INTERSTICIOS ENTRE LOS TERRITORIOS
DE LA VIDA PÚBLICA Y PRIVADA
GLORIA TOBÓN VASQUEZ.
Psicóloga. Docente Universidad Católica de
Manizales.
DIGRESIÓN
Mirar a través de la ventana, traspasar los
muros entre el andén y la casa, vigilar el paso de los extraños con la
cerradura y el perro de raza peligrosa, abrirse a las relaciones con lo íntimo
del cuerpo y del lenguaje, es conocer una región definida y regulada por la
privacidad.
Traspasar el umbral, transitar por el
espacio público, tener relaciones, valores, ideas comunes con un grupo y una
institución que rige sus acciones públicas, las prácticas cotidianas y formas
de comportamiento ciudadano en una intrincada red de socialidades desplegadas,
conforman el mundo de lo público, en síntesis: la ciudad.
Este desplazamiento del ámbito de la vida
privada a la vida pública hace referencia a la complejidad recursiva de la
sociedad, donde un ámbito remite al otro, lo confirma (Augé 1998, p. 26),
cuando dice.... "Toda representación del individuo es necesariamente una
representación del vínculo social que le es consustancial".
Existen unos lugares territorios donde
individualidad y socialidad se fusionan como la parte en un todo estos son los:
Intersticios, espacios, de difícil
diferenciación en la vida cotidiana donde los intereses individuales permanecen
en los intereses colectivos, donde los sentimientos de arraigo individual y
familiar, convergen con los sentimientos de arraigo vecinal, comunitario y con
los lugares de uso y convivencia colectiva.
LA CASA:
Muchos son los cambios sucedidos en las
últimas décadas, desde sus materiales de construcción, paisaje, diseño, hasta
sus representaciones en la composición, en el espíritu y afecto de quienes la
habitan. El universo de lo público penetra en la casa desde los medios masivos
hasta la telemática. En todos los techos se forma una maraña de antenas y
artefactos que traen el ruido de la ciudad y el mundo al hogar: el mercado, el
cine, la plaza pública, la biblioteca, el ejercicio ciudadano a través de la
teleparticipación, la iglesia, el estadio y los goles repetidos; coexisten sin
fronteras: el exterior y el interior, lo lejano y lo cercano, lo íntimo y lo
público. En su construcción la casa tiene materiales más fuertes y seguros,
predominan las construcciones verticales dando forma a los condominios y
unidades cerradas que exponen lo que una vez fue privado, en un patio comunal:
el anciano que pasea su enfermedad en su silla de ruedas, la madre que amamanta
y asolea a su neonato, el lavado de las alfombras y del carro, forman un
collage indiscriminado de intimidades públicas.
Las casas de los sectores populares, son
mucho más pintorescas y en ausencia de un patio comunal, inclusive de un patio,
extienden sus límites a los andenes; en ellos se exhiben las ropas multicolores
con los multidetalles producidos por el uso. Los equipos con sus altos
volúmenes se elevan a las casas vecinas y los jóvenes se apoderan de los
andenes y las calles, convirtiéndolas en zonas para el parloteo, el juego de
fútbol y de los encuentros amorosos. Estas prácticas culturales de
indiferenciación simbólica entre lo público y lo privado, se extienden a las
relaciones entre quienes habitan la casa; en este escenario de la vida
familiar, sus actores viven más fuera que dentro; el trabajo, la escuela y la
ciudad, desplazan el espacio y tiempo vivido en el hogar; la casa se torna en
el soporte de una serie de acciones de las instituciones: empresa, escuela a
través de la relación espacial entre lo construido y lo simbólico en la vida
cotidiana, donde los usos, hábitos, costumbres y rituales en la casa, mantienen
las subjetividades y sentidos articulados a las múltiples conexiones con el
vecindario, la calle, el barrio y la ciudad.
LA
CALLE:
Es el lugar por excelencia del espacio público,
con vida, sensibilidad, morfología, donde transitan los ciudadanos y realizan
sus actividades públicas.
La ciudad está compuesta de hechos
construidos (iglesias, monumentos, centros, estaciones, palacios, calles). "Lo
urbano está constituido por usuarios", como lo define Delgado (1997, p.
11). "El ámbito de lo urbano por antonomasia, no es tanto la ciudad en sí
misma, como espacio público. Es el espacio público donde se produce la epifanía
de lo que es específicamente urbano".
En este espacio urbano se construye el
hombre público en el complejo caos auto-organizado de la ciudad. El espacio de
la calle ya no es solo el territorio físico y su relación con el hombre no es
solamente geográfica; la territorialidad se puede definir en el espacio público,
como construcción colectiva, de íntima relación con el lugar; esta
territorialidad se entrecruza con los territorios antropológicos y las
interacciones sociales que fundan y refundan las acciones en la plaza pública,
la calle, el parque, el barrio y tienen siempre una significación en sus
diferentes escenarios.
