
agotados, Alanis les pidió que hicieran un último esfuerzo
ya que estaba cercano un pueblo, pero ya habían pasado horas desde
que ella lo dijera y no sabían cuanto más les faltaría
por recorrer.
Gaya aún se sentía un tanto mareada, pero prefirió
no preocupar a los demás.
Empieza a hacer un poco de frío, ¿no Demi?
Sí Zircón. Cerca de aquí hay un pantano, se
debe a eso.
Gaya, ¿te sientes bien?
Sí sonrió débilmente a la pequeña
hada.
No te ves muy bien Gaya.
Estás algo ojerosa complementó Demeter.
No es nada, en serio. Mejor apresuremos el paso para llegar lo antes
posible a ese pueblo.
Mientras tanto, en el pueblo más cercano al que se dirigían
los viajeros, un aire tenso comenzaba a acercarse, pero no sabían
a que se debía, y no querían preocuparse por algo que no
les incumbiera.
¿Estás seguro? preguntó un hombre que
limpiaba una barra con un trapo húmedo.
Son noticias que me llegaron, habría que mandar a alguien
para que lo verificara. Ya sabes, noticias de vagabundos errantes, nada
confiable contestó otro hombre tomando su copa de la barra
del establecimiento. Pero no es algo como para que vayas a cerrar
tu taberna...
Lo sé, y más si no son noticias seguras el hombre
miró la copa del hombre que se encontraba frente a él.
Si ya la terminaste, págala.
Por cierto... ¿a qué crees que se deba esa neblina?
No cambies el tema, me debes dinero.
______________
EN
EL CASTILLO
Las chicas se encontraban en el cuarto
de costura en donde Caldina les tomaba medidas para confeccionarles sus
vestidos para la boda de Ascot y Tata. Anaís estaba subida sobre
un banquillo mientras que Caldina anotaba algunos datos en un cuadernillo.
La joven de verdes ojos se encontraba con la mirada perdida. Lucy y Marina
miraban por la ventana con cierto desinterés.
No puedo creer todo lo que está pasando en el castillo. Soy
yo, o como que creo que esto ya es demasiado extraño. Sin contar
el comportamiento de algunos de nuestros amigos.
Pues no sólo eres tú Marina quien lo ha notado. Sólo
mira a Anaís Lucy miró por sobre su hombro a la casi
autómota Anaís. Como un muerto vivo. Se veía más
delgada, y en su rostro se denotaba cansancio, unas enormes ojeras por
no dormir, una piel más pálida de lo normal.
Y no olvides la huída de Idalia y luego lo de Nikona, luego
Gurú Clef no sale de su biblioteca. Parece como si todos trataran
de alejarse... luego será Ascot. Pero me alegra que lo tuyo con
Latis vaya tan bien la pelirroja se sonrojó un poco.
Es cierto, pero también me preocupa lo que te pasa Marina.
No sé a qué te refieres
No importa. Luego terminaré por averiguarlo.
Marina miró fijamente a Lucy, pero ya no dijo nada.
Varios toques se escucharon detrás de la puerta.
Adelante pronunció Caldina ensimismada en sus mediciones.
Arydea y Presea entraron por la puerta.
Venimos a ayudar.
Gracias chicas. Anaís ya está listo, ¿Anaís?
¿Eh? Ah, sí Anaís se bajó lentamente
del banquillo, para luego sentarse en un pequeño sofá rojo
cerrando sus ojos para poder descansar un momento o tal vez su intención
era que sus amigas no la molestaran.
Marina, es tu turno.
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EN ALGÚN LUGAR AL SUR DE CÉFIRO
Ya estamos cerca dijo Alanis.
Eso viene diciendo desde hace mucho tiempo señorita dijo
Zircón con un poco de enfado.
No tienes por que quejarte si vas sobre el hombro del muchacho Zircón
frunció el entrecejo, pero ya no dijo más.
Además no es como si tuvieras que agitar tus alas todo el
camino le recriminó Estrella.
Puedes descansar un rato en mi mochila, si quieres.
Muchas gracias Gaya, pero... dijo el hada mientras se ruborizaba.
No es molestía Estrella, sé que estás cansada.
Pero... la joven abrió
un poco su morral-mochila y acomodó una bufanda color blanca.
No hay porque apenarse. Si Zircón viaja en el hombro de Demeter,
tú puedes viajar aquí. A mi no me molesta
Unos pasos más adelante en el horizonte se veían unas pequeñas
siluetas, algo lejanas e indistinguibles. Unos puntitos negros que pintaban
los campos verdes de un valle lejano.
Eso que ven a lo lejos colina abajo es la ciudad de PAI,
compraremos unas proviciones y descansaremos un poco. Ustedes comerán
e irán a la Hostería del Pueblo mientras que yo..., yo tengo
algunas cosas que hacer. Pero todavía falta un rato para llegar
allá.
Correría sino fuera porque estoy tan cansado; tú también
¿o no? ¿Gaya? ¿Estás bien? la joven
se notaba un poco más pálida que hacía unos minutos.
¡¿No será el efecto de lo que le hizo esa hechicera?!
gritó Zircón Seguramente ella ha sido la causante
del estado tan deplorable de Gaya.
¿Deplorable? preguntó dubitativa la chica
¿Tan mal me veo? Gaya sacó un espejo de la bolsa de
su morral-mochila y se observó un momento en él y luego
lo guardó como si nada. Como si nada extraño hubiera visto
en él.
______________
EN EL CASTILLO
Gurú Clef realizaba algunas anotaciones en su pequeño cuadernillo
revestido en cuero rojo con aquel símbolo en dorado en la parte
del frente que probablemente sólo el mago supiera cual era su significado.
