Azul Profundo.
Los
pájaros trinaban alegremente desde los árboles, algunas ardillas correteaban en
mitad del pasto peleando por una nuez que les hubiera lanzado un niño que reía
al verlas.
-
Has estado muy callada? –
dijo Rafael rompiendo el silencio que se había formado, ambos se encontraban
sentados en la misma banca donde la chica hubiera conocido a Esmeralda. – acaso
te sientes mal?
-
No, para nada, sólo pensaba
en un sueño que tuve.
-
No te preocupes, los sueños
sólo son sueños, nunca llegan a hacerse realidad. – sonrió Rafael.
-
Tal vez – dijo Umi “pero me
gustaría que no hubiera sido realidad” pensó al momento.
-
Umi...
-
Sí. - respondió la chica con
una sonrisa.
-
Te gustaría...mmm... ser mi
novia. - dijo Rafael y Umi desvió la vista.
-
Yo... - volteó a verlo, un
brillo de ilusión apareció en los ojos del chico. - Yo... es que yo.... - a Umi
se le quebró la voz al recordar a Clef y guardó silencio, el tiempo comenzó a
correr hasta que el silencio comenzó a volverse incómodo.
-
No respondas - dijo Rafael
bajando la vista después de un par de segundos. - creo que me hice muchas
ilusiones.
-
Rafael yo... - Rafael colocó
uno de sus dedos en los labios de Umi.
-
No digas nada - Rafael tenía
su rostro sostenido con las manos, sin pensarlo se acercó, besando a la chica
en la mejilla.
Rafael
volvió a mirarla.
-
Creo que esto fue todo.
-
Lamento que las cosas no
resultaran como esperabas.
-
Yo también. - respondió
desilusionado el chico. - Volveré a
verte? - preguntó mirando a la chica.
-
Sí, pero creo que lo mejor
será no vernos por un tiempo
-
Tienes razón, quieres que te
acompañe a tu casa.
-
Muchas gracias, pero no es
necesario.
-
Bueno entonces... - Rafael se
levantó. – Nos veremos.
-
Nos veremos - dijo Umi y sólo
permaneció sentada en silencio viendo como Rafael se alejaba. - Lo siento
Rafael pero no sería justo que te engañara con algo que no siento. - Umi se
cubrió los ojos con las manos y dando un suspiro levantó la vista hacia el
cielo. – me pregunto, si hubiera pasado más tiempo contigo hubiera llegado a
quererte? – El firmamento se oscurecía lentamente - Quiero volver a Céfiro. -
dijo en tono de deseo mientras la primera estrella apareció en el firmamento,
se levantó y se dirigió hacia su casa.
***
La
habitación estaba sumida en la oscuridad, las únicas figuras que podían divisarse
por los leves destellos de luna que irrumpían iluminando ligeramente el espacio
eran una niña de cabellos claros y una chica sentada a su lado.
-
Cuando esto comience
protegeré a Rafael. – dijo Esmeralda sentada en su cama, la pequeña balanceaba
sus pies de adelante hacia atrás en el borde de la cama mientras se apoyaba en
sus manos recostándose un poco. – No dejaré que lo despierten con sus hechizos.
– dijo en un tono serio.
***
Demon
se encontraba recostado con los brazos cruzados detrás de su espalda tratando
de recordar lo que había pasado.
Karina
lo miraba con seriedad.
-
Acaso piensa permanecer así
toda la noche.
-
Podría intentarlo – sonrió la
chica y el joven pareció sentirse un tanto incómodo
-
Le molesta mi presencia.
-
No, su presencia no me molesta.
-
Entonces?
La
chica sonrió sin dejarlo.
-
Lo que me molesta es que no
me recuerde señor Damtis, así que con su permiso, me retiraré hasta que logre
recordarme. – diciendo esto la chica se levantó y se dirigió hasta la mesa de
bebidas donde pidió sólo una copa de agua.
