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EDICIONES DE FILOSOFIA APLICADA
REVISTA PERUANA DE FILOSOFIA APLICADA # 13
La tesis del Espacio‑tiempo
histórico de Haya de la Torre
Eugenio Chang-Rodríguez
The
A guisa
de introducción
Víctor Raúl Haya de la Torre formuló la tesis del
espacio-tiempo histórico para darle trasfondo doctrinario al aprismo. Concibió el
sustento filosófico de la tesis las concibió durante los tres decenios
anteriores a 1948, año en que la
editorial del diario La Tribuna (Lima)
publicó su libro Espacio-tiempo
histórico. Cinco ensayos y tres diálogos.
El volumen se divide en dos
partes. La primera comprende un prólogo
sin fecha y tres ensayos previamente
publicados: el primero, en Claridad (Buenos Aires, 1935)[1] y los otros dos en Cuadernos Americanos de México[2].
Los dos ensayos restantes, hasta entonces inéditos, resumían las conferencias sobre el tema que había dictado en 1945 y 1946
en las universidades nacionales de Arequipa, La Libertad y Cuzco y en las
universidades de Santiago de Chile, Bogotá, Caracas y Guatemala. Integran la
segunda parte tres “Diálogos para el esclarecimiento”, redactados conforme al modelo
de Platón. En el libro de Haya intervienen dos interlocutores ficticios: Fidel
y Telésforo, cuyas intervenciones ponen en evidencia las limitaciones del
marxismo en relación a los nuevos descubrimientos científicos y al cambiante horizonte del
relativismo de la física de Einstein.
La
tesis del Espacio-tiempo histórico fue elogiada por unos y criticada por quienes
no la entendieron a cabalidad, especialmente por los políticos e intelectuales ultraconservadores o
ultraizquierdistas del espectro político que nuevamente coincidieron en
criticar al fundador del aprismo (Chang-Rodríguez 1988: 1-13).
Antecedentes
La génesis de la tesis del Espacio-tiempo
histórico se remonta a la visita del joven Haya
a las ruinas de Chan Chan, en las
proximidades de Trujillo, su ciudad natal. Este antiguo centro mochica fue la capital del reino del Gran
Chimú, civilización conquistada en el
siglo XII por los incas, quienes, cuatro
siglos más tarde, fueron derrotados por los españoles. Tanto la visión
impresionante de estas ruinas precolombinas,
como las primorosas piezas de cerámica, utensilios de bronce, adornos de
plata, raras conchas rosadas y finos tejidos de brillantes colores ‑‑ extraídos de sepulturas por
huaqueros y arqueólogos‑‑ suscitaron en el inquieto trujillano su primer
deslumbramiento ante la cultura chimú. Consideró que esta civilización
precolombina no estaba ubicada cronológicamente dentro del esquema de los
estudios históricos que siguió con entusiasmo en el programa laico del
Seminario de San Carlos y San Marcelo y
en los cursos en la Universidad de La Libertad sobre historia del Perú.
El deslumbramiento lo hizo reflexionar sobre la relatividad de la historia y la
cronología europeas. El mozo trujillano no podía comprender por qué la historia
de América tiene por referencia básica el año de 1492 y no otra fecha. Los
testimonios precolombinos le sugerían otra dimensión de tiempo, diferente de la
delineada en los textos. Después de todo, el
“descubrimiento” español había sido un evento europeo en el continente
de de los taínos, mayas, aztecas,
chibchas, incas y otras antiguas civilizaciones de América. La llegada de los
blancos desquició la trayectoria evolutiva de
las culturas aborígenes, pero no alteró su pasado. Y así como no se ha
podido responder quién descubrió a quién, muchas preguntas quedaron en el
horizonte histórico del llamado Nuevo
Continente: una de ellas es la referente a la
cronología europea impuesta a América.
Excepto los amerindios que descubrieron las huestes intrusas que desembarcaron en sus dominios para
conquistarlos, la mayoría de los nativos
permanecieron ignorantes del acontecimiento. Sólo cuando los invasores tomaron
posesión violenta de las “tierras nuevas” la noticia de su arribo se esparció
por diversos confines de los imperios y culturas aborígenes.
La
disrupción socio-económica y política obligó a buen número de los aborígenes a
acomodarse al nuevo orden impuesto por la espada y la cruz, a conformarse con la filosofía de la historia
y la historiografía europeas reinantes.
Así discurrió la mente inquisitiva del Haya joven. El testimonio
preincaico le sugirió otra dimensión de tiempo que no era nueva desde su ángulo
de mira y le hizo esbozar ideas que no alcanzaron perfiles de satisfactoria
definición lógica y quedaron relegadas en su subconsciente: “La interrogante
quedó siempre en pie: ¿dónde ubicar las civilizaciones americana dentro de una
cronológica clasificación europea que no entrara en conflicto con la realidad
vivida en el proceso de su propia Historia?” (Haya 1948: ix-x).
Desde
1918, cuando trabajaba de amanuense en
Lima mientras estudiaba en la Universidad de San Marcos, las teorías económicas
de Marx y el relativismo de
Einstein impresionaron a Haya
profundamente. Entusiasmado por esas ideas revolucionarias, el 11 de mayo de
1923 en el periódico El
Tiempo (Lima) atacó la creencia en las verdades intocables y los
principios eternos “en esta hora de
profunda revolución científica y de incontenible corriente relativista,
precursora de nuevas y distintas afirmaciones fundamentales en todo orden”
(Haya 1948: xvi). El inquieto universitario ya avizoraba los trascendentales
cambios que la teoría de Einstein iba a efectuar en el mundo de las ideas, de
los hechos y en su propia formación ideológica.