El mago empapaba la pluma en la tinta color azabache para seguir escribiendo.
Hubieron unos cuantos toques a la puerta, primero quedos y luego más
fuertes. El mago se levantó lentamente de su asiento, arrastrando
su silla hacia atrás y luego levantándose como no queriendo
abandonar su lectura y su escritura. Caminó tranquilamente hasta
la puerta. Afuera se encontraba Kardín, el jefe o capitán
de los guardias del castillo.
Maese Gurú Clef disculpe que lo moleste, pero el general
Latis me pidió que le trajera un recado de su parte. Se me pidió
le dijera que alguien lo espera en el Salón del Trono.
Gracias Kardin, en seguida voy.
El guardia hizo una reverencia y se marchó de ese lugar. Gurú
Clef regresó a su escritorio, cerró el cuadernillo palpando
la recubierta de cuero como si se despidiera de ella. Regresó la
pluma a su sitio y cerró el tintero para después acomodarlo
en su respectivo lugar. Sopló sobre la llama que momentos antes
iluminara su lectura. Guardó el libro en uno de los libreros y
luego salió no sin antes cerrar con llave el lugar y guardando
la llave secretamente en su bolsillo.
En el Salón del Trono mientras tanto, había un hombre envuelto
en una manto gris claro y su rostro era cubierto por un capuchón.
Latis parecía vigilarlo, caminaba de un lado a otro como si lo
inspeccionara para descubrir su identidad, pero parecía no lograrlo.
El hombre silencioso y quieto parecía mirarlo entretenido.
La puerta del Salón se abrió. Gurú Clef entró
y observó al visitante, sobre todo el broche color cobrizo que
sostenía su manto.
¿Latis, podrías esperar afuera? pidió
el mago amablemente al ver al hombre del manto.
¿Estarás bien? preguntó el espadachín.
Gurú Clef no respondió, pero hizo un movimiento de cabeza
que indicaba un "si".
Latis salió de la habitación, no sin antes dar un último
vistazo al visitante. Era una media cabeza más bajo que el mago.
Por debajo del manto, salieron unas manos que quitaron el capuchón.
Debajo de éste, estaba un hombre de miraba gentil, pero disfrazada
por un rostro imperturbable. Un brillo joven, pero a la vez de madurez.
Los cabellos del hombre eran del color de la avellana y un poco ondulados
hasta la altura del hombro, así como unos ojos color miel. Gurú
Clef se mostró asombrado ante la visita.
Naoum... pronunció. El hombre o el joven, era difícil
saber su edad con seguridad. No parecía pasar de los 35 años,
aunque mirándolo atentamente podría parecer de unos 20.
Aunque su miraba aparentaba más sabiduría de lo que su apariencia
pudiera mostrar.
Doshi... hace algún tiempo que no nos reuníamos. Alrededor
de unos dos años, me parece, cuando por decisión de los
otros gurús se le asignó una prometida al joven príncipe.
Creo que no fue muy agradable en aquella ocasión y me parece que
aún guardas resentimiento contra ellos, o de otro modo hubieras
asistido a las reuniones.
¿De qué me sirvió que fuera nombrado el Gurú
Supremo, si cada uno hace su voluntad?. De cualquier modo, eso ya no importa
ahora y dudo que les importe Naoum permaneció un momento
en silencio.
No vengo en nombre de ellos Doshi, ellos no me enviaron, sé
que lo estás pensando. En realidad hubiera sido una visita agradable
ya que hay cosas que me hubiera gustado hablar contigo, pero temo que
no vengo por motivos sociales Gurú Clef pareció mostrarse
confundido. Necesito que vos me acompañéis a una empresa
que seguro también te concierne.
Pero...
Sé que el día de mañana es la boda de tu discípulo,
pero la razón que me trajo aquí es más importante
el hombre comenzó a buscar por debajo de su manto para luego
extender un rollo de papiro al mago. La mano del Gurú, aunque templorosa,
tomó el rollo, pero no lo abrió Se que vos soís
el encargado de la interpretación de los papiros, hace poco este
fue encontrado en las minas de Miyal Sairi. Sé que querías
guardar eso en secreto, pero 'ellos' se enteraron, no sé como,
pero lo hicieron. Y traté de impedir que supieran que vine aquí,
pero seguramente, en este momento ya lo saben.
>> Quise descifrarlo, pero temo que no soy tan bueno para esta clase
de lengua muerta, porque o es eso o... hizo una pausa para tomar
aire ...o algo no anda bien en Céfiro.
Gurú Naoum comenzó a pasearse por el gran Salón mientras
que Gurú Clef tenía una mirada de preocupación que
le inundaba.
Pero no es para que pongáis esa cara, al menos no por ahora.
Hay algo más importante que esos papiros en este momento, y por
eso necesito que me acompañéis, no os obligaré sino
lo deseas, y no quiero comprometerte Doshi...
¿Sucede algo malo en el sur? preguntó Gurú
Clef mientras desenvolvía el papiro y daba una inspección
rápida a éste. Su rostro comenzaba a tornarse turbado.
No, aunque he abandonado mi puesto en el castillo del sur, he dejado
a gente de mi más entera confianza. Mis discípulos son bastante
fiables y tienen alma de guerrero por si se presentara alguna adversidad.
Pero tengo una misión y vine con el Doshi Supremo no para que me
diera permiso porque sé que vuestras palabras contradecirán
las decisiones que he tomado.
