SUEÑOS DE LIBERTAD

Por Asiant

Megazoar

La vida en esclavitud no era nada fácil y menos aún teniendo como amos a los miembros del poderoso imperio de los Sith.

Habían pasado veinte años desde que las fuerzas del imperio Sith había conquistado Megazoar, convirtiendo al planeta en una colonia de esclavos que laboraba en incontables fábricas. Luego de la derrota de los Meganianos, los Sith habían empezado a traer miles de personas procedentes de diferentes mundos para que trabajaran construyendo armas que no tardarían en ser usadas en su guerra contra la República, cuya capital se encontraba un mundo lejano conocido como Pergamino.

Asiant Skywalker tenía apenas cinco años cuando las fuerzas imperiales del Sith lo llevaron a Megazoar junto con su familia. Sin embargo, a pesar de todas las carencias que se pudieran padecer en una vida tan terrible como aquella, Asiant gozaba de ciertas bendiciones como lo eran la amistad de los otros esclavos y el cariño de sus padres, bendiciones que quizás bajo otro estilo de vida diferente no hubiera apreciado igual. Acostumbrarse a aquel tipo de vida no era fácil para nadie, de hecho muchos no lo lograban y acababan perdiendo la vida en improvisadas fugas o en sangrientas revueltas que eran severamente castigadas con la muerte

A lo largo de sus años de vida en Megazoar, el joven Skywalker había visto a sus amigos sufrir los maltratos e injusticias del imperio de los Sith. Un día, se juró a sí mismo, se iría de aquella colonia, sería libre y recorrería los sistemas estelares como ninguno otro lo había hecho antes. Quizás tendría la suerte de volar al lado de los Caballeros Jedi.

- Eh, Asiant, ¿ Soñando otra vez ?.

El joven Skywalker levantó la mirada y se volvió hacia la puerta del taller donde laboraba, su eterno amigo y compañero Uriel acababa de entrar.

- Uriel, no esperaba verte tan pronto -, sonrió de buena gana, - ¿ Qué haces aquí ?.

- El día de hoy he terminado temprano con mis quehaceres -, miró en todas direcciones, cerciorándose de que no hubiera nadie cerca, - Y pues decidí darme una vuelta para ver como estabas.

Asiant colocó la refacción que estaba limpiado en su lugar y suspiró agobiado.

- Vaya, Antle es muy generosos contigo -, murmuró dejando de lado el pedazo de tela con el que limpiaba, - A mí todavía me falta limpiar todas estas partes.

Uriel se adelantó, tomó una de las piezas restantes y empezó a quitarle la suciedad con un pedazo de tela que llevaba en el bolsillo.

- Déjame te enseño como se hace -, presumió, - Y dime, sigues con esos sueños de irte lejos de aquí, ¿ no es verdad ?.

- Así es -, respondió Skywalker haciendo un encogimiento de hombros, - Un día de estos voy a irme de aquí, ya lo verás.

Una sonrisa sombría se asomó por los labios de Uriel.

- Con todas esas habilidades que te cargas no me extrañaría que algún día lo consiguieras.

Asiant lo miró extrañado.

- ¿ De qué hablas ? -, preguntó con suspicacia.

Uriel tomó otra refacción y comenzó a limpiarla efusivamente.

- Ya lo sabes, me impresiona que siendo solamente un esclavo sepas de tantas cosas, realmente eres muy extraño.

Asiant meditó un poco en las palabras de amigo. No era el primero que le decía algo como eso, pero suponía que todos sólo lo hacían para darle ánimo.

- Uriel, nosotros no sólo somos esclavos, somos personas -, le corrigió.

- Ya lo sé, pero díselo a los Sith -, depositó la pieza que limpiaba en el mostrador donde estaba sentado Asiant y tomó una nueva, - Ellos nos consideran cosas, no personas.

- Eso no será así para siempre -, dijo Skywalker con ligera firmeza, - Algún día seremos libres.

Uriel rió divertido.

- Como no sea el día que nos maten -, se burló, - Muchos han intentado huir, pero casi nadie lo consigue, esos condenados " ogros " tienen ojos en todas partes.

- Sí, sé a lo que te refieres -, murmuró Asiant en tono pensativo, - Jari se salvó por muy poco la última vez. Sí no se hubiera quedando espiando a aquellas chicas habría sido capturado también.

- He escuchado rumores de que los Sith se preparan para atacar la República -, le susurró Uriel, - Sí eso es verdad, es casi seguro de que habrá una gran guerra.

Skywalker tomó otra pieza para limpiarla.

- ¿ Una guerra ? -, repitió, - Eso no me preocupa, estoy seguro de que los Caballeros Jedi los detendrán, ellos son los guardianes de la galaxia.

- Y con suerte vengan a liberarnos ¿ no ?.

- Tal vez, tal vez -, Asiant terminó de limpiar la última refacción y alzando los brazos dio un largo bostezo, - Bueno, vayamos a dar un paseo aprovechando que ya es de noche.

