Disclaimer --- t.A.T.u es propiedad de Universal. Yulia y Lena existen realmente y yo no tengo nada que ver con ellas. No trato de lastimar su imagen tampoco.
Nota: Los eventos son ficticios.
Clasificación: PG-13 con posibilidad de subir a NC-17
CAPITULO 1: Sueño por Cumplir, Pasado por Olvidar
El sol se había posado en la punta de la Torre Eiffel para contemplar la ciudad. Saliendo de un edificio en la zona vieja, vio a Yulia la ex – t.A.T.u La joven llevaba un portafolio bajo el brazo y parecía llevar mucha prisa.
Un par de minutos después Yulia estaba parada frente a una casa enorme. Indecisa de tocar o no el timbre, observó la casa. La puerta era muy antigua y pesada aunque la cerradura era nueva, la fachada era toda de fina roca, construída en los años de la Bastilla, Yulia sabía que la casa había sido una especie de cuartel en aquél entonces, dirigió su vista al camino que había tenido que atravesar, todo de la calle hasta la puerta estaba empedrado y a los lados tenía flores amarillas y azules. Miró su reloj, eran las diez de la mañana. Respiró profundamente y llamó dos veces. Un hombre de unos 50 años ataviado con pantalones elegantes, camisa blanca y un chaleco café le abrió la puerta observándola a través de sus gafas.
- ¿Sí? ¡Oh, Madmoiselle Volkova! ¿Qué le trae por aquí tan de mañana?
Yulia titubeó un poco. Estaba completamente decidida a apoyar a su alumna, Monique, en su mayor (y quizá único) talento: escribir poesía. Sin embargo, Monsieur Poulain le provocaba escalofríos, su mirada severa y escrutadora le daba la sensación de que podía leer el pensamiento. Hizo su mejor esfuerzo por mantenerse serena para no delatarse a sí misma. Detrás de Monsieur Poulian, Yulia vio a Monique bajando las escaleras a toda velocidad con su mochila al hombro. La chica se detuvo en seco al ver a su padre y, por un segundo pensó que todo estaba perdido.
- ¿No se lo comentó Monique? Habrá un recital con mis alumnos.
- ¿Sus alumnos? – inquirió Monsieur Poulian levantando una ceja.
- Sí. No creerá que Monique es mi única alumna ¿cierto?
- A decir verdad, sí. – respondió cruzando los brazos frente al pecho con cara de que estaba a punto de descubrir la mentira de Yulia.
- ¿Cómo cree? Cuando comencé con Monique sí era la única pero ahora ya no… - comenzó a reír nerviosamente.
Yulia se obligó a no arrojarle su portafolio pero no pudo evitar declararle una mirada asesina a través de su risa nerviosa. Inmediatamente Monique salió al rescate. Sin demorar un segundo había corrido por su madre que llegó a calmar las cosas entre la maestra y su marido. No era nuevo que ellos dos no pudieran tener cinco minutos de plática tranquila. Monsieur Poulain conocía la carrera musical de Yulia pues había sido detractor del movimiento que había impulsado t.A.T.u Un día su esposa, Sophie, le había anunciado que Monique tenía nueva maestra de piano, una jovencita llamada Yulia Volkova. Apenas vio a la joven la reconoció y la corrió de su casa. Fueron Sophie y Monique quienes se encargaron de convencerlo de aceptar a Yulia. A decir verdad no la había aceptado pero había cedido pues parecía ser la única maestra de piano dispuesta a soportar la torpeza de Monique. Por su lado, Yulia se había tragado su orgullo pues en realidad necesitaba el dinero.
- ¿Se van tan temprano a ensayar, Yulia? – dijo la señora.
- Sí, Madam Poulain. Tenemos que ensayar con los demás. Ya sabe como son estas cosas de los recitales…
- Bueno, sí. Nos vemos mamá, adiós papá. – auxilió Monique a su maestra que empezaba a estancarse en explicaciones.