No entiendo de que hablas Naoum dijo ahora enrollando nerviosamente
el papiro otra vez.
Bríndame unos minutos y te lo explicaré, así
decidirás si me acompañas o no. ¿Queréis oír
mi historia?
Gurú Clef no respondió, pero lo miró fijamente a
los ojos.
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EN ALGÚN LUGAR AL SUR DE CÉFIRO
¿Cuánto tiempo ha pasado de viaje? preguntaba
Zircón fastidiado.
¡Calla a ese gnomo, por favor! gritó Alanis con
enfado, mientras iba delante de los chicos y se daba un ligero masaje
con sus dedos índice y medio en la sien.
Sería bueno que te calmaras Zircón, o la joven Alanis
se enojará.
Y ella no será la única agregó Gaya burlonamente.
Vaya, estos humanos.
Ya te lo dije, no debes de quejarte, tú vienes sobre mi hombro.
No has caminado nada, así que deja de replicar.
Pero, pero...
En eso le doy la razón a Demeter. O por que no haces lo mismo
que Estrella y te duermes un rato.
Dio un suspiro como respuesta y no volvió a hablar en todo el viaje,
sólo admiraba el paisaje melancólicamente como si extrañara
algo.
Pronto llegaron a lo que en tiempos remotos fuera un puente.
Aquí tienes el puente de Gizam, Demeter se detuvo Alanis.
En verdad está destruido, pero parece que fue la corriente
del río la que lo hizo.
De hecho, así es.
¿Por qué no lo dijo?
Esperaba que con esto comprendieran que no les voy a hacer daño.
¿Sabe que sucedió con el Ogro?
No con seguridad respondió la hechicera. Quizá
está escondido o muy lejos de aquí.
>> Viajaremos al Este, al vado y ahí podremos atravezar el
río. Unos pasos adelante, encontraremos las faldas de la colina
que nos llevará a PAI, ahí descansaremos, pero todavía
falta un gran tramo y será un poco sinuoso y quizá un tanto
agotador, pero sería bueno llegar antes de que el sol se oculte.
Las bestias suelen salir por las noches y son más peligrosas.
¡¡¡Usted dijo que ya faltaba poco!!! gruñó
Zircón.
Sí, para llegar al puente, y aquí estamos dijo
Alanis tranquilamente ignorando la mirada asesina de Zircón.
Bueno, entonces sigamos.
______________
EN EL CASTILLO
Ya habían pasado algunos minutos. La puerta del Salón aún
permanecía cerrada, Latis caminaba inquieto afuera de ella, estaba
preocupado por si algo le ocurriese a Gurú Clef.
¿Qué sucede Latis?
Ah, Ascot...
Te ves inquieto. ¿Gurú Clef está adentro?
Sí, con un visitante.
Por fin las puertas se abrieron lentamente, el rostro de Gurú Clef
se mostraba serio.
¿Todo bien? Gurú Clef guardó silencio
por un momento.
Latis necesito hablar contigo un momento.
El Gurú se adelanto unos cuantos pasos por el pasillo seguido por
Latis. Ascot se quedó ahí parado confundido, se giró
hacia el interior del Salón, a unos pasos de la puerta vio a Naoum.
Ascot, ¿cierto?
¿Eh? Sí.
Felicidades por tu futuro matrimonio.
Muchas gracias, eh... ah...
Naoum, mi nombre es Naoum.
Naoum se le quedó mirando fijamente por unos instantes y luego
sus pupilas se dilataron.
No me había dado cuenta...
¿De qué?
Te le pareces mucho... Son casi idénticos sonrió
el gurú. Ascot no entendió a que se refería.
Gurú Clef permanecía de pie con la cabeza gacha a espaldas
de Latis.
¿Sucede algo malo Gurú Clef?
Necesito que me hagas un favor Latis. Quiero que des un aviso a
las tropas de Céfiro.
¿Y eso para qué?
Sólo por precaución.
Pero pronto partiremos a...
Cizeta, lo sé. Pero no iré. Hay algo en Céfiro
que necesita de mi presencia.
El mago se giró hacia el espadachín, tenía una mirada
perturbada, opaca y quizá sin brillo alguno, como si una carga
pesada recayera sobre sus hombros.
No les digas que no iré. Diles que llegaré después.
Se preocuparán si se los digo, así que quiero que sea un
secreto.
¿Tan importante es? ¿Por qué no me dices lo
que suc...?
¡No Latis!, sólo haz lo que te pido. Que tengan preparados
algunos caballos y armas. Y que estén alertas.
Si es tan importante, debería quedarme.
Latis... debes ir. Ya te lo dije, es por precaución. No es
tan importante como suena. Ninguno de ustedes estará vigilando
el castillo, así que no sobraría esta protección.
¿Saldrás del castillo?
Gurú Clef dirigió un vistazo hacia la puerta del Salón
y luego volvió su mirada al espadachín.
Debo apresurarme. Hazme ese favor Latis suspiró.
De acuerdo. Pero luego tendrás que explicarme de que se trata
todo esto.
Gurú Clef sonrió aunque fue una sonrisa un poco forzada.
Luego se dirigió al Salón y comenzó a hablar en una
lengua extraña para el espadachín y el hechicero, extrañamente
suave y dulce con el otro gurú. Naoum parecía entender lo
que decía. Habló en la misma lengua para ponerse de acuerdo
con el mago.
Bueno, me dio mucho gusto verlo joven Ascot. Le deseo mis más
grandes felicitaciones y que el espíritu de Céfiro os acompañe.
Gracias.
