En 1968, los
laboratorios Cyberthrill, ubicados en Washington D.C, comenzaron como una
industria para efectos especiales en producciones cinematográficas. Su dueño
fundador, el francés Andre Bijelic,
diseñó herramientas especializadas para crear efectos de profundidad en
películas de Ciencia Ficción desarrolladas en el Espacio Exterior, dada la
pobre capacidad de la época en crear tales efectos. Poco a poco, Cyberthrill
comenzó a ganar renombre produciendo películas como: “Mechatopía” y “El
Destello”. Su punto álgido en producciones de efectos especiales es el contrato
que recibieron para la saga de películas “Star Wars”, pero al último momento, perdieron el multimillonario
contrato.
EL
CUBO DE LOS ESCRITORES
Escrito
por Starknight
CAPÍTULO
21: REVELACIONES
Miraba por la ventana hacia los bulevares y
parecía buscar en la noche, en el discurrir silencioso de faros de automóvil
que se reflejaban en sus lentes, la palabra perdida, la clave que convertía en
una sola todas las historias que flotaban, hojas secas y muertas, en las aguas
negras del tiempo.
Arturo Pérez-Reverte. El Club Dumas
La noche en la ciudad de Lyon
era brillante, cómo si los fulgurantes rayos del sol hubieran sido atrapados en
las luces de neón que iluminaban el majestuoso edificio del Teatro de la Ópera.
Ubicado entre el Ródano y el Ayuntamiento de la
ciudad, es uno de los edificios históricos más importantes y punto de
referencia para todo peatón. En las noches, múltiples espectáculos se
celebraran en el transparente edificio debido a la vidriera con forma de
semicírculo que recubre los últimos 6 niveles del Teatro. Los primeros 5 se
encuentran bajo tierra producto de múltiples remodelaciones a lo largo de los
años.
Aquella
noche no era la excepción. Un nuevo espectáculo iba a realizarse y los señores
de abolengo, viajando en extensas limosinas, eran recibidos por el personal del
teatro, en medio de pompa y ostentación, siendo conducidos por alfombra roja al
interior del edificio. Todo el edificio brillaba por el magno evento a celebrarse,
fuera el que fuere.
Pero
había una persona en especial que no estaba interesada en tales espectáculos,
sino en algo más que iba más allá de los gustos superfluos de la gente mundana.
En la azotea semicircular, siendo su cabello castaño ondeado por el fuerte
viento, se encontraba Nadia, mirando a la ciudad de lado a lado, buscando con
la mirada alguna cosa perdida entre esa selva de concreto. Llevaba una
chaqueta, y un pantalón de dormir color crema, y su cuerpo emanaba un extraño
brillo azulado.
Un
pequeño suspiro, un pequeño movimiento de su mano para retirarse un mechón
rebelde del rostro llevado por el viento, y estiró su pierna al vacío. Pero
ella no cayó, sino que quedó de pie en el aire, flotando sobre los edificios y
sobre la gente, pisando unos círculos azules que le servían de soporte. Cada
paso que daba, un nuevo círculo aparecía para darle apoyo. Caminaba sobre las
cabezas de los habitantes de Lyon como un fantasma perdido entre las azoteas de
los edificios, pero eso a ella no le importaba.
Y
pensar que esa capacidad nació en ella desde el día que instaló el misterioso
microchip que recibió en el Club Cyberia, en la nueva computadora.
Ella
lo había investigado, era un microchip Psyque, que le
servía para navegar en la red con la máxima velocidad que se podía imaginar
programador alguno. Usando la nueva velocidad en la red, buscó a Camila por
todas partes, pero sin éxito. Muchas pistas falsas, algunas incompletas, pero
nada concreto sobre la ubicación de Camila, y así conocer aquella verdad vedada.
Con el tiempo, tal velocidad de acceso a la información le dio un extraño
poder. Podía acceder a todo tipo de información, sea digital o mental. Podía
escudriñar la mente de las personas que la rodeaban cuando ella se conectaba, y
a la vez, viajar a todo tipo de lugares, conocidos o no, buscando a la tal
Camila. Pero hasta ahora, sin éxito.
Miraba
a todos lados mientras permanecía flotando en el cielo de Lyon, buscando a
aquella chica suicida del mensaje fantasmal, pero al parecer, para esa noche, su
búsqueda no tendría éxito. No sabía adonde ir. Entró a la red sin ningún rastro
a seguir esa noche. Y cómo el humo, se desvaneció, despertando de una especie
de trance su cuerpo sentado frente a la computadora, mientras la pantalla
azulada del Windows XP anunciaba que la sesión de trabajo había concluido.
La
casa estaba totalmente a oscuras, y Nadia la sintió solitaria cuando salió de
su habitación para buscar un vaso con agua. Pareciera que sus padres eran
invisibles en aquella casa, pero a eso poco a poco le fue restando importancia.
Sus padres siempre eran fríos y huraños con ella, como si Nadia fuera una
especie de invasora, colocada allí por razones oscuras y nebulosas para el
humano común, y a estas alturas de la vida, que sus padres estuvieran o no
presentes en la casa ya no le importaba. No pertenecía a esas cuatro paredes…
cómo si estuviera en otro mundo, otra dimensión, y que una mano externa la
colocara allí por maldad, manejándola como una marioneta hasta que dejara de
serle útil al oscuro titiritero.
Después
de un par de sorbos, se dio cuenta de lo tarde que era. El reloj de la cocina
indicaban las 3 de la mañana. Al amanecer debía ir a la escuela. Durmió
intranquila esa noche, repasando en su mente las pistas recabadas en la red con
tal de encontrar a Camila de una vez por todas, y así terminar con ese estúpido
juego.
Muchas razones
podían atribuirse a la perdida del contrato con George
Lucas, pero resultó un duro golpe moral para los laboratorios de efectos
especiales. Con el tiempo, los efectos especiales que producían para filmes
posteriores decaían mucho en calidad, y los contratos dejaron de llegar de
Holywood. Las acciones de Cyberthrill poco a poco se desplomaban en la bolsa de
de valores de Wall Street,
y varios rumores sobre la bancarrota de la empresa sobrevolaban en el ambiente.
Al final, la empresa fue vendida a un accionista italiano cuyo nombre se
volvería leyenda en Cyberthrill: Vincenzo Natali.
A pesar del sueño que le
consumía la conciencia, Nadia pudo funcionar con sus cinco sentidos en las
clases que tuvo esa mañana. Había llegado la hora del almuerzo, y aprovechando
un poco ese momento libre después de comer, comenzó a repasar varios problemas
de despeje de ecuaciones para las clases de la tarde. Pero por alguna extraña razón,
los problemas se le hacían complicados. Quizá era porque en la red ganaba todo
tipo de conocimientos, pero en la vida real seguía siendo la misma niña de 14
años rumbo a los 15, quién aún albergaba en su mente que buena parte de su vida
se basó en la monotonía.
Estaba tan concentrada
estudiando las tareas pendientes, que se sobresaltó cuando un “hola”
intempestivo llegó a su oído derecho tan cerca como el zumbido repentino de una
abeja. Cuando Nadia dio la vuelta, tenía el rostro de Lina junto al de ella,
justo sobre su hombro derecho, regalándole una amplia sonrisa.
