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Obsesión por Wagner

Junio 2001

 

Recientemente se ha planteado en Israel una gran polémica acerca ‑ya tuvo vigencia esta polémica en los años 1950 acerca de la música de Richard Wagner. Por un lado están aquellos que opinan que la música tiene un sentido universalista y la misma esta por encima de cuestiones políticas, discriminatorias y/o circunstanciales.

Por otro lado están los que opinan que de ninguna manera se puede obligar ‑especialmente a los sobrevivientes de la Shoá‑ a escuchar los acordes bajo los cuales se los hacía marchar a las cámaras de gas, es decir al exterminio.

Lamentablemente unos y otros tienen sus razones.

Wagner ‑vivió en el siglo XIX‑ se sabe que era antisemita. Debemos reconocer que no podemos trasladar esta tipificación a su música, sería un desatino. Sin embargo su condición de antisemita no pesó. El propio Toscanini, en los conciertos inaugurales de la Filarmónica de Israel tocó Wagner. Pero entonces corría el año 1936 y todavía no se había producido la hecatombe a manos de los nazis. Según el eminente director argentino‑israelí Daniel Barenboim, la Filarmónica dejó de tocar Wagner después de la Kristallnacht, en noviembre de 1938 ("Clarín" 30.5.2001 pág. 22).

Vale decir que el problema irritativo no es el antisemitismo declarado de Wagner ni los sones de su música, sino la utilización de la misma para conducir a las prisioneros de los campos de concentración a las cámaras de ejecución.

Daniel Barenboim, talento indiscutido de nuestra época, nació en Buenos Aires en 15 de noviembre de 1942. Sus padres, músicos, postergaron sus carreras para dedicarse a su retoño quien desde pequeño demostró dotes inusuales para el piano y la música. A los 10 años su familia decidió radicarse en Israel. Previamente estudió el idioma hebreo siendo su primera profesora en este idioma la señora Bruria Elnecavé.

Los valores artísticos de Barenboim son reconocidos a lo largo de todo el mundo. Pero también él sufrió los embates del antisemitismo tanto en Francia como en Alemania en épocas recientes. En la nota de "Clarín" arriba citada este singular músico dice "Siento la mayor comprensión por los sobrevivientes del Holocausto y comprendo sus terribles asociaciones con la música de Wagner... Sin embargo, se debe plantear la pregunta de si alguna persona tiene derecho a privar a otra que no tiene esas mismas asociaciones de escuchar la música de Wagner..."

Aquí hay un argumento mal esgrimido. Nadie puede privar a otros de escuchar la música de Wagner. El que así lo desea sin molestar a otros puede encerrarse en su casa y escuchar toda la música que le de la gana, tanto de Wagner como de Richard Strauss, otro antisemita pero del siglo XX. En la frase final de la nota, Barenboim opina: "Pero creo que éste es un caso en el que Israel puede y debe definirse como país democrático".

La música como así también las otras bellas artes son un fenómeno de la creación humana que buscan elevar al ser humano en su condición de tal. Es por ello que Barenboim se equivoca al evaluar este problema sólo desde el punto de vista musical o politice. Aquí la democracia no cuenta por que hay subyacente un valor mucho más importante que es el de la condición humana.

Creemos oportuno ‑mientras esta música resulte una tortura para muchos sobrevivientes del genocidio nazi‑ que se hayan suspendido las composiciones de Wagner para el próximo 7 de julio en oportunidad de la gira por Jerusalem de la Berliner Staatskapellem que será dirigida precisamente por Daniel Barenboim. En lugar de Wagner se incluirá la Cuarta Sinfonía de Schuman y la Consagración de la Primavera de Stravisnky.

En un reportaje realizado por "La Nación Revista" del 17.9.1995, Barenboim expresa: "Hacer música es algo más que producir sonidos. Sólo se genera un fenómeno artístico cuando un músico es capaz de establecer paralelos entre lo que ocurre en su especialidad y lo que pasa en el resto del campo cultural y del mundo. Por eso es indispensable que un director, un compositor, un intérprete se interese por la pintura, por el cine, por la filosofía de su tiempo. Eso lo ayudará a tener una nueva visión de las obras tradicionales".

Esperemos que Baremboim siga siendo consecuente con su propio pensamiento.

En nuestra modesta escala de valores primero está el Creador, luego viene su criatura: el Ser Humano. Después vienen la música y la política.  

D.E.

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