CORAZONES A LA DISTANCIA

CAPITULO 11 (Final)

Por: aLieN uRBaNo (aja Natalia @->- Rosa Roja)

Disclaimer --- t.A.T.u es propiedad de Universal. Yulia y Lena existen realmente y yo no tengo nada que ver con ellas. No trato de lastimar su imagen tampoco.
La canción de este capítulo es de Celine Dion, del disco A New Day Has come y se llama “Aún existe amor”. Es propiedad de Sony Music.Nota: Los eventos son ficticios.

Clasificación: NC-17

ATENCION: Este capítulo contiene escenas que no son aptas para el público menor de edad.

CAPITULO 11: Corazones a la Distancia

Sus ojos no daban crédito, ahí frente a ella se encontraba esa mujer que tanto había amado, a quien había dañado y quien le había robado toda felicidad desde su separación; ahí, frente a ella, estaba Lena, su pelirroja. Ya no era la jovencita que había dejado en el aeropuerto de Moscú, era una mujer joven y más hermosa de lo que la recordaba, llevaba el cabello ligeramente diferente y sus ojos grises parecían haberse hundido en una tarde londinense, tanto fuego apagado por la niebla.

Lena la observaba incrédula, sentía que a cada segundo despertaría en su cama helada en Moscú y se aferraba con fuerza a mantenerse en ese sueño, si eso era lo que estaba viviendo en ese instante. Sentía unas enormes ganas de brincar a sus brazos, de cuidarla, de protegerla… se veía tan sola y desvalida. Inmediatamente Lena pensó que era absurdo, que seguro en su habitación Yulia tenía a alguien que la esperaba pero… el amor pudo mas en ese momento y no pudo hacer sino notar que su amada aún usaba el cabello negro, que las mejillas estaban hundidas y que una sombra liliácea se aferraba sus ojos. Como siempre, la primera en articular palabra fue ella.

– ¿Lena? ¿Qué haces aquí?

Tanto tiempo, tantas lágrimas, tantos recuerdos, tantas noches solitarias y ella le preguntaba eso. Una rabia indescriptible lamió sus labios y tomó el gobierno de sus acciones. Las ideas viajan más rápido que las acciones, sin embargo no es una regla. Antes de que cualquiera de las dos reaccionara la mano de Lena había hecho un recorrido tan largo como el de su dueña desde Rusia hasta Francia y ahora se encontraba en el lado opuesto con la palma expuesta hacia el techo. Sobre el pómulo de la pelinegra se formó una mancha roja. Se acomodó el cabello sacudido y se llevó los dedos a la mejilla ofendida. Una bofetada, esa era su manera de decir ‘hola’ después de todo ese tiempo.

Nadie dijo más. Se miraron firmemente haciéndose todas las preguntas que se negaron a formularse en un inicio. ¿Así era como quedaban las cosas? ¿Se amaban realmente? ¿Había valido la pena llorar durante tantos años por esto? ¿Era lo que tenían en mente sobre su reencuentro? ¿En verdad valía la pena todo ese dolor por… este momento? Yulia se dijo que sí, Lena que no.

– ¡Te extrañé tanto! – exclamó Yulia abriendo sus brazos dispuesta a resguardarse en el pecho de su pelirroja.

Lena observó todo en cámara lenta, sus impulsos habían quedado nuevamente encerrados detrás de la cordura. Se reprochó haber llegado hasta ahí, se reprochó haber seguido su capricho hasta ese punto. ¿Qué hacía ahí? No lo sabía. ¿Por qué la había golpeado? Por todo el daño que le había hecho, por todas las noches que lloró por ella, por los miles de pedazos en los que se partió su corazón. Sin embargo, verla de nuevo había encendido la pequeña llama que había quedado viva y que Lena se empeñaba en extinguir con los besos de Svetlana. Sus ojos se suavizaron igual que su expresión, sus brazos se abrieron un par de centímetros para recibir a la pelinegra, sin embargo cuando Yulia estuvo a punto de abrazarla sus manos reaccionaron movidas por su razón y la empujaron golpeándola contra la puerta. Yulia le dirigió una mirada herida y confundida, estaba tan feliz de ver a Lena de nuevo y ella la abofeteaba y la empujaba. Yulia no sabía que Lena luchaba contra sí misma, no sabía que en el interior de la pecosa se desataba una lucha entre el corazón y su orgullo. El corazón daba sus razones: ya habían sido demasiados años extrañándola, no había razón para seguir recriminándole lo que ocurrió en el pasado; el orgullo también tenía sus argumentos: nunca le explicó la razón para su engaño, jamás quiso hablar del tema, se largó de Rusia dejándola más sola que nunca en su vida. De repente, la lucha terminó.

– ¿Cómo estás? – susurró con la mirada clavada en el piso.

– Bien. – respondió Yulia con sequedad. – ¿Gustas pasar?

