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Número
2
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EDITORIAL
F. J. BOISSET
Coma.
En un abrir y cerrar de ojos, sin 1a menor prevención, te encuentras
sumido en otra caja de juegos reunidos por la necesidad de la supervivencia
sobre popel, desmoronando invocaciones a dioses desconocidos y perezosos, pata
dominar su ira concentrada.
Punto
y coma.
Contravenir la realidad espesa por las lindes de las ideas y los rasgos puede
producir eccemas o incluso diarreas, pero no te asustes sin antes deshilachar
los placeres permitidos. Algo continúa destilando tinta.
Dos puntos.
Instancias, sentencias, edictos, salutaciones. Desarrollo de un propósito
sin enmienda. la complicidad acaba donde empieza el presentimiento.
Punto.
¿Es lo temerario un sonajero?
La nostalgia heterodoxa siempre acaba por llevar a rincones vacíos, pero
no es la esfinge quien está detrás de las páginas sino
más bien la facultad de estirar los dedos hasta llegar a la enjundia
del vómito.
Puntos suspensivos.
No es la omisión sino la espera calibrada.
Interrogación.
El maldito puritanismo obliga, las roturas de sentimientos no escapan a las
hojas blancas ni a las traslúcidas. la basura bien temperada.
Admiración.
Delirios de grandeza con monedas imaginarias de plástico. la contestación
sin paliativos escapa a esta realidad. ¿Acaso es un catálogo de
inexistencias?
Paréntesis.
No te lo pienso decir.
Comillas.
Imposible no entra en la especulación de estas líneas, todo es
sereno y voluble. la corrupción embauca a figurillas de barro, pero las
uñas mordidas se ríen siempre.
Raya.
Artefacto para mirar despacio en el perpetuo aprendizaje de la conjetura por
ordenador.
Guión.
No hay metal, todo es liviano en las puras noches de insomnio, replicando al
tableteo de las ranas domésticas. ¡Qué engorroso es pintar
la novedad inmaculada cuando está aquí!
Etcétera.