CORAZONES A LA DISTANCIA
Por aLieN uRBaNo (aka Natalia @->- Rosa Roja)
Disclaimer --- t.A.T.u es
propiedad de Universal. Yulia y Lena existen realmente y yo no tengo nada que
ver con ellas. No trato de lastimar su imagen tampoco.
Nota: Los eventos son ficticios.
Clasificación: PG-13 con posibilidad de subir a NC-17
CAPITULO 6: En el sentimiento va la condena.
Lena abrió el periódico en una de las páginas centrales,
sus ojos se arrastraron hasta una pequeña nota con una fotografía
igualmente pequeña. Se reconoció inmediatamente a la tierna edad
de 17 años. Yulia con 16 años se abrazaba a su cuello. La nota
decía lo siguiente:
"Hace siete años el dúo t.A.T.u inició su meteórica
carrera con un éxito dónde le gritaban al mundo su amor y pedían
la comprensión de la gente. El mundo les abrió los brazos y durante
tres años Olegovna Yulia Volkova y Sergeevna Lena Katina fueron las líderes
de movimientos en todo el mundo. Gracias a esas adolescentes enamoradas el mundo
tuvo la oportunidad de vivir el cambio más importante de esa generación.
Así como en los 70’s se inició la liberación femenina,
en el año 2000 se inició la revolución del amor libre.
Las fronteras se abrieron. Hubo gente que puso el grito en el cielo pero el
mundo, en especial la comunidad GBTLI[1], le agradecieron a t.A.T.u el inicio
de un cambio. Hace cuatro años se separaron dejando un terrible hueco
en el corazón de sus fanáticos, pero su presencia aún se
siente: sus canciones aún suenan en la radio, los sitios de internet
dedicados a ellas aún proliferan en la red y aún ocupan las portadas
de varias revistas a nivel internacional. Este espacio es dedicado a ellas en
caso de que nos lean, hay un mensaje de sus fans: Las extrañamos."
Lena arrojó el periódico furiosa. ¿Por qué el mundo se
empeñaba en recordarle a Yulia? ¿Qué si habían sido las
iniciadoras de una revolución mundial? ¿Por qué no entendían
que todo se termina, incluso el amor? Yulia no la amaba, tenía mucho
tiempo sin hacerlo pero no había terminado con ella por el bien del dúo
y de los fans que tenían sus esperanzas puestas en ellas. Ella tampoco
la quería ya… Eso era mentira, ella aún la amaba. No, sólo
no podía olvidarla. El sentimiento se había muerto mucho tiempo
atrás.
Svetlana vio el periódico deshojado en el suelo y encontró a Lena
con el rostro enrojecido. Dudó en hablarle pues parecía inmersa
en sus pensamientos. Finalmente se decidió.
- ¿Doctora?
Lena quitó la vista del punto invisible donde la tenía clavada.
La visión de Svetlana la regresó al presente. Levantándose
de su silla le dedicó una sonrisa a su secretaria, tomó su mano
y cerró la puerta tras ella. Se abrazó a ella intensamente como
queriendo volverse una con ella. Svetlana había aprendido en dos semanas
que cuando Lena hacía algo sin motivo aparente no debía preguntar
nada porque detrás de cada acción se encerraba una poderosa razón
que normalmente tenía que ver con el pasado.
- Svietia, gracias.
- ¿Gracias de qué? – preguntó; Svetlana sonriéndole a la
dulce pelirroja.
- Gracias por quererme y por soportarme.
- No te soporto, eres una niña encanntadora.
- No soy una niña. – replicó Lena a medio puchero.
- Pero SÍ eres encantadora.