Gurú Clef dio un último vistazo a Ascot y puso su cetro
en su cabeza, cerró los ojos, le sonrió al hechicero y luego
salió del recinto dejando a Ascot muy confundido.
¿Latis, tú sabes que fue todo eso?
Será mejor que les digas a los demás que la nave para
ir a Cizeta ya está lista.
¿Y tú qué harás?
Tengo que hacer algo antes.
Latis salió corriendo por el pasillo para dirigirse a su encomienda
y hablar con los soldados. Ascot no comprendía lo que sucedía,
pero no le prestó importancia.
Gurú Clef y Naoum llegaron a la biblioteca, ahí el Doshi
tomó los papiros y los depositó en su escritorio mientras
buscaba las interpretaciones en las que había trabajado esos días,
el libro de cubierta roja. Luego los tomó todos entre sus brazos
mientras sentía como una sombra lo cubría.
Debes estar seguro Doshi... o de lo contrario esa duda puede darles
ventaja.
Antes debo ir por algunas cosas a mi habitación.
Supongo que a cambiarte el ropaje. Eso sería prudente, no
debemos llamar mucho la atención. Ropa cómoda sería
una buena idea, traigo una túnica para vos, así que de eso
no tienes porque preocuparte.
Afuera les esperaban dos corceles, pero ninguno de los guardias se dio
cuenta de su presencia. Gurú Clef y Naoum salieron del castillo
sin ser vistos y partieron prontamente.
o
~ o ~ o ~ o ~ o
Ya era una tarde soleada, ya todos habían
almorzado excepto Gurú Clef, por obvias razones. La nave para viajar
a Cizeta ya estaba lista, no era una nave muy grande, algunos ya se encontraban
a bordo. Sarek, el piloto que en algún momento llevara a las guerreras
y a Latis a Autozam, ahora pilotearía la nave con dirección
a Cizeta. No era una nave muy grande, pero lo suficientemente cómoda
como para soportar el largo viaje, ya que Cizeta se encontraba más
alejado que Autozam, llegarían la mañana del siguiente día.
Pero ese no era problema ya que la boda sería en la tarde. Ascot
sentía como su corazón palpitaba de emoción, no aguantaba
las ganas de ver a su futura esposa, pero sabía que debía
esperar.
¿Qué pasa con Gurú Clef? dijo Caldina
caminando de un lado a otro y con los brazos cruzados.
Él viajará en otra nave, dijo que tenía unas
cosas que hacer y que llegaría después.
Típico de él, pero no nos iremos sin él.
Yo iré con él en la otra nave. Llegaremos.
Sino fuera por ti, sería capaz de quedarme y llevarlo arrastrando.
No será necesario Caldina.
¿Entonces irás con Gurú Clef, Latis?
Sí, hermano. Bueno, es hora de que partan ya, o se les hará
tarde.
Los últimos que faltaban por subir ascendieron a la nave. Los motores
fueron encendidos, el ruido era ensordecedor. La nave comenzó a
alzar el vuelo, levantando partículas de tierra y polvo. Pronto
ganó altura y Latis vio como la nave partía a toda velocidad
hasta convertirse en un punto en el cielo.
Lamento haberles mentido murmuró Latis, pero
sé que si a Gurú Clef le preocupa algo de ese modo, entonces
debe ser algo importante.
_________________________
EN PAI, SURESTE DE CÉFIRO
Ya habían pasado algunas horas, el sol color carmesí comenzaba
a ocultarse por el horizonte, los viajeron ya habían llegado al
vado y ya lo habían atravesado sin incidentes. Continuaron su camino
hacia el noreste, a lo lejos se veían ya la figura de unas casitas,
lo que indicaba que se encontraban cerca. Caminaron por unos minutos más
hasta llegar al pueblo, daba la impresión de ser un lugar tranquilo
y poco bullicioso. Se adentraron en él. Muchas de las señoronas
miraban curiosas a los nuevos visitantes, sobre todo a Gaya y su extraña
vestimenta.
Me siento un poco extraña comentó la joven en
voz queda.
Tendremos que hacer algo con tu atuendo, llamas mucho la atención
y eso no es bueno.
Se detuvieron ante una gran casa de dos pisos, y aunque era de madera
y piedra, se veía que era muy resistente, se le veían las
marcas de los años, pero que había resistido a las peores
temporadas, lluvias, fuertes vientos y al parecer también fuego.
Alanis entró pidiendo a los cuatro que permanecieran afuera por
un momento.
Vaya que si me siento como un fenómeno de circo siendo observada
de ese modo.
Bueno, es que en pueblos como éste no es muy común
ver gente extraña, si me comprendes.
Ese comentario no fue nada amable ¿sabes?
No, no me refería a eso rió Demeter. En
este pueblo yo también soy extraño, pues vengo de lugares
remotos. No es muy frecuente que lleguen viajeros.
No sé ustedes pero, ¡me muero de hambre! gritó
el pequeño gnomo.
¡Cállate! le tapó la boca Demeter
Recuerda que estas personas no ven seres como tú muy a menudo.
Si es que no es mucho decir que nunca.
Alanis salió por la puerta.
Esta es la hostería. Aquí descansaremos hoy, mañana
partiremos antes del alba.
¿Qué hay con el dinero? preguntó el joven.
Eso ya está arreglado. Sólo que tendremos que compartir
la habitación los cinco. Vete a dar un baño se dirigió
a Gaya. La señora que se encuentra dentro te proporcionará
ropa nueva y te dirá cual es la habitación. Ustedes pueden
descansar un rato mientras yo vuelvo.
Alanis se marchó sin dar más explicaciones.
Vaya tipa rara dijo Zircón.
