de Toronto Vegetarian Association
Al igual que en Canadá, la carne de pollo es la más vendida en las Islas Británicas.
Lo que viene a continuación, está extraído de un artículo aparecido en The
Guardian.
La industria del pollo a la parrilla es, probablemente, la más sórdida del país.
A menos que en la etiqueta ponga lo contrario, puede estar seguro de que el
pollo ha pasado toda su vida en espacios cerrados, amontonado en cobertizos sin
ventanas, moviéndose entre las basuras que resultan del apilamiento de heces.
La superproducción en la cría de pollos para llegar a producir la gran
cantidad de carne de pechuga que los consumidores encuentran tan “delicada”,
provoca pájaros con patas mutiladas y débiles corazones que pasan toda su vida
sufriendo. El profesor John Webster, jefe de la Escuela Veterinaria de la
Universidad de Bristol, ha denunciado que esto es “simplemente, el ejemplo más
extremo en la inhumanidad del hombre en contra de otra criautura viviente.”
La Sociedad protectora de Animales británica, Compasión en el Mundo de la
Granja, ha lanzado una campaña para establecer unos principios de bienestar que
se apliquen a todos los alimentos cárnicos. Los puntos clave son: no recluir
permanentemente bajo techo, sitios cómodos para que descansen con suficiente
espacio, uso de métodos para que se desarrollen más lentamente, animales más
sostenibles, comida apropiada, capacidad para desarrollar comportamientos
naturales, periodos naturales de destete, menor tiempo posible de transporte y
controles más férreos en los métodos de matanza.
Aplique estos razonables criterios al grueso de la producción animal británica
y puede borrar al pollo de su lista.
Extraído del suplemento semanal de la revista The Guardian del 18 de Noviembre
de 1995.