Entre 1924 y 1927, durante su primer
período de destierro en Europa, el estudiante peruano leyó con ahínco las Lecciones sobre la filosofía
de la historia universal de Hegel[3] y
otras obras de filósofos alemanes. Aunque en la interpretación hegeliana, por
ubicarse firme y claramente en el espacio europeo, no entraba el mundo
americano, el inquieto joven constató
que el genio creador de la dialéctica moderna desemboca y se detiene en la
quietud del dogma que afirma: el universo nace, crece y muere. De Hegel, tomó
las ideas más aprovechables: 1) “la
filosofía de la historia es la consideración pensante de la Historia”, 2) “La historia propiamente dicha de un
pueblo comienza cuando este pueblo se eleva a la conciencia”, y 3) la
individualidad histórica de cada pueblo, su espíritu, se separa en el Espacio y
en el Tiempo en el que actúan la conexión entre lo espiritual y lo natural, el
temperamento. De ellas, el inquisitivo trujillano formuló sus propias
reflexiones sobre la relación de la conciencia histórica de un pueblo, como
conciencia de su Espacio y de su Tiempo. Y así fue cómo con la ayuda de la
nueva formulación de estos conceptos aportados por el relativismo científico a
la filosofía de nuestro siglo, a Haya le
fue posible esbozar el primer intento de su tesis del Espacio-tiempo-histórico,
inseparable del movimiento evolutivo de cada pueblo o grupo social dentro de su
campo gravitacional o escenario de su Historia (Haya 1948: xii-xiii).
En 1928, cuando comenzó a escribir en México El antiimperialismo [sic] y el APRA[4], el desterrado peruano ya tenía ideas más
concretas sobre las diferencias básicas que existen entre
Indoamérica y Europa. Al ocuparse de la tarea histórica del APRA, apuntó:
Empero, es menester recordar que existe una profunda diferencia entre el
marxismo interpretado coma dogma y el marxismo en su auténtico significado de
doctrina filosófica. En aquél, todo es quietismo y parálisis; en éste, todo es
dinamismo y renovación. El apotegma inmortal de Heráclito el Oscuro, recogido
por Marx a través de Hegel, no debe olvidarse: “Todo se mueve, se niega,
deviene; todo está en eterno retorno (Ferdinand Lasalle, Die
Philosophie Heraklitus der Kunkeln, p. 156)[5].
En él se funda la dialéctica de la vida y de la historia. (Haya 1936b: 117)
Más adelante, en el libro que tardó en
publicar, ofreció una nueva y metódica interpretación de la realidad
indoamericana dictada por su geografía,
historia y condiciones socio-económicas. El fundador del aprismo negó los preceptos que entones se tenían como
universales y eternos en virtud de la ley de las contradicciones del devenir:
la continuidad condicionada por la negación. En los siguientes capítulos el autor
recalcó: “Nuestro tiempo y nuestro espacio económicos nos señalan una posición y un camino: mientras el
capitalismo subsista como sistema dominante en los países más avanzados, tendremos que tratar con el capitalismo”
(Haya 1936b: 156). Haya se acercaba cada vez más a su propia concepción
filosófica interpretativa de la historia; su pensamiento se afinaba, pero
todavía no formaba un cuerpo
doctrinario.
El trujillano aprovechó la segunda etapa de su destierro en Europa
(1928-31) para ordenar la base filosófica de la tesis. Durante meses
consecutivos se dedicó a estudiar el desarrollo histórico de la filosofía
europea. En Berlín sostuvo constantes
conversaciones filosóficas con el profesor Alfons Goldschmidt, su compañero de
trabajo en el Wirschaft-Institut-Latein Amerika. Por intermedio de él, conoció a Einstein en 1929. Desde entonces,
intensificó el estudio de la teoría de la relatividad y siguió las actividades
del sabio judío-alemán. A fines de ese año, el exiliado peruano se preguntó:
¿Ha de traer el relativismo nuevas formas de pensamiento humano? Se hizo además
otras preguntas que probablemente el mismo Einstein no podría haber respondido:
¿Fuera de la pauta euclidiana y tridimensional, hallará el hombre nuevas
expresiones y nuevas concepciones? ¿Nos
acerca el sistema de Einstein a una síntesis egregia de la oposición de la
tesis y la antitesis? Haya todavía no se atrevía a contestar. Sabía que el
mundo había vivido varios siglos de filosofía tridimensional y cuan rígidas habían sido la noción de la geometría
euclidiana, las concepciones filosóficas y hasta la tradición dogmática religiosa;
y por eso notó que la cuarta dimensión no ha sido tenida en cuenta y que el
espacio-tiempo nada significa en una concepción espacial infinita y eterna.
