Malestar en la enseñanza El escritor Gregorio Salvador, miembro de la Real Academia de la Lengua y catedrático de lengua española en institutos de enseñanza secundaria, ha publicado algunas reflexiones sobre los sistemas educativos en España y el nivel intelectual de nuestros jóvenes. En su opinión, la deficiente formación que se imparte en las aulas de nuestro país ha rebajado el nivel cultural de los adolescentes españoles a límites de semianalfabetismo. El sistema de la LOGSE y la propia configuración pedagógica de la Enseñanza Secundaria Obligatoria (ESO), aprobada en 1988 y vigente en la actualidad, propugnan la generalización y la igualación por abajo mediante un mecanismo académico que reduce el número de pruebas examinatorias, permite a los alumnos pasar al siguiente curso aunque suspendan TODAS las asignaturas y favorece una formación en materia histórica y geográfica de carácter local y autonómica, de manera que no existe obligación de que a un muchacho andaluz o valenciano -pongamos por caso- que estudie nociones de Prehistoria se le hable de Atapuerca (Burgos) o de Altamira (Santander). Este hecho tan lamentable genera un cúmulo incontable de situaciones que causan a un tiempo indignación e hilaridad, cuando no sonrojo y vergüenza ajena. El autor ha elaborado un curioso anecdotario que ilustra muy gráficamente el estado intelectual de muchos de nuestros adolescentes y el nivel que exhiben cuando efectúan la insultante pretensión de acceder a la Universidad. De todas esas anécdotas, hay una muy representativa que os envío para que os alegre el duro y arduo transcurrir de vuestra agotadora jornada de trabajo. Esta pequeña historia la protagoniza un adolescente de Tarifa de 2º curso de la ESO, que tiene, por lo tanto, trece o catorce años. A comienzos del pasado curso (2001-2002), la profesora de Lengua de ese instituto propuso a sus alumnos redactar un texto sobre los terribles acontecimientos del 11 de Septiembre. El resultado es digno de una antología del disparate. Destacamos el que compuso nuestro protagonista, y los transcribimos textualmente, con la misma ortografía, puntuación y tildes:
Por desgracia, esta anécdota no es exclusiva de un indisciplinado adolescente o de un centro de profesores descuidados. Tampoco es atribuible al acento andaluz del muchacho, dado que textos similares se han detectado en todos los rincones de nuestra inveterada piel de toro. Con catorce años, no puede concederse a las variedades dialectales de los hablantes de la lengua la responsabilidad de una sintaxis propia de besugos, de una injustificable confusión de topónimos ( Polígono por Pentágono, Casa Amarilla por Casa Blanca) y otros dislates. Lo peor de todo es que nunca faltan intelectuales de camarilla y políticos demagogos que, amparados en trasnochados bagajes ideológicos, defienden tales sistemas educativos y los hacen aprobar en nuestras cámaras parlamentarias. José Antonio Díaz Mateos, Historiador. |