Gaya por qué no los llevas dentro, yo iré por algunas
proviciones mientras tanto.
De acuerdo.
No tardaré mucho.
¿Y por qué tengo que irme con Gaya y Estrella?
Porque ya me canse de oír tu voz rió y se marchó.
Así pues, Gaya, Estrella y Zircón se encaminaron a la hostería.
Demeter comenzó a vagar tratando de ir conociendo la ciudad, y
así tratar de encontrar una tienda donde pudiese comprar víveres.
Pero a su paso alguien le interrumpió poniendo su mano en su hombro.
Era una persona media cabeza más alto que él, vestía
una larga capa color azul zafiro sostenida por un lindo broche en forma
de 'no me olvides', mientras que su rostro era cubierto por un capuchón.
Cuando se quitó el capuchón, se dio cuenta de que era un
joven de cabellos dorados brillantes como el sol, pero que por el rojo
sol, le daban una ilusión de color cobrizo, ojos grises y brillantes,
pero no era un brillo cualquiera, era algo místico; su piel era
blanca como la nieve, de facciones muy finas y era extrañamente
hermoso. El joven sonrió.
Demeter... pronunció el joven.
¿Lihue...? preguntó dudoso.
¿Tanto tiempo tiene que no nos vemos que ya no reconoces
a un viejo amigo? respondió con voz melodiosa, sonriendo.
No, es que... no sabía que tú... tú me entiendes.
Sí, que un Elfo pasee por estas tierras, lo sé.
¿Entonces que haces aquí? Sí la gente...
De eso no hay que preocuparse. Y vengo aquí a vuestro encuentro
noble Demeter.
Creo que no comprendo.
Se me pidió que te trajera algo de suma importancia. Se me
dijo que vendrías aquí y que tenía que llegar lo
antes posible, y así lo hice.
¿Qué es eso de suma importancia? ¿De quién?
¿Por qué?
Que os parece si me acompañáis a esa loma señaló
el elfo por debajo de su capa y colocándose nuevamente el capuchón.
Ambos se dirigieron algunos pasos arriba. Lihue parecía inspeccionar
minuciosamente los alrededores.
Debajo de la sombra de un viejo árbol de hojas oscuras ambos se
miraron, Demeter esperando una explicación y Lihue tomando un respiro
de alivio se quitó el capuchón nuevamente.
Bien, creo que no habrá problemas.
¿Por qué tanto misterio? No me has dicho aún
que sucede. Sé que el venir a tierra de hombres para los elfos
no es algo agradable. Y si un elfo como tú ha venido, debió
ser muy necesario. Quisiera que me explicaras que te ha traido aquí.
Con calma, noble Demeter. Hacéis muchas preguntas y yo no
soy quien para contestarlas. Sólo vengo de misión, y en
cuanto la cumpla debo partir pronto, ya que hay asuntos que me conciernen
en lugares remotos y cada minuto es importante.
¿Eso qué quiere decir?
No desesperéis. Primero me da gusto veros a salvo y a vuestros
acompañantes también.
¿Cómo sabes eso? Demeter comenzaba a desesperarse
con tanta intriga.
No, no movió su cabeza de un lado a otro. Ya
os lo he dicho, no puedo contestar a vuestras preguntas, tardaría
mucho tiempo. Y el tiempo antes que caiga la noche es precioso.
De debajo de su capa sacó un objeto, era alargado y estaba envuelto
en tela atado con un pequeño cordel. Lo tomó con ambas manos
y luego se lo extendió a Demeter. Demeter dudó, pero al
ver el rostro de su amigo tomó el objeto entre sus manos.
No la abras aún.
¿Para qué una espada? el elfo sonrió,
aunque era una sonrisa apagada.
Para protección. Yo mismo la he forjado, fue especialmente
hecha para vos.
¿Una espada para mí? ¿Te has molestado en crear
una espada y has hecho un largo viaje para que me proteja? Lihue,¿qué
sucede? Si bien, sé que hay animales salvajes en los parajes cercanos
a este lugar, pero no tenías que hacer todo esto para traerme una
espada hecha por ti. Sabes que cuento con la ayuda de Schlange y Vogel.
Ellos saben que Schlange y Vogel, vuestras criaturas, están
malheridas.
¿Ellos? su mirada se ensombreció un poco ¡¿Y
ellos que tienen que ver conmigo?! dijo ahora exaltado ¡Cuando
les pedí ayuda, ellos se hicieron de oídos sordos! Entonces
esto es por su conveniencia, ¿no es así?, o de lo contrario
no te hubieran pedido ayuda. Y en todo caso, ¿cómo sabían
que pasaría por aquí?
El viento proveniente del norte se los dijo y saben a donde vas,
por esa razón me pidieron ese encargo y que viniera lo antes posible
a tu encuentro.
Demeter observó con rabia el paquete que tenía en sus manos
y estaba dispuesto a devolvérselo a Lihue, de no ser por el rostro
de preocupación que éste tenía.
A ver, déjame ver si entiendo correctamente. Ellos saben
a donde voy ¿y por eso me mandan hacer una espada con los elfos?
Son unos ridículos.
No, por cierto. Pero no hay razón por la que debas entender
ahora joven Demeter. Se te darán explicaciones a su debido tiempo.
Detesto que lo elfos siempre me den respuestas así luego
el rostro de Demeter se cubrió por una sombra de tristeza y evitando
derramar lágrimas, miró a su amigo. Ya saben algo
de...
Temo que aún no, querido amigo. Céfiro no nos brinda
muchas respuestas, y los ríos no traen buenas nuevas.