Pero con la teoría de la relatividad de Einstein todos estos principios
evolucionan ya que ésta plantea nuevas bases para una concepción física del
universo. El estudioso de Trujillo se dio cuenta de que el científico de Munich
había negado y superado a Newton:
El
relativismo, todavía en su etapa primera, esclarece ya otros rumbos a los que
la filosofía no podrá ser extraña. Cuando
el relativismo defina y complete sus principios y la concepción de Euclides no sea sino
un punto de partida para una
sucesión de negaciones como las de Heráclito o Platón, el pensamiento humano
¿no se expandirá también como el universo de
Einstein y la visión del mundo no
suscitará un grado de conciencia y un
modo social de vivir que ahora, sólo
intuimos
o sólo sospechamos?[6]
Los meses que vienen los pasa en acuciosa investigación. Lee las obras
de Goldschmidt sobre América: Argentinien
(1923), Mexiko Auf den Spuren der
Azteken (1925), y Die Dritte Eroberung Ameiikas (1929) (Haya 1935: 37). También visita a menudo a
Karl Kautzky (conservador de los papeles de Marx y asistente de cursos en la
Universidad de Berlín), concurre a diversas charlas sobre el tema y escucha atentamente
a Henry Gilbeux, biógrafo de Lenin. En julio de 1930 una de las conferencias de
Einstein lo motiva a escribir un
artículo sobre cómo lo deslumbrado la nueva interpretación del Espacio en la
que se añade la cuarta continuidad dimensional llamada Espacio-Tiempo. Éste era
el concepto que Haya necesitaba para
formular su propia teoría.
Felipe Cossío del Pomar, que lo visitaba con frecuencia en Berlín, cuenta
en su biografía del amigo entrañable qué le pasó al concebir por primera vez la
tesis del Espacio-Tiempo histórico:
No sabe cómo confiarle a Goldschmidt su interpretación personal del
marxismo. Pero un día se atreve.
Goldschmidt cree que Marx puede ser rectificado en una de sus conclusiones
económicas y él mismo mantiene siempre un punto de discrepancia con el marxismo
ortodoxo y clásico en un aspecto particular que ofrece desarrollar en una obra que está preparando. Cuando Haya le expone
por primera vez su punto de
vista, lo discute mucho. “Debe ahondarla más porque es interesante”, concluye al fin el Herr
Professor. Y Haya de la Torre le
promete estudiarla y repensarla más a fondo sin
apresurarse. “La idea está conmigo y me la llevo como un leit-.motiv” escribirá a su amigo desde Nueva York, cuando va rumbo
al Perú coma candidato a la Presidencia de la República (Cossío 1995: 192).
Nuevos retoques filosóficos
Desde el 12 de julio de 1931, día en
que desembarcó en Talara, hasta el 5 de mayo del año siguiente cuando cayó
preso en Lima, el candidato presidencial del APRA no pudo separarse de las
múltiples ocupaciones políticas para darle forma final a su tesis. Pero el 22
de mayo, en la declaración instructiva que se le tomó en el Panóptico, reiteró sus puntos de
vista personales al contestar la pregunta del juez ad hoc sobre la lucha de clases. No vaciló un momento para
responder: “El capitalismo es evidentemente, una etapa necesaria del progreso
humano. Todos los pueblos en el camino de la civilización tienen que pasar esa
etapa, pero no en todos los pueblos es simultánea esa evolución”. Y después de
aclarar cómo varía el desarrollo del capitalismo en los diversos países del
orbe, prosiguió afirmando que la lucha entre el capitalismo y el proletariado
no tiene un sentido mundial sino relativo porque: “Cobra diversos aspectos,
plantea diversos problemas, impone distintas soluciones”[7].
Durante los quince meses de prisión, el
preso continuó leyendo libros alemanes e ingleses y siguió reflexionando sobre
la forma final de su propia teoría de la filosofía de la historia. En los meses
de libertad que siguieron, así como en los años de persecución subsiguiente (La
Gran Clandestinidad), prosiguió hilvanándola hasta lograr completar el
fundamento filosófico del aprismo. En 1935 la revista Claridad de Buenos Aires y en 1936 la revista Hoy de Santiago de Chile, publicaron la tesis de Haya en
castellano. Como la tesis apareció en un
artículo de divulgación, Haya aclaró conceptos y repitió definiciones para que
lo entendieran mejor. Citó a Engels, quien, en su Anti-Duhring, había postulado que la dialéctica no es más que la
ciencia de las leyes generales del movimiento, de la evolución de la sociedad
humana y del pensamiento. Luego, Haya afirmó:
… el Aprismo fundamenta sus normas de metodización filosófica en el enunciado dialéctico de la
negación de la negación. Reconoce así el principio universal del eterno
movimiento, cambio o devenir –avizorado por Heráclito y cada día mejor
comprobado por los progresos de la ciencia—, como un proceso constante de contradicciones,
negaciones y continuidad, pero reconoce también en el marxismo una escuela
filosófica sujeta a la misma ley por ella descubierta y perfeccionada[8].
Sin embargo, rememoró que Engels había
dicho en su Anti‑Dühring que negar
en dialéctica no consistía en anular o suprimir. Para el pensador peruano, el
método dialéctico de negaciones es positivo porque afirma, cambia y hace que el
pensamiento progrese. Y partiendo de la concepción cuatridimensional del
Espacio–tiempo de Einstein, enunció
su propia concepción del Espacio-tiempo histórico como base de su tesis interpretativa del devenir
histórico:
Diríase que hay
también un “Espacio-tiempo histórico”, integrado
por el escenario geográfico (campo
objetivo) y por el “tiempo subjetivo” (Ich-Zeit),
que el hombre concibe con relación a ese espacio; y ambos a su vez con un ritmo
dado de tiempo objetivo o económico que socialmente deviene “Tiempo histórico”.