-
¡No me asustes así! – dijo Nadia frunciendo el ceño y volviendo a su
cuaderno. Lina sacó la lengua en un gesto aniñado.
-
Perdón, prometo que no lo vuelvo a hacer… ¿estudiando matemáticas? –
contestó echándole una ojeada al cuaderno de apuntes de su amiga mientras se
sentaba en una silla vacía de aquella mesa del comedor.
-
No puedo despejar la “X” de esta ecuación. Debería darme al final una
ecuación de segundo grado, pero de tanto borrar los errores voy a romper la
hoja – Nadia suspiró colocando el cuaderno en la mesa, derrotada por el
ejercicio.
Lina tomó el cuaderno de
apuntes, y después de pasar sus ojos una y otra vez sobre el ejercicio, esbozó
una sonrisa triunfal. Tomando el lápiz de su amiga, y en tan sólo 2 minutos, lo
había resuelto. Nadia se quedó sin palabras ante tal rapidez, argumentando su
amiga Lina que esa era una de las materias que más prefería. Pero luego del
gesto de triunfo, su cara se tornó seria.
-
Oye Nadia… me gustaría hablar contigo… es sobre…
-
¿Sabes si Gata Lunar viene hoy? – interrumpió Nadia.
-
Creo que debe estar por llegar, estaba libre en la mañana… escucha, me
gustaría hablar conti…
Lamentablemente no pudo
completar la frase, porque el timbre de inicio de clases había sonado. Nadia y
Lina acordaron encontrarse después de clases y así conversar sobre ese algo que
quedó en el aire.
*** *** ***
Ya estaba atardeciendo, y Nadia
se encontraba en la azotea de la escuela una vez que terminaron las clases. Se
encontraba apoyada sobre un enrejado que la separaba de la caída libre, mirando
cómo se ocultaba el sol, maquinando una nueva estrategia para ubicar a Camila
una vez que se conectara a la red. Nadia no había vuelto a recibir ningún
correo nuevo de la misteriosa suicida, y las diversas pruebas que había
recabado sobre su paradero estaban incompletas. Pero no se rendiría, la
encontraría aunque le llevara toda la vida, con tal de conocer aquella verdad
mencionada en el correo.
La puerta de la azotea hizo un
fuerte ruido metálico, y sin voltearse supo que Lina había llegado. Pudo
sentirla colocándose a su lado por el movimiento del enrejado.
-
Este atardecer es precioso, ¿no lo crees? – dijo Lina sonriendo –
siempre que puedo subo acá antes de que cierren la escuela.
-
Eso es dentro de una hora – contestó Nadia, pero Lina contestó con
naturalidad sin voltearse a mirarla: “Es la hora más apacible que puedo
disfrutar”.
Ninguna dijo nada, estuvieron
largo rato contemplando el atardecer de Lyon, viendo como las sombras de los
edificios cercanos se proyectaban hacia el edificio, oscureciéndolos por la
vista directa al sol. Eso le daba a la ciudad un toque mágico, irreal, cuyo
efecto solo se obtiene bajo los efectos especiales de las películas de
Holywood.
-
Nadia… últimamente has estado actuando muy raro… ¿algo te pasa?
-
Sigo siendo la misma de siempre – dijo Nadia mirándola incrédula.
-
Mentira – refutó Lina con voz apagada – desde hace varios días… desde
lo del Club… no nos sentamos a hablar, apenas nos saludamos… me preocupas
Nadia, no eras así de apática, aún antes de salir juntas.
-
Sigo siendo la misma… es sólo que hay cosas que me están absorbiendo
la mente… cosas más importantes.
-
¿Y no puedes contarme? – se le acercó Lina, enlazando sus dedos en el
enrejado – Eres una amiga especial para mí. Te quiero y estimo mucho y me
gustaría ayudarte si estás pasando por algún problema.
Súbitamente, un escalofrío
corrió por la espalda de Nadia… aquellas palabras fueron sinceras, cierto… pero
el inconsciente de Nadia aplicaba tales palabras en otra situación. Nada tenían
que ver el incidente del Club Cyberia, o el correo de Camila, sino algo más
oscuro y profundo, cómo si estuvieran compartiendo unas últimas palabras antes
de separarse por un tiempo indefinido.
-
¿Quieres contarme lo que te ocurre? – Nadia dudó un momento antes de
contestar.
-
Me temo… que no puedo.
Ante esa respuesta, Lina desvió
su mirada, con aire de tristeza. Pero después, metiendo su mano en el bolsillo
de su uniforme, sacó un papel doblado y se lo extendió a Nadia.
-
Esto es un correo que me llegó anoche – dijo Lina con la misma voz
apagada – si lo lees, sabrás por qué lo tengo yo – Nadia tomó el papel y lo
miró incrédula – Tuve que leerlo yo, y no me gustó lo que decía… no estarás
metida en algo turbio… ¿o si?
-
No sé de que me hablas – dijo Nadia mirando a Lina con los mismos ojos
incrédulos de la vez anterior, pero la incredulidad se volvió sorpresa, ya que
Nadia fue empujada a la reja por Lina, que la veía preocupada y la sujetaba por
los hombros.
-
No me mientas Nadia – Lina se veía preocupada – Ese correo dice cosas
extrañas… cosas demasiado terroríficas… tengo miedo que estés en algo
peligroso.
Gruesas lágrimas comenzaron a
surcar los ojos de Lina, desesperada por conocer aquella verdad que quizá Nadia
podía dilucidar y así tranquilizarla. Pero lo que buscaba le concernía solo a
ella. Debía tranquilizarla y a la vez evadirla olímpicamente.
-
No sé que dirá ese correo, ni sé en que va a terminar – dijo Nadia
abrazando a su amiga – yo también tengo miedo, pero debo recorrer ese camino yo
sola… pero de alguna manera me ayudaste a recorrer ese camino.
Lina no pudo evitar mirarla ante
lo que dijo Nadia.
-
Digamos que por tu parte, comenzó todo esto en el Club Cyberia… pero
esto ya estaba preparado desde que… recibimos ese correo.
-
No entiendo… yo sólo te llevé al club aquella noche… no sé que fue lo
que hice
-
Allí me dieron la llave para descubrir la locura de los correos de
Camila. Debo descubrir que significa ese correo, y si lo logro, podremos dormir
tranquilas.
-
Pero esos correos son una broma de mal gusto – Lina estaba confundida,
cosa que no sorprendía a Nadia.
-
No lo son… son una especie de… rompecabezas a algo secreto. Y si no lo
armo, no sé que irá a pasar con nosotras de ahora en adelante. Estamos
involucradas, al igual que Gata Lunar, y no quiero que ustedes dos terminen en
algo más peligroso.
Lina abrió los ojos sorprendida
ante las revelaciones, aunque Nadia apenas le contaba una fracción muy pequeña
de todo lo que había visto y oído, pero eso le bastaba para sentirse tranquila.
Impotente por no ayudarla, pero tranquila, porque Nadia sabía lo que hacía.
-
Esta bien, no puedo hacer nada, pero… - Lina sonrió nuevamente de
manera radiante, a pesar de los ojos llorosos – prométeme que cuando pase algo,
me pegaras un grito, para no dejarte sola y resolver cualquier problema juntas.