Yulia se hizo a un lado en caso de que Lena quisiera pasar. La pelirroja avanzó en el departamento sin decir nada. Observó su alrededor, todo parecía tan descuidado, tan triste. Incluso un cenicero lleno de colillas de cigarro le sonaba a tristeza diluida en una habitación. Se sentó en un sofá sin dejar de mirar el suelo. Yulia se sentó junto a ella observándola, cuidando cada movimiento de la pelirroja. Se veía tan bonita. Yulia sonrió.

– ¿Cómo diste conmigo?

– Escuché en el hotel que una tal Volkova daría un recital de piano.

– Oh.

El silencio se hizo contundente. Yulia no dejaba de observarla y Lena no dejaba de mirar el suelo y juguetear con sus dedos. Finalmente no lo soportó un instante más y fijó sus ojos grises en los de su amada. Ambas se acercaron y sus labios se fundieron suavemente, después de que aquél beso liberara el instinto la ternura salió huyendo. Yulia mordió los labios de Lena y la pelirroja hizo lo propio arañando los brazos de su amada. Sus cuerpos se pegaron por instinto, daba la impresión que las ropas acabarían fundiéndose. Las manos de ambas vagaban libremente por la anatomía que conocían mejor que la propia. Lena lamía el alma de Yulia con cada beso y sus manos se hacían camino sobre la cintura y los senos de la pequeña pianista. La habitación se lleno de hondos gemidos, de murmullos y ocasionales suspiros. Yulia empujó a Lena besándola con agresividad, con la pasión acumulada y reprimida durante tantos años, le quitó el suéter y recorrió con sus dedos las caderas blancas sobre los jeans. Lena se aferró a Yulia por el cuello mordiendo sus labios, lamiéndolos, tocando cada poro como si no lo hubiera hecho nunca en su vida. Sus caderas chocaron provocando una explosión equivalente a la de dos planetas, se estremecieron en ese acto único que conocían de tantos años atrás, sus manos se entrelazaron formando parte de un rito que a ellas les gustaba llamar: hacer el amor. Lena le arrancó la blusa pasando sus manos llenas de fuego sobre su pecho y saboreando los pequeños pezones erectos de su amada pelinegra, de su lobo. Yulia se estremecía, gemía y luchaba por deshacerse de los jeans de Lena. Se observaron medio desnudas y jadeantes, ojalá la mente fuera menos complicada y no arruinara los momentos simples de la vida: Lena recordó en ese instante el programa de Sabrina, la sonrisa de Yulia antes de ese beso que las separaría por siempre y entonces, el amor, la pasión y la entrega dieron paso a la rabia y la furia. Debajo del cuerpo semidesnudo de Yulia empezó a golpear sus hombros, a patalear, a querer gritarle que la odiaba y al no poder gritarlo comenzó a llorar.

– ¿Qué tienes?

– ¡No me toques! – gritó al borde la histeria, golpeándola y haciendo todo por quitarse debajo de ella - ¡No me toques! ¡No quiero que me toques! ¡Te odio!

– ¡¿Qué te pasa, Lena?! – gritó también Yulia quitándose de encima de la histérica pelirroja sin anticipar que al hacer esto ella se le iría encima a golpes.

Lena golpeaba con todo, uñas, dientes, puños, dedos, codos, no paraba de llorar, su rostro era el de aquél que ha sufrido mucho, un rostro distorsionado por la pena, por el llanto de muchas noches. Yulia trató de abrazarla pero Lena le arrojó un vaso que estaba sobre una mesa, apenas si falló el tiro. La odiaba tanto y la amaba igual. La odiaba por todo el pasado pero la seguía amando, no había dejado de amarla ni un solo instante desde que se habían separado. Todas las noches pensaba en ella y se atormentaba pensando si ella se acordaría de ella, si la pensaría como ella hacía, si aún la amaba. ¡Cuánto dolor! Tantas heridas que aún sangraban y ahora la tenía enfrente y no podía olvidar el pasado. No podía.

– ¡No tienes idea de cómo te odio, Yulia! ¡Te odio! ¡Te odio por haberme abandonado! ¡Te odio por haberme engañado! ¡Te odio por hacerme amarte tanto! ¡Te odio porque no te he podido sacar de mi cabeza menos de mi corazón! ¡Te odio porque te he extrañado como loca! ¡Te odio porque cada noche me dormía llorando con la esperanza de que fueras por mi algún día y tú nunca fuiste a buscarme! ¡Te odio Yulia!

– Lena…

– ¡Te odio!

– ¡Yo no me fui por gusto propio, tú ya no soportabas verme!

– ¡Me engañaste, Yulia!

– ¡Preferiste creerle a los malditos periódicos que a mí! ¡Jamás me dejaste contarte lo ocurrido!

– ¿Qué necesitabas explicarme si lo vi todo?

– ¡Viste lo que esa vieja estúpida quiso que vieras! ¡Las cosas no ocurrieron así!

– ¡¿Cómo ocurrieron entonces, Volkova?! – gritó Lena apretando los puños hasta dejar los nudillos blancos, mirando con rabia asesina a la menuda joven que tenía frente a sí misma.

