Homero. La Iliada y la Odisea
Homero, según la leyenda se trataría de un rapsoda ciego
que recorría los pueblos y ciudades recitando poemas épicos
como se hacía en Europa en la Edad media y siglos posteriores;
aunque nada se sabe a ciencia cierta de su persona, Homero es el nombre
tradicionalmente asignado al famoso autor de la Iliada y la Odisea, las
dos grandes epopeyas de la antigüedad en Grecia. De hecho algunos
ponen en duda que estas dos epopeyas sean obra del mismo autor. Sin embargo,
los datos lingüísticos e históricos de que disponemos
permiten suponer que los poemas fueron escritos en los asentamientos griegos
de la costa oeste de Asia Menor, hacia el siglo IX a.C.
La Iliada
Las dos epopeyas narran hechos legendarios que supuestamente ocurrieron
muchos siglos antes de la época en que fueron escritas. La Iliada
se sitúa en el último año de la guerra de Troya,
que constituye el telón de fondo de su trama. Narra la historia
de la cólera del héroe griego Aquiles. Insultado por su
comandante en jefe, Agamenón, el joven guerrero Aquiles se retira
de la batalla, abandonando a su suerte a sus compatriotas griegos, que
sufren terribles derrotas a manos de los troyanos. Aquiles rechaza todos
los intentos de reconciliación por parte de los griegos, aunque
finalmente cede en cierto modo al permitir a su compañero Patroclo
ponerse a la cabeza de sus tropas. Patroclo muere en el combate, y Aquiles,
presa de furia y rencor, dirige su odio hacia los troyanos, a cuyo líder,
Héctor (hijo del rey Príamo), derrota en combate singular.
El poema concluye cuando Aquiles entrega el cadáver de Héctor
a Príamo, para que éste lo entierre, reconociendo así
cierta afinidad con el rey troyano, puesto que ambos deben enfrentarse
a la tragedia de la muerte y el luto.
La Odisea
La Odisea narra el regreso del héroe griego Odiseo (Ulises en la
tradición latina) de la guerra de Troya. En las escenas iniciales
se relata el desorden en que ha quedado sumida la casa de Odiseo tras
su larga ausencia. Un grupo de pretendientes de su esposa Penélope
está acabando con sus propiedades. A continuación, la historia
se centra en el propio héroe. El relato abarca sus diez años
de viajes, en el curso de los cuales se enfrenta a diversos peligros,
como el gigante devorador de hombres, Polifemo, y a amenazas tan sutiles
como la que representa la diosa Calipso, que le promete la inmortalidad
si renuncia a volver a casa. La segunda mitad del poema comienza con la
llegada de Odiseo a su isla natal, Ítaca. Aquí, haciendo
gala de una sangre fría y una paciencia infinitas, pone a prueba
la lealtad de sus sirvientes, trama y lleva a efecto una sangrienta venganza
contra los pretendientes de Penélope, y se reúne de nuevo
con su hijo, su esposa y su anciano padre.
Épica
Estas dos epopeyas están escritas en un verso formal y elevado,
en un lenguaje jamás empleado en la lengua ordinaria; su métrica
es el hexámetro dactílico (véase versificación).
Es imposible establecer una distinción entre estas dos obras en
el aspecto estilístico. Sin embargo, resulta fácil comprender
por qué, desde la antigüedad, muchos lectores las han atribuido
a dos autores diferentes. La Iliada habla de las pasiones y plantea dilemas
imposibles de resolver. No hay en ella auténticos villanos; Aquiles,
Agamenón, Príamo y los demás personajes son víctimas
de un universo trágico y cruel. En la Odisea, por el contrario,
el mal es derrotado, triunfa la justicia y la familia, tristemente separada,
se reúne de nuevo. El intelecto racional, particularmente el de
Odiseo, actúa como fuerza motriz a través de todo el relato.