Nadia solo asintió, y Lina, en
un gesto inusitado de cariño, colocó su mano suavemente en la mejilla de Nadia,
rozando la oreja y parte de los mechones de cabello con sus dedos. Nadia sintió
un leve estremecimiento, pero no duró mucho tiempo. Le agradó mucho ese
contacto.
-
Siempre supe que eras especial… desde el día que nos conocimos
Y con un beso dulce y suave,
apenas un leve roce en la mejilla de Nadia, Lina se retiró de aquella azotea.
Nadia se llevó la mano a la
mejilla. Un calor inusitado la invadió luego de aquel contacto tan leve de los
labios de Lina a su rostro. Aquel beso estaba cargado de emociones sinceras y
honestas, pero Nadia sabía el significado perfectamente. Aquel fue un beso de
despedida.
Volvió
en sí a tiempo para leer la carta que Lina le entregó, desdoblándola con calma…
pero a las primeras líneas que fueron recorridas con sus ojos, poco a poco se
dio cuenta de la importancia de tal mensaje. Sus manos temblaban más y más
fuerte conforme leía el correo:
A las Señoritas
Nadia y Lina Saotome:
En primer lugar,
deseo pedirles una disculpa a ambas por la misiva recibida, pero tuve que
valerme de un intermediario para poder llegar a la verdadera dueña del mensaje.
Señorita Nadia,
usted ha estado removiendo los cimientos de una realidad construida a base de
engaños. La realidad que usted vive no es la que usted conoce. Usted no
pertenece a Francia, ni sus amigos y conocidos existen de manera física. Con el
perdón de la señorita Saotome, los resultados de los acontecimientos que están
sucediendo solo le conciernen a la señorita Nadia, cuyo resultado depende la
existencia de la realidad a la que la misma pertenece.
Señorita Lina, su
papel en este arco argumental ha terminado, y cómo si se tratara de un guión
barato publicado en Internet por algún escritor de poca monta, su presentación
como actriz secundaria ha finalizado. Le ha favorecido a la Señorita Nadia la
posibilidad de acceder a la llave del rompecabezas, y así completar un camino
inducido por un ser demoníaco, con miras a un resultado favorable.
Ahora, Señorita
Nadia, la búsqueda de su protectora está llegando a su fin. Por favor,
busquenos a las 7:00 PM en el paso de peatones rumbo al ayuntamiento. Allí le
daremos la pista relevante en su búsqueda por la verdad
Sin más que
agregar. Me despido muy atentamente
C.S.
Ahora
Nadia confirmó su conclusión acerca de aquel beso. No volvería a ver a Lina en
lo que quedaba de su búsqueda… pero quizá, solo quizá, podría volverla a ver
una vez que todo terminara, cuando ella consiguiera la pista faltante en el
rompecabezas (aunque, no sabía cómo iría a terminar este “guión barato”).
Sólo
había una forma de averiguarlo… debía ir a ese paso de peatones.
*** *** ***
El
paso de peatones era un puente bastante largo que dividía el terreno del
ayuntamiento de la ciudad y el Teatro de la Ópera de Lyon. Esa noche hacía
frío, y una pequeña llovizna cubría como una cortina de seda todo el panorama
desde el puente, cuyas gotitas caían sobre el canal del río dándole un aspecto
aterciopelado. Allí estaba Nadia, esperando bajo la luz empañada de un farol,
mirando a su lado derecho e izquierdo del camino esperando que alguien pasara
para darle aquella misteriosa clave mencionada en el mensaje, pero hasta el
momento, sólo veía pasar personas corriendo, algunos con impermeables y
paraguas, y autos que levantaban estelas de agua al pasar por los charcos recién
formados. Volvió a mirar su reloj. Ya eran pasadas las 7:30, era mejor irse o
pescaría un resfriado que la tumbaría en cama quién sabe por cuanto tiempo.
Pero
justo cuando dio los primeros tres pasos, vio llegar un auto Ford de color
negro, que la iluminaba directamente con los faroles encendidos. Nadia se
cubrió los ojos adoloridos por la fuerte luz, pero el conductor apagó las luces
y sus ojos volvieron a la normalidad. Las puertas se abrieron, y Nadia no pudo
evitar llevarse una mano a la boca por la sorpresa.
Eran
los mismos hombres de negro que la habían estado vigilando días atrás en la
escuela, desde el patio.
-
¿Eres la señorita Nadia? – contestó el más alto de los dos, con una
voz fría y apagada. Nadia no pudo contestar a esa pregunta.
-
Si usted es la señorita Nadia, le suplicamos aborde el carro –
prosiguió su compañero, el del peinado de copete.
Nadia desconfiaba de tales
sujetos. Simplemente los miraba a uno y a otro con expresión suspicaz.
-
Nuestra intención no es hacerle daño, Señorita Nadia – continúo el
primero – sólo queremos llevarla con el remitente de su mensaje.
Nadia continuaba dudando, pero
esta vez, apretaba fuertemente el doblez de la carta, guardada en el bolsillo
de su chaqueta. ¿Les creería? ¿Se iría a su casa a continuar ella sola su
búsqueda?... la respuesta no se hizo esperar mucho tiempo.
-
Vamonos – fue su conclusión
Para el año de
1985, Cybertrhill se había convertido en una de las empresas más sólidas del
mercado electrónico. El señor Natali encaminó la empresa al desarrollo de
tecnología del entretenimiento, lanzando sistemas de video Arcade para los
centros comerciales. Con el tiempo, acapararían el mercado de las
telecomunicaciones con la salida de su primer teléfono celular (una novedad
para la época), y para 1990, ya era un laboratorio electro físico, entre cuyas
paredes se realizaban importantes experimentos para la NASA. La sociedad creía
que el señor Vincenzo Natali hizo algún pacto con el demonio, pero no estaban
tan lejos de la realidad. Nunca se aclaró la presencia del capital invertido,
indispensable para el resurgimiento de Cyberthrill.
En 1995, uno de
los casos más inusitados y extraños de la historia policial se convertiría en
un “Caso Cangrejo”, debido a la aparición del cadáver del señor Natali colgando
del puente de Brooklyn, a 2 días de una rueda de prensa en la sede de la ONU.
A partir de ese
momento, la presidencia de Cyberthrill es asumida por el señor Graeme Manson.
El
Ford negro se detuvo, luego de varias vueltas por la ciudad bajo la cortina de
lluvia, frente a un edificio semi-abandonado. Uno de los hombres de negro se
apresuro a abrirle la puerta trasera a Nadia, quién bajó del vehículo semejando
a alguien importante siendo atendido en algún restaurant fino o en una entrega
de premios. Pero la pompa de la alfombra roja era la gran ausente, y poco a
poco la lluvia comenzaba a recrudecer. Ella no se mojó en lo absoluto. El
hombre que le abrió la puerta la cubrió con un paraguas.
Tres
pisos ascendieron por las escaleras. El edificio era oscuro y húmedo, y Nadia
tuvo dificultades para ascender, pero gracias a la escolta de estos sujetos, no
cometió la imprudencia de tropezar e irse de bruces contra los escalones.
