CORAZONES A LA DISTANCIA
Por aLieN uRBaNo (aka Natalia @->- Rosa Roja)

Disclaimer --- t.A.T.u es propiedad de Universal. Yulia y Lena existen realmente y yo no tengo nada que ver con ellas. No trato de lastimar su imagen tampoco.

Nota: Los eventos son ficticios.

Clasificación: PG-13 con posibilidad de subir a NC-17

CAPITULO 2: ¿A dónde van los sentimientos?

Lena notó con pesar que comenzaba otro largo y lastimoso día. Se percató de ello justo después de la tercera taza de café que se servía frente a la pequeña cafetera del área de descanso de su consultorio. Sacudió su cabeza tratando de ahuyentar la somnolencia que la atormentaba y que la mantenía en un estado de sopor constante. Sintió una mano posarse en su espalda, era casi como una caricia, sólo casi. Emitió una queja en forma gemido como el del niño cuando su madre lo despierta para ir al colegio. A pesar de lo odiosa que le resultaba aquella pesadez, no deseaba abandonarla pues era el único sedante lo suficientemente fuerte para mantenerla flotando sobre la realidad de su pasado y su vida. Se giró sin prisa y se encontró de frente con Svetlana.

- ¿Se encuentra bien? - preguntó preocupada.

- ¿Cuántas veces te he dicho que no me hables de usted cuando estamos en esta zona?

- Lo siento, doctora. No puedo hablarle de otra manera.

Lena suspiró, recorrió el pequeño cuarto con la mirada en busca de un asiento, a falta de uno se sentó sobre unas cajas, sentía las piernas débiles. Cuanto más pensaba en lo que podía nacer por Svetlana, más sentía que despertaba a la realidad. Sin embargo, hacía tantos años que su cama estaba desierta, tantos años que su cuerpo no había conocido mas que el látigo de la soledad. Svetlana Shimov era una joven admirable y de hermosos sentimientos, noble en cada una de sus acciones. Había algo que Lena no había descifrado de su secretaria, era un detalle que, aunque comprendía, no le había podido dejar de llamar la atención. Para ser una chica tan hermosa era también muy solitaria. Conocía buena parte de la vida de su empleada, sabía que Svetlana había crecido con una tía, que sus padres prácticamente la habían abandonado pues siempre iban de un país a otro, fuera de eso la vida de Svetlana había sido normal.

- Svetlana... ¿alguna vez te has enamorado de una chica?

La joven se sonrojó y desvió la mirada hacía su propio café, su cabello cayó oportunamente sobre su rostro ocultándolo de la mirada gris de Lena. La psicóloga notó el tono rubio de la secretaria, no era del rubio platinado de las estrellas del Hollywood de antaño, su tono le recordaba la arena dorada del desierto africano. Lena extendió su mano y apartó el cabello de rostro enrojecido de Svetlana. Estaba consciente que la pregunta había sido demasiado directa y de que podía asustar a la chica, pero también estaba consciente de que si no tomaba ese paso ahora no lo haría nunca. La joven secretaria buscó la manera de no turbarse más de lo que ya estaba al sentirse tan cerca de Lena. Trató por todos los medios a su alcance de huir pero estaba hipnotizada por la mirada de aquellos fragmentos de cielo gris.

- Lo siento, no era mi intención turbarte. - susurró Lena dedicándole la sonrisa más delicada y hermosa que tenía.

- No se preocupe. - susurró Svetlana sin levantar la mirada. - Supongo que ya sabe que estoy enamorada de usted. ¡Soy tan obvia! Lo siento de verdad, doctora. Sé que yo no debería sentir esto pero... no pude evitarlo... es sólo que...

- No, Svetlana, no te disculpes...

- Es sólo que... - continuó sin prestar atención a los esfuerzos de Lena por detener lo que había desatado - ¿Sabe? Usted fue una luz en mi vida. Trabajar aquí es lo más satisfactorio que me ha pasado. Usted, doctora, se volvió mi modelo a seguir. Se que la ha pasado difícil desde que ella se fue, pero no se ha derrotado ni un segundo. Eso es precisamente lo que me gusta tanto de usted.

