Fuu escuchaba atentamente la conversación entre los visitantes de Autozam. Ella se había dedicado a atenderlos, ya que la presencia de Guru Clef había sido solicitada en el salón del trono. Él era la máxima autoridad en Céfiro, mientras el príncipe Ferio se encontrase de viaje.
Justo en aquel momento se le acababa de unir Presea, que había dejado a Caldina con su fiesta y a Lafarga con su Caldina, y venía a echarle una mano a Fuu.
- ¿Dónde está Guru Clef? – preguntó la armera.
- Dando audiencia. – contestó la Guerrera Mágica haciendo un gesto indefinido – Ya sabes, asuntos de Estado.
- Lamento que hayas tenido que encargarte de ellos. – Presea señaló a Geo y a Zazu.
Una amable sonrisa fue la respuesta de Fuu.
- No te preocupes, Presea, me gusta ayudar.
Y diciendo esto, regresó al salón donde se encontraban los visitantes.
- ¿Dónde estará el Comandante? – Preguntaba Zazu en ese momento.
Geo se encogió de hombros displicentemente.
- No sé dónde, pero sé con quién. – apuntó con cierta picardía.
Como a propósito, el susodicho entró a la habitación en ese instante, acompañado por Hikaru.
- Te lo dije. – murmuró Geo en el oído de Zazu.
La pareja se unió a los demás y la conversación se hizo general. Sin embargo, Fuu se retiró nuevamente a la cocina. Se sentía un poco melancólica porque aún no había podido ver a Ferio. Lo había extrañado mucho en aquellos años, pero no se dio cuenta de cuanto hasta que estuvo en Céfiro. La verdad, se moría de ganas de verlo y de estar con él.
Se asomó por la ventana, en actitud distraída. Desde allí, se divisaba un hermoso paisaje que se extendía hasta el horizonte. Tan bello le pareció, que se acomodó mejor, apoyando sus brazos en el alféizar, y se entretuvo en la contemplación de Céfiro en su mejor forma. Muchos recuerdos afloraron en su mente, algunos particularmente queridos...
ººººº Flashback ººººº
- ... hay mucha paz.
En efecto, todo era silencio a lo largo del corredor donde se encontraban. Fuu, sintiéndose complacida por lo bien que iba todo en aquel mundo. Ferio... ¿quién sabe lo que pensaba Ferio? Él solo miraba a la joven.
- Gracias a ustedes, chicas. – afirmó, sin dejar de contemplarla.
Se volvió hacia él con una sonrisa.
- Nadie puede lograr la felicidad solo.
- Eso creo... – murmuró pensativo.
Inesperadamente, agarró una de las manos de la guerrera entre las suyas, lo cual provocó un leve rubor en el rostro de Fuu, que lo miró expectante. Y las palabras de Ferio fueron:
- Tú me has traído la felicidad.
ººººº Fin del Flashback ººººº
A pesar de que ya habían pasado años, Fuu no podía evitar sonrojarse cada vez que lo recordaba. Y es que ella amaba a Ferio, le había gustado desde un principio, cuando se conocieron por primera vez en el Bosque del Silencio y ninguna de ellas confiaba en él; luego, pues se había ido enamorando poco a poco y, afortunadamente, estaba casi segura de que su amor era correspondido. Aunque a decir verdad, se sentía un poco inquieta después de la escena del jardín. Claro que el carácter de Ferio era diametralmente opuesto al de Lantis, pero aún así, tenía miedo de que él la hubiese olvidado después de tanto tiempo.
Negó para sí misma con la cabeza. Las situaciones eran distintas, ella y Ferio sí tenían “algo”, y cuando él regresara de Chizeta, todo iba a estar bien. Esta idea la hizo sonreír con alegría. Después de todo, Guru Clef no le había dicho para cuando estaba previsto el retorno del príncipe, pero este no podía abandonar su planeta por mucho tiempo, y el día que volviera, Fuu lo iba a estar esperando.
Suavemente se desprendió de la ventana, aún con la sonrisa en los labios, y se dedicó a preparar algunas bebidas para todos. Desde la cocina podía escuchar las animadas voces que le llegaban desde el salón. Hikaru lideraba la conversación:
- Parece que todo marcha a pedir de boca en Autozam. Ya Eagle me ha estado contando de lo que han hecho.
- Así es. – contestó Zazu – Creo que más pronto de lo que esperábamos, lograremos librarnos de la contaminación.
La satisfacción en el rostro de Geo demostró lo mucho que le agradaba tal idea. Mucho había sufrido la población de su planeta, y era reconfortante saber que en un futuro, tal vez no muy lejano, la polución cedería y la naturaleza volvería a florecer para regocijo de todos.