-
La conozco? – permaneció
pensando Demon, acaso habría sido alguna de sus conquistas que no recordaba....
no, a ese tipo de chicas no era posible olvidarlas. – Karina Serling? –
permaneció meditando seriamente al tiempo que observaba como un par de hombres
entablaban una amistosa charla con la chica. – No recuerdo haberla visto antes,
aunque su rostro me parece familiar.
Después
eso el padre de la chica llegó y al parecer tuvieron que irse de inmediato por
alguna razón desconocida, así que la chica sólo le sonrió antes de dirigirse
finalmente hacia la salida.
*
El
chico recordaba los hechos, era obvio que la chica trataba de coquetearle
aunque al mismo tiempo lo trataba con un poco de desprecio y eso lo mantenía
confundido, no recordaba haberla conocido antes, aunque tal vez lo hubiera
hecho en otras circunstancias.
-
Karina Serling?... Bueno al
menos sé su nombre, tendré que descubrir quien es esa chica. – se dijo mientras
terminaba por cerrar los ojos y caer rendido en su cama.
***
Rubí y
Azul se encontraban en el departamento, la noche ya casi terminaba y Rubí se
encontraba en camisón, y Azul se encontraba vestida con sus pantalones de color
azul turquesa y su blusa violeta de cuello de tortuga y sin mangas se
encontraba recostada en el borde de la ventana mirando el exterior mientras su
brazo descansaba sobre su rodilla que mantenía flexionada frente a ella, el
cielo era oscuro se encontraba despejado, una que otra estrella brillaban
acompañando a la luna, faltaba poco para que comenzara a amanecer.
-
Cuando comenzaremos, Fire. -
dijo la chica desde la ventana.
-
En este instante. - respondió
Rubí
Azul se quedó observando a la chica mientras su cabello se
tornaba de color pelirrojo y sus ojos se volvían tonalidad miel.
-
Quieres ver lo que recibí hoy
- tras decir eso sacó de debajo de la cama el estuche de un instrumento, lo
abrió y sacó de él un violín stradivarious con un nombre grabado en letras de
oro.
-
AH! - Azul cayó de espaldas
manteniendo sus manos frente a su rostro en señal de protección. - no pensarás
hacer uso de ese violín o sí? - preguntó la chica con temor.
-
Tranquilízate, aun no tengo
pensado utilizarlo, la música es demasiado agradable no sólo cuando se tocan
los réquiems, pero por esta vez lo dejaré pasa.
-
Fiu - Azul dejó escapar la
respiración - y cuando volverás a ver a tu prima? - cambió de tema la chica.
-
No por el momento. - Sacando
sus cartas de entre sus ropas. Las barajó siete veces y comenzó a distribuirlas
formando una cruz, dos carta en cada punta y dos cartas en el centro formando
la cruz una sobre la otra.
-
Crees que funcione? -
preguntó Azul parándose frente a Rubí.
-
Alguna vez fallaron mis
cartas. - dijo Rubí sin apartar su mirada de las cartas.
-
Estás segura que esto servirá
- sonrió Azul con gracia y Rubí levantó la vista sus ojos ámbar se encontraron
con la mirada acuamarina de Azul. Rubí bajó la vista y colocando cuatro velas
en cada lugar vacío comenzó a voltear las cartas.
-
Céfiro - comentó volteando la
carta de la emperatriz en la parte superior de la cruz.
-
Mira! esa soy yo - dijo Azul
al ver una carta con una hermosa sirena de cabellos azules que formaban una
cascada.
-
Jhm, jhm, jhm - rió Rubí
suavemente. - no me distraigas. - por fin Rubí volteó las cartas del centro, el
ángel debajo y el príncipe encima. - Mira que casualidad - sonrió Rubí y sus
ojos parecieron destellar.
-
El león, El buho, la Luna, La
fortaleza - respondió Azul mirando las cuatro cartas que rodeaban a las cartas
centrales y tronando los dedos sus ropajes cambiaron a un largo vestido azul
increíblemente claro, casi blanco, un cinto de plata ceñía su cintura y una
esclava de plata brillaba en su brazo a la altura de su pecho.