Ya veo... dijo en un susurro. Lihue ya no quiso consolarlo
puesto que sabía que no serviría de nada.
Noble Demeter es el momento de la despedida, debo partir antes que
la noche caiga a tierras lejanas. Hay más encargos que debo cumplir,
y mientras el Sol no se haya ocultado por el horizonte, brillará
la esperanza.
¿En verdad tienes que irte? ¿Por qué no me
acompañas? Recuerdas que solíamos ir...
En otro momento quizá os hubiera dicho que aceptaba vuestro
ofrecimiento, pero el viaje que os espera no es para un elfo. Además
ya lo he repetido antes, tengo trabajos importantes que realizar antes
de regresar a casa. Y me arrepentiría de no realizarlos lo antes
posible si no hay un mañana. ¡Cuidaos!, que vuestro camino
es más pedregoso de lo que vos imaginas. ¡Proteged bien a
vuestros acompañantes, esa es mi recomendación! Que Céfiro
los lleve con bien. Serán arduas jornadas, pero no dejes que la
desesperación se apodere de tu corazón Demeter sintió
como una tristeza le acogía el corazón y no sabía
la razón.
Lihue colocó ambas manos sobre la cabeza de Demeter, con una sonrisa
triste se despidió de él.
¡Adiós amigo! Espero que vos y vuestros amigos lleguen
con bien al destino que les espera.
Y así, agitando su mano en el aire, el elfo Lihue se despidió
de Demeter, caminando por una vereda colina abajo perdiéndose en
la oscuridad y de los ojos de Demeter.
Demeter permaneció de pie sobre esa colina por unos instantes mientras
veía como el corazón rojo de Céfiro se ocultaba en
el horizonte, dejando que el viento jugara con su cabello y su mirada
se perdía en el camino por el que su amigo se fuese ya hacía
unos minutos. Luego observó la espada envuelta que sostenía
su brazo derecho. Comenzaba a sentir un gran peso, pero no debido a la
espada, era algo más y no lo comprendía.
Luego, recobrando sus sentidos, regresó por su camino para dirigirse
a la Hostería.
Gaya había tomado un reconfortante y vigorizante baño, envuelta
en el camisón que le había proporcionado la dueña
del lugar, se echó en una de las camas a descansar. Estrella y
Zircón discutían como ya se había vuelto costumbre.
...Te digo que no replicó el hada Y ahora te
lo contestará Gaya. ¿Verdad Gaya?
Pero Gaya dormitaba, su respiración era tranquila. Aún no
había probado bocado después de la larga caminata y en su
rostro mostraba agotamiento.
Creo que estaba más cansada de lo que yo creí dijo
Estrella no entendiendo como es que no la habían despertado los
gritos de Zircón.
Minutos más tarde, Alanis entró a la habitación con
algunos bultos entre sus brazos.
¿Dormida a estas horas? preguntó observando
a Gaya acurrucada.
Después de tomar un baño, se recostó sobre
la cama. Al parecer estaba muy cansada ya que se durmió inmediatamente.
Será mejor despertarla, no es bueno que no coma. Y si duerme
desde ahora despertará más temprano de lo acostumbrado y
no tendrá fuerzas para el viaje.
Entonces la despertaré dijo Estrella acercándose
a Gaya. Comenzó a moverla, pero no despertaba ¡Vamos
Gaya, debes comer algo! ¡Levántate! pero nada sucedía,
la joven parecía estar inmersa en un sueño muy profundo.
Alanis se acercó a Gaya para despertarla, pero tampoco daba resultado.
No será acaso un efecto de tu pócima, bruja recriminó
el gnomo con enfado.
Alanis no prestó atención al comentario de Zircón.
Se dio cuenta que el rostro de Gaya estaba teñido por un color
rosáceo. Puso una mano sobre su frente y se dio cuenta que la joven
ardía en fiebre.
Lo que me faltaba murmuró la hechicera Y justo
ahora que no recuerdo ningún hechizo de curación.
¿Qué le pasa?
Tiene un poco de fiebre. Hay que bajársela de inmediato.
Moja una toalla con agua fría y pónsela en la frente.
Pero yo... no podré cargar semejante peso. Aunque... quizá
lo que si pueda hacer es bajar su temperatura, aunque no se me enseñó
a curar enfermedades sino heridas.
El hada se acercó a la frente de Gaya, cerró sus ojos tratando
de concentrarse y en su pequeña mano comenzó a formarse
una energía color blanca que se introdujo en la frente de Gaya.
La fiebre había bajado muy poco, casi nada, pero Gaya no había
despertado.
Creo que no fue de mucha ayuda dijo Estrella, mientras caía
pesadamente sobre la cama Bajó muy poco su fiebre.
Como se nota que necesitas entrenar Estrellita.
Sino fuera porque estoy agotada te daría una paliza Zircón
respiró profundamente.
Alanis se mostró asombrada, pero no dijo nada.
Será mejor dejarla descansar, así se recuperará,
espero y así salió de la habitación. Bajó
las escaleras. Las linternas ya estaban encendidas. Abajo vio sentado
a Demeter en una de las mesas. No había nadie más en el
comedor de la hostería. Demeter no se percató de su llegada,
estaba sumido en sus pensamientos. Alanis se sentó a la mesa donde
él estaba.
Ah, señorita Alanis, no ví cuando llegó. ¿Puedo
hacerle algunas preguntas? Alanis lo miró fijamente.
Supongo, pero no sé si podré contestar a todas ellas.
¿Por qué no comes algo antes?
Estaría bien, pero ¿qué hay de Gaya y los demás?