Monique jaló a Yulia por el camino hacia la calle. Las chicas tomaron un autobús donde Yulia por fin pudo respirar tranquila. Monique Poulain era su alumna desde hacía dos años y nunca, en todo ese tiempo, había podido tocar el piano como se debía. Yulia pensó que la causa era su avanzada edad para iniciarse en la música, pronto descubrió que Monique llevaba prácticamente toda su vida intentando aprender a tocar diferentes instrumentos, desde flauta hasta violín, sin resultados favorables. A pesar de su ineptitud para el piano Yulia le había tomado afecto real y cuando descubrió que la pasión de su alumna era la poesía ideó cómo ayudarla sin meterse en problemas. Cuatro meses después de su descubrimiento, su plan había dado marcha y todo iba saliendo bien.
- Yulia, exactamente ¿a dónde vamos?
- Te presentaré con alguien que sabe más de poesía que yo. – sonrió la joven maestra.
- Me parece genial. – murmuró Monique recargando afectuosamente su cabeza contra el hombro de Yulia.
Las chicas viajaron en silencio hasta el otro lado de Paris, una zona grande y opulenta, donde sólo la gente más exclusiva podía darse el lujo de construir sus palacios. El autobús se detuvo a un par de metros de su destino. Monique podía ser una chica muy distraída así que Yulia la tomó de la mano y la guió hasta el tercer palacio de la cuadra. No cabía duda de dónde estaban, el lugar a donde habían llegado estaba custodiado por una reja que resplandecía como oro en el sol de medio día. Más allá del camino de ladrillo rojo se erguía una majestuosa residencia oculta en gran parte por un espeso bosque de todo tipo de plantas. Monique observó la residencia boquiabierta y se sorprendió que Yulia no tuviera la misma expresión.
- Aquí es.
Yulia llamó haciendo sonar una campana y la reja se abrió como por arte de magia. Monique pensó que estaba soñando y que aquello era un castillo fantástico como el del Mago de Oz. Fue Yulia quien la devolvió a la Tierra al tomar su mano. Sin hacer escalas llegaron a la puerta que ya estaba abierta. El interior era increíble, más que el exterior. Cuadros de famosos pintores colgaban en las paredes, se veían libros amontonados en altas pilos esparcidos en todas partes, la atmósfera era muy acogedora y se respiraba una delicada esencia a lila. Yulia se abrió camino entre los libros hasta llegar a la sala donde las esperaba una figura hundida en un mullido sofá.
- ¡Hola! ¡Ya llegamos! – saludó Yulia con naturalidad.
La figura en el sofá se levantó. Era una mujer de unos treinta años, mucho mas alta que Yulia, increíblemente esbelta y bien provista de las curvas que hacen hermoso el cuerpo de una mujer, era rubia, con el cabello cayendo sobre sus hombros en hermosas olas doradas, sus ojos eran color azul de una intensa tonalidad similar a la que se ve en el mar Caribe, su piel blanca parecía forjada en la nieve de los eternos hielos árticos. Monique quedó impresionada ante la belleza de mujer que tenía frente a ella envuelta apenas en una bata de seda negra. Pensó que aquella mujer tenía que ser una visión, estaba más convencida que nunca de que sólo estaba soñando. Sin embargo tuvo que disipar la idea cuando la mujer caminó hacia ella observándola con sus ojos penetrantes.
- Ella es Monique Poulain, es mi alumna de piano pero ya sabes… el piano no se le da. Lo suyo son las letras. – la presentó Yulia.
La rubia simplemente se dedicó a mirar a Monique hasta que finalmente le dedicó una cálida sonrisa. Si aquella mujer podía ser mas bella lo era al sonreír. La joven de apenas diecisiete años sintió que sus mejillas ardían en un incendio incontrolable. Pensó que su reacción avergonzaría a su maestra y procuró controlarse. No tenía ni idea de quién era aquella diosa pero estaba segura que tenía que acercarse a ella para ver si era real o no.
- Es encantadora. – la voz de aquella belleza era de terciopelo, una voz seductora, frágil y al mismo tiempo potente, arrolladora. – Soy Simone Bovie.