-
Veremos cuanto pueden
resistir los príncipes de cuento de hadas. - sonrió con malicia Rubí, como si
su personalidad dulce de antaño se perdiera en un profundo abismo.
-
Tranquila Rubí - sonrió Azul,
en ese momento levantó la cabeza y las manos, cruzándolas a la altura de las
muñecas con los dedos abiertos formando un abanico, de ella comenzaron a salir
pequeños destellos y cuatro hilos de agua que rodearon a cada una de las velas,
bajó la vista y sus ojos cambiaron de color a un blanco nacarado con destellos
azules. Rubí continuó mirando las cartas, mantenía su mazo de cartas en la
mano.
-
Las pesadillas se hacen
realidad, cuando los deseos inmiscuyen inocentes, los errores se pagan con
sufrimiento. - Los ojos de Rubí cambiaron de color al mismo blanco nacarado que
brillaba en los ojos de Azul pero sus destellos representaban las llamas de
fuego al tiempo que un aura amarilla la rodeaba.
Azul levantó una pierna manteniendo el equilibrio de su
peso en la punta de su pie, sus manos seguían extendidas y su cabeza se
inclinaba de lado con la vista fija en Rubí.
-
Teje sueños - susurró Azul y
cerró los ojos, mientras su cabello comenzaba a flotar a su alrededor.
***
Una batalla a muerte entre dos espadas, por último uno de
los dos contendientes cae herido de muerte, su adversario imponente en toda su
altura lo ve derrotado, le apunta con su espada en el cuello. Los ojos del chico
se dilatan al ver el filo de la espada adversaria y por último sus ojos se
cierran al sentir el frío filo atravesando su cuerpo.
Leonardo se levanta asustado en su cama, acababa de
conciliar el sueño cuando esa pesadilla lo asaltó de momento, encendiendo las
luces de su cuarto mientras se secaba la frente, todo había sido una pesadilla.
***
-
Los errores se pagan con
sufrimiento. - repitió Rubí.
Azul comenzó a interpretar un baile mientras los hilos de
agua envolvían en pequeños torbellinos las cuatro velas donde las llamas
parecían moverse al mismo ritmo que el agua.
***
El río corre con gracia y el sol se refleja sobre la
superficie, dos figuras desmontan para dar de beber a sus corceles y descansar
un poco, ambos miran a su alrededor con desconfianza, la tranquilidad de ese
lugar parece agradable pero al aumentar repentinamente se torna peligroso y el
ambiente se vuelve tenso, ambos chicos se llevan las manos a las vainas de sus
espadas.
De entre los árboles aparecen miles de hombres armados, 50
contra 2 parece un trato injusto, pero los dos guerreros sonríen y lentamente
desenfundan sus espadas, quedando espalda contra espalda, los contrincantes se
lanzan al ataque, las espadas logran desarmar a 5 ó 6 adversarios de golpe,
dándose una última sonrisa los chicos se lanzan al ataque tras un grito, la
pelea comienza pero de la nada un rayo aparece y surcando el campo de lucha
golpeando a ambos chicos en mitad del pecho, el resto sólo observa, el rayo no
desaparece y mientras los guerreros hacen una mueca de dolor, la luz incrementa
su brillo, por último pareciendo darse por vencidos la luz desaparece y ambos
guerreros caen sin vida al suelo.
Adrián despierta respirando copiosamente, voltea a su
alrededor y sólo descubre su habitación y por su parte Demon abre los ojos
mirando el techo de su cuarto, el sudor perla su frente y un escalofrío recorre
su cuerpo, pero no se mueve de su lugar por temor a que no haya terminado la
pesadilla.
***
El sonido de una cacería nocturna se escucha en la lejanía,
mientras dos figuras corren entre la espesura del bosque, el aullido de unos
perros entremezclado con el galope de los caballos hace que los perseguidos
aceleren el paso.