El escenario geográfico, base del concepto “Espacio histórico”, está condicionado
por todas las características físicas que ofrece cada una de las regiones
habitables del planeta, pero, además de éstas, por la distancia entre una y
otra región, especialmente por las que median entre las menos civilizadas y
aquellas que han avanzado más en su evolución y que marcan el índice máximo de
progreso. Esta distancia ya no es sólo espacial, es también distancia en el
“Tiempo histórico”, que no se mide por relojes, vale decir, lapso en su
“longitud”, “que es completamente relativo” (Hegel). (Haya 1948: 8-9)
Haya sostuvo que el determinismo
histórico de Marx no puede aplicarse a todas las latitudes. Esgrimiendo el
principio relativista del Espacio-tiempo histórico, reconoció que la estimativa
de cada proceso social, dentro de su escenario geográfico dado, debiera
relacionarse con el proceso de otros grupos,
siempre teniendo como referencia el ritmo de los de mayor avance, de
“velocidad máxima. De allí arranca la afirmación de que en la filosofía de la historia hay que tener muy
presente el ángulo espacial desde el que
se le ve y se le estudia”. Las leyes
históricas no tienen aplicación universal porque ellas son condicionadas por la
relatividad del punto de observación. Por ende, la historia del mundo vista con
lentes europeos no puede ser la misma que la historia vista desde el
espacio-tiempo histórico indoamericano. Coligió
de ello que si el imperialismo es en Europa la
“última o suprema” etapa del capitalismo, en Indoamérica es la primera. (Haya 1948: 12).
En un artículo escrito en la clandestinidad en agosto de 1942, el autor
de la tesis recordó que el aprismo toma del antecedente marxista la dialéctica
hegeliana coma motor vital de la historia: todo se niega, todo pasa, todo fluye
y se transforma, incluso el marxismo. Esta ideología no es una excepción de la
fatídica ley:
Vale decir, que así coma el primer hombre que formuló el consciente
veredicto de que “todo ser humano tiene que morir”, murió también, así Hegel y Marx,
descubridores de la dialéctica como sistematización esclarecedora de la
Historia, no pueden escapar a sus negaciones. El marxismo negó el hegelianismo por continuidad dialéctica.
Hoy, el marxismo es negado también, por las mismas motivaciones de dinámica
histórica[9].
El articulista creyó que estas negaciones no eran absolutas sino superaciones “relativizadas”
(neologismo con significado científico-filosófico contemporáneo y sustancial).
Recordó que la nueva concepción del Espacio-tiempo histórico ayuda a apreciar
mejor el acontecer social como uno o varios fenómenos inseparables de su
escenario y su momento. Insistió en que la democracia se transforma por un
encadenamiento de negaciones dialécticas e incide en la conclusión sugerida por
Stuart Chase en su teoría funcional del capitalismo: en un mundo económico-social tan radicalmente revolucionado, no caben ni los viejos moldes sociales ni sus
primeras formas de negación. Tampoco las normas ideológicas que
sirvieron de guía a la interpretación de un proceso ya superado. La evolución
del mundo capitalista ha desembocado en su etapa revolucionaria. Ésta, culmina
con la Primera Guerra Mundial, la cual marca la separación abismal de dos
grandes etapas do la historia. Consecuentemente, con el mundo capitalista de
ayer se va también la negación anticapitalista de ayer, y avanzan dos formas
o expresiones nuevas, aun en desarrollo
de oposición de contrarios, que no son idénticas a ninguna de las anteriores
(Haya 1946: 165)
En agosto de 1942, en el sugestivo y polémico
artículo “Marxismo ‘congelado’ y confusionismo”, Haya anotó que la nueva teoría
de la relatividad con sus conceptos de espacio, tiempo, movimiento, masa, energía y gravedad ha
revolucionado las ideas científicas que antes servían de base a la filosofía general y, consecuentemente, a
la filosofía de la historia. Y desde que, según Einstein e Infield, las
generalizaciones filosóficas deben fundarse en resultados científicos, Haya
también desprendió de allí la necesidad de que aparezca en nuestra época una
nueva concepción filosófica general[10].
En el mismo mes de agosto, el
pensador peruano terminó su ensayo “Aprismo, marxismo y Espacio-tiempo-histórico”.
En él llegó a la siguiente conclusión:
si es verdad que el marxismo también tiene una razón de ser histórica, también
es irrebatible el hecho de que esta concepción filosófica del siglo XIX no
puede avanzar más lejos del límite fijado por los descubrimientos y
conclusiones científicas de su tiempo. El argumento central lo resumió al decir
que no siendo profecía sino ciencia y sistema de la realidad, el marxismo no
puede cerrar los caminos directos a las negaciones y superaciones del futuro,
en que la ciencia y la filosofía avanzan cada vez más lejos. (Haya 1948: 78).
En cambio, el aprismo, según su fundador,
aplica el nuevo concepto científico y filosófico relativista del espacio-tiempo
a la filosofía de la historia; se basa en él para examinar la realidad
indoamericana e interpretar su devenir histórico. Refutó como concepción
europea, inválida en Indoamérica, la división de la historia universal en Edad Antigua, Edad
Media y Tiempos Modernos. Las antiguas culturas del continente no tienen cabida
en esa caprichosa división eurocéntrica. La edad antigua americana no coincide
con la edad antigua europea:
Cada
Espacio-Tiempo histórico forma un
sistema de coordenadas culturales, un escenario geográfico y un acaecer
histórico que determina la relación de pensamiento y de devenir inseparables de la concepción
espacial y de la mediación cronológica.
Cada Espacio-Tiempo es expresión de un grado de conciencia colectiva capaz do
observar, comprender y distinguir
como dimensión histórica su propio campo de desenvolvimiento social. Y si un pueblo sólo llega a la adultez cultural
cuando alcanza la conciencia de su peculiar proceso de desarrollo económico y
social, ella sólo es completa cuando descubre, con el acaecer de su historia,
la categoría intransferible e indesligable de su propio Espacio-Tiempo (Haya
1948: 76-77).