Yulia midió su distancia y se sentó en el sofá procurando que de ese modo Lena también se tranquilizara y la escuchara. La miró de reojo y notó que Lena aún estaba de pie, suspiró y comenzó su relato.

– ¿Recuerdas cuando estuvimos en Estados Unidos esa última vez? – Lena no le respondió nada. – Claro que la recuerdas. Qué estúpida soy… ¿Recuerdas la llamada que recibimos cuando llegamos al hotel? Era de una reportera que quería entrevistarme, le pregunté que por qué no a las dos y dijo que era para el programa de Sabrina, que así era la mecánica en el programa.

**Flashback**

– ¡Yul! ¡El teléfono!

– ¡Ya voy! – gritó la pelinegra arrojando sus maletas sobre la cama y lanzándose sobre el teléfono – ¿Hola?

– ¡Hola! Soy Sandra Wilson, trabajo para el talk show ‘Sabrina’.

– Ajá. Ya dijimos que iremos… cualquier cosa que desee arreglar hágalo con Ivan por favor.

– Traté de hablar con él pero no está en su habitación, hablé también con la Srita. Kipler y le expliqué que es para unas entrevistas entonces dijo que hablara con ustedes, que finalmente son usted y Lena quienes deciden si dan o no entrevistas.

– Umm… ¿quieren entrevistarnos para el programa?

– Sí, pero por separado. Así es como funciona el programa, le hacemos las entrevistas a los invitados por separado cuando son un grupo, ya sabe para enriquecer el programa.

– Sí, comprendo.

– ¿Podemos vernos en el café que está en la esquina de su hotel? Claro, si le parece bien.

– Sí, sí. Está bien. ¿A qué horas?

– ¿Puede en este momento?

– Sí claro. – Yulia miró el reloj y observó la puerta del baño, Lena aún no salía.

– La veo ahí en 15 minutos.

La llamada finalizó de esa forma dejando a Yulia desconcertada y sin tiempo de preguntarle cómo la reconocería. Colgó el teléfono y fue hacia el baño.

– Lena, hablaron del programa.

– ¿Qué? – gritó Lena desde adentro.

– ¡Hablaron del programa! – gritó Yulia pegando su voz a la puerta.

– ¡No te escucho!

Yulia trató de abrir la puerta descubriendo que tenía el seguro puesto. Lena estaba cantando en la bañera y daba tremendos alaridos que no era posible que entre el agua corriendo y esos aullidos pudiera hacerse escuchar así que decidió escribirle en una nota “Ya vuelvo, salí un momento a una entrevista” y la dejó sobre la cama.

***Fin Flashback***

 

– No te creo. – respondió Lena sin emoción en su voz. – Yo no encontré ninguna nota.

– ¿No? Te juro que la dejé sobre la cama.

 

*** Flashback ***

Una recamarera llamó dos veces a la puerta y abrió al no recibir respuesta, al mismo tiempo Lena abrió la puerta del baño mientras cantaba a todo pulmón una canción de los 70’s, envuelta en su toalla empezó a secarse el cabello. La recamarera la saludó y le indicó que iba a cambiar las sábanas porque no estaban limpias. Lena le hizo una seña de que continuara con su trabajo mientras ella seguía cantando y secando su cabello haciendo gestos en el espejo del baño. La recamarera se sonrió y encontró una hoja sobre la cama.

– Señorita Lena, ¿qué hago con esto?

Lena seguía canturreando y le hizo una seña con la mano de que hiciera su trabajo, la recamarera se rió y lo tomó como que se deshiciera de él. Echó la hoja en el bote de basura, hizo la cama con las sábanas limpias y se retiró de la habitación. Lena buscó a Yulia por la habitación sin hallarla y supuso que había ido a comer algo ya que momentos antes se quejaba de tener un hambre tremenda.

En el café, Yulia tamborileaba sus dedos sobre la mesa pensando si había sido inteligente acceder a la entrevista. Se arriesgaba mucho pues al estar sola en un café cualquiera podía reconocerla y quién sabe lo que podría ocurrir si una turba de fanáticos se le aparecía. Finalmente apareció una chica que sin decirle nada le mostró una tarjeta de la televisora y su identificación de prensa. Supuso que lo hacía para no poner en alto los oídos de la gente a su alrededor. Se sentó frente a ella y antes de que pudiera decir algo la chica brincó sobre la mesa y la besó.

– ¡Oye! ¿Qué te pasa? – exclamó Yulia quitándosela de encima.

– Lo lamento. – susurró la chica – Me emocioné al verla. Soy su admiradora, Yulia.

– ¡No me importa si eres la que firma mis cheques, no voy a permitir que hagas esto!

Yulia se levantó furiosa arrojando un par de billetes por el café y el pastelillo que se había tomado mientras esperaba. Al volver a la habitación prefirió no decirle nada a Lena pues le pareció un evento intrascendente. Qué equivocada estaba…

*** Fin Flashback ***

 

– Eso fue lo que pasó, Lena. Eso es lo que realmente pasó… ¿me crees?

– No. Tu historia encaja perfectamente pero tuviste muchos años para fabricártela.