Uriel asintió con una enorme sonrisa y ambos chicos salieron del taller después de asegurarse de que todo quedara bien cerrado.

Las calles aún estaban llenas, pero todo mundo se apresuraba a volver a sus casas.

En el camino se encontraron con Jari, el otro amigo del que habían estado hablando mientras terminaban de limpiar las refacciones.

- ¡ Hola, Jari ! -, lo saludó Asiant, - ¿ Qué tal la suerte con los soldados imperiales ?.

El chico sonrió cínicamente.

- Hola, Skywalker, veo que ya te enteraste de lo sucedido ayer por la noche.

- Sí, tienes muy buena suerte al haberte salvado.

Uriel se cruzó de brazos y observó a Jari con aburrimiento.

- No tenía idea de que ser un mirón tuviera tantos beneficios.

Jari se rascó la nuca.

- Vamos, Uriel, no estaba espiando, la verdad es que me torcí el tobillo.

Asiant y Uriel se miraron entre sí con incredulidad, un hecho conocido por todos era la debilidad de Jari por las chicas.

- Sí, seguro -, murmuró Uriel en voz alta.

Los tres echaron a caminar hasta que finalmente llegaron a las periferias del pequeño poblado donde vivían.

Se sentaron en unos taburetes frente a sus viviendas para disfrutar del viento nocturno y observar las estrellas. A Asiant le gustaba mirar el cielo. Fuera no se sentía atrapado como en el interior de su casa, y allí podía respirar.

- ¿ En qué piensas, Uriel ? -, preguntó Asiant luego de un largo rato de silencio, - He notado que algo te preocupa.

- Hay algo que no les he dicho -, murmuró atrayendo la atención de Jari, - Mañana seré enviado a otro planeta a trabajar.

Asiant lo miró desconcertado. No podía ser.

- No puedes hablar en serio.

- Lo siento, pero así es, Antle me lo informó esta la mañana.

Jari se golpeó la palma con el puño.

- ¡ Esos malditos Sith ! -, exclamó furioso, - Son unos miserables.

- ¿ A donde irás ? -, preguntó Asiant preocupado, - ¿ Esta cerca de aquí ?.

Uriel bajó la mirada con las manos entrelazadas delante de él.

- Todavía no lo sé, mañana en la madrugada debo abordar un transporte, pero ignoro a donde me llevarán.

Asiant no supo que decir. En una galaxia tan grande era seguro que quizás no lo volvería ver, aquella noticia lo llenó de tristeza y no pudo evitar maldecir a los Sith en silencio. Tragó saliva con dificultad.

- No quiero que esto los desanime, chicos -, continuó Uriel, - Especialmente a ti, Asiant.

- Espero que podamos volver a vernos -, masculló el joven Skywalker, - Eres un buen amigo, como pocos.

Uriel sonrió.

- Tampoco me van a matar -, bromeó, - Además según me dijeron, Kayla se irá conmigo.

- ¿ Tu novia ? -, preguntó Jari, - No te va a ir tan mal después de todo.

- Eso creo, pero lo único que lamento es que tendré que dejar a un par de idiotas como ustedes.

Esta vez fue Asiant quien sonrió.

- Ya vas a empezar de nuevo... .

Uriel se puso de pie.

- Supongo que esta es la despedida, camaradas, a menos que sus adorables amos los dejen ir a despedirme y no creo que eso sea posible. Esa es la razón por la que se los digo ahora.

- Antes de eso un Jedi aterriza en Megazoar con una princesa -, se burló Jari.

Asiant dio un breve abrazo a Uriel y luego se apartó de él.

- Eres fuerte, Uriel, gracias por todo.

- Sólo quiero que me prometas algo, camarada. Jamás olvides tus sueños, lucha por ellos, algún día esos canallas Sith serán vencidos y la paz volverá a la galaxia.

Skywalker asintió con la cabeza y vio a Uriel alejarse hasta que éste se perdió en la oscuridad de la noche.

- Yo también debo irme, Asiant -, dijo Jari, - Nos vemos después.

Cuando Asiant se quedo solo alzó la mirada y contempló las estrellas. Suspiró agobiado y contuvo el aliento, al parecer estaba destinado a quedarse sin amigos. Apenas un mes antes, Astrea, su eterna amiga de la infancia, también había sido trasladada a otro mundo. Realmente le iba a hacer mucha falta Uriel.

Algún día seré libre, se dijo.

Sonrió al imaginar lo que se sentiría salir de Megazoar en busca de aventuras. Se vio a sí mismo convertido en un poderoso guerrero que liberaba a los esclavos y luchaba contra los Sith por toda la galaxia.

Sí, algún día me iré de aquí, pensó, viendo los rostros de Astrea y Uriel suspendido delante de él.

Incluso conoceré a los Jedi, se dijo.

De pronto un rayo de luz cruzó el cielo nocturno atrayendo su atención. Probablemente se trataba de alguna nave.

Asiant no lo sabía todavía, pero su vida estaba a punto de cambiar a partir de ese momento.