Los ladridos se escuchan a una peligrosa cercanía, un
tronco interfiere en el camino y el chico salta pero la chica se tropieza y cae
a tierra.
***
Una figura dormida en su cama comienza a moverse entre las
sabanas.
***
El chico da la vuelta tratando de ayudar a la chica a
levantarse, pero es muy tarde y los perros los rodean, espalda contra espalda
los jóvenes se toman de las manos mientras los brillantes ojos de los corceles
destellan entre los árboles nocturnos, sus alientos forman pequeñas nubes
blancas, mientras son rodeados.
***
Nuevamente la figura se revuelve entre las mantas mientras
su respiración comienza a agitarse inquieta.
***
Una multitud de antorchas los rodean, los gritos de
"muerte" comienzan a sonar por doquier, el joven voltea justo cuando
siente que la chica le es arrebatada de las manos, lo último que ve es el
vestido blanco desaparecer entre la multitud iracunda, un golpe lo tumba
dejándolo inconsciente y como último recuerdo una puerta rechinante se cierra
ocultando el último halo de luz.
***
Una carta parece cobrar vida y se desliza de las manos de
Rubí cayendo sobre la cruz.
-
Rubí! Que ocurre!- Azul
siente como su baile es detenido por alguna fuerza invisible.
-
ES... AH!! - Un destello
resplandece llenando la habitación y ambas chicas caen a tierra.
***
-
NOOO!!! - Cristóbal despierta
en su cama cubierto de sudor. Sacude su cabeza y se lleva la mano a la frente -
fue una pesadilla - susurra y se recuesta tratando de conciliar el sueño aún a
sabiendas que ya no podría dormir.
***
Adrián aún respiraba copiosamente cuando un grito de terror
llegó del cuarto de su hermana, sin pensarlo dos veces corrió hacia la
habitación, la chica se encontraba sentada en su cama, las manos cubrían sus
oídos y sólo gritaba.
-
Cristal. – Adrián abrazó a su
hermana. – tranquila, estoy aquí, no te va a pasar nada.
La chica se abrazó a su hermano abriendo los ojos.
-
Adrián? Fue una pesadilla. –
la chica temblaba y solo abrazaba a su hermano.
-
Qué pasó? Qué fue lo que
soñaste?
-
No podía gritar... y había
fuego por todos lados... era... no podía gritar y no podía moverme – La chica
se aferraba a su hermano sin dejar de temblar.
-
Tranquila, ya paso. – Adrián
abrazó a su hermana pero no muy convencido por su propia pesadilla.
***
-
Rubí estás bien? - Azul
levantó la vista y vio las velas tiradas sobre el piso, el fuego se había
extinguido y las cartas estaban regadas alrededor de Rubí.
-
Estoy bien - dijo Rubí
levantándose y recogiendo sus cartas.
-
Quién pudo hacer esto?
-
Mira - Rubí levantó la carta
de la que había salido el resplandor. - Ella fue.
-
Ella? - Azul miró la carta y
quedó atónita al ver la figura. - La hechicera?
-
Sí, fue Celeste.
-
Pero...
-
Tranquila lo único que
hicieron fue revertir el hechizo
-
Entonces qué haremos?
-
Nada, es obvio que no
podremos tocar a las estrellas sin su consentimiento, si estuviera Esmeralda de
nuestro lado las cosas serían diferentes, pero al parecer tenemos que espera el
momento sin interferir en los eventos, los hechiceros no quieren adelantar los
acontecimientos, supongo que tendrán sus razones. - sonrió Rubí.
-
Fire, regresaremos a Japón?
-
No por el momento.
-
Por?
-
Quiero que te despejes un
poco estamos en Londres Azul - al escuchar esto Azul volteó hacia la ventana.
-
Pero y mi reino?
