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Número
7
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"El séptimo día descansó", y la incógnita
de un ciclo venidero, en el que tiempo y espacio vertebrados descifrarán
el enigma fragmentario de una textura alfabéticamente diabólica,
comienza a dibujarse entre estas páginas.
En esta ocasión, Texturas, cual muchacha siria en busca de pretendiente (¿acaso tú, lector/a?)'; se zambulle en un mar de cadencias y, femenina-masculina, emerge ofreciéndote el volumen que tienes entre las manos.
No tengas prisa. Si eres de los que saben esperar, recorre lentamente cada una de las páginas. Disfruta los olores, colores, líneas... Entra en cada uno de los sueños, misterios, incógnitas que se dejan seducir por tu presencia. Si, por el contrario, eres impaciente: pon el dedo pulgar de tu mano izquierda en la última página. Con los cuatro dedos libres sujeta las demás páginas, desde el centro del laberinto de Ibirico, ejerciendo una ligera presión hacia abajo. Si al mismo tiempo que presionas acaricias con suavidad, en dirección ascendente, las 100 páginas restantes, asistirás a una animación multicolor en cuestión de segundos.
Para un mayor disfrute, te recomendamos combinar ambas fórmulas. Y si, una vez atravesado, acariciado el espacio que te ofrecemos, decides hacer un pequeño alto en las etapas intermedias de nuestro séptimo viaje, te invitamos a confeccionar tu anuncio publicitario en el espacio que Julián Alonso te reserva, a que nos acompañes por la "poesía electrónica" de la mano de Clemente Padín, a unirte a la fila de espera que dibuja y desdibuja Raymond Federman. Si por casualidad te cansas de esperar, no dudes en tomar el corazón que Elmys García te brinda. Aunque si aún decides continuar, Bartolomé Ferrando, con ruido dadaísta, te llevará a través del tiempo a los albores del siglo. Si lo prefieres, disfruta un momento del silencio de la poesía de Edgard Gousse, o piérdete sin contemplaciones. La poesía de Txiki te buscará entre las sombras.
Llegado aquí, una de dos: te introduces en el universo de Gala tan bien recreado por Zulema Moret, amiga entrañable, y por sus colaboradores..................................................................................................................................................................................................................
(yo que tú lo haría. Si no lo haces te pierdes un tiempo y un espacio irrecuperables. Ya la Gala de Luis Mtz. de Zuazo lo insinúa: ¿Gala controla su destino o es el destino quién... ? Eso sólo te lo dirá Anna Llanes. Te perderás, igualmente, la travesía que, del goce al nombre, describe Alberto Caballero. Te perderás la plegaria a tres voces que Antoni Solanas, Paca Navarro y Serena Vergano han compuesto para la ocasión. Te perderás la seductora caricia del cuerpo-mapa-cuadro de una Gala pintada-escrita por Zulema Moret. Te perderás, por fin, esa gala-regala única, otra, que Mario Merlino ha sabido descifrar. Pero además, te perderás las tres visiones de Gala que, en magistral evolución, ejecuta Luis Pita, o las Galas que Gustavo Vega, Juan López de Ael y Ángela Serna han ido armando en estas páginas)
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decides dar un salto y, dejando a un lado el.monográfico,
recuperas el itinerario blanco que habías iniciado hace un momento.
En este caso, y puesto que has logrado salir de las sombras, disponte a entrar
en la combinatoria que te ofrece Jesús Camarero. Toma aliento y piérdete
nuevamente en el laberinto de color en el que Mabel Fontau quedo atrapada.
Juega con Daniel R. Mourelle a recortar a Barthes, anade tu destructura a
la
de Nel Amaro, y si después encuentras razones para ser irracional escríbenos.
Enviaremos tus sugerencias a Pedro J. Gutiérrez. Si por el contrario
decides no serlo, intenta, si puedes, evitarlo a través de la magia
de Simón S. Esaín o de la alternativa de J. Seafree. Aunque
tal vez lo tuyo sea otra cosa, en cuyo caso te recomiendo que hagas un alto
en la performance de Fernando Aguiar, o deshojes el calendario de asfalto
de Yolanda Pérez. Entretanto puedes pedirle a Gloria que hable en el
mejor estilo Revagliattiano. Y si por casualidad miras el reloj y son las
veinte, asómate a la página 97 y pasa definitivamente al otro
lado del espejo a través del laberinto Ribota, aunque no sin antes
asomarte, faltaba más, al sugerente cuento de Liliana Aguilar ya la
portada de aspecto rimbaudiano del libro de César Angeles.
Ahora sí, ahora ya puedes dar por concluído tu viaje y colocar este volumen en la estantería destinada a las revistas. Con un poco de suerte este ejemplar marcado con el número 7 tendrá como vecino aun número 6 con el mismo nombre: Texturas. ¿No? ¿no está el número 6? Comienzas a inquietarte: ¡a quién se lo habré prestado!, ¿se me olvidaría en alguna parte? ¿seré tan despistado-a que, en el último momento, me olvidé de pedirlo y por eso no está aquí, precisamente aquí, donde debe estar?
No te preocupes, cosas así ocurren tarde o temprano. Siempre puedes mirar dentro del ejemplar que acabas de leer y encontrarás pistas para que tu búsqueda no sea demasiado penosa.
En breve volveremos a encontranos. La H y la I que te preparamos estarán
encantadas de volver a verte.