Con las frases anteriores Haya resumió la esencia de su tesis, base a la
interpretación histórica de Indoamérica.
Ampliación de algunos conceptos básicos
Al declararse disuelta la Tercera
Internacional por la presión que las democracias aliadas ejercieron sobre
el Kremlin, Haya de la Torre, en su
refugio clandestino Incahuasi, acosado por la policía limeña, escribió en mayo
de 1943 el articulo interpretativo “El
‘rompan filas’ de la Tercera Internacional”. Lo redactó durante
circunstancias muy precarias para la democracia en el Perú: sus enemigos habían
hecho varios intentos de asesinarle. Asimismo, en Europa y en Asia la guerra
seguía favoreciendo a los totalitarios nazi-fascistas y era difícil predecir el
desenvolvimiento de la contienda. Sin embargo, en esos momentos angustiosos,
Haya reconoció que la Segunda Guerra Mundial
constituía, sin duda alguna, la mayor de las revoluciones de la historia;
la consideraba, en efecto, como “la revolución de la revolución”; es decir,
como la negación de lo que hasta ahora considerábamos como expresión máxima del
pensamiento y de la acción
revolucionarios. Y precisamente porque se había producido tan grandiosa y
rápida transformación en el mundo, ya no había lugar para la Tercera
Internacional Comunista: “Las voces de
orden de 1917 carecen de vigencia presente. Si repitiéramos hoy los lemas
insurreccionales de hace veinticinco años correríamos serios riesgos de
aparecer anacrónicos y, acaso, reaccionarios”
(Haya 1946: 187-191).
En Incahuasi, exactamente al año
siguiente, escribió “La dialéctica marxista se cumple con el marxismo”. En ese
artículo observó que la revolución democrática está encaminada a resolver la
injusticia social sin sacrificar la libertad y que en este sentido, la
revolución de la revolución de nuestros días es la más universal de todas las
revoluciones de la historia. Empero, predijo los dolores de posguerra:
Y como ha habido imperios antes de que hubiera capitalismo ‑‑sistema económico que aparece
sólo entre los siglos XIV y XV
de esta era‑‑ puede haberlos
de nuevo sin que el capitalismo sea necesario. Pero la primera consideración
histórica de Stalin y sus hombres es que de la presente Guerra Mundial, Rusia
insurge ante el mundo coma un grande y poderoso Imperio. Y coma tal hay que
considerarlo, comprenderlo y gobernarlo. (Haya 1946: 195)
En 1945, mientras en el Perú se libra la
batalla electoral en medio de un clima de optimismo pero de constante alerta,
Haya publicó un nuevo e importante ensayo sobre su tesis (Haya 1945). En este trabajo recogido después en su libro de 1948, nuestro autor amplió conceptos, aclaró algunos puntos controvertibles,
dilucidó problemas no bien resueltos en sus ensayos anteriores y rechazó
interpretaciones antojadizas; recalcó la estrecha relación que existe entre la
historia y la política, recordando la frase del jurista francés Jean Bodin,
quien en Les Six Livres de Ia République
había afirmado: “la premiere utilité de l’histoire est de servir à la politique”.
No solamente vio en la Historia a la memoria del mundo, sino algo más: su
propia conciencia. “No es solo recuerdo acucioso y detallado, catalogado e
inerte, sino expresión inteligente y creadora, plasma vital de nuevos
organismos sociales, devenir”. Precisó que su teoría tiene como primera norma
la aplicación de la relatividad a la historia. Este nuevo modo de interpretar
los acontecimientos humanos se reduce a verlos como una vasta coordinación
universal de procesos inseparables de su
propio Espacio-Tiempo y movimiento. Advirtió que Espacio y Tiempo separados o
conjuntamente, con sus clásicas acepciones, producen el Espacio-Tiempo
histórico. Los ingredientes del nuevo concepto
‑‑ el Espacio histórico y el Tiempo histórico‑‑ son
inseparables. Están siempre están unidos
por lo que Einstein y Toynbee llamaron continuum.
Para Haya, el Espacio histórico no es
únicamente el espacio geográfico o la influencia de la geografía, sino “la
constante relación telúrica de la tierra y el hombre”. Mejor dicho, es la relación del espacio con
el grupo pensante que ha desarrollado su conciencia histórica en dicho territorio.
El Espacio histórico es, pues, la suma total de la geografía, el hombre, la
tradición, la composición étnica y la interpretación de ellos con el alma,
conciencia o espíritu del pueblo. En suma, todo lo que nos suelda y atrae
consciente y funcionalmente a determinada región constituye el Espacio
histórico. El Tiempo histórico, por otra parte, no es un término cronológico:
“Es, subjetivamente, la intuición y sentido del tiempo individual y social
vinculados consciente y funcionalmente al modo de vivir, trabajar, pensar y
desenvolverse de los pueblos”. Este tiempo histórico marca el grado de su
evolución económica, política y cultural, determinada por las formas de
producción y por el desarrollo social que ellas motivan o que influyen en el
pueblo. Y precisamente debido a estas características, el Tiempo histórico se convierte en
inseparable de su espacio y de su movimiento y con ellos integra una
“continuidad dinámica” que Haya llama Espacio-Tiempo histórico o cuarta
dimensión histórica (Haya 1948: 17-28)[11].