Sin proponérselo, Svetlana había tocado una fibra dolorosa, Yulia todavía le ardía en la piel y la odiaba por ser inolvidable e irremplazable. Con las palabras de la joven se formó un carnaval de imágenes del pasado: se veía a sí misma y a Yulia en Neposedi, la audición, el rencuentro tras tantos años de no verse, el éxito de t.A.Tu y su disolución, entre cada recuerdo sus sentidos se veían colmados y extasiados por las sensaciones revividas, podía sentir las manos de su ex amante sobre sus caderas, los labios de Yulia en sus labios y su lengua volviéndola loca con movimientos prohibitivos en aquél paradisíaco lugar situado entre sus piernas. El erotismo de sus sesiones románticas, entreverado con los recuerdos de su vida juntas terminó por quebrantar la solidez de Lena. Temblando y empapada en llanto cayó sobre sus rodillas. Svetlana se hincó junto a ella abrazándola, confortándola de un dolor que ella desconocía, pero no preguntaba nada. Lena lloró entregándose a los mimos de su empleada y amiga. Con su oído contra el pecho de Svetlana, Lena escuchó el latido de aquél corazón enamorado, mientras el dolor menguaba en el propio y su razón con sus sentidos quedaban hundidos en la melancolía de un abrazo que no había recibido en cuatro años. Lena cerró los ojos y se dejó arrullar por el latido de Svetlana.

- Lo siento, Lena. - susurró a su oído.

Lena se apresuró a posar sus dedos sobre los labios de Svetlana, obligándola a no decir nada más. Se abrazó más fuerte al cuerpo de la rubia obligándola a que la abrazara con la misma intensidad. Por fin el llanto se detuvo por completo quedando dos caminos salados sobre las mejillas de la pelirroja. No había ni un sonido en la oficina de Lena, se podía decir que el tiempo se había detenido. Svetlana respiraba con dificultad víctima de sus propios sentimientos, de sus emociones encontradas. Sentir a Lena sobre su pecho no estaba precisamente en sus planes, nunca desde que la conociera en persona había pensado en tenerla tan cerca, todo lo que había deseado era verla y estar cerca de ella. Jamás pensó poder estar tan cerca de ella, tan cerca y tan abismalmente lejos. Estaba plenamente consciente de que Lena no se había arrojado a sus brazos por ser ella, lo había hecho porque ella era la única persona que estaba cerca en el momento del colapso.

La pelirroja levantó la mirada y se encontró con los ojos confundidos de Svetlana, esos ojos violetas la observaban con tristeza y melancolía pero sus labios le sonreían. Lena acarició la sonrisa de Svetlana con el toque de quien teme desvanecer una figura preciosa en el agua. Sus labios eran suaves, tenían una forma muy peculiar, quizá cuando la joven hacía cierta mueca se formaría un corazón justo debajo de su nariz. Lena se sonrió de su propia idea y limpiándose la sal de las mejillas se despegó poco a poco de su secretaría, quedado hincada frente a ella. Se miraron sin decir nada, extendieron sus manos que se entrelazaron a medio camino quedando unidas. Lena se inclinó hacia Svetlana depositando un beso en la mejilla de la joven. El contacto fue sutil, como el de un colibrí bebiendo de una flor. Las mejillas de la joven secretaria se cubrieron de un velo carmín y sus ojos se nublaron de incredulidad. De repente todo fue mas claro para ambas, el mundo se volvió sencillo como que dos mujeres jóvenes se encontraban una frente a la otra sin nada que las apartara y sólo había unos centímetros que hacían la diferencia entre una soledad voluntaria y la posibilidad de volver a sonreír legítimamente. Lena consumió la distancia entre ellas y se abrazó al cuello de Svetlana, la joven la envolvió en un nuevo abrazo.

- Lena... doctora... - se interrumpió al mismo tiempo que despegaba a Lena de su cuello y se inclinaba hacia ella para devolverle el beso que le diera antes. No deseaba tener nada de la joven doctora, no quería hacerse ilusiones gracias a un momento de debilidad. Sus labios chocaron finamente contra el rostro de Lena. La mitad de su boca besaba el rostro de la pelirroja y la otra mitad descansaba sobre la boca de la cantante. Svetlana dio un respingo espantada, avergonzada y con unas ganas enormes de correr y no volver sobre sus pasos. Sin embargo todo quedó en deseos e ideas pues no se movió ni un centímetro, sus labios seguían exactamente donde mismo. Lena fue la que rompió el encanto del momento y le miró con esa mirada cristalina que Svetlana nunca había visto. Tomó las manos de Svetlana y las puso alrededor de su cuerpo.

- No me sueltes, por favor. - pidió la pelirroja dando rienda suelta a sus emociones.

Yulia ya no iba a volver, era una realidad cruda y cruel pero no dejaba de ser verdad, y ella necesitaba sentir que aún existía alguien que podía amarla, alguien que podía curar las heridas del pasado, que podía enseñarla a amar a alguien que no fuera Yulia Volkova.

Se rindió, entre los brazos de Svetlana, el pasado había terminado por vencerla. Pero con lo que el pasado no contaba era con que tendría una protectora cuando la derrota llegara. No importaba si había perdido, Svetlana estaba con ella y la protegería.

-oOo-

Continuara...