En el Valle de México (El Arbolito, Tlatilco, Zacatenco), los pueblos dependían, principalmente, del cultivo del maíz, aunque sin abandonar la caza, la pesca y la recolección. Los hombres de aquella época tenían todo por descubrir. Así, no sólo fueron los primeros cultivadores, sino también los primeros tejedores y los primeros grandes artistas de aquellos lugares. Se celebraba el culto a la Fertilidad, y existía una noción religiosa del más allá, como nos lo prueban sus ritos funerarios: los cuerpos se sepultaban, y, directamente al lado de los cadáveres, se colocaban pequeñas figuras de arcilla. Las figuras, cuyos rasgos de los rostros y ornamentos de los vestidos se hacían agregándoles pedazos filiformes o globulares de arcilla, o también con incisiones horizontales, para marcar los ojos o la boca, representaban a hombres o mujeres de cuerpo esbelto u obeso, normal o deforme, a veces incluso monstruoso. Las figuritas de las muchachas solían adornarse con elegantes peinados y con joyas, pendientes y collares. Se pintaban de amarillo, de rojo, de blanco o de violeta, como si los artistas hubieran querido sugerir los colores de los granos de trigo o de las hojas del maíz, base de la alimentación de todos los pueblos precolombinos. Estas figuritas, todas ellas encontradas entre ofertas funerarias, reproducen en su variedad las fases de la vida corriente y ofrecerían al muerto imágenes siempre vivas del mundo que había abandonado. Sucesivamente, los pequeños centros agrícolas se transformaron en aldeas más importantes, y, a orillas del golfo de México, se constituyó la civilización de los olmecas. En los altiplanos mexicanos continuaron desarrollándose
otras civilizaciones "preclásicas" y se fue organizando
una sociedad fuertemente jerárquica, en la que los brujos iban
a ocupar los primeros puestos, como intermediarios entre los hombres y
un panteón divino ya muy elaborado. Culturas de las áreas de Venezuela, amazónas, de Colombia y Ecuador. En el tercer período de esta edad preclásica (desde el 600 a. de C. hasta el 100 d. de C.), las civilizaciones de los altiplanos hicieron notables progresos en las industrias, en el comercio y también en la organización cívico-religiosa. Los brujos tuvieron que abandonar el poder a los sacerdotes del fuego, que dirigieron las comunidades agrarias, supervisando la distribución de los cultivos en bancales, las construcciones de templos y de pirámides, para cuya terminación había que reunir un gran número de trabajos encuadrados por técnicos.
El más importante fue el de La Venta, que se distingue, en especial, por las admirables esculturas monumentales ( cabezas colosales, de más de tres metros de altura, cuyo peso supera las 10 toneladas), los bajorrelieves y el uso de los ladrillos en las construcciones, cuyos inventores en América parecen ser los olmecas. La civilización de los olmecas, a pesar de los numerosos testimonios que nos ha dejado, continúa siendo desconocida y todavía es uno de los más acuciantes enigmas de la historia de la América precolombina. En efecto, nosotros podemos usar el término de "historia", porque los olmecas fueron los primeros americanos que elaboraron una escritura jeroglífica, completándola, además, con un calendario y un sistema aritmético. La civilización olmeca está considerada por algunos estudiosos como el origen de las grandes culturas de la América Central. El dios Jaguar, venerado por los olmecas, tanto como símbolo del cielo como del mundo subterráneo, era omnipresente, y se representaba en las estatuas, ya como animal, ya como personaje semihumano. Genaro Robuán.
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