– ¡¿Qué?! ¡No puedo creerlo! ¿A qué viniste Lena? ¡¿A torturarme por algo que pasó hace cuatro años?! ¿Viniste a recordarme cuán miserable es mi vida?

– ¡No me hables de una vida miserable, Yulia! ¡Todo este tiempo no he dejado de pensarte! ¡No he podido enamorarme otra vez por tu culpa! ¡Tengo el corazón destrozado porque a ti se te ocurrió que era buena idea engañarme con cuanta mujer se te cruzara enfrente!

– ¡Yo jamás te engañé, Lena! ¡Nunca te engañé con nadie! – gritó Yulia poniéndose de pie frente a Lena. - ¡¿Cuánto trabajo te cuesta entender que te amo, que aún te amo?!

– ¡Cállate! ¡Eres una maldita mentirosa! – se levantó Lena golpeando a Yulia con todo lo que tenía.

Lena le gritaba que se callara golpeándola y llevándola con cada golpe contra la pared. Yulia no iba a dejarse golpear de nuevo y en cuanto estuvieron cerca de la pared tomó a Lena por las muñecas y la azotó contra la pared.

– ¡Quítate, Yulia! ¡Quítate!

– ¡Entiéndelo, Elena! ¡Te amo! ¡TE AMO! Todos estos años no he dejado de añorar tu cuerpo, de soñar tus labios, de amarte con todo lo que mi alma tiene.

– ¡Cállate mentirosa!

Los labios de Yulia se unieron a los de Lena por la fuerza, la pelirroja trataba de golpearla pero sus manos seguían atrapadas por las muñecas, todo su cuerpo se estremecía con ese beso y muy a su pesar empezó a responderlo. Yulia soltó entonces las muñecas de Lena deshaciendo el botón de los jeans de la pelirroja, ella la empezó a golpear sin romper el beso. Yulia mordió sus labios con fuerza y viajó con su lengua por el paladar y sobre los dientes y labios de esa mujer que amaba tanto y que la golpeaba con tanta rabia. Lena continuó golpeándola, cediendo poco a poco a las manos y los besos de Yulia hasta que finalmente detuvo el ataque y se entregó por completo a esos labios que extrañaba tanto.

– Te amo. – susurró Yulia aprovechando la calma.

– Te odio. – respondió Lena agregando una fuerte bofetada.

– En ese caso te haré amarme de nuevo. – aquello provocó que Yulia la golpeara mas fuerte contra la pared y le sacara los jeans con furia.

Lena observaba a Yulia asustada y enojada, la golpeaba con todas sus fuerzas procurando que Yulia dejara su ropa donde estaba, pero en cada intento perdía más terreno. Era presa de la desesperación, y empezó a golpear mas fuerte a Yulia, a arañarla, a morderla, finalmente Yulia le arrancó la ropa sin que ella pudiera hacer nada para evitarlo. La pelinegra observaba la pelea de Lena con una excitación casi animal, entre mas se esforzaba ella por detenerla Yulia más deseaba hacerla suya y hacerle entender cuánto la amaba. Sus manos recorrieron el cuerpo desnudo de Lena mordiendo su cuello y buscando sus labios con la dificultad de que la pelirroja esquivaba sus labios al mismo tiempo que la golpeaba y empujaba lejos, o al menos eso trataba.

– ¡Déjame! ¡No te atrevas a seguirme tocando, Yulia! ¡Te vas a arrepentir! ¡Quítate! ¡Me das asco! ¡Entiendelo! ¡Me das ASCO!

Lena gritaba y golpeaba a Yulia con todo, nada de lo que le decía lo sentía realmente pero en su interior sólo había cabida para un sentimiento: la venganza. Quería vengarse por todo ese daño que ella le había hecho, quería devolverle solo un poco de todo su dolor, para ella Yulia no había sufrido en lo más mínimo, no había sufrido como ella, no había pasado las noches en vela, no había sufrido por preguntarse si estaría bien acaso. La odiaba tanto, y la seguía golpeando y empujando con rabia, diciéndole cosas que sabía que la lastimarían y lo hacía con tanto gusto y tanto placer. Quería destrozarla como ella había hecho con su partida.

Yulia comenzó a jalonearla de los brazos, del cuerpo, por y como podía la fue arrastrando hacia su habitación. Lena trató de zafarse, peleó, pateó, mordió, arañó y se aferró al quicio de la puerta luchando contra esa menuda mujer que de la nada había adquirido una fuerza impresionante. Yulia venció en la lucha metiéndola en la habitación y arrojándola a la cama.

– ¡No te atrevas a tocarme! – gritó Lena levantándose de un brinco.

Yulia la observó sonriéndose, Lena tenía el rostro enrojecido de frustración y coraje, y sus ojos grises centelleaban con el odio que sentía por la pelinegra en esos momentos. Dio un paso hacia delante y Lena buscó con la mirada algo que pudiera servirle.

– Da un paso más y te mato, Yulia. No quiero que me toques. ¿Entiendes? – la voz de Lena se escuchaba tan serena, tan callada y tan llena de emociones que Yulia dudó un segundo, instante mismo que la pelirroja aprovechó para lanzarle un cenicero de cristal que se cruzó en su camino.