-
Regresaremos a Escarlata,
pero quiero que te despejes, tu reino está bien, no les pasará nada por que te
diviertas un poco - dijo Rubí guiñándole el ojo.
-
Sólo espero que no ocurra
nada hasta entonces. - volteó a ver el cielo en ese momento.
***
-
Esmeralda?! Ya llegué
Rafael
entró en su casa la noche había caído sin que lo notara siquiera era demasiado
tarde, esperó recibir la respuesta de la pequeña, pero en su lugar sólo recibió
el silencio sepulcral de la casa, extrañado de lo ocurrido subió a la
habitación de la pequeña, tocó la puerta y le sorprendió ver un resplandor
salir de debajo del borde de la puerta, la luz era blanca, Rafael giró la
perilla pero esta se rehusó a ceder, frunció el ceño con descontento.
-
Esmeralda! Abre la puerta! -
gritó el chico girando varias veces la manija.
En el
interior del cuarto la pequeña volteó
hacia la puerta envuelta en una luz blanca sus ojos y vestimentas brillaban
intensamente mientras su cabello flotaba suspendido en una corriente invisible
de aire, lentamente el cabello regresó a su estado natural mientras el brillo
desaparecía, la pequeña sonrió y corrió hacia la puerta bajando de su cama.
Abrió la puerta, con una sonrisa miró a Rafael, el chico la miró extrañado.
-
Pasa - dijo la pequeña, el
chico acató la orden y tan pronto como estuvo de espaldas a la niña, ella le
tocó la espalda y el chico cayó desmayado sobre la alfombra, Esmeralda cerró la
puerta y miró el cuerpo de su hermano recostado sobre la alfombra, sonrió. La
pequeña se arrodilló y acarició el cabello del chico mientras sonreía - Pronto
será el momento, lo siento hermanito - le susurró Esmeralda a Rafaél - Pero
debo ponerte al tanto de la situación.
***
Una última figura aparece en una biblioteca, la vela que
descansa sobre el escritorio se apaga de súbito, el chico quien en ese momento
se encontraba de pie leyendo un escrito voltea hacia donde la vela se
encontraba, miles de manos lo rodean, deteniéndolo, le cubren la boca y por
último el filo de una espada se encarga de poner fin a sus días con una certera
estocada al corazón, las fuerza no le abandonan de primera instancia pero sus
captores no felices de haberle herido se quedan junto a él viéndole
desangrarse, hasta que por fin, las últimas fuerzas le abandonan y queda tirado
en la oscuridad viendo sólo las sombras de quienes lo han matado.
Rafaél
despierta bañando en sudor por la pesadilla, se encuentra en su habitación,
pero no recuerda como llegó ahí.
-
Habrá sido un sueño?
-
No lo es - susurró Esmeralda.
- Rafaél tu debes ser el primero en desperttar – escuchando esto encontró a una
chica de su edad acariciando sus cabellos tranquilamente mientras lo observaba
acostado en la cama, la chica de larga y sedosa cabellera dorada lo estudia
detenidamente unos segundos con sus ojos verdes, le sonríe dulcemente mientras
el chico sólo la estudia y como si de golpe recayera en quien era la chica que
se encontraba junto a él abrió los ojos en toda su capacidad. – Sí, lo sé, pero
no te asustes, esta es sólo mi verdadera forma. – sonrió la chica y el chico
permaneció en silencio admirándola con muchas preguntas en su mente. – Mañana
será un nuevo día y podré explicarte muchas cosas por ahora debes dormir
hermano. – sonrió la chica.
Notas
de autora:
Bueno
sé que con esta historia dejo más dudas que respuestas pero ^^ ya me conocen
así soy, trataré de trabajar lo más rápido que pueda en la siguiente historia
para no dejarlos picados por mucho tiempo =P y muchas gracias a los que han
seguido esta historia y que me han tenido la paciencia suficiente como para
esperar y leer esta continuación ^^ muchas gracias.
Hikaru
Shidou.
7 de Julio del 2003