Las
tres siluetas, iluminadas apenas por las luces del exterior (gracias a Dios por
las ventanas), luego de andar un trecho más o menos largo en uno de los tantos
pasillos, se detuvieron frente a una puerta roída por las termitas. A un lado,
una chapa metálica soldada a la pared les daba la bienvenida:
LABORATORIOS SEAL
El hombre del copete fue quién abrió la
puerta, haciéndole un ademán a Nadia para que entrara. Así lo hizo ella, y la
siguió el otro hombre de negro. Para Nadia, era extraño que, a pesar del
letrero de la puerta, se encontrara en una estancia casi solitaria. Iluminada
por una simple lámpara de pie, persianas cerradas… y un hombre, sentado de
espaldas a ella, haciendo ademanes de un gran esfuerzo. Apenas llegaban
murmullos como: “falta poco” o “vamos, pégale duro”, adornado con una música
electrónica tipo Midi.
Nadia
miraba con una ceja arqueada al tipo misterioso de traje marrón, hasta que los
tres hombres dieron un respingo de susto, debido a un ARGH muy sonoro que
provocó este sujeto. Un control de videojuegos salió volando por los aires,
mientras comenzó a escucharse una extraña canción en formato midi: Be my angel.
“¿este tipo jugaba a Angelic Layer?”
Para
cuando se recuperó del susto (y de la suspicacia ante semejante jueguito), el
hombre ya se había levantado. Cuando Nadia le miró la cara, no pudo llevarse
una mano a la boca por el asombro. Parecía que había visto a un fantasma.
Era
el mensajero que le llevó la computadora.
-
Saludos, Señorita Nadia – dijo el sujeto ya conocido por todos, pero
desconocido para ella – espero que Ryoga y Anji la hayan tratado bien en el
trayecto hasta acá.
Nadia tragó un poco de saliva
antes de hablar.
-
Usted es…
-
Ajá, soy el que le llevó su computadora – dijo el hombre sonriendo – y
fui yo quién le mandó el mensaje que debe traer arrugado en el bolsillo de su
chaqueta. Me llamo Celestine Schneider.
-
¿Cómo supo que yo…
-
… traía la carta en su chaqueta? Pues, simplemente lo deduje – dijo
Celestine acercándose a ella – pero este no es el momento de deducciones, sino
de acciones. Tu tiempo se está agotando – después de esto, se dirigió a Anji,
el hombre de copete, que estaba apoyado en el marco de la puerta – por favor,
trae el maletín.
Anji desapareció por el oscuro
pasillo. Sólo quedaba Ryoga mirando fijamente a los dos desde su posición,
junto a la puerta. Nadia no entendió lo último que le dijo Celestine a ella,
cosa que notó inmediatamente.
-
Verá, señorita Nadia, originalmente este oficio no me corresponde,
pero de las mentes que me ha tocado ver, la suya ha sido la más afectada. Usted
se ha tardado más tiempo en dilucidar la verdad, a pesar que ha pasado
relativamente poco tiempo…
-
¿Me quiere decir para que me llamó? – dijo Nadia en tono de disgusto.
No sabía si era por el contenido de la carta, o porque ya había hablado demasiado.
-
Directo al grano, eso me gusta – concluyó Celestine, quién se llevó
una mano al bolsillo de su pantalón, sacando un papelito mal doblado – en este
papel, está la clave de toda esa verdad que ha estado buscando. Cuando regrese
a su hogar, conéctese a la red inmediatamente, y dirijase a la red 78-C. Allí
colocará esta clave.
Nadia tomó el papelito como si
se tratará de algún bicho extraño. Lo último que le faltaba, era hacer una
muesca de asco, pero como no era un bicho, ni tampoco daba asco, se lo llevó al
bolsillo de la chaqueta (junto con la carta). Para ese momento, Anji había
regresado con un portafolio grisáceo.
-
Gracias Anji. Por favor, prepare todo. Nos vamos
-
¿Vamos?, ¿A dónde? – preguntó Nadia sorprendida, mirando a Celestine y
a los dos hombres de negro. Vio a Anji agachado junto al portafolio, pero no
pudo ver que fue lo que sacó.
-
Lamentablemente, señorita Nadia, no se lo puedo revelar – dijo
Celestine bajando la mirada y disminuyendo la voz, llegando a ese tono sombrío
de película de misterio – pero si le puedo asegurar, que después de esta
reunión, usted entrará a la red por última vez.
-
No le entien… - Un poderoso brazo rodeo sus hombros sujetándola
fuertemente. Un fuerte pinchazo en la vena yugular, y todo se volvió borroso.
Anji tenía en sus manos una pistola-inyectadora, y Ryoga comenzó a llevar su
cuerpo sedado al auto.
-
Lo lamento señorita Nadia… pero si usted se quedaba aquí… - las luces
comenzaron a irse, y la música del videojuego se reemplazó por la estática – Él
la hubiera atrapado.
Lentamente comenzó a darse la
vuelta, y vio con una sonrisa de lobo,
cómo la pantalla del televisor comenzaba a distorsionarse. Pero
Celestine no se quedó frente a la pantalla, que comenzaba a ser empujada al
frente por alguna fuerza sobrenatural. Él ya había desaparecido en un “mini
tornado” provocado, dejando solo polvo y papeles revoloteando dentro de la
habitación.
*** *** ***
Para cuando Nadia abrió los
ojos, sin saber cómo ni cuando, y con un severo ardor en su cuello, estaba
recostada contra la pared, sentada en las escaleras del piso donde vivía. Sus
ojos le ardían por la irritación (quizá un efecto secundario del sedante), y
apenas podía ver por la oscuridad del piso de ese edificio, pero aún así,
tanteando un poco la pared por el fuerte mareo, pudo llegar a la puerta de su
casa y abrirla. Todo estaba a oscuras, cosa que no le extrañaba a la niña.
Ninguno de sus padres la esperaba hasta tarde, preocupados por lo que pudiera
haberle pasado en la calle.
Entró sigilosamente a la casa,
cerrando la puerta con la mayor suavidad posible, y lentamente se acercó a su
habitación. Aún se encontraba mareada, lo que le costó algunos golpes en la
rodilla por una mesita de centro, pero pudo avanzar sigilosa como un gato y
llegar a su pieza. En cuanto entró, cómo si de una mascota se tratase esperando
a su ama, la pantalla de su computadora se encendió, activándose a la vez el
Windows XP.
-
Hola, Nadia.
-
Hola, PC – contestó ella con tranquilidad, sin expresar emoción
alguna.
Allí, palpando el bolsillo de su
chaqueta, justo donde estaba la carta mal doblada que le había dejado Lina, se
encontraba el misterioso papel que le entregó Celestine. Lo abrió lentamente,
cómo si se tratara de algún objeto valioso, endeble, que se desharía al mínimo
movimiento brusco, y miró el mensaje.
Era una colección de ceros y
unos, ininteligible para una persona común. Pero Nadia no era común, porque
sabía lo que eran tales ceros y unos escritos en el papel.
Era un código binario.
No lo pensó más tiempo. Tenía la
pista en la mano, y era el momento de usarla, así que tomó asiento en su silla
reclinable y miró fijamente la pantalla. Como un susurro, pero lo
suficientemente audible, Nadia dio la orden:
-
Acceso a Internet.
-
Procesando orden…
Para cuando la computadora dijo
esto, Nadia ya estaba en un trance profundo, mirando con ojos entornados la
pantalla tan fijamente como un muñeco vacío, mientras su mente se perdía en el
mundo de la cibernética.