Este ensayo también es importante
pues porque recogió las ideas centrales que Antenor Orrego expresó en su
original libro El Pueblo-Continente[12]. Haya de la Torre sostuvo que los Espacio-tiempo
históricos, por un proceso de expansión política del mundo social, devienen
expresiones continentales circunscritas a la conciencia histórica de los
pueblo-continentes. Así tenemos el Espacio-tiempo histórico indoamericano,
norteamericano, (de E.E.U.U. y Canadá),
chino, ruso, australiano, etc. En otro ensayo escrito por esa época. Haya, con
el seudónimo de Luis Pachacutec, definió
al pueblo-continente de la siguiente manera: “El Pueblo-Continente es el Espacio-Tiempo y
Movimiento históricos considerados como conciencia social, indesligable
de su existencia y acontecer. O reiterando este mismo enunciado en otros
términos, no es sólo calidad existencial o vegetativa de un grupo o grupos
sociales de un área dada, sino conciencia histórica y cultural de raison d’etre. Vale decir: relación
pensante del Espacio-Tiempo y Movimiento como permanente dinámica social de su
evolución histórica”[13].
En el ensayo publicado en Cuadernos
Americanos en 1947, Haya amplió el
concepto Espacio-tiempo histórico, distinguiéndolo de los conceptos aislados de
espacio y tiempo. Ahí nuevamente estableció las diferencias existentes entre
“distancia espacial” y “distancia histórica” para subrayar enseguida la
descripción de velocidad y dirección en el Espacio-tiempo histórico, valiéndose
de varios ejemplos[14].
Pocos meses antes de que se produjera el nuevo golpe de estado que impondría
una nueva ola de terror antiaprista, Haya de la Torre logró publicar en 1948 su
libro Espacio-Tiempo histórico
(Chang-Rodríguez 1987: 62-63 y 116-117).
En éste insistió en que ninguna doctrina filosófica tiene reservación en
la eternidad. Todas las filosofías son válidas en su época y tienen
vigencia sólo hasta que una nueva teoría
filosófica las niegue. Recordó que Marx negó a Hegel, Hegel negó a
Fichte y a Kant, y así sucesivamente podemos remontarnos a los principios de la
filosofía occidental. Señaló que lo fundamental en el marxismo es la negación: el
fluir, el pasar y declinar de todas las creaciones del pensamiento y de la
acción del hombre hace de todas las filosofías verdades temporales, válidas
para su época porque ninguna encierra la verdad definitiva. Valiéndose de esta
dialéctica marxista, Haya concluyó afirmando que el marxismo no puede escaparse
de esta regla porque tiene que ser superado. En uno de los diálogos puestos a
final de su tesis, se entreve su apreciación del periodo revolucionario de esos
días:
La revolución
qua está viviendo el mundo no es solo económica, social y política. Es una
revolución cultural y técnica, y, más lejos que eso: es una radical revolución
cosmológica. Es decir, qua esta revolución abarca hasta las raíces mismas del
conocimiento humano porque ella nos trae la negación de grandes verdades
científicas hasta ahora irrecusadas, sobre las cuales habíamos erigido nuestra
concepción del mundo, de la naturaleza, del cosmos, del tiempo y del espacio.
(Haya 1948: 87)
En el último diálogo, uno de los
interlocutores sostiene que ya no hay únicamente una gravitación histórica
universal, “un paralelismo absoluto euclídeo, fatal, para todos los procesos de
la Historia”. Luego se refiere a los
“espacios gravitacionales” y constata que, así como en los fenómenos físicos,
los fenómenos históricos varían según el ángulo de observación. Es decir,
el autor del diálogo cree en la existencia de lo que Toynbee llama en su Study of History, la perspectiva del
historiador.
Enunciación final de la tesis
En la Embajada de Colombia de Lima, el asilado
Haya prosiguió con sus investigaciones para pulir su teoría, como se evidencia
en los ensayos publicados en Cuadernos
Americanos (México) a partir de 1950. En ellos aplicó su tesis a la
interpretación de problemas históricos específicos. En uno de los ensayos, al
comentar la teoría de ‘reto-respuesta” de Toynbee, sostuvo que todo
reto-respuesta que enfrenta una ciudad primitiva o una civilización,
plantea un espacio geográfico dado y supone un condominio entre el hombre —o grupo social— y el espacio que le
sirve de escenario en el desarrollo de su existencia (quieta o primitiva, dinámica o civilizada). Este condominio determina en el hombre —o
grupo— la formación de una progresiva conciencia
del Espacio ganado que resulta de las acciones y reacciones entre el hombre
y el medio. Luego, el pensador peruano introdujo una cuarta dimensión que llamó
el Tempo. Ella es indispensable en el
análisis interpretativo de las civilizaciones, “viene a ser como la escala y
diapasón cada vez más precisos, de la velocidad variable que las mutuas
influencias del hombre y la tierra imponen al proceso de una sociedad primitiva
o de una civilización[15].
Poco después de salir de la Embajada de Colombia y ser deportado del
Perú, publicó dos ensayos de gran difusión: uno en México (Haya 1955) y otro en
Colombia (Haya 1955b)[16].
En el ensayo que vio la luz en México, Haya declaró: “Mi tesis es la siguiente: que así
como hay un Espacio-Tiempo físico, tanto objetivo como subjetivo, o sea tanto
de perspectiva cuanto de conciencia o mente, del mismo modo hay un
Espacio-Tiempo histórico objetivo y subjetivo, vale decir, de perspectiva y de
conciencia” (Haya 1955: 12). Para
ilustrar las diferentes perspectivas históricas, Haya ofreció los casos de
Jorge Washington y Simón Bolívar, en su época considerados traidores en
Inglaterra y en España, respectivamente, mientras que en América se los reconocía
como libertadores. Más adelante, el pensador peruano consideró al aprismo como
negación y superación filosófica del marxismo. Explicó que la negación se
produce utilizando la misma dialéctica marxista y su propia interpretación
relativista de la historia resumida en su tesis del Espacio-tiempo histórico. El
autor consideró que la edad atómica había negado científicamente al marxismo.