Lena sonrió inocentemente. Los ojos violetas de la secretaria brillaron
justo antes de quedar detrás de los párpados cuando un beso nacía
en la superficie de los labios de la princesa pelirroja y terminaba de nacer
en los de la rubia. Los pacientes no se imaginaban que detrás de la puerta
donde solían deshacerse de sus traumas estaba ocurriendo la curación
del corazón de la psicóloga. Las manos de Svetlana acariciaban
las cicatrices que había dejado Yulia con su partida y las curaban de
manera casi milagrosa. La pobre no sabía que su amada Lena abría
esas heridas por las noches cuando recordaba la pasión que se había
encerrado entre sus sábanas cuando Yulia aún le hacía el
amor. La curación sin embargo, funcionaba en el instante en que ocurría
y Lena podía olvidarlo todo, podía perderse en los labios, en
el cabello, en el aroma y la presencia de Svetlana. Se separaron con una sonrisa,
la secretaria abrazó a su amada.
- ¿Paso al siguiente paciente? – susurr&oaccute; la rubia deseando que la psicóloga
dijera que no.
- Sí, ¿cuántos nos faltan?
- Cuatro. – dijo la secretaria sonriendo. <
- ¿Qué vas a hacer hoy? – pregunt&oaacute; Lena cuando Svetlana estaba
por salir.
- Ver televisión. – respondió; la rubia. - ¡Ah! Y pensar en ti.
* * *
El cansancio que la noche cierne sobre las almas de quienes pasan las horas
de sol trabajando no había tocado todavía el departamento de la
ex t.A.T.u. Las imágenes se sucedían en el televisor sin pena
ni gloria mostrando una de esas largas películas rusas de los años
60’s. Lena descansaba su cabeza en las piernas de Svetlana mientras ésta
acariciaba su cabello absorta totalmente en la película que de momento
mostraba a dos mujeres discutiendo. La joven se inclinó sobre Lena y
besó sus labios de manera delicada. Lena se levantó y se dirigió
a la cocina, volvió con un plato de papas fritas.
- Eres una tragona. – comentó Svetlaana extendiendo sus brazos hacia
su novia.
- Déjame en paz. – respondió Lena enseñándole la
lengua a la rubia de ojos violeta.
Svetlana se levantó del sofá y le quitó el plato de las
manos a la pelirroja. La tomó de la cintura y le propinó el beso
mas intenso de toda su relación. Lena se aferró al cuerpo de Svetlana
como buscando no caerse de la orilla del mundo donde se encontraba. La mujer
rubia estrechó con fuerza a la pelirroja convirtiendo su beso en una
mortal necesidad. Lena recargó su cuerpo contra el de su amante y ambas
cayeron al sofá. Entablaron una lucha titánica por la posición
más alta de las dos, siendo Svetlana la vencedora. La rubia atacó
con besos el cuello de su amada mientras ésta recorría su espalda.
Las manos de Svetlana se concentraron en las caricias que le proporcionaba al
vientre plano y firme de Lena sobre su blusa blanca. Las piernas de Lena se
entrelazaron con las de Svetlana formando un candado imposible de zafar. Sus
pieles gritaban bajo la ropa y se estremecían al menor contacto. La pelirroja
se concentró en sentir cada uno de los besos y de las caricias, entregándose
a cada sensación y emoción. Svetlana rompió lentamente
el beso mientras observaba a la pelirroja preciosa que tenía bajo su
cuerpo.
- Lena… te amo.
- Yo… - Lena se detuvo un segundo a pensar,, las heridas nuevamente se abrían
y sangraban el dolor que se había guardado como un veneno en su piel.
Svetlana le sonrió pues sabía que no obtendría la respuesta
que deseaba escuchar. Volvió a besar sus labios esperando que de esa
forma Lena olvidara lo que comenzaba a rondar su mente. Sin embargo un beso
y unas caricias no bastaban. Lena comenzó a pensar en Yulia, en lo que
sentía con ella cuando sus caderas se unían y se desprendían
del mundo de los mortales. Todo pareció volver en el tiempo. Sobre su
cuerpo Yulia la besaba y acariciaba entre sus típicas risillas de niña
traviesa. Siempre solía exclamar con una enorme y bella sonrisa cuando
se encontraba cara a cara con su ombligo, esa expresión le daba el aspecto
de un niño que encuentra algo muy divertido. Lena sonrió ante
tales recuerdos y jaló hacia ella el cuerpo que la incitaba a tales momentos
de su vida.