*** *** ***
Nadia se encontraba ahora de pie
en un mundo oscuro, sin más luz que la que su cuerpo producía, proyectándose a
lo que podía llamarse suelo en cuatro direcciones. No había ningún ruido. Era
un mortal y absoluto silencio.
Nuevamente, Nadia miró el
papelito, y esbozando una sonrisa triunfal, comenzó a caminar a algún lugar
incierto, resonando sus pasos. El mensaje ahora se encontraba claro y legible,
y decía más o menos así:
De las 9 puertas
que cruzan al infierno, has llegado a la octava. Tu mente y tu cuerpo se
reencontrarán cuando tu fuerza de voluntad así lo decidan.
Avanza de frente, siguiendo la luz polar, luego busca el lado opuesto al
escondite de la estrella que te da calor, y observa. Destruye el mensaje, no
dejes que lo vea, o pondrás en peligro tu retorno a la realidad.
Era
un simple juego de niños, como los que se encuentran en las revistas de
pasatiempos para matar el aburrimiento. La estrella polar, el punto más
luminoso de la Osa Mayor, siempre apuntaba al Norte, y era el punto cardinal
que Nadia tenía al frente. Luego debía avanzar al Oeste, lugar por donde se
oculta el sol, y su lado izquierdo si seguía caminando. Era un juego estúpido,
y obviamente, se sentía insultada.
Pero
había algo que no consideró, y de eso se dio cuenta después de haber caminado
un largo trecho.
¿Cuántos
pasos debía dar al Norte? ¿Y cuantos al Oeste?... tuvo que regañarse por
tomarlo a la ligera. Cayó en la trampa como una boba.
Leyó
una y otra vez el dichoso papelito, repitiéndolo en voz alta, pensando que así
dilucidaría el dato faltante. Ya iba por la quinta vez que lo releía,
desesperada por el acertijo, cuando en un chispazo mental el acertijo se
resolvió: Avanza de frente… luego busca…
y observa.
Sonreía
por la manera tan tonta de haber pisado la concha de mango y haber resbalado en
el juego mental. Debía caminar de frente, pero mirando a su izquierda, y
observar atentamente si descubría algo extraño. Era una manera muy original de
crear un escondite.
Así
comenzó nuevamente la marcha, pero esta vez caminaba más lento, buscando en el
halo de luz a su izquierda si algo extraño era iluminado. Sólo necesitaba una
simple señal, algo que le llamara la atención, pero los pasos resonantes
retumbaban en sus oídos y no la dejaban pensar con claridad.
Hasta
que sucedió. La pista se hizo visible.
Mientras
caminaba, veía que el haz de luz se perdía en las tinieblas, pero en un
momento, la luz se levantó de manera sutil. La luz tocó una pared, levantándose
un ángulo de 90 grados por unos pocos milímetros. En cuanto se alineó con el
ángulo, caminó al Oeste, y a medida que avanzaba, el ángulo crecía más. Para
cuando llegó al final, se quedó atónita por el resultado de aquel truco. La luz
iluminaba una puerta invisible, que pudo notar gracias al brillo opaco del pomo
de la puerta.
Dudó
un momento luego de colocar la mano en el pomo… pero sacudió su cabeza, y giró
la perilla. La puerta estaba abierta, y se abrió rechinando, provocando que la
piel de Nadia se erizara. Una fuerte luz salía del otro lado, pero los ojos de
Nadia no resultaron afectados, aunque no podía ver nada. No sentía dolor
alguno.
Cuando
la luz comenzó a descender, sus ojos se ensancharon por el estupor que le
provocó lo observado: Estaba en un invernadero, con un camino abierto y rodeado
de plantas de todo tipo y flores de todos los colores, y un sol de brillo
fortalecido, llenándolo todo con una luz blanca y pura. Y en el centro de la
sala, sentada en una mesa blanca como el marfil, una mujer de cabello largo y
castaño, vestida con un kimono florado sin mangas, servía una taza con un
líquido caliente y aromático.
-
Hola Nadia – dijo la sonriente Camila – ¿quieres tomar conmigo un
tecito de Camomila?
Después de decir esto, la puerta
se cerró de un trancazo.
Los que creían que
el señor Graeme Manson tenía un pacto con el demonio, luego de obtener el liderazgo
de Cyberthrill, no estaban tan lejos de la realidad. Cyberthrill, con el
tiempo, abandonó sus avances en videojuegos y tecnología celular para dedicarse
enteramente a experimentos del gobierno, con base en proyectos para la NASA.
Para el año 2001, el gobierno de turno anunció la adjudicación de la empresa,
cambiando así la empresa de nombre… IZON.
IZON desarrolló la
tecnología robótica con excelentes resultados, creando satélites telescopios
que fueron lanzados al espacio en los años siguientes. Desarrollaron nuevas
tecnologías en la creación de trajes espaciales más livianos y herméticos, y
diseñó parte del modelo de la sonda espacial enviada a Marte a mediados de ese
año. IZON se convirtió en La Meca de los adelantos espaciales de USA, y su
jefe, Graeme Manson, era considerado “el profeta de la era espacial”.
Cierto día, una
organización extranjera llamada GEHIRN, con apoyo del gobierno norteamericano y
del europeo, propuso un proyecto especial para la construcción de un edificio
de fines militares. IZON fue la elegida para llevar a cabo la construcción de
los diferentes elementos y dispositivos que llevarían adelante tal edificio,
siendo clasificado el proyecto como “Grado 33”, nivel ultra-secreto. Los subordinados
de IZON recibieron la información que se trataba de un centro de entrenamiento
militar para las fuerzas de la ONU, cosa que por un tiempo, mantuvo aplacada la
curiosidad del personal por los misteriosos planos sobre armamento ultrasónico,
sensores de sonido y aberturas mecanizadas, activadas por el giro de una
palanca. Físicos, matemáticos, mecánicos e ingenieros de sistemas llevaron a
cabo el misterioso proyecto.
-
Aaahhh, que delicioso – suspiraba Camila después de sorber su infusión
de camomila – todo aquel que no disfrute de un buen té en un lugar florido, no
ha vivido lo suficiente.
Nadia no había tocado en ningún
momento su taza. Sólo miraba a Camila disfrutar de su bebida mientras sentía un
ligero viento rozarle el rostro como una caricia. El invernadero, a pesar de
verse herméticamente cerrado, se sentía fresco y agradable, escuchándose el
susurro de las hojas de las diversas plantas y flores que eran cultivadas
(quizá por la misma Camila).
Una suave y melancólica música inundaba
el ambiente, penetrando en sus oídos con la misma suavidad del viento que mecía
las hojas. A su lado izquierdo, una caja de música con un flautista de
porcelana emitía el melodioso sonido. Nadia, por alguna razón, no le pudo
quitar la vista al instrumento, perdiéndose en la melodía.
-
¿Te gusta? – le preguntó Camila sacándola de su distracción – esa
música podrá parecer triste y ajena, pero ha involucrado a demasiada gente en
esta historia.
-
¿Es suya? – preguntó Nadia, pero Camila negó con la cabeza mientras
esbozaba una sonrisa.