Frente al apotegma comunista: “La violencia es partera de la historia”, Haya
replicó: “la violencia atómica, las armas termo-nucleares, creadas por la nueva
ciencia ya no serán parteras sino sepultureras de la Historia” (Haya 1955: 12).
En el trabajo publicado en México, nuestro
autor ofreció ejemplos adicionales sobre lo que Toynbee llamó “la perspectiva
del historiador”. Señaló las diversas interpretaciones históricas que le han
dado al Padre Hidalgo, la injusticia histórica que se ha perpetrado con Tupac
Amaru, precursor de la independencia americana, la invasión e influencia de
Alejandro el Magno en la India, la conquista de España por los árabes. Partiendo de la idea de Toynbee de que cada
sociedad o civilización depara un campo inteligible del estudio de la
historia”, Haya llegó a la conclusión de que cada sociedad o civilización tiene
su propio proceso, insito ritmo, su peculiar devenir, vale decir, su
intransferible “Espacio-Tiempo”. Y basándose en el mismo concepto de Toynbee y
en la observación de Einstein acerca de los “campos gravitacionales” de la
física, Haya forjó su idea sobre los campos gravitacionales históricos”.
Finalmente, después de evaluar el progreso norteamericano y de analizar el
“encuentro” del hombre europeo
anglosajón con la naturaleza norteamericana y de diferenciarlo con el reto que
el blanco latino encontró en América —ya sea al enfrentarse a la geografía, al
hombre americano o a ambos— el portaestandarte del APRA llegó a la conclusión
de que “Estados Unidos ha logrado unificar su campo cuatridimensional de
Espacio-Tiempo con su velocidad correlativa. En Indoamérica coexisten, se
yuxtaponen diversos estadios de la evolución social y diversos ritmos” (Haya
1955b).
Éste es pues, en resumen, lo
que Haya escribió sobre su tesis del espacio-tiempo histórico. Al fin el
pensador trujillano pudo responderse satisfactoriamente a la pregunta que se
hizo frente a las ruinas de Chan Chan, en sus días de inquieta adolescencia:
¿Dónde ubicar en un esquema lógico de la Historia al mundo americano, su pasado
y su presente, para avizorar su destino?
OBRAS CITADAS
Castro, Américo. 1948. España en
su historia: cristianos, moros y judíos. Buenos Aires: Losada.
Chang-Rodríguez. Eugenio.
1987. Opciones políticas peruanas.
2ª. ed. Trujillo: Editorial Normas Legales.
-----. 1988 “The
Peruvian Aprista Party: A Historical Background”, en APRA and the Democratic Challenge in
Chang-Rodríguez. Eugenio, ed.. 2004. Antenor Orrego. Modernidad y culturas
americanas. Páginas escogidas.
Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú.
Cossío del Pomar, Felipe. 1995. Víctor
Raúl: Biografía de Víctor Raúl Haya de la Torre 1895-1931. Lima: Editorial Pachacutec.
Engels, Friedrich. 1878. Anti-Dühring , 1a ed,
Goldschmidt, Alfons. 1923. Argentinien.
Berlín: Ernst Rowohlt Verlag.
------. 1925. Mexiko. Auf den
Spuren der Azteken; ein mexikanisches Reisebuch. Bildr von Diego Rivera.
-----. 1929. Die dritte eroberung Amerikas, bericht von
einer Panamerika reise.
Berlín, E. Rowohlt. Tr. Third conquest
Haya de la Torre, Víctor Raúl. 1935. A dónde va Indoamérica? Santiago
de Chile: Editorial Ercilla.
-----. 1935 [firmado con el seud. Luis Pachacutec].
“Dialéctica y aprismo”. Claridad
(Buenos Aires) 14.293 (setiembre de 1935).
-----. 1945b [firmado con el
seud. Luis Pachacutec] . “Derroteros de juventud, Renovación (Lima) 4.19 (junio de 1945): 11.
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después de la guerra ¿qué? Lima:
Editorial P.T.C.M.
-----. 1947. “Algo más sobre la tesis del Espacio-Tiempo
histórico”, Cuadernos Americanos 6.2
(marzo-abril de 1947): 97-103, Incluido en Espacio-Tiempo
histórico de 1948, 57-66.
-----. 1948. Espacio‑Tiempo histórico. Lima:
Ediciones La Tribuna.
-----. 1950
[firmado por Javier
Pulgar Vidal]. “Democracia y comunismo”.
Cuadernos Americanos (México) 9.2. (marzo-abril
de 1950): 18-30.
-----. 1950b
[firmado por Javier
Pulgar Vidal]. “La teoría del ‘reto-respuesta’
de Toynbee y el Espacio-Tiempo histórico”. Cuadernos
Americanos (México) 9.5 (setiembre-octubre de 1950): 108-109.
-----. 1955. “Enfoque aprista de
imperialismo, antiimperialismo y marxismo”. Humanismo
(México) 3.29 (marzo de 1955): 11-16.
-----. 1955b. “Dentro del marco
Espacio-Tiempo. La Historia en Indoamérica”. El Tiempo (Bogotá), 29 de mayo de 1955. Tr. por Eugenio Chang-Rodríguez como History in Latin America. Within the Framework
of Space-Time. Seattle: Casa Hispana, University of Washington, 1955.