- Pronto regresaremos para continuar con los trabajos... – comenzó Eagle, pero fue interrumpido por Presea:
- Discúlpame, pero si no quieres agenciarte la ira de todo Céfiro, o su equivalente, ese pronto que dices tendrá que ser después de la fiesta que está planeando Caldina.
Todos se echaron a reír, levantando gran algarabía. Cuando al fin se calmó el ruido, Eagle volvió a hablar:
- Después de nuestra misión diplomática, creo que podemos tomarnos algunos días de asueto. Este mundo aún nos resulta un tanto extraño, pero es indudablemente un muy buen lugar para descansar.
Zazu y Geo agradecieron esta breve declaración, que significaba vacaciones, aunque fueran cortas.
- ¡Qué bien! – aplaudió Presea – Estaremos encantados de tenerlos aquí.
- ¿Y cual es esa misión diplomática a la que han venido? – preguntó Hikaru.
- ¿Qué no lo sabes? – se adelantó Zazu – ¡Es la noticia más comentada en los cuatro mundos! ¡El compromiso del príncipe Ferio de Céfiro con la princesa Tarta de Chizeta!
La pelirroja lo miró estupefacta. ¡Esa noticia era la que menos hubiera esperado! Presea movió la cabeza tristemente y se encogió de hombros. De un modo u otro se iban a enterar. A sus espaldas, un ruido estridente atrajo la atención de todos.
Los fragmentos de los vasos yacían esparcidos por el suelo, alrededor de la bandeja que los contenía. Fuu estaba recostada a la puerta, mirándolos turbiamente, con expresión de persona que ha sido herida de muerte, sin prestar la más mínima atención a toda la vajilla que acababa de resbalarse de sus manos temblorosas.
- Dime que es en broma... – murmuró Hikaru, sin perder de vista a la consternada rubia.
- ¿Por qué habría de serlo? – preguntó Zazu sin comprender, tornando su mirada, ora a una Guerrera Mágica, ora a la otra.
- Es cierto. – dijo Presea sin atreverse a ver en la dirección de Fuu. Tenía la esperanza de averiguar los sentimientos de la joven antes de darle la noticia, pero no había funcionado así.
Al llegar hasta ese punto, la puerta no fue suficiente para sostener a Fuu y al mundo que se le acababa de caer encima. Hikaru se abalanzó hacia ella corriendo, justo a tiempo para evitar que el cuerpo inerte de su amiga golpeara el suelo.
- ¿Qué fue lo que dije? – murmuró Zazu, sintiendo sobre él los ojos de censura de Eagle y Presea, mientras Geo se levantaba para ayudar a Hikaru.
Umi apareció en aquel momento en el salón, llevando aún en su rostro una expresión de perplejidad, que rápidamente cambió a una de alarma y preocupación.
- ¡Fuu! – corrió hacia donde Geo la alzaba en brazos - ¿Qué sucedió, Hikaru? ¿Está enferma?
- No, solo acaba de enterarse de que Ferio está comprometido. – la pelirroja tenía el ceño fruncido en medio de una seriedad poco común en ella – Por favor, que alguien le avise a Guru Clef. Ayúdame, Geo, la llevaremos a su habitación. ¿La misma de siempre, Presea?
La armera asintió, con lo que el grupo formado por Hikaru y Geo, que llevaba cargada a Fuu, abandonó el salón en dirección a la alcoba de la joven desmayada. Por su parte, Umi salió disparada en dirección contraria, sin pedir más explicaciones, a buscar al Guru.
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La princesa Tarta se detuvo frente a una puerta muy adornada. Respiró hondo y alzó su brazo para tocar, pero este volvió a caer inerte antes de haber hecho contacto con la madera. La joven observó su propia mano con semblante distraído. No tenía ningún deseo de entrar allí.
Como para que no se viera obligada a hacerlo, la puerta se abrió lentamente, y detrás de ella apareció un joven de estatura mediana, cabellos verdes y vivaces ojos amarillentos. La princesa dio un paso atrás, sorprendida por la repentina aparición del hombre con el cual, le gustara o no, se veía obligada a compartir su futuro.
- ¿Deseabas algo? – inquirió Ferio con fría amabilidad.
Tarta se irguió con dignidad.
- Solo he venido a comunicarte que estamos llegando a nuestro destino. El castillo de Céfiro es ya visible en el horizonte. ¿Quieres unírtenos en el puente de mandos?
Ferio la miró por unos instantes. Comprendía perfectamente que ella estaba haciendo su mayor esfuerzo, pero igual era obvio que no tenían nada en común. Y lo peor de todo: él no la amaba. Se encogió de hombros ligeramente. Era demasiado tarde para volverse atrás.
- Vamos – dijo escuetamente.
