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Primera ofensiva aérea tras la guerra rusochechena - Moscú asegura que los blancos forman parte de la infraestructura de los terroristas islámicos - Desactivan otra bomba en un edificio moscovita
Rusia bombardea Grozni en respuesta a los atentados
El ataque contra varios objetivos de la capital de Chechenia causó seis muertos
JULIO FUENTES
Corresponsal MOSCU.- Los habitantes de Grozni han experimentado de nuevo el pánico de los bombardeos aéreos rusos ordenados por el Kremlin como respuesta a las matanzas indiscriminadas en Rusia. La fuerza aérea rusa extendió ayer la operación de castigo fronteriza que libra contra la guerrilla islámica bombardeando, por primera vez desde la guerra rusochechena (1994-1996), varios objetivos sensibles en la capital de la república secesionista del Cáucaso. Las consecuencias políticas y militares del ataque son imprevisibles: desde una nueva guerra rusochechena, una masiva aunque improbable ofensiva terrestre rusa o, como temen muchos moscovitas, una sangrienta venganza terrorista en Moscú por los seis muertos de Grozni. En dos oleadas consecutivas, un total de 12 cazabombarderos Sukoi-25 atacaron a baja cota con misiles la pista del aeropuerto Cheikh Mansur de Grozni, seriamente dañada, la estación de radar situada en el mismo complejo, a cinco kilómetros del centro de Grozni y, en los alrededores del vetusto aeródromo, varios polvorines y un oleoducto. Horas más tarde, otros dos cazas federales atacaron objetivos industriales, probablemente refinerías de petróleo, en un suburbio de Zolotskoi, situado al suroeste de Grozni, y provocaron cinco muertos, no confirmados oficialmente. La Presidencia de Chechenia informó de que los aviones atacaron también las localidades de Piatnadsati Molsovkhoz y Petropavlovski, próximas al aeropuerto de Grozni. Infraestructura terrorista El Estado Mayor federal en el Cáucaso considera que todos los objetivos bombardeados forman parte de la infraestructura de los terroristas islámicos con base en Chechenia, acusados por el Kremlin de haber consumado los atentados que han provocado 300 muertos en Rusia. La contundente incursión aérea ha provocado hasta el momento seis muertos: cinco hombres que trabajaban en el suburbio de Zolotskoi y un mecánico armenio que atendía un aparato de uso agrícola Antonov-2. Este avión, según la información oficial rusa, se usaba para abastecer de armas a los guerrilleros para sus operaciones terroristas. Un portavoz del Estado Mayor federal justificó el ataque sobre el radar del aeródromo explicando que era empleado para detectar los vuelos de la aviación rusa sobre territorio checheno, «información que era inmediatamente transmitida a los terroristas». Sin embargo, los cazas rusos dejaron intacto el avión oficial del presidente Aslan Masjadov, como si el Kremlin quisiera transmitir al líder checheno que la operación de castigo no se lanza contra su país, sino sólo contra los presuntos terroristas que operan en él. Hace días que la Presidencia chechena había puesto en alerta máxima sus baterías antiaéreas en Grozni, amenazando a Moscú con una respuesta militar en caso de ataques aéreos contra la capital, pero no hay información sobre fuego antiaéreo de respuesta checheno, lo que hace pensar en un pacto entre Moscú y Grozni previo al ataque. Más que una declaración formal de guerra, las incursiones de ayer parecen una operación punitiva quirúrgica y un serio aviso al Gobierno separatista de esta república para que deje de proteger a los supuestos terroristas islámicos de Basáyev. El primer ministro ruso, Vladimir Putin, advirtió ayer de que Rusia perseguirá a los terroristas «donde quiera que estén» pero dijo también que la crisis del Cáucaso no sólo se resolverá con la fuerza. «Las posibilidades de un arreglo político aumentan en la medida en que la población chechena está cansada de la guerra», dijo Putin. Pero la ofensiva terrorista sigue amenazando a Rusia. Las fuerzas de seguridad desactivaron en la madrugada de ayer una bomba de gran potencia en un edificio de 12 plantas situado en la ciudad de Riazan, al sudeste de Moscú, preparado para detonar a las 5.30 horas de ayer. El artefacto estaba compuesto por cinco falsos sacos de azúcar que contenían exógeno -el mismo sistema empleado en Moscú para ejecutar los dos atentados que provocaron 210 muertos- conectados a un temporizador. La policía logró desactivar la bomba gracias a la llamada de un vecino que vio cómo dos hombres y una mujer introducían en un local de la planta baja los sacos de azúcar. No fue la única bomba del día. En San Petersburgo se produjo una explosión de origen desconocido en un inmueble del centro de la ciudad que no causó víctimas pero aumentó la psicosis de miedo que se abate sobre Rusia.
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