CAPITULO 3 (AMOR
Y DESAMOR)
Latis y Lucy se
habían retirado al hermoso jardín en el que se encontraba aquélla fuente donde Látis le había entregado el medallón. Se sentaron un poco apartados uno del otro, y
parecían un poco incómodos.
Latis: Es bueno que estés de regreso. ¿Cómo estas Lucy?
Lucy:
Muy bien gracias. No has
cambiado, estás igual que la última vez que nos vimos.
Latis: En
cambio tu si has cambiado. Ya no te vez
como una niña (dijo sonriendo) Dime ¿aún conservar el medallón que te di?
Lucy saco el medallón de su pecho y con una pícara sonrisa
se lo enseñó a Latis.
Lucy: Latis,
disculpa por ser tan directa, pero quisiera saber si lo que me dijiste la
ultima vez que nos vimos es cierto.
Latis miro seriamente
a Lucy.
Latis: Es cierto Lucy, y mis sentimientos no
cambiaron (y diciendo esto, colocó su mano sobre la mano de Lucy) Durante todo este tiempo siempre pensaba en
ti y deseaba tanto que volvieras.
Lucy:
Gracias (dijo aliviada) tenía miedo de escuchar algo diferente.
Latis: Y tu Lucy ¿todavía me quieres?
Lucy:
Si Latis tampoco mis sentimientos han
cambiado. Nunca dejé de pensar en ti, y
siempre que intentábamos volver me ilusionaba pensando que pronto te vería,
pero cuando fracasábamos me ponía muy triste por varios días.
Latis se acerco a
Lucy, la miraba fijamente y poco a poco sus bocas se acercaron hasta juntarse
en un tierno beso.
* * *
Anaís encontró a Paris en el corredor y al cruzar de nuevo sus
miradas, supieron de inmediato que lo que sentían uno por el otro no había
cambiado.
Se refugiaron en la
habitación de él. Ahora ya no eran unos niños y tenían mucho que decirse, pero
las palabras sobraban en ese momento.
Ellos sabían que se amaban, se habían extrañado y se habían
deseado por tanto tiempo que sus bocas, sus manos y sus cuerpos hablaban por
ellos.
Anaís se entregó a Paris por primera vez, pero no, ya lo
había hecho en muchas ocasiones en sus sueños.
Conocía exactamente cada centímetro de ese cuerpo amado, pues lo había
recorrido con sus manos muchas veces, solo que ahora, era realidad.
Para Paris no era la primera vez, pero en ese momento
sentía que Anaís era la única mujer que sus manos habían acariciado y que su
boca había besado. La buscó durante
mucho tiempo en otros cuerpos, en otros labios, pero ninguna mujer había
llenado ese espacio vacío en su corazón. Ahora ella estaba ahí y no la dejaría
ir nunca más.
* * *
Guru Clef estaba preocupado. La fiebre de Marina había cedido,
pero ella todavía no despertaba.
Guru Clef:
¿Cómo sigue Marina?
Caldina: Creo que está
mejor. No tiene fiebre y su sueño se ha
tranquilizado. Te ha llamado en un par
de ocasiones ¿sabes?
Guru Clef:
Gracias Caldina, descansa un poco, yo me
quedare a cuidarla.
Caldina salió y Guru Clef se sentó en la orilla
de la cama de Marina. Puso su mano en su
frente y comprobó que efectivamente, ya no había fiebre. Estuvo observando a Marina mientras dormía. Sus rasgos habían cambiado, o más bien dicho
madurado. Ya no parecía una niña de 14
años y en verdad era muy bella.
No podía olvidar el abrazo que le había dado Marina al
llegar, y se sentía confundido. Para él,
las Guerreras Mágicas siempre habían sido sus “niñas del Mundo Místico” Cuando se fueron hacía ya cuatro años al
mundo terrestre, Lucy y Latis se habían confesado que
se querían. La relación de Paris y Anaís
era evidente, y sin saber porqué, se preguntaba si Marina también se había
enamorado, pero después de un tiempo lo olvido ¿o no?.
Marina:
(aún dormida) Guru Clef....
Guru Clef:
(tomando la mano de Marina y acercando su cara a la de ella le dijo en
un susurro) Aquí estoy Marina.
Marina: Guru Clef....
Guru Clef:
Abre los ojos Marina. Mírame,
estoy aquí y voy a cuidarte siempre <¿por qué dije eso?>
Marina se movió y poco a poco abrió sus ojos. Guru Clef soltó su mano y se cambió rápidamente a una silla que
había a un lado de la cama.
Marina:
¿Dónde me encuentro? (No
reconoció la habitación donde se encontraba, la luz entraba por la ventana y de
pronto Marina recordó el sueño).
Se sentó muy agitada en la cama y se tomó la cabeza con las
manos.
Marina:
No por favor, otra vez no.
Entonces Guru Clef
se levanto y se acercó a Marina.
Guru Clef:
¿Te encuentras bien?
Marina no sabía si era un sueño, pero entonces recordó que
se encontraba en Céfiro.
Marina: Guru Clef ¿en verdad eres tu?
Guru Clef se sentó a su lado.
Guru Clef:
Si Marina, soy yo.
Marina lo abrazó y escondió su cara en el pecho de él. Lloraba suavemente. Guru Clef no sabía que hacer, así que se limitó a abrazarla y
acariciar su cabello.
Marina:
Lo siento, ya estoy mejor.
Guru Clef:
Me, es decir, nos tenías muy preocupados. Me da gusto que hayas despertado.
Se separó de ella y saco un frasco con un líquido azul.
Guru Clef:
Bebe esto, te ayudará a recobrar las fuerzas, yo buscaré a Lucy y Anaís
para que vengan a verte (y se dirigió a
la puerta)
Marina: Guru Clef?
Guru Clef: Dime Marina
Marina:
No nada. Gracias por cuidarme.
Guru Clef salió del cuarto y Marina volvió a recostarse.
Marina:
Es tan frío. Se hubiera
preocupado igual si Lucy o Anaís hubieran estado en mi lugar. Será mejor que no le diga nada.
Un rato de pues tocaron a la puerta.
Presea:
Hola Marina ¿te sientes mejor? Guru Clef no pudo encontrar a
Lucy o Anaís y me pidió que te hiciera compañía. ¿no te molesta?
Marina:
Claro que no. Me siento feliz de
verte de nuevo.
Presea:
Hay alguien que también se siente feliz de verte.
Nicona saltó sobre el
regazo de Marina, y de la gema de su frente apareció un hermoso tazón lleno de
dulces. Marina la abrazo y por un
momento se olvidó de ese horrible sueño.
Marina:
Presea, quisiera preguntarte algo
Presea: Contestaré cualquier pregunta que me
hagas
Marina:
¿Conoces bien a Guru Clef?
Presea:
En realidad creo que nadie lo conoce bien. Es muy serio y reservado. ¿Por qué lo preguntas?
Marina:
Por nada, es que como dices, a veces creo que es demasiado serio. Eso es todo.
Presea:
Ahora tu dime algo ¿porqué te
interesa Guru Clef?
Marina:
(nerviosa) No, no me interesa,
era solo por curiosidad. Si no te
importa, quisiera dormir un poco.
Presea:
Claro, yo estaré por aquí por si necesitas algo.
Marina:
Gracias.
* * *