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Geo depositó a Fuu en su cama con suavidad. Inmediatamente, Hikaru se inclinó ansiosa sobre el cuerpo de su amiga inconsciente.
- No quiero ser muy curioso – dijo él, mirándolas desde su altura – pero, ¿podrías decirme que le sucedió?
La pelirroja se volvió.
- Fuu es una chica delicada, la impresión fue muy fuerte.
La explicación no pareció satisfacer mucho a Geo, por lo que Hikaru añadió:
- Es que... – hizo un gesto indefinido con las manos en el aire – ella y Ferio... bueno... hubo algo entre ellos...
El alto Sub Comandante la observó con expresión perpleja. ¿Otra persona más a quien aquel matrimonio hacía infeliz? Difícil, pero aparentemente cierto.
Guru Clef llegó en ese momento, seguido de cerca por Umi y Caldina.
- ¿Le contaste? – inquirió Hikaru, dirigiéndose a la otra Guerrera Mágica.
- Ya lo sé todo. – se adelantó Clef – Háganme espacio, por favor.
Se inclinó sobre Fuu, ante lo cual todos los demás se alejaron un tanto de la cama, y colocó una de sus manos sobre una de las sienes de la joven, frotando suavemente. Al poco tiempo, la Guerrera Mágica abrió sus ojos y contempló a los que la rodeaban con semblante atontado.
Sus amigas se abalanzaron hacia ella de inmediato.
- ¿Estás bien, Fuu? – inquirió Umi, espejeando en su rostro la ansiedad de la pelirroja.
- Sí... – contestó la aludida, mirando a todos como quien no comprende nada de lo que está pasando – acabo de tener un sueño...
Se interrumpió al darse cuenta de que tenía que haber un motivo por el cual no solo Hikaru y Umi, sino también Guru Clef, Geo y Caldina se encontraban allí. ¿Acaso es que no lo había soñado...?
Justo en ese momento, unos toques se escucharon en la puerta. La bailarina fue a abrir y le cedió el paso a Lafarga, que se dirigió al mago.
- Guru Clef – dijo carraspeando, tratando de sonar lo más oficial posible – el príncipe Ferio y las princesas Tarta y Tatra de Chizeta acaban de llegar al castillo.
El hechicero y Caldina observaron al espadachín con dureza. Aquella había sido una entrada más que inoportuna. La ilusionista se lamentó por haberlo dejado pasar con aquella noticia. La Guerreras Mágicas se miraron entre sí, transmitiéndose entre ellas la tristeza que sentían. Y aunque nadie lo notó, un gran nerviosismo se apoderó del espíritu de Geo, que comenzó a lanzar miradas ansiosas a la ventana, por donde podía verse el Fuerte Bravada, la nave de Chizeta, que flotaba inmóvil en el cielo.
Fuu se llevó las manos al pecho como si le faltara el aire. Entonces era cierto, lo del compromiso de Ferio era verdad. Volvió a recostarse en la cama.
- ¿Fuu? – Hikaru escrutó el rostro pálido de su amiga con preocupación.
- No... no te preocupes... – la tranquilizó la Guerrera del viento, haciendo esfuerzos sobrehumanos para contener sus emociones – estaré bien... es solo que me duele un poco la cabeza... por favor, déjenme sola...
Hikaru y Umi se miraron y luego se volvieron hacia Guru Clef, que asintió suavemente. Al ver que ya no lo necesitaban, Geo se apresuró a abandonar el lugar. Caldina y Lafarga ya habían emprendido la retirada, así que el mago y las Guerreras los siguieron, cerrando la puerta al marcharse y dejando sola en su habitación a una joven con el corazón destrozado.
No más se hubieron retirado todos, Fuu se puso de pie y se acercó a la ventana que se alzaba a un costado de la cama. Desde allí se divisaba el mismo paisaje que antes había admirado desde la cocina, solo que ahora ya pasaba del medio día, el sol brillaba muy alto en el cielo y su luz era parcialmente eclipsada por la sombra del Fuerte Bravada. Un terrible sentimiento de culpabilidad se apoderó de la joven, que se cubrió el rostro, como si no quisiera ver el panorama. Tanto tiempo sin volver... y ahora todo se repetía. No pudo dejar de pensar que tal vez ella misma era la culpable de que el príncipe estuviera comprometido. Tanto esfuerzo para que al final todo fuera peor que antes. Pensó en sus amigas y una gran tristeza la invadió, atenazándola junto con la culpa de sus no reveladas acciones. Pensó en Ferio, y ya no pudo contenerse más.
- ¿Por qué? – murmuró suavemente, mientras las lágrimas, ahora incontenibles, fluían en abundancia de sus ojos tristes - ¿Por qué, Ferio?