Dialogo inconcluso.
(por que y para que madre)

Por Oscar Portela
Mayo 1950/ mayo 2005
( en mis 55 años)

Por que madre, para que, estéril la pregunta,
Un yelmo fantasmal vacío, llena la espectral figura,
Por que, para que, para que si contestar no puedes,
Un enviado a este país de sombras, por excesiva luz,
A este país de arena y agua y llanurales
Con excesivos verdes, tormentas y rayos, y vaciado
De todo, con el alma aherrojada por diminutos duendes,
Y engañosos daímones, para que la pregunta,
Para que si así deyecto entre futuras ruinas y silencio,
Y torva soledad de turba, por que a mi, por que así
Aherrojado a finitud y muerte
de la madera de los sueños hecho
así y aquí,
expuesto desde siempre
a gravosa penuria que invade este país de nada
Nada, nada, mas que memorias espectrales,
Y el abandono de sentir la pena de una eterna deriva
este cuerpo de humo que los espejos
de repetidas pesadillas no reflejan
cuerpo ya abandonado por el cuerpo
y aun así, preguntando…,
por que , y para que madre
de aquel hilo de luna del mayo que paso
entregada a las aves nocturnas
Y a los linces, diste parte de mí, a los brazos
de un hombre
vacío de pasiones, abandonado,
y solo sostenido por el diurno celo de tus manos,
en el aire deste país que gime la noche
en que gestaste una alada pregunta, sin mas peso
que el leve soplo de la informe Gorgona
que ha convertido
en piedra y en espera de nada, nada
este nombre que luego abandonaste a la intemperie insana
de la palabra
a la llama que convierte en ceniza
al abismo donde habita el infierno de los otros
presos de la bárbara nada, nada, nada
por que el beso, la pasión, la ternura
para que la estrecha puerta por donde se entra a la nada del Otro
a las puertas cerradas del infierno del Otro,
oh madre
de muerto sí, aquí, así
en este continente donde reinan la nada y los dioses han muerto como yo como tú
y ni las huellas quedan
de las vagas promesas de los días radiantes!
ay, no, no buscare la sangre, me iré, me iré,
sin molestar al viento ni a los árboles
sin que la nada sepa que me espera y dormiré milenios
sin que nadie me llame
y tú madre
ya no podrás
llamarme ni en los sueños
porque toda ceniza
se confunde solísima a infinitud , en este camino
que se aparea con el viento.

Oscar Portela

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