Yulia esquivó el cenicero jalando a Lena a la cama, lanzándose sobre ella dando rienda suelta a sus instintos más animales. Tocó todos sus poros, su piel, su sexo, sus senos, sus caderas. Lena mientras tanto luchaba por quitársela de encima y en esa batalla se dio cuenta de la razón de su frustración: soñó tanto el momento en que las manos de Yulia la tocaran de nuevo, añoró tanto el instante en que podría hacerle el amor otra vez que ahora que la tenía en frente no podía hacerlo, el dolor de los años pasados le impedía entregarse a su amada. Lágrimas ardientes bañaron sus mejillas dándole fuerza a sus golpes e intensidad a sus patadas. Le daba rabia que el pasado la ataque de nuevo y le impida entregarse de la manera que Yulia lo estaba haciendo, el coraje comenzó a invadir sus sentidos nuevamente: coraje contra ella por ser tan libre de odio, coraje contra sí misma por no poder entregarse, coraje contra el mundo que las separó, coraje contra la fortuna que las unió de nuevo, coraje contra su cuerpo que no se veía limitado por una mente y comenzaba a reaccionar a las caricias de Yulia. Su menuda amante paseaba sus labios por su cuello y sus manos por sus senos y su sexo. Los golpes, las uñas en la espalda, los insultos, nada parecía hacerle daño, era como si ese amor guardado la hubiera cubierto con un escudo luego de ser destapado. Sus dedos se internaron en ella degustado la humedad cálida que iba aumentando conforme reconocía nuevamente ese valle de esperanzas que tantas veces fue su refugio. Las caderas de Lena empezaron a moverse marcándole un ritmo ligero, casi imperceptible. Yulia sonrió, a pesar de que los labios de Lena lanzaban todo tipo de injurias, su cuerpo hablaba la verdad de su corazón y reaccionaba entregándose y perdonando.

– Suéltame, Yulia, suéltame. – de pronto su voz estaba invadida por las lágrimas y los reclamos, las órdenes, todo sonaba a un ruego. Las manos seguían hiriendo, pero las palabras habían cesado. – Suéltame.

Yulia no se detuvo ni un segundo, siguió hallando su camino a través de la humedad de las piernas de Lena, sus besos siguieron dejando marcas rojas en la piel pecosa de la pelirroja, sus manos continuaban susurrando ‘te amo’ a cada poro de su piel. También empezó a llorar. Sus lágrimas a diferencia de las de Lena eran de añoranza, de dolor, de sufrimiento y de felicidad. No podía creer que la tenía de nuevo entre sus brazos, que podía penetrarle el alma y el cuerpo nuevamente, parecía un sueño. Ella, por el contrario de Lena, no podía odiar a su mitad, le dolía y le recriminaba los años que la envió lejos pero todo se le había olvidado al tenerla frente a ella otra vez. Las lágrimas de Lena le quemaban el alma y no sabía la razón de ellas, era obvio que no eran igual a las propias. Yulia no se podía imaginar que Lena lloraba de dolor, de abandono. No sabía que sus lágrimas eran la única manera que su cuerpo había encontrado para expresar todo el dolor que se había acumulado; no sabía que en ese preciso instante Lena se estaba muriendo con sus caricias, los recuerdos la destrozaban, había llegado a un punto en que los momentos felices y los tristes la destrozaban por igual y no soportaba que cada fibra de su alma se arrancara con una idea; Yulia no sabía que Lena lloraba porque no podía retribuirle el daño que le había hecho, lloraba porque no podía arrancarle el alma y enseñarle cuánto había sufrido, lloraba porque ella se había llevado su alma y ahora Lena no podía hacer lo mismo con la de Yulia, la pelinegra no sabía que si su cuerpo y los golpes se contradecían era porque solo lastimándola físicamente le podía contar cuánto había sufrido por causa suya.

En algún momento sus mentes cesaron de recordar, evocar, pensar, y le dieron toda su energía a sus cuerpos. El único lenguaje que tenían las frases precisas para comunicar emociones era el de sus cuerpos, y debían ser ellos quienes se reconciliaran, quienes decidieran lo que debía hacerse. Sus labios se unieron desesperadamente, dolorosamente, Lena mordió los labios de Yulia con todas sus fuerzas, encajando sus uñas en su espalda, golpeándola con los puños cerrados, pero poco a poco fueron quedándose sin fuerza, poco a poco sus uñas dejaron de aferrarse a ella para hacerle daño, poco a poco sus puños se abrieron dejando que las manos curaran las heridas hechas por las uñas, dándole la oportunidad de abrazarse a ella. Lena comenzó a sentir como el dolor ya no la consumía, la voluntad para odiarla se le terminaba. Cerró los ojos tratando de evocar las emociones que le impedían darle todo a Yulia de nuevo, no quería entregarse a ella. ¿Por qué? Porque si se iba de nuevo dejándola vacía no iba a soportarlo. Sin embargo no halló la fuerza para seguirla odiando. Yulia seguía besándola con todo el amor que le tenía guardado, con toda la pasión. Sus dedos penetraban a Lena degustándola, probando sus pechos, saboreando sus labios, de pronto las lágrimas brotaron cristalinas empapando el cuerpo de Lena y hallando el perdón que tanto buscaba en su piel.