Svetlana se dejó llevar por las manos de Lena, después de todo
no haría nada que su amada pelirroja no deseara. Lena tomó una
mano de la rubia y la metió bajo su blusa permitiéndole degustar
con el tacto esa piel tan suave como blanca. Sus ojos violeta se vieron iluminados
cuando descubrió el vientre de Lena y se deshizo suavemente de la blusa.
Lena se aferró a ella como temiendo caer sintiendo la piel de Svetlana
tan cálida y suave como la de su pelinegra. La rubia besó el vientre
de su amada subiendo lentamente hasta encontrarse con el sostén de Lena.
Por unos segundos la miró dubitativa y al no obtener una orden clara
de restricción pasó sus manos sobre la espalda de Lena para deshacerse
de la prenda íntima.
Lena recordó entonces que no estaba ya con Yulia, que esa ingrata la
había dejado hacía mucho tiempo. Unas lágrimas trataron
de huir por sus mejillas pero ella las contuvo acariciando la nuca de la hermosa
rubia de la que ahora era amante al mismo tiempo que desperdigaba besos sobre
el hombro, cuello y la oreja de Svetlana. La ropa le estorbaba y al mismo tiempo
tenía miedo de despojarse de ella. ¿Qué podía hacer? ¿Podía
olvidar con Svetlana cada herida mortal inflingida por su primer amor? Debía
intentarlo, o al menos perecer en ello. Con la habilidad que la caracterizaba,
se deshizo uno a uno de los botones de la blusa de su rubia amante. Al poco
rato sus pieles emanaban el aroma combinado de ambos cuerpos mientras la batalla
por el control de cada beso se seguía librando después de una
mordida o un viaje al cuello de alguna de ellas. Svetlana respiraba agitadamente
en el oído de Lena y luchaba por deshacerse de la falda de su jefa. Lena
mantenía sus piernas aprisionando a Svetlana sin darle oportunidad de
maniobrar demasiado.
- Svietia, yo… - de golpe cayeron en su mennte cientos de sonrisas y de miradas
compartidas con Yulia. Su presencia era tan fuerte que lograba invadir la mente
de la pelirroja incluso en un momento tan íntimo.
Yulia comenzó a abarcar cada parte de la habitación. Ese torbellino
pelinegro que la amaba en el día y durante las noches le hacía
el amor con el mismo frenesí con el que una oruga se transforma en mariposa.
De pronto no podía concebir pertenecerle a una persona ajena, no podía
concebir la posibilidad de abandonarse a sus emociones y sensaciones sin que
ella fuera parte de todo. Lena comenzó a sentirse sucia. No podía
ser que permitiera que alguien que no fuera Yulia la tocara y sin embargo… Svetlana
no había hecho nada malo. Súbitamente sintió la mano de
la rubia adentrándose entre las piernas y su vientre por debajo de su
falda. Su única reacción fue empujarla lo más lejos posible.
Svetlana cayó de espaldas en el suelo sin lograr comprender lo que ocurría.
Se irguió de inmediato temiendo haber lastimado a Lena, al hacerlo se
percató de que Lena se encontraba llorando.
- Lena, ¿qué pasó? Lo siento,, ¿te presioné?
- Vete de aquí. – dijo Lena secamentte.
- Pero… niña…
- Vete de aquí, Svetlana. – repiti&ooacute; la pelirroja.
Confundida y medio desnuda como estaba, Svetlana tomó sus cosas y se
dirigió a la entrada del departamento de Lena. No entendía la
reacción y el cambio repentino de la joven pecosa. ¿Había hecho
algo mal? Todo iba muy bien hasta que hacer el amor en el sofá de la
sala frente al televisor como adolescentes había parecido inminente.
En el camino se acomodó la ropa como mejor le pareció y