Gaya está durmiendo dudó un momento en decirle
o no de la fiebre de la chica, pero prefirió no hacerlo.
Por el hada no hay que preocuparse. Supongo que si te refieres al gnomo,
deberías llevarle algo.
Sí... bueno. Sí quisiera hacerle las preguntas, si
me lo permite.
Adelante.
El dueñó de la Hostería llevó un vaso con
un líquido espeso a Alanis y con una sonrisa luego se marchó.
Usted dice que va hacia el mismo lugar al que nos dirigimos y según
me he dado cuenta usted no camina a su ritmo acostumbrado, lo que me lleva
a pensar que la estamos retrasando. ¿por qué aún
así decide acompañarnos?
Tengo cosas que hablar con mi mentor, pero tampoco puedo dejar a
un grupo de jóvenes vagar por estas tierras, es peligroso tomó
un poco del líquido.
Lo que me lleva a mi segunda pregunta. ¿Qué hay de
peligroso en este lugar? No conozco a la perfección estas tierras,
lo admito, pero según lo que sé, estás son tierras
tranquilas. ¿Por qué habrían de ser entonces peligrosas?
Alanis dejo el vaso sobre la mesa y lo miró a los ojos, pero no
respondió nada. Demeter ya comenzaba a acostumbrarse a tal actitud
por parte de la hechicera. Cuando guardaba silencio, sólo podía
significar que no podía o no quería contestar a las interrogantes.
Ya veo... ¿Y sabe por qué nos atacó ese unicornio
en el Bosque? Conozco poco a los unicornios, pero sé que son pacíficos.
No lo sé con seguridad pareció titubear.
Alanis no dijo más, sus ojos miraron a una esquina, como si algo
estuviera regresando a su memoria.
El regalo que tienes en tu poder será útil en el futuro
Demeter se quedó helado.
¿A qué se refiere?
A lo que guardas debajo de esa tela. Pero es algo que no me concierne
Demeter no tenía palabras, se sentía descubierto e
indefenso.
¿Sabe si ocurre algo en Céfiro?
Alanis lo miró fijamente. Demeter se mostraba serio, sabía
que cosas raras ocurrían en el planeta, porque desde hacia algunos
días que sentía el aire enrarecido. Alanis tomó un
poco más del líquido y guardó silencio nuevamente,
y este silencio confirmaba aún más lo que temía Demeter,
de que no estaba tan equivocado.
Después de un largo rato, ambos volvieron al cuarto, Estrella cuidaba
de Gaya mientras que Zircón estaba sentado sobre la ventana admirando
las lunas cefirianas.
¿No ha despertado? preguntó Alanis al hada.
No respondió tristemente.
Te he traído algo Zircón Demeter le extendió
al gnomo un pedazo de pan y un poco de leche fresca.
¿Pan? ¿Leche? ¡¿De qué me has
visto cara Demeter?! Un poco de setas, patatas y aguamiel no hubiera estado
mal gruñó indignado ¡Bah! De cualquier
forma estoy hambriento, supongo que estará bien con esto.
Deja un poco para cuando la chica despierte, seguro que cuando lo
haga le dará hambre.
Demeter puso un gran pedazo de pan, una fruta y un vaso con leche fresca
sobre una cómoda al lado de la cama en la que Gaya dormitaba.
Pasaron algunas horas silenciosas. Alanis les aconsejó que se durmieran
y apagó la luz débil y ambárica de una lámpara
de aceite. Demeter sobre un catre permanecía quieto, pero no podía
dormir, pensaba en las palabras de su amigo y cada vez que trataba de
buscar una respuesta a los acertijos, le parecía más incierta
la razón de porque le habían pedido hacer una espada élfica.
Después se quedó profundamente dormido. Alanis descansaba
mientras tanto en la otra cama que tenía la habitación,
yacía ahí apaciblemente.
Estrella estaba recostada en la misma cama de Gaya cobijada un poco gracias
a Demeter.
Ya cuando todos se habían dormido, una intranquilidad inundó
los sueños de Gaya, su rostro se notaba inquieto.
Gaya se encontraba en medio de una desolada campiña. Miraba a su
alrededor, pero no había más que pasto verde. Su piel se
erizó, y luego se dio cuenta que no se encontraba sola, a su lado
estaba el hombre de cabellos grises con un rostro inexpresivo. Gaya recordó
la horrenda visión de su antiguo sueño y se llevó
las manos a la cabeza cerrando sus ojos tratando de olvidar tan temible
recuerdo. La tierra comenzó a temblar, Gaya se tambaleó
y cayó de rodillas, el hombre le ayudó a levantarse. La
miró fijamente por un momento y luego puso una mano sobre su frente.
Gaya sintió algo extraño que hizo que retrocediera. El hombre
sonrió, y luego con un ademán le indicó que escuchara.
Gaya sintió miedo. Escuchó un ruido ensordecedor en la lejanía.
Sintió que había perdido el oído, porque por un momento
no escuchaba nada. Observó como llamaradas de fuego volaban por
el cielo, el cual estaba oscurecido, y sólo hasta ese momento era
que se había dado cuenta. La tierra volvió a estremecerse
y el hombre le pidió que escuchara a lo lejos. Gaya, ahí,
de pie, en la nada, prestó atención. Se escuchaba como si
algo chocara contra la tierra varias veces y que se acercaba a ellos.
Gaya reconocía ese sonido, eran cascos de caballos, y por el ruido
atronador podía casi asegurar que eran cientos, quizá miles
de ellos que se acercaban apresuradamente.