***Flashback***

Monique observó a su público y después se giró hacia Yulia, le sonrió y sacó una hoja de su bolsillo.

– Yulia… gracias por todo lo que has hecho por mi. Yo… bueno, has sido mi inspiración durante tanto tiempo… has… tu sabes todo lo que has sido para mi y quise dedicarte algo este día. Bueno… me disculparás si abro viejas heridas. Escribí esto para ti y para Lena… ustedes dos siempre han sido mi faro en la oscuridad. Se llama Aún existe amor….

***Fin de Flashback***

Cuando te adormeces junto a mí
Entonces no me quedan dudas
De que aun existe amor

Sus labios se fundieron como lo hicieran antaño, la magia, el amor, la pasión, todo en un solo beso. Lena abrazaba fuertemente a Yulia, como si temiera que de pronto se volviese aire y se le escapara de nuevo. Sus bocas mientras tanto las unían, sus lenguas jugaban una con la otra explorándose mutuamente. Sus cuerpos se estremecían y temblaban bajo estas caricias que tantas noches habían soñado durante los últimos cuatro años. Yulia acariciaba con la punta de sus dedos los pezones de Lena, adorando cada poro, recorriéndolos ritualmente en círculos suaves. Su otra mano se internaba en Lena delicadamente, al ritmo que su diosa pelirroja le marcaba. Tenían cuatro años de no compartir tanta intimidad y no deseaban apresurar nada, esperaban que el instante durara toda la vida y tanto como pudieran lo iban a prolongar.

La indecisión que hay en mí
Yo la mandaría a la luna
Para vivir contigo

Lena abrió sus ojos observando a Yulia, tomó la mano con la que la penetraba llevándola a su cintura al tiempo que abrazaba su cuerpo con las piernas. Yulia terminó de quitarse la ropa arrojando sus jeans lejos de una patada y acomodándose sobre Lena abrazándola y besando tiernamente su mentón, sus mejillas, todos esos sitios que habían sido suyos y que deseaba conquistar nuevamente.  Lena la observaba cuidadosamente y en sus ojos ya no brillaba ni el odio, ni el rencor, ni la melancolía de hacía unos momentos, en sus ojos grises brillaba la decisión de estar con ella, el amor que le tenía. Ya no le importaba lo que había ocurrido antes, ya no le importaba si era cierto o no que la había engañado, todo lo que importaba era que se amaban, que seguían amándose a pesar de tantos años de separación.

La soledad de cada día
Que entre lágrimas crecía
La alejaré de mí

Yulia sentía su cuerpo pegándose al de Lena tiritando de frío, de nervios y de ansias. Sus caderas chocaban una contra la otra pausadamente, un ritmo suave como el de una balada. Sus manos se entrelazaron al mismo tiempo que sus labios se mordían y acariciaban. Las lágrimas de ambas se mezclaron saladas, tristes, intensas.

Para amarte a toda costa
Para amarte a cada momento
A pesar de tanto mal que gira en torno nuestro

En cada movimiento, en cada sensación, sus cuerpos se entregaban mutuamente y las lágrimas perdonaban cada falta del pasado. No era sencillo olvidarlo todo, no era posible que el pasado se borrara con lágrimas y caricias desesperadas, pero era posible empezar de nuevo. Yulia tocaba a Lena con la misma inseguridad y miedo que había sentido la primera vez que sus cuerpos desnudos se habían dado cita en el alba. Sus manos viajaban temblorosas por su cintura y temblaban aun mas al acercarse a las caderas, finalmente su mano se precipitaba a sus hombros sin atreverse a tocar aquel añorado lugar.

Cuando te adormeces junto a mí
Entonces no me quedan dudas
De que aun existe amor
Se que aun existe amor

Yulia pegaba su frente al hombro de Lena para que no la viera llorar y para sentir con todo su cuerpo a aquella hermosa mujer que le había pertenecido desde siempre, y que ahora le decía con sus movimientos que jamás había dejado de serlo. Sus manos se entrelazaban haciendo constante el movimiento de sus caderas. Yulia miró a Lena a los ojos y mordiéndose el labio llevó una de sus manos al paraíso localizado entre las piernas de su pelirroja. Lena se rió y la abrazó con fuerza recordando que ese mismo gesto lo había visto en el pasado, de hecho, la primera vez que hicieron el amor. Era maravilloso y cómico que en este preciso instante Yulia repitiera un gesto que únicamente hizo en una ocasión anterior y que jamás repitió hasta este momento. Significaba tal vez que aquél instante no era un perdón, sino un nuevo inicio.

Las discusiones de los dos
saber quién tendrá la culpa
Qué nos importa ya.