-
Lo que más desearía es callarla… pero si lo hago, el final será brusco
e inútil.
Nadia no pudo comprender el
significado de esas palabras… y quizá nunca las llegaría a entender.
-
En fin… creo que no estamos hablando de lo que te concierne, así que
iremos al grano, ¿de acuerdo? – Nadia asintió, complacida de comenzar la tan
esperada conversación.
-
¿Qué significa eso… que hallaste un “verdadero dios”?
Camila tardó un momento en
contestar, sonriendo en el proceso.
-
Me temo que has malinterpretado el mensaje… aunque también es mi culpa
por ser menos específica – Nadia la miró suspicaz – en realidad no existe un
“verdadero Dios” en la red… ni siquiera existe un “Dios” por así decirlo… Usé
una media verdad como excusa para traerte hasta aquí, aunque tuve que usar a un
intermediario en el proceso.
-
¿Celestine Schneider? – el nombre brotó inconscientemente de los
labios de Nadia.
-
Exactamente… a él no le corresponde actuar en este momento… ha hecho
algo que puede considerarse imperdonable, pero necesario… en fin, nos desviamos
del tema, así que continúo.
Camila sacó un sobre de color
amarillo mostaza (quién sabe de donde), y se lo extendió a Nadia. De allí sacó
la fotografía de un muchacho joven, que no aparentaba más edad de los 20 años,
vestido con una bata de laboratorio.
-
Supongo que por tus andanzas por la red, habrás escuchado de él… es
más… el te ha guiado parte del camino.
-
Creo que sí – contestó Nadia dubitativa, recordando que en ocasiones,
una voz misteriosa la guiaba por la red, aunque la llevaba hacia pistas falsas.
-
Su nombre es César… pero en la red, es “El Gato”… era un científico de
los Laboratorios SEAL, que trabajó en un proyecto ulltrasecreto para
telecomunicaciones inalámbricas… sin siquiera usar equipo.
-
¿Por qué dices “era”?
-
Porque – aquí Camila exhaló un suspiro – este hombre murió dos semanas
antes de mandarte el correo.
Aquello tenía que ser broma.
¡¿Cómo pudo alguien que llevaba más tiempo muerto que Camila la estaba
ayudando?!... ¿Cómo demonios la estaba ayudando una muerta?
-
Y antes que digas nada – prosiguió Camila – yo no me he suicidado… es
más, yo nunca estuve viva… aunque tampoco muerta.
-
¿Entonces… que eres en realidad? – preguntó Nadia dejando la foto en
la mesa - ¿cómo pudiste contactarme?
-
Digamos que soy… una voz de alerta… cómo un despertador que te anuncia
cuando amaneció, yo te anuncio cuando estás en peligro… y en este momento, lo
estás.
-
¡Entonces dime de que peligro me tengo que cuidar! Lo único que has
hecho es dar vueltas y vueltas, y no has dicho nada en concreto.
Nadia se había puesto de píe,
azotando sus manos contra la mesa. Parte de la infusión en su taza se había
derramado sobre la fotografía.
-
Bien… iré acortando el cuento, te lo mereces – dijo Camila mirándola
fijamente, haciendo que Nadia volviera a tomar asiento – Lo que conoces como
Francia, no es real… tus amigos y amigas no son reales… simplemente estás
inducida en una pesadilla por un demoníaco monstruo, que busca desviarte de tu
fuerza de voluntad y matarte lentamente, haciendo que pierdas la confianza en
lo que crees.
-
Eso me dijo Celestine Schneider – replicó Nadia, visiblemente molesta
– y no le creí ni una sola palabra, porque lo que me dices que es falso, en
realidad lo siento y puedo tocar
Camila rió bajo, para sus
adentros.
-
Celestine pasó por alto la despedida de tu amiga Lina.
-
¿Cómo sabes de eso? – dijo Nadia sorprendida, cosa que no inmutó a
Camila.
-
Lina Saotome… al igual que Gata Lunar… ellas si son reales para ti,
porque estás compartiendo el mismo destino de ellas… existen 7 personas pasando
por la misma situación que tú, y varios de ellos han vencido al monstruo. Ahora
te toca a ti enfrentarlo y regresar a tu realidad.
-
¿Y cual es mi realidad, según tú?
-
Tu realidad… está atrapada en un Cubo mortal.
Camila, haciendo usos de sus
manos, comenzó a dibujar en el aire una forma cúbica que poco a poco comenzó a
llenarse de color y forma, hasta que terminó cubriéndose por un color grisáceo,
con pequeños cuadritos miniatura, luminosos en cada centímetro de la figura.
-
Esta es tu realidad… estás atrapada… y tu deber es salir.
Las palabras de Camila se oyeron
lo suficientemente sinceras, como para dejar a Nadia pensando. Eso por lo menos
era un buen avance.
-
No te preocupes por la chica Saotome, ella está también compartiendo
tu destino… pero en este momento, la más importante eres tú, y si deseas
reencontrarte con ella y con los 7 restantes, tendrás posibilidades de salir de
aquí.
-
Ella… - Nadia se tocó suavemente la mejilla despacio, tratando de
palpar la zona del beso – se despidió de mí, como si fuera definitivo.
Camila sonrió nuevamente, cómo
si de una madre consolando a una niña se tratase.
-
Ella sacrificó su participación en esta historia por el momento, y
quién sabe que sentido tenga a la hora de tu regreso.... pero de una cosa estoy
segura, a veces, para demostrar tu amistad o amor a otra persona, deberás hacer
un gran sacrificio para que salga adelante… si ella continuaba participando, no
te permitiría continuar a cabalidad en esta misión… un lazo especial las une,
quizá por alguna vivencia pasada, pero es seguro que si se queda, será un
obstáculo por el momento.
Nadia se detuvo a digerir las
palabras de Camila… en parte tenía razón… pero aún así, el contacto fue tan
real que dudaba en sus pasos por buscar la verdad… Se sentía cómoda.
-
Lo que puedas sentir aquí, es culpa del monstruo, por aprovecharse de
tus sentimientos. Deberás fortalecer tu mente, y destruirlo a como de lugar.
-
¿Donde lo encuentro? – preguntó Nadia decidida.
-
No necesitas buscarlo – dijo Camila con aspecto sombrío – él te
encontrará a ti.
*** *** ***
Tal como lo esperaba Nadia,
aquel día Lina no fue a la escuela. Esperó todo lo que pudo en la puerta de
entrada, pero no apareció. El día continuaba pasando, y la chica no aparecía
por ninguna parte. Gata Lunar no pudo contarle nada al respecto, ya que ella no
estaba enterada de la ausencia.
En la única clase que las tres
veían juntas, quedó el asiento vacío durante las dos horas completas. Era
extraño, hasta hace poco tiempo se comunicaban por mensajes de texto en la hora
de clase, pero los pitidos del aparato celular dejaron de sonar. El único
sonido que llegaba a sus oídos era el de la tiza golpeando el pizarrón, y el
roce del grafito de los lápices surcando las hojas de cada alumno. Así fue
pasando el tiempo, y llegó el final de clases.
Lina Saotome nunca apareció.
Gata Lunar y ella charlaron
animadamente durante un rato a la hora de la salida, pero cuando salían de la
escuela, Nadia se detuvo. No sabía por qué, pero se dio la vuelta mirando las
escaleras principales, como si sintiera que alguien la estaba observando.
