La guerra del Golfo

En estos días asisto atónito a la polémica formada en torno a la posible
invasión de Irak por parte de los EE.UU., la razón de fondo de todo esto no
es si Irak almacena o no almacena un arsenal de armamento nuclear, el
argumento y el trasfondo de todo esto no es más que los amigos yanquis se
tienen que montar una guerra de vez en cuando para tener contentos a sus
muchachos y sobre todo para sacar de sus arsenales militares, que estos si
lo tienen y con el beneplácito de todo el mundo, un montón de armas que
están a punto de caducar y que hay que poner en circulación.
Cada 2-3 años sucede lo mismo los guardianes del mundo necesitan montarse
una guerrita y cogen la primer incauto indefenso a mano se inventan una
pruebas que no convencen a nadie y se lanzan contra él furiosos hasta que lo
despedazan.
Ahora eso si ellos miran para otro lado cuando sus aliados cometen unas
tropelías mayores que las de los supuestos enemigos caso Israel con el
pueblo Palestino al que no solo invaden sino que una vez invadido les niegan
sus derechos como ciudadanos y los meten en guetos peores que los de los
nazis.
Eso sin tener en cuenta que la industria armamentistica de EE.UU. es una de
las principales generadores de empleo y riqueza para el país, con lo que
tampoco hay que tenerlos descontentos.
Además esta el problema del petróleo, con la crisis que vive Venezuela y que
parece que Chávez, que no es amigo de EE.UU. resiste en el cargo y que en un
fututo no muy lejano puede haber problemas de suministro, el petróleo de
Irak es lo suficientemente atractivo como para no dejar pasar la oportunidad
de asegurarlo.
Uno de los grandes enigmas de la historia es por qué en la anterior guerra
del golfo no se avanzó hasta Bagdad para liberar el país; quizá no hay nada
mejor que tener un personaje ahí que no hace demasiado ruido pero que en un
momento adecuado y previa campaña de desinformación y publicidad convertirlo
poco menos que un especie de Satán come niños y destroza civilizaciones para
justificar todo lo anterior.

R. Martínez

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