Yulia comenzó a reírse a carcajadas cuando notó la boca abierta de su alumna totalmente pasmada por la belleza de Simone. Monique reaccionó inmediatamente y escondió la cara tras sus manos. Simone acompañó las carcajadas de Yulia dándole cariñosas palmadas en la espalda a la chica.
- ¿Siempre tienes que hacer tus entradas tan dramáticas? – le preguntó Yulia a Simone cuando se calmó un poco.
- ¿Qué sería la vida sin esos pequeños dramas extraídos del celuloide? – respondió la rubia bailando sola. - Monique, deja ya que el color se vaya de tus mejillas. ¡Oh! ¿No es adorable? Nadie se había mostrado así. No soy tan deslumbrante, ¿o sí?
- Para ser sincera, nadie te creería que eres escritora, Simone. – dijo Yulia sirviéndose agua. – Con ese cuerpo y esa cara te creería más si me dijeras que eres modelo.
- Eres una grosera, Yulia Volkova. ¿Acaso alguien con mi intelecto no puede tener mi físico?
- Mas bien nadie con tu físico puede tener tu intelecto.
Mientras la discusión se desarrollaba Monique iba procesando todo lo que le había ocurrido. Simone Bovie era la persona que le había mencionado Yulia en el autobús. Así que Simone era escritora y le iba a ayudar mientras Yulia mantenía la mentira de un recital que tendría lugar dentro de unos meses. Por fin logró reunir toda la información en su cerebro y se serenó al reconocer el enorme impacto que le había causado la figura de aquella mujer en una biblioteca tan grande.
- Al parecer Madmoiselle Poulain por fin salió de su asombro. Muy bien, Monique. ¿Empezamos? – Simone le sonrió y le señaló una oficina al otro lado de la sala donde la había visto por primera vez.
La joven se encaminó hacia la oficina y al darse media vuelta en la puerta encontró a Yulia sentada en un sofá muy lejos de ella. Yulia le sonrió y le hizo un gesto de que siguiera a Simone.
- Viniste a que Simone te ayudara para que seas una excelente poetiza ¿no? Así que anda, ve con ella. Yo aquí estaré cuando salgas.
- ¿Vas a leer algo mientras? – preguntó Monique esperanzada de que Yulia cediera ante su mirada de cachorro abandonado.
- ¿Leer? No, voy a ver televisión a la otra sala. Te veo al rato.
Monique y Simone desaparecieron tras la puerta y Yulia se sumió en el sofá borrando la sonrisa que le había regalado a su alumna. Simone era su amiga desde hacía varios años, la había conocido en Milán y le agradecía a quien tuviera que agradecerle que las hubiera reunido en Paris, pues en realidad necesitaba una buena amiga. La carga sobre sus hombros se hacía cada vez más pesada, cada vez se le hacía más difícil soportar el no ver a Lena todos los días junto a ella. Sus ojos se posaron en uno de los cientos de libros que Simone guardaba en su casa. "El viaje de un amor diferente." Así se había titulado el último libro-diario que había publicado t.A.T.u En la portada estaban ambas chicas riéndose, Lena sostenía un cono de helado casi vacío mientras reía a carcajadas, Yulia sostenía también un helado sin probar y por toda la cara tenía rastros del helado de Lena. La pelinegra desvió la mirada de aquél libro, odiaba que su vida entera se giraba hacia t.A.T.u una y otra vez. No podía regresar a aquellos días y no quería vivir del pasado. Sin embargo Lena y el dueto siempre volvían a ella de una manera u otra. Simone había sido una gran fanática de ellas y había escrito varios libros sobre la propuesta del grupo y la revolución que desataron; ella sólo había sido el principio de una larga lista de coincidencias redundantes. No aguantaba aquello, no podía, las lágrimas luchaban por salir, y esta vez, en la intimidad de una sala vacía Yulia dejó escapar todas las lágrimas que se había guardado desde que se separara de Lena. Cuatro años de lágrimas se vertieron sobre su regazo sin que nadie, excepto los libros, la escuchara sollozar.
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Continuara...