-
Disculpa… olvide algo… no podré ir contigo a tu casa.
-
Esta bien – dijo Gata Lunar levantando sus hombros, resignada -
¿mañana salimos al Centro Comercial?
Nadia solo asintió con la
cabeza, y después de un fugaz abrazo, Gata Lunar se perdió en las calles de
Lyon. Ella bajó la cabeza avergonzada, porque sabia
que no iba a cumplir con la cita pautada.
Los rayos del atardecer le daban
a Lyon ese toque fantasmal de un espejismo a mitad del desierto, cubriendo con
sus sombras parte de la fachada del colegio. Nadia había subido corriendo los
escalones del edificio hasta la azotea, pero al abrir la puerta azotándola
contra la pared, se dio cuenta que había corrido en vano. Lina tampoco estaba
allí.
Nadia se acercó a la reja que la
separaba del borde de la azotea y enlazó sus dedos en las aberturas, justo como
el día anterior. Ahora en ese momento, la conversación que tuvo con Lina se le
hacía lejana, como si hubiera ocurrido hace años, en otro momento y lugar, pero
el beso que ella le dio seguía latente en la piel de su mejilla. No pudo evitar
tocársela suavemente con la punta de sus dedos, mientras la extrañaba en
silencio.
Le tenía un cariño profundo…
casi ancestral… como si ya hubieran tenido contacto mucho antes de ese momento…
mucho antes del aviso de Camila… mucho antes del primer amanecer de su vida en
Lyon.
-
¿Por qué perder el tiempo esperando?... ella no va a volver nunca más.
Una voz sombría y carrasposa se
escuchó detrás de ella. Tuvo un fuerte escalofrío desde el momento que la
escuchó.
No estaba sola.
Lentamente, se dio la vuelta,
temblando por dentro por sentirse mirada por alguien de voz tenebrosa y oscura…
hasta que sus ojos se abrieron por una sorpresa inusitada… mejor dicho, miedo.
Porque ella conocía a esa fuente. Le había visto la cara cuando vio a Camila en
la red.
Un hombre joven, con bata de
laboratorio, mirada siniestra, y sonrisa burlona.
El Gato.
-
¿Por qué te me quedas viendo? – preguntó el Gato, sin borrar su
siniestra sonrisa - ¿Por qué te sorprendes de verme cuando nos hemos encontrado
en tantas ocasiones?
Nadia no pudo contestar. Un nudo
se había un nudo en su garganta, tan apretado, que la saliva se le acumulaba en
la boca. Sus piernas temblaban ante la siniestra figura del científico muerto.
-
Ya veo – continuó el Gato – déjame adivinar… te sorprende ver a un ser
omnipotente en la red hablarte en lo que tu crees “El Mundo Real”.
-
En realidad, me sorprende ver a otro muerto.
El Gato cambió su mirada hacia
Nadia, la cual se dio cuenta que había metido la pata. Su corazón palpitaba
demasiado fuerte, lo que la hizo creer que le daría un infarto.
-
¿Otro… muerto?... ya veo, la encontraste – culminó el Gato con una
sonrisa burlona. Poco a poco, Nadia comenzó a recuperar su confianza en sí
misma, para poder preguntarle lo siguiente:
-
¿Por qué no me ayudaste a buscar a Camila?
-
Pero si te ayudé – se defendió el Gato – te di muchas pistas para que
investigaras…
-
¡Todas eran falsas! – le espetó Nadia alzando la voz, aunque seguía
cohibida
El Gato hizo un corto silencio
después de eso.
-
Ya entiendo… ¿y qué te dijo ella? ¿con qué mentiras te llenó la
cabeza?
-
Me dijo que tú ya estabas muerto… y que lo que querías en realidad es
evitar que yo abriera los ojos…
-
¿Y me puedes decir de “qué” debes abrir los ojos? – culminó el Gato
triunfante. Nadia no supo contestar a eso - ¿No lo entiendes? Es ella la que
trata de engañarte. Es ella la que quiere ponerte en contra mía. Contra mí, que
te he ayudado con los poderes que puedes desplegar en la red.
-
¿Me puedes decir qué es el Cubo?
El Gato borró súbitamente su
sonrisa. Nadia, sin saberlo, logró tocarle una vena sensible.
-
¿Camila te preguntó sobre eso? ¿Y que tiene que ver con nuestra
conversación?
-
Este no es mi mundo… solo he tenido mas contacto con mis amigas porque
las conozco, aún antes de despertar en Lyon.
-
Es obvio – rió el Gato burlonamente – las conoces de tu infancia.
Ustedes se conocen de tiempo atrás, es verdad. Se conocen desde que eran bebes.
-
Entonces… ¿Por qué demonios no puedo recordar mi fecha de nacimiento?,
¿Por qué no puedo recordar los cumpleaños de mis padres?, ¿Por qué no recuerdo
momentos anteriores al Club Cyberia con mis amigas? ¡¿Por qué demonios no
recuerdo quién soy en realidad?!
Lágrimas furiosas le empañaban
los ojos a Nadia, surcándoles profundamente sus enrojecidas mejillas. Es por
esa falta de visión que fue tomada por sorpresa, cuando una poderosa mano rodeo
su cuello, cortándole la respiración y empujándola contra la reja que la
separaba de la orilla de la azotea. El Gato la había atenazado con su mano,
flotando sobre las puntas de sus pies y tomando un aspecto sombrío. Nadia hacía
lo que podía para liberarse del agarre, pero la mano del Gato se había clavado
prácticamente en su cuello.
-
¿Tan desesperada estas por descubrir la verdad? – Dijo el Gato, relamiéndose
de gusto - ¿Tantos deseos tienes de descubrir lo que los 8 demonios de SEAL no
han podido desentrañar? Esta bien… tú serás la primera
y única en conocer la verdad sobre las acciones de un ser justiciero: yo.
Nadia comenzó a tener una
sensación extraña en su espalda: el contacto con la reja estaba desapareciendo,
y sintió una inclinación peligrosa hacia el exterior. Las puntas de sus pies no
resistían el empuje, y quedaron colgando al vacío. Nadia atravesó la reja como
si de una figura fantasmal se tratase, siendo sostenida en el aire por la mano
del Gato, quién del otro lado de la reja, sonreía. Ahora su vida estaba
pendiendo de un agarre en el cuello. Sus pómulos se habían vuelto púrpura por
el pánico… sensación que la inundó de recuerdos sellados en su mente. Ella ya
había vivido lo mismo, y lo que le esperaba después de eso, sería una profunda
oscuridad.
Fue después de esa oscuridad,
que despertó en Lyon.
-
La verdad cuesta caro… cariño.
La gravedad hizo lo suyo en
cuanto el Gato soltó a su victima, escuchando sus gritos de pavor como si de
una sinfonía se tratase. Nadia solo lo veía alejarse, gritando por la sensación
de vacío y el fuerte golpe que la esperaba en el suelo. Todo había acabado para
ella. Lina… Gata Lunar… las veía mientras se acercaba peligrosamente al suelo,
solo que no las veía como recordaba. Lina lloraba desconsolada en una especie
de habitación verdosa, y Gata Lunar caía inconsciente por un halo de luz
disparada contra ella.