– Lena, discúlpame yo… - no pudo terminar la frase porque la pelirroja le sonreía a través de las lágrimas y le cerraba los labios con un dedo.

– No digas nada… hazme el amor.

Yulia le devolvió la sonrisa y hundió sus dedos en el sexo de Lena acariciándola, recorriendo su interior como lo hizo años atrás, con el mismo amor, con el mismo miedo de herirla o de hacer algo que despertara las lágrimas. Lena se abrazó a ella con fuerza cerrando los ojos, luchando por no derramar lágrimas que asustaran a Yulia. Tenía tantas ganas de sentirla, tanto miedo de perderla y tanto amor para entregarle. Sus dedos se hundieron en el cabello negro de su amada, sus piernas formaron un candado suave y tierno al rededor de la cintura de la pequeña pelinegra. Sus labios se unieron desatando las lágrimas de los años pasados, el dolor de la pérdida, la miseria de la soledad, todo lo que les impedía empezar de nuevo. Se besaron intensamente buscando desechar todos esos sentimientos, buscando en su interior aquella calidez que las envolvía cuando hacían el amor en su camerino, detrás de las cortinas de los teatros, en las butacas vacías de algún estadio.

En nuestro mundo eterno y grande
Cariño mío nos amaremos
Mucho, mucho más

Por un instante la habitación desapareció dejando dos siluetas amándose y reconociéndose. No había nada en ese sitio, solo ellas, solo su sudor, sus lágrimas entremezcladas, sus caricias de fuego y azufre, sus besos amargos y miradas contentas. No quedaba nada más que las manos de Lena en la espalda de Yulia y la pelinegra penetrando a su compañera con todo el amor que podía entregarle. A veces parece imposible que algo que puede empezar por simple actividad hormonal sea capaz de transmitir tanto, transmitir al grado de no necesitar palabras. Lena giró su cuerpo hasta quedar encima de su amada, la observó sin despegar su cuerpo del de ella y le sonrió. Se incorporó mostrándole su cuerpo desnudo, su hermosa y perfecta piel nívea era igual que como la recordaba en sus sueños. Lena empezó a mover sus caderas impidiendo que Yulia la dejara de penetrar y consiguiendo manejar el ritmo.

Más allá de la violencia
más allá de la locura
a pesar de tanto mal que nos separa

La pelirroja se movía rápidamente sobre el menudo cuerpo de Yulia. Cerró los ojos y llevó la mano libre de Yulia a acariciar sus senos mientras ella hacía lo mismo con los de ella, arrancándole gemidos y suspiros con besos dirigidos al alma. Lo que había iniciado como una balada de repente se volvió una danza frenética donde las mordidas, los abrazos, los besos, y las uñas desgarrando la piel ya no eran señales de rechazo y agresión sino de amor y pasión desenfrenada. Sus respiraciones se agitaban rítmicamente y la noche se revolvía entre los gemidos y los gritos reprimidos de ambas. Conforme el ritmo aumentaba los tímidos gritos de placer comenzaron a llenar la habitación y cuando no cabía uno más Lena se desplomó sobre Yulia exhalando un hondo suspiro. Ambas se abrazaron tiritando del frío que provoca el placer y muy pronto se quedaron dormidas.

Cuando te adormeces junto a mí
Entonces no me quedan dudas
De que aun existe amor
Sé que aun existe amor
Sé que aun existe amor

La mañana se abrió paso en Paris iluminando el hotel donde se hospedaba Lena y Svetlana. Esta última firmaba los papeles de salida y se aseguraba que las maletas de Lena tuvieran el candado puesto y la indicación de entregárselas junto con un sobre tan pronto como se apareciera a reclamarlas. El recepcionista le entregó su tarjeta de crédito y con una sonrisa le invitó a volver pronto. Svetlana sonrió sin alegría sabiendo que no volvería a Paris. Tomó su propia maleta y detuvo un taxi.

– Al aeropuerto por favor.

Sus ojos observaron el hotel perdiéndose de su vista conforme avanzaba el automóvil. Se despidió de la Torre Eiffel y sonrió ocultándole al chofer una lágrima que trataba de resbalarse por su mejilla. Su mente le volvió a hablar a su corazón del heroísmo del amar y renunciar.

– Sé que no debería meterme pero, ¿por qué no me cuenta de su problema de amor señorita?

– ¿Problema de amor?

– No soy ningún tonto aunque mi esposa piensa lo contrario, sabe. Puedo ver en sus ojos que está triste. Esa tristeza que solo deja el amor.

– Amor… no es amor cuando es de un solo lado.

– Ah, un amor no correspondido. Sí señor, esos son los peores. – dijo el conductor mirándola por el retrovisor. – Pero ¿sabe? Hay quien dice que no hay nada más bonito y romántico y además prueba del amor verdadero que renunciar a quien se ama. Yo creo que esas son patrañas.

Svetlana sonrió dejando escaparse algunas lágrimas y limpiándolas inmediatamente. Al fin alguien le hablaba con la verdad, no hay nada de heroico en renunciar a la felicidad.