EL
PARQUE:
Un intersticio del territorio privado al
público lo encontramos en las narraciones de los ancianos y jóvenes usuarios de
los parquea, ahí los primeros reviven sus historias personales, en permanencia
a través de la oralidad. los jóvenes reconstruyen sus memorias de instantes, a
través de lenguajes e imágenes audio-visuales, mediante lo que llama Martín
Barbero (1991), una Oralidad Secundaria:
"Una oralidad gramaticalizada no por la sintaxis audiovisual que se inició
con el cine y ha seguido con la televisión y, hoy, con el video - clip, los
nintendo y las maquinitas de juego". Aquí vemos dos mundos, dos
discontinuidades donde se superponen en un mismo espacio las diferentes
memorias, territorios, lenguajes e historias de vida personal que dan cuenta de
la individualidad en convivencia colectiva en síntesis: del ciudadano.
LA
IGLESIA:
Es otro lugar de intersticios entre el
territorio y vida de lo público y privado. Allí los fieles unen sus peticiones
singulares, incluso a escala cósmica (se pide a Dios por las necesidades
propias, del Papa y de lo pobres del mundo); son peticiones que atraviesan la
vida y las dimensiones del grupo social que asiste al ritual eclesiástico. Es
el lugar de encuentro y desencuentro de todos los sectores sociales, niveles
educativos, culturas, deseos y gestos simbólicos de paz.
En este escenario se visualizan y
experiencian en tiempos de instantes, pacíficas y anheladas formas de
convivencia ciudadana. Solo que al terminar el ritual, comienza un desfile de
cuerpos invisibles, extraños, salvo algunos vecinos que no han olvidado el
sabor de la conversación en el atrio de la iglesia.
¿QUÉ
VA DE LA FRONTERA AL INTERSTICIO?
Este espacio híbrido que conforman los
intersticios entre los público y privado, se torna motivo de estudio y
comprensión para aquellos que se ocupan de enfocar y pensar la democracia como
estilo de vida y en la regeneración del ciudadano y la ciudad ¿cómo van
cambiando las ciudades con la desterritorialización, discontinuidades
históricas, memorias y re-territorializaciones? Otro proceso fundamental de
comprender, son las dinámicas urbanas que García Canclini (1989) plantea con lo
que implica: "La hibridación
cultural", desde diferentes y complejas visiones disciplinarias, se
deben abordar comprensiones sobre las formas y efectos de los cruces
interculturales que generan las manipulaciones masivas y las otras, producto de
la descomposición social y la violencia: las migraciones de los desplazados. Estas
dinámicas urbanas, significan correr las fronteras para entender ¿qué está
pasando en las fronteras, quién es el ciudadano que recorre las calles y es
usuario de la calle, los parques y las iglesias?... ¿cómo educar para la
democracia en una ciudad donde "intersticio" significa hoy, espacio
de intercambio, ósmosis, mestizaje, erosión, fusión, recomposición, entre lo
nuevo y lo viejo? Significa que la gente en su vida cotidiana usa cada vez
menos ciudad. Esta no es percibida y vivenciada por el ciudadano, sino por las
imágenes de la ciudad que recuperan y reproducen las pantallas. Estos
acontecimientos nos muestran una experiencia política, espacio público y
ciudadano que según Castells, citado hoy por Barbero (1991), es "aquella de
la gente, para la cual luchar por una sociedad mejor, consiste fundamentalmente
en luchar contra la doble desapropiación que ha producido el capitalismo: la
del trabajo y la del propio sentido de vida... la vida va por un lado y el
sentido por otro, a más información menos sentido, menos significado tienen
para nosotros los acontecimientos". Cabe aquí preguntarse por la
comprensión de: qué estilo de vida democrático se puede proponer en una vida
vacía de sentido?.
Es relevante preguntar: cómo las gentes re -
significan el sentido de sus vidas?... cómo recuperar los significados de los
territorios desplazados desde sus intereses políticos y prácticas culturales?. Posiblemente
las indagaciones gesten y re-encuentren saberes que contribuyan a la re -
significación de sentidos de vida, en lo público - privado que re -
territorialicen la ciudad y al ciudadano y puedan vivirse estilos de vida
dignos de una democracia.
BIBLIOGRAFÍA
AUGÉ; Marc. Los no lugares. Espacios del anonimato. España:
Gedisa. 1998.
BARBERO, Martín. La ciudad, cultura y modos de vida.
En: Gaceta de Colcultura, Medellín No. 12 (diciembre 12, 1991)
DELGADO; Manuel. La ciudad no es lo urbano: hacia
una antropología de lo inestable. En: Sobre hábitat y cultura. Medellín
(diciembre 1997); p. 11.
GARCÍA CANCLINI, Néstor. Culturas Híbridas. Estratégica
para entrar y salir de la modernidad. Argentina: Grijalbo. 1989.