Te presento a Mario, tiene 22 años y quiere ser
escritor. Lleva a todas partes un boli y un cuaderno pequeño para que
no se le olvide todo lo que piensa. Dice que cuando termine la carrera
se recluirá en un ático a escribir la novela que le dará el acceso al
estrellato. Porque Mario, como todos los escritores, tiene muchas cosas
que contar y poco tiempo para hacerlo. Mario se compró un ordenador porque
había aprendido a mecanografiar sus ideas e iba más rápido que a mano.
Cada tarde al llegar a casa de la Universidad, lo enciende y se sienta
frente a la inmensidad blanca de Word mientras escucha "Paperback Writer"
de los Beatles. Pero las ideas no vienen, las imágenes no se traducen
a palabras, el cuaderno no es más que un cúmulo de pensamientos desencadenados. Te presento a José. Tiene 25 años y quiere ser guitarrista. Antes tenía ampollas en las puntas de los dedos, ahora se han convertido en callos. Cada vez que coge la guitarra se intenta aprender un acorde nuevo. Le encantan los días en los que el acorde es tan complicado que los tendones de la mano izquierda empiezan a sufrir los estiramientos. Ahora se ha aprendido una escala y hace solos por encima de las canciones de su grupo favorito. Se frustra cada vez que se olvida de las notas y, sistemáticamente, aporrea violentamente un par de acordes para mitigar el error. En uno de esos impulsos se parte la cuerda más fina. José mira la guitarra. Necesitará ir a la tienda a reemplazar la cuerda rota. Te presento a Marcos, tiene 23 años y le gusta mucho pintar. Fue a un taller de pintura a que le instruyesen en dicho arte, aunque él se considere un autodidacta: no cree en las técnicas, sino en lo que sale de dentro de cada uno de nosotros. De vez en cuando se le ve sentado en algún banco de la capital con un bloc de dibujo y varios lápices. Lo que peor lleva es el frío. Una de las pocas cosas que aprendió en el taller es que con prisas no se llega a ningún sitio, y que la pintura requiere tiempo y dedicación. Hoy se ha pasado más de dos horas sentado frente a la diosa Cibeles y nota una cierta molestia en los pulmones. Te presento a Javier, tiene 27 años y quiere escribir poesía. Bueno, realmente no es poesía, sino más bien canciones. Sigue un determinado modelo y una determinada rima, pero no lo llega a considerar poesía -le han enseñado que la poesía sólo la escriben los catedráticos de latín, y él, lamentablemente, no es uno de ellos. Quizá debería conocer a José, gran guitarrista pero pésimo escritor, y sentarse ambos a componer. Con tres horas semanales sería más que suficiente. Mario paseaba por la plaza mientras Marcos estudiaba los edificios que constituirían el fondo de su dibujo. Se quedó parado frente a él y sacó su bloc de notas. Quizá a la Cibeles se le pueda sacar alguna historia, pensó para sí mismo fijándose más en el dibujo que en la propia realidad. "La inspiración puede llegar en cualquier momento", escribió en su cuaderno al tiempo que Marcos esbozaba el contorno del Banco de España. Cuando a Mario le entró frío anduvo hacia la parada del autobús. Si cogía el siguiente aún le quedarían dos horas para escribir algo antes de cenar. Juanitomon. |
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