Hegel, Georg Wilhelm Friedrich . 1989. Lecciones sobre de la filosofía
de la historia universal.
Lassalle, Ferdinand. 1958. Die
Philosophie Herakleitos des Kunkeln. Berlín.
Partido Aprista Peruano. 1933. El Proceso Haya de la Torre (Documentos para
la historia del ajusticiamiento de un pueblo).
Toynbee, Arnold. 1934-1961. A Study of History, 12 vols. Londres, 1934 – 1961. Compendio de los vols 1 a 10 por D. C. Somervell. 1a
ed. estadounidense. Nueva York, Oxford University Press, 1947-1957.
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Electrónica de
EDICIONES DE FILOSOFIA APLICADA
REVISTA PERUANA DE FILOSOFIA APLICADA # 13
[1]
[firmado con el seud. Luis Pachacutec] “Dialéctica y aprismo”, Claridad (Buenos Aires) 14.293
(setiembre de 1935).
[2]
Los dos artículos de Haya fueron: “Espacio-tiempo histórico.
Introducción de la sinopsis filosófica del aprismo”, Cuadernos Americanos (México) 4.3 (mayo-junio de 1945): 46-61 y
“Algo más sobre la tesis del Espacio-Tiempo-Histórico” Cuadernos Americanos (México)
6.2 (marzo-abril de 1947): 97-103.
[3]
En estas últimas lecciones impartidas por G. W. F. Hegel en
1830, el padre de la dialéctica postuló que el pensamiento está subordinado al
ser, a lo dado, haciendo de éste su base y su guía. Según Hegel, se le atribuyen
a la filosofía pensamientos propios, que la especulación produce por sí misma,
sin consideración a lo que existe; y con esos pensamientos se dirige a la
historia, tratándola como un material, y no dejándola tal como es, sino
disponiéndola con arreglo al pensamiento y construyendo a priori una historia.
[4] Consistentemente Haya escribió antimperialismo en vez del más universalmente sustantivo aceptado antiimperialismo, registrado en el
DRAE. No es un error tipográfico en los escritos
del fundador del aprismo, como otros deslices de imprenta no corregidos ni
identificados por sus editores, particularmente en palabras inglesas y
alemanas. En este ensayo he corregido el texto sin poner [sic] ni explicar el
cambio con notas a los evidentes errores tipográficos y de impresión.
[5]
El socialista Ferdinand Lasalle
(1825-1864), amigo de Karl Marx, participó en la Revolución francesa de 1848,
creó el Partido Socialista Democrático de Alemania y en
1863 fundó la primera asociación de trabajadores alemanes. En 1964 murió
en un duelo. Entre sus libros se encuentra Die Philosophie Herakleitos des Kunkeln (1858).
[6] Las últimas oraciones del penúltimo párrafo del artículo “¿Todo
relativo?”, que Haya escribió en Berlín en diciembre de 1929
e incluyó en Ex combatientes y desocupados. Notas sobre Europa (Santiago de
Chile: Ediciones Ercilla, 1936), 223-227.
[7] Como consta en la
foja 72 de la “Instructiva”: el juez le preguntó: “¿No cree Ud. que
nuestro problema sea el problema que mundialmente se ha presentado de lucha
entre el capitalismo y el proletariado?”. Ver el acta del 22 de mayo de 1932 en
Partido Aprista Peruano, El proceso de
Haya de la Torre (Guayaquil: Publicaciones del PAP, 1933), 39-40.
[8] La tesis, publicada originalmente en 1935 en la revista Claridad de Buenos Aires apareció
también al principio del libro Espacio-Tiempo
histórico, 3-13. Ver Haya 1948, 3-4.
[9]
Este artículo “Sobre la teoría
funcional del capitalismo” que contrapone la dialéctica hegeliano-marxista con
la teoría de Stuart Chase (escrito en 1942), al fin se publicó tres años después (Haya 1945: 127-130 y se
incluyó en Haya 1946: 161-166). La cita corresponde a las pp. 128-129 y 162, respectivamente.
[10]
Este artículo también se encuentra en Haya 1946: 166-175.
[11]
Compárense estas ideas de Haya con las que Américo Castro ofrece en España en su historia: cristianos, moros y
judíos (Buenos Aires: Losada, 1948).
[12] Ver “Comentarios sobre Pueblo-Continente y su autor” (Chang-Rodríguez 2004: 385-406).
[13]
Luis Pachacutec [seudónimo de Haya], “Derroteros de juventud, Renovación (Lima) 4.19 (junio de 1945):
11.
[14]
El ensayo de Haya “Algo más sobre la tesis del Espacio-Tiempo histórico”,
originalmente publicado en Cuadernos
Americanos en 1947, fue incluido en el libro Espacio-Tiempo histórico de 1948, 57-66.
[15]
Debido a las restricciones impuestos por el dictador Manuel A.Odría
durante su asedio en la Embajada de Colombia de Lima, Haya publicó sus
artículos utilizando el nombre de un destacado compañero de lucha. Las ideas
resumidas arriba aparecieron firmados por Javier Pulgar Vidal: “Democracia y
comunismo”, Cuadernos Americanos
(México) 9.2 (marzo-abril de 1950): 18-30 y
“La teoría del ‘reto-respuesta’ de
Toynbee y el Epacio-tiempo histórico”, Cuadernos
Americanos, 9.5 (setiembre-octubre de 1950): 108-109.
[16]
Este último lo traduje al inglés para que la Universidad de Washington
lo publicara con el titulo History in
Latin America: Within de Framework of
Space-Time.