– Si dice usted amar a alguien en verdad, uno no lo prueba renunciando, lo prueba amando a esa persona pase lo que pase. Si usted ama a alguien pase lo que pase, tal vez no se quede con esa persona al final, pero cuando menos sabrá que hizo lo correcto y puede estar tranquilo de que esa persona será feliz y eventualmente uno también lo será. Porque, sabe, es muy triste que la gente obligue a la persona amada a hacer algo y que años después viene el remordimiento y el reproche. No hay nada como estar tranquilo con uno mismo y saber que no tiene nada que reprocharse. ¿No cree usted, señorita?

Svetlana le agradeció con una sonrisa y bajó del taxi pagando la tarifa especificada en el taxímetro. Dejaba Paris, y lo dejaba no como esperaba. Había llegado con ilusión, con felicidad y de la mano de una hermosa mujer; ahora se iba con el corazón destrozado y sola. Atrás dejaba a Lena, su amor imposible e ilusión pasajera. También le había dejado una carta, quizá no había sido lo mas atinado pero de algo estaba segura, era la prueba de que la amaba con todo su corazón y de que en el futuro no tendría nada de que reprocharse.

Para amarte a toda costa
Para amarte a cada momento
A pesar de tanto mal que gira en torno nuestro

**Flashback**

– ¿Están seguras que quieren terminar el grupo? – preguntó Ivan mirándolas con ojos de cachorro viendo que su proyecto se venía abajo.

– Sí, Ivan. Lena y yo queremos dedicarnos a otra cosa.

– ¿Pero por que? ¿Qué pasó? Estamos en la cúspide de su carrera. Son el icono gay más grande que ha habido en la música desde Village People.

– Eso no es ningún halago, Ivan. – murmuró Lena.

– Ya no queremos ser t.A.T.u Ivan. Mejor retirarnos en la cúspide que cuando seamos nadie.

– ¿Tiene algo que ver con el programa de la tal Sabrina? Vamos chicas, ya les dije que…

– No, Ivan. No tiene nada que ver. – respondió Lena antes de que la cabizbaja Yulia dijera algo. – Puedes hacernos cumplir el contrato. Pero te queremos pedir terminar este proyecto ya.

– No las voy a obligar a nada… – suspiró Ivan – Acompáñenme por los papeles para anular el contrato, yo me las arreglo con los ejecutivos de Interscope y Universal.

– Gracias, Ivan. – fue Lena la única que habló.

Ahí terminaba el grupo. Ni un intercambio de miradas, ni un saludo de manos… nada. Sólo el fin de t.A.T.u. Después sobrevino la rueda de prensa donde el mundo lloró la pérdida de las heroínas de la bandera arco iris.

**Fin de Flashback**

Yulia abrió los ojos y se desperezó observando a la hermosa pelirroja que aún dormía a su lado y que la tenía firmemente sujeta por la cintura. Acarició sus mejillas y la cubrió bien con la sábana. Se recostó de nuevo mirando el techo y reflexionó un poco de su reencuentro. No era el tipo de encuentro que tenía pensado, pero tampoco tenía pensado volver a verla así que cualquier encuentro era inesperado. Se rió de su absurda conjetura. Observó de nuevo a Lena y pegó su cuerpo al de ella y cerró los ojos de nuevo quedándose dormida.

Cuando  te adormeces junto a mí
Entonces no me quedan dudas
De que aun existe amor

* * *

Lena:

Sé por qué no viniste anoche y no te culpo. Uno no deja pasar al amor de su vida tan fácilmente ¿no? Solo quiero decirte que espero que seas muy feliz y que todo se corrija con Yulia. Quiero que sepas que te agradezco infinitamente estas pocas semanas que me hiciste tan feliz. Te aseguro que aunque me olvides yo no voy a olvidarte. Tómate tu tiempo, yo pondré orden en tu consultorio hasta que vuelvas. No esperes encontrarme allí, ambas sabemos que sería inútil vernos de nuevo. Gracias Elena por todo.

Una fan que te amó,
Svetlana

* * *

¡¡¡t.A.T.u ha renacido!!!
Por Pierre Cassel

PARIS, FRANCIA. Luego de pasar 4 años en el exilio las rusas que iniciaron la famosa revolución gay con sus polémicas canciones como All the Things she Said y Not gonna ge tus, ha vuelto y lo hicieron para quedarse. Se nos ha dicho que Lena Katina y Yulia Volkova se reencontraron en el departamento donde la última había estado viviendo desde su llegada a Paris. La feliz pareja declaró que tienen grandes planes para los fans que las han esperado todo este tiempo. Habrá que ver qué es lo que tienen estas mujeres ahora mucho mas maduras de lo que recordamos. Estén pendientes hay fuertes rumores de un próximo concierto aquí en Paris.

* * *

FIN

 

Nota de Autor: Gracias a todos por esperar pacientemente cada capitulo de este fanfic. Lo disfrute mucho y en serio les agradezco que hayan seguido leyendo esta historia pues este Diciembre de 2003 se cumple un año del inicio de este proyecto. Gracias a todos :)