El hombre señaló a su otro extremo y de ese lugar también
se escuchaba el mismo sonido. Gaya pudo observar como de una colina bajaba
un gran ejército a caballo, hombres vestidos en ropajes negros
y mirada fiera. Del otro lugar, también se aproximaba un ejército.
Gaya quería correr y gritar al mismo tiempo, pero sus fuerzas le
fallaron. Ambos se acercaban peligrosamente a ella y no podía moverse.
Buscó con la mirada al hombre, pero ya no se encontraba ahí.
Ninguno de los jinetes se acercó a ella, como si no existiera.
Se escuchaban los tronadores choques de las espadas contra los escudos.
Lo siguiente que vio fue horripilante, se le heló la sangre. los
hombres de negro parecían tener ventaja en cantidad y fuerza. Varios
de los adversarios habían sido atravezados con lanzas. Algunos
eran cruelmente mutilados y ella ahí, sin poder hacer nada, hasta
que la voz le regresó y gritó con todas sus fuerzas.
Gaya despertó agitada, el sudor recorría su rostro, sus
manos estaban temblorosas. ¿Por qué en los últimos
días había tenido sueños que asustarían hasta
al hombre más valiente? ¿Sería acaso que Céfiro
fuera el que influyera en eso? Miró por sobre las sombras y se
dio cuenta que todos se encontraban durmiendo. Clavó su mirada
en la ventana, desde donde se filtraba la luz tenue de las lunas por las
delgadas cortinas. Se levantó de la cama y se dirigió a
ella, movió un poco las cortinas y de pronto algo que estaba afuera
hizo que la piel se le erizara. El hombre de cabellos color plata se encontraba
en medio de la plaza del pueblo mirando en la dirección del cuarto
de la chica. Gaya creyó que estaba soñando así que
frotó sus ojos, pero él seguía ahí, inmóvil
mirándola fijamente.
Gaya no vaciló ni un sólo instante y con el camisón
pardo y descalza, salió a su encuentro. Bajó rápidamente
las escaleras casi tropezándose en el último escalón,
y hubiera caído, de no ser porque se sostuvo de la baranda de madera
de tal modo que se hubiera escrito una canción con la acrobacia.
La puerta de la Hostería estaba cerrada, sabía que si comenzaba
a golpearla despertaría a todos así que buscó otra
salida. Había una puerta trasera, pero al igual que la del frente,
estaba cerrada con candado. A la chica no le quedó otra más
que escabullirse por una ventana.
Ya afuera, comenzó a correr desesperadamente, pero sus esfuerzos
parecían haber sido inútiles, él ya no se encontraba
ahí. Pensó que se encontraría cerca, así que
comenzó a buscarlo, pero no lo encontró. Cansada y con los
pies doloridos, se detuvo y se recargó sobre una pared mientras
trataba de recuperar el aliento. Miró hacia el cielo y le pareció
ver como si una nube negra zurcara los cielos tragándose las estrellas
y la luna.
Sola y en la oscuridad, y ya habiendo recuperado el aliento miró
a sus alrededores y se dio cuenta que estaba perdida. No reconocía
las casas; mucho menos recordaba por donde había corrido. Alzó
su vista para ver si veía por sobre las casas la Hostería.
Era una de las casas más altas, ya que contaba con la planta y
dos pisos más, pero fue inútil.
Comenzó a caminar por las oscuras calles de PAI, a lo lejos
vio una silueta. Se detuvo aterrada. La silueta se aproximaba más
y más, sosteniendo una lámpara.
¿Qué haces aquí? preguntó un hombre
alumbrando a la chica para tratar de reconocerla Ah, eres uno de
los visitantes Gaya no hablaba. ¿Acaso eres muda?
Eh... no señor, lo lamento.
¿Qué haces afuera a estas horas?
Es que creí... creí escuchar un grito y fui a ver
si alguien necesitaba ayuda.
El hombre le miró con incredulidad. Yo no escuché
nada. Quizá estabas soñando.
Sí, quizá... ¿podría decirme donde queda
la Hostería?
Así que estás perdida rió burlonamente.
Te llevaré hasta allá.
El hombre encaminó a Gaya a la Hostería, pero se dio cuenta
que estaba cerrada, y miró intrigada a la chica. Gaya sonrió
nerviosa y tímidamente.
Está bien aquí señor, muchas gracias por traerme.
La Hostería está cerrada dijo el hombre, esperando
que la chica le diera una explicación de como era que había
salido.
Bueno, es que salí por la puerta trasera, pero está
bien, tomaré un poco de aire y luego entraré. Muchas gracias
por encaminarme.
El hombre aunque inconforme se marchó de ahí. Gaya suspiró
aliviada y entró nuevamente por la ventana. Entró silenciosamente
al cuarto. Todos permanecían dormidos aún. Gaya observó
el pan, la fruta y el vaso de leche, hasta ahora recordaba que ya habían
pasado varias horas y ella no había probado bocado, parecía
haberlo olvidado. Pero no sabía si era para ella, aunque suponía
que así lo era. Comenzó a comerlo a pequeños bocados,
no era mucho, pero le supo a gloria. Observó a la ventana desde
su cama y vio que la nube negra ya no ocultaba las lunas y la luz iluminaba
un poco el cuarto.
Ya no pudo dormir, no sabía que hora era, mucho menos sabía
cuanto había dormido.
Belly
Tiamat Atardecer.
pau_pooky@hotmail.com
© Todos los personajes (excepto
los inventados por mi) son propiedad del grupo CLAMP y ésto no se
hace con fin de robar o ganar dinero, así que no me demanden.
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