Los himnos homéricos
Junto a la Iliada y la Odisea figuran los llamados himnos homéricos,
una serie de poemas relativamente breves, que celebran las hazañas
de diversos dioses, compuestos en un estilo épico similar, y también
atribuidos a Homero.
La cuestión homérica
El texto moderno de los poemas homéricos se transmitió a
través de los manuscritos medievales y renacentistas, que a su
vez son copias de antiguos manuscritos, hoy perdidos. Pese a las numerosas
dudas que existen sobre la identidad de Homero (algunos lo describen como
un bardo ciego de Quío) o sobre la autoría de determinadas
partes del texto, como las escenas finales de la Odisea, la mayoría
de sus lectores, desde la antigüedad clásica hasta no hace
mucho tiempo, creyeron que Homero fue un poeta (o como mucho, dos poetas)
muy parecido a los demás. Creyeron, en suma, que la Iliada y la
Odisea, aunque basadas en materiales tradicionales, son obras independientes,
originales y en gran medida ficticias.
Sin embargo, durante los últimos 200 años, esta visión
ha cambiado radicalmente, tras el surgimiento de la interminable cuestión
homérica: ¿Quién, cómo y cuándo se
compuso la Iliada y la Odisea? Aún no se ha encontrado una respuesta
que satisfaga a todas las partes. En los siglos XIX y XX los estudiosos
han afirmado que ciertas inconsistencias internas venían a demostrar
que los poemas no eran sino recopilaciones, o añadidos, de poemas
líricos breves e independientes (lays); los unitaristas, por su
parte, consideraban que estas inconsistencias eran insignificantes o imaginarias
y que la unidad global de los poemas demostraba que ambos eran producto
de una sola mente. Recientemente, la discusión académica
se ha centrado en la teoría de la "composición oral-formularia",
según la cual la base de los poemas tal y como hoy los conocemos
es un complejo sistema de dicción poética tradicional (por
ejemplo, combinaciones de sustantivo-epíteto "Aquiles el de
los pies ligeros") que sólo puede ser producto del esfuerzo
común de varias generaciones de bardos heroicos.
Ninguna de estas interpretaciones es determinante, pero sería justo
afirmar que prácticamente todos los comentaristas coinciden en
que, por un lado, la tradición tiene un gran peso en la composición
de los poemas y, por otro, que en lo fundamental ambos parecen obra de
un mismo creador. Entretanto, los hallazgos arqueológicos realizados
en el curso de los últimos 125 años, en particular los de
Heinrich Schliemann, han demostrado que gran parte de la civilización
descrita por Homero no era ficticia. Los poemas son pues, en cierto modo,
documentos históricos, y la discusión de este aspecto ha
estado presente en todo momento en el debate sobre su creación.
Influencia
Homero es, de manera directa, el padre de toda la literatura griega posterior:
el teatro, la historiografía e incluso la filosofía, llevan
la huella de los temas, cómicos y trágicos, planteados en
estas epopeyas, así como de las técnicas homéricas.
Para los últimos poetas épicos de la literatura occidental
Homero ha sido siempre el maestro indiscutible (aun cuando, como en el
caso de Dante, no conocieran sus obras directamente). Pero curiosamente,
para sus más notables seguidores, la obra de Homero fue tanto modelo
como objetivo. Así por ejemplo, la Eneida de Virgilio viene a refutar
el sistema individualista de valores de la épica homérica;
y en las escenas más homéricas de El paraíso perdido,
del poeta inglés John Milton, las estrofas que describen la batalla
en el cielo, son esencialmente cómicas. En lo que respecta a la
novela, Don Quijote de La Mancha (1605), de Miguel de Cervantes, o Ulises
(1922) del irlandés James Joyce, cuanto más homéricas
son más tienden a la parodia y la burla de la épica. Lo
cierto es que desde los tiempos de Homero, ningún autor ha logrado
reunir su genio épico y su erudición.
Agustín García
|