CONTENIDO

Prefacio
1. Mecánica
2. Propiedades de los Fluidos
3. Gases
4. Fenómenos Térmicos
5. Sonido y Luz
6. Varias
7. Apéndice
titulo



185. El color del firmamento.

¿Por qué el firmamento que tiene color azul de día, se torna rojo cuando se pone el Sol?


El sol envía luz blanca a la atmósfera terrestre, pero nuestro ojo sólo percibe los rayos dispersados por las moléculas del aire y por las diminutas partículas de polvo que se encuentran suspendidas en él. Las moléculas de aire y las partículas de polvo rechazan los rayos de onda corta, es decir, sólo los de color azul oscuro y claro; las ondas más largas «contornean» dichas partículas y prosiguen su recorrido. Por consiguiente, en la luz dispersa predominan rayos azules, mientras que la que atravesó la atmósfera, tiene un exceso de rayos rojos.
De día vemos el cielo azul oscuro o claro, puesto que sólo recibimos rayos dispersos. Pero por la mañana o por la tarde, en cambio, cuando el sol sale o se pone, nuestro ojo percibe los rayos que atravesaron una gruesa capa de aire, de modo que vemos roja la franja del cielo próxima al horizonte. De la misma manera, durante los eclipses lunares totales el satélite natural de la Tierra se vuelve rojizo debido a los rayos que atravesaron la atmósfera terrestre.
Un meteorólogo norteamericano explica la variedad de los matices del cielo vespertino de la manera siguiente:
«El color del cielo depende del brillo relativo de los rayos de color que llegan al ojo del observador; a su vez, este brillo depende de la dispersión condicionada por el tamaño de las partículas de polvo presentes en la atmósfera y de su número... Si dichas partículas son relativamente pocas o pequeñas, el cielo es azul claro. Cuando aumentan su cantidad o dimensiones (por ejemplo, en los días secos y ventosos) o sólo las dimensiones (en vista de la higroscopicidad de las partículas, cuando se eleva la humedad atmosférica), los rayos de onda corta se debilitan mucho más, de modo que el cielo tiene un color que corresponde a una longitud de onda mayor, tornándose verde, amarillo e incluso rojo. Además, si las partículas de polvo son tan grandes que rechazan los rayos de todos los colores, el cielo se vuelve blanquecino.
Esta descripción explica, por qué el cielo suele estar matizado de diferentes colores por la tarde y por la mañana: rojo junto al horizonte, anaranjado y amarillo algo más arriba y verde o verde azulado a más altura aún. En este caso influye la altitud y, por consiguiente, la disminución de la cantidad de partículas y de su número en aquellas capas de la atmósfera que reciben los rayos solares antes de que éstos recorran el espacio desde el límite exterior de la atmósfera hasta la zona del cielo que estamos examinando, y desde esta última, hasta los ojos del observador.»
A propósito, el color del cielo vespertino es uno de los presagios «locales» del tiempo que hará al día siguiente. Si por la tarde el cielo se tiñe de rojo, al día siguiente no lloverá. Si junto al horizonte en el poniente el cielo tira a amarillo o verde, es muy probable que haga buen tiempo. Pero si por la tarde el cielo se matiza de gris homogéneo, es posible que llueva.



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