Por fin, aunque solo le quedaban
segundos de vida, pudo ver la verdad. Su verdad.
Después… sólo oscuridad.
*** *** ***
El dolor en su estómago era
quemante, sentía dolor en sus costillas
y el frío le penetraba la ropa, pero a pesar de eso, Nadia comenzó a abrir los
ojos. Solo veía una gran blancura delante de ella. Cuando abrió un poco más los
ojos, se dio cuenta que el frío que sentía no era tan inusual.
Nieve, blanca y pura, cubría lo
que podría llamarse suelo. Y Nadia estaba tirada sobre él.
Al levantarse del suelo, se dio
cuenta que ya no estaba en Lyon. Una fuerte ventisca de nieve azotaba el
misterioso y oscuro lugar, haciendo flamear con furia su cabello. Se sacudió la
escarcha que se le había pegado a la ropa, y allí se dio cuenta del primer
suceso inusual que le siguió al despertar: Ya no tenía puesto su uniforme de
escuela, sino un uniforme gris, de porte militar, con su nombre escrito en el
lado izquierdo de la camisa.
Otra ventisca hizo que se
cubriera, y entre los espacios de sus brazos para protegerse de la nieve, pudo
ver que no estaba sola. La visión la heló por dentro, pero del miedo.
Una especie de ovalo carnoso
apareció flotando a varios pasos de ella, y de su parte superior salían varias
antenas, que le daban la apariencia de un “ojo cerrado”. Al instante de
observarlo, la ventisca se detuvo.
-
¿Quién… o qué eres? – preguntó Nadia sacando valor de donde no tenía.
-
Soy… El Mensajero de Dios – contestó el ovalo.
Un momento de silencio se formó
entre los dos, pero el ovalo, que tenía una voz apagada y sombría, continuó
hablando.
-
Desde que Dios creó a los humanos, el ha visto las desgracias que han
cometido para saciar su sed de avaricia y poder… Muerte… Odio… deseos
homicidas… Dios no podía soportar más esa visión tan espantosa del ser que
supuestamente fue creado a su imagen y semejanza, y como castigo divino,
provocó una tormenta de 40 días y 40 noches de duración. Pero Dios cometió un
error: dejó con vida a unos pocos elegidos, los que él consideraba aptos para
habitar la Tierra.
-
El Diluvio Universal – dijo Nadia hipnotizada por sus palabras. El
Alien prosiguió.
-
Pero, como una flor puede crecer en el fango, las semillas de la
maldad pueden germinar aunque el mundo este poblado por la bondad de la
elección de Dios – La sangre de Nadia estaba aumentando su presión. No podía
soportar que tales palabras fueran verdad -
Nuevamente, los elegidos comenzaron a pelearse entre sí, llevando dolor
y miseria a las poblaciones que los siguieron. Se amenazan, roban, y se matan
entre sí. Dios lo vio todo en su helado silencio… ¡Pero ahora el silencio se ha
roto, y es el momento de que ustedes, los tontos humanos, sean juzgados. YO,
POR ESO, ME HE PROCLAMADO JUEZ, JURADO Y VERDUGO DE LOS HUMANOS, EN EL NOMBRE
DE DIOS!
-
¡DEMONIO! – gritó Nadia casi en un ataque de histeria – ¡Solo eres un
demonio. Invades las conciencias de las personas, revives sus temores más
oscuros, y luego los torturas hasta morir!
-
Esa es la voluntad de Dios.
-
¡Mentira!, porque los humanos, a pesar de nuestros errores, aún
tenemos la capacidad de sentir. Somos capaces de amar a nuestro prójimo, de
llevarles alegría y esperanza. No todos los humanos somos tan destructivos como
dices.
-
CALLATE, TU DEJASTE DE CREER EN LA VIDA HACE MUCHO TIEMPO.
Y con ese grito, se produjo una
poderosa ventisca que Nadia no pudo soportar, saliendo expelida por el aire y
cayendo al suelo pesadamente cual tronco de árbol recién cortado. El golpe que
se llevó en la cabeza la dejó inconsciente, y a merced del verdugo.
Los vientos cesaron, y el
ambiente se llenó de un nuevo silencio. No duró mucho tiempo.
-
El peor castigo que se puede llevar el ser humano, es el de destruirse
y torturarse a sí mismos. Tu no morirás bajo mi mano, porque tu pensamiento te
llevará a un castigo mucho peor que el mío.
Y dicho esto, el Alien
desapareció.
Las exportaciones
de tales materiales comenzaron desde la sede de IZON, en Washington D.C hasta
diversos países en Asía y Europa. Posteriormente, los materiales mecánicos,
como las compuertas, rejas automáticas, y armamento sofisticado fueron
exportados a África y Suramérica, mientras que los aparatos electrónicos fueron
exportados a Oceanía. En cuanto eran recibidos, nuevamente eran exportados a
otros países, y así comenzó un desastre aduanal de tal magnitud, que algunas
veces los mismos países volvían a recibir tales materiales, para ser exportados
nuevamente.
Con el paso del
tiempo, los papeles de exportación, salida y llegada de tales materiales,
terminaron traspapelados en algún rincón de los archivos de las oficinas de
impuestos, y poco a poco, el desastre se fue olvidando. Nunca salió a la prensa
ni en ningún otro medio la información concerniente a tales instrumentos, pero
los materiales si llegaron a su destino final.
Nadia
volvió a despertar, pero le costó un poco de trabajo asimilar la visión por
aquel fuerte dolor de cabeza que comenzó de manera repentina. Por fin pudo
aclarar su vista, y se sentó en el suelo de la habitación púrpura en la que
había despertado. No necesitó preguntarse donde se encontraba. Lo sabía
perfectamente…
El
Cubo…
Sin
ninguna salida… sin escapatoria… sin saber a donde ir… Los ánimos de Nadia se
habían desplomado al ver que los planes del Alien eran más aterradores que
antes, cuando solo debía escapar del edificio mortal para volver a su vida normal.
No quería saber por qué la habían elegido para llevar en sus espaldas semejante
tortura, sino regresar a su vida escolar, a sus amigos…
Amigos…
Starknight… Lina Saotome… Gata Lunar… El Gato… Zaeta Ketchum… y por supuesto,
Ryoga Skywalker.
Aquel
beso era demostración que la felicidad estaba cerca, con solo desearla. En
cuanto saliera del Cubo, llevaría a su amigo a su casa a conocer a sus
familiares, saldrían a ver alguna película y comer uno que otro helado, juntos
y felices, con el Cubo como una simple pesadilla que fácilmente se olvida con
el paso del tiempo.
No
había tiempo de echarse a llorar, debía salir con todos, juntos. Ahora ellos
eran una familia en la calamidad, y solo uniéndose, podrían escapar. Su
elección fue la puerta de la izquierda en su posición, allí debía ir.
Pero
durante el corto trayecto, no podía dejar de rascarse la nuca. La sentía
irritada, como si una serie de agujas calientes hubieran sido deslizadas por su
piel.
Pronto
averiguaría que ese ardor significa más de lo que piensa.
CONTINUARA…
Comentarios y opiniones, mandalos a starknight90@hotmail.com
Nadie se enteró
nunca del verdadero nombre de la empresa GEHIRN…
SEAL