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En
1978, Jack Horner y Robert Makela desenterraron en Montana varios
nidos de dinosaurio, que contenían más de trescientos
huevos, y más de sesenta esqueletos, que incluían
ejemplares adultos, otros más jóvenes y crías.
Este hallazgo aportaba gran cantidad de información sobre
el comportamiento social de los dinosaurios. La principal evidencia
era que los dinosaurios cuidaban a sus crías, característica
que no comparte ningún reptil. Examinando el cráneo
de un ejemplar adulto, Horner llegó a la conclusión
de que se trataba de un hadrosáurido, y lo bautizó
como Maiasaura, que significa "reptil buena madre".
Horner
encontró más tarde un conjunto de nueve nidos, con
gran cantidad de huevos fósiles. Medían 20 centímetros,
bastante similares a los huevos de Protoceratops hallados por Roy
Chapman Andrews en el desierto de Gobi en los años 30. Horner
observó que los nidos estaban separados entre sí unos
siete metros, que es aproximadamente la longitud de una Maiasaura
adulto. todo parecía indicar que Maiasaura nidificaba en
colonias de modo semejante a algunas aves actuales.
Tras
estudiar los fósiles de los ejemplares más jovenes,
Horner llegó a la conclusión de que éstos crecían
rápidamente, un crecimiento más similar al de los
animales de sangre caliente que al de los reptiles de sangre fría.
Horner llegó a esta conclusión tras observar que las
crías nacían con apenas un metro de longitud y en
los nidos había restos de crías que llegaban a al
metro e incluso a los dos metros de longitud. Si su crecimiento
hubiera sido similar al de los cocodrilos, los reptiles vivos más
cercanos a los dinosaurios, hubieran tardado aproximadamente tres
años en alcanzar ese tamaño. Parece poco probable
que los padres estuvieran manteniendo a sus crías tanto tiempo.
Es posible que los dinosaurios crecieran a un ritmo más rápido,
quizá similar al avestruz, que alcanza el metro en seis u
ocho meses, o incluso que crecieran más rápido. Este
hecho parece indicar que eran animales de sangre caliente.
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Huellas
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Las
huellas de los dinosaurios pueden decirnos mucho acerca de los hábitos
de comportamiento de éstos animales en vida. Además
las huellas tienen la ventaja de que son más abundantes que
los huesos, puesto que un animal puede dejar muchas huellas, pero
solamente un esqueleto.
Existe
una rama de la paleotología especializada en el estudio de
las huellas fosilizadas: la paleoicnología. Las huellas nos
pueden aportar datos como por ejemplo la velocidad a la que caminaban
o corrían, si vivían en grupo, o incluso como los
depredadores daban caza a sus presas. Se ha comprobado que los Tyrannosaurus
podían alcanzar los 50 km/h y que marchaban solos o en parejas.
El
estudio de las huellas permitió demostrar que lo saurópodos
no eran animales acuáticos, como se creía anteriormente.
Había paleontólogos que afirmaban que sus patas no
podían soportar el enorme peso del animal, y que el hecho
de que la abertura nasal se encontrara en la parte superior de la
cabeza permitiría al animal respirar con todo su cuerpo sumergido.
Sus
huella muestran como los saurópodos caminaban a cuatro patas
y que habitaban en lugares junto a otros animales que siempre han
sido considerados terrestres. También se han descubierto
huellas que indican que los saurópodos vivían en grupos
y que se desplazaban en rebaños con las crías en el
centro y los adultos alrededor, protegiéndolas.
Estos
comportamientos diferencian a los dinosaurios del resto de reptiles,
ya que ningún reptil conocido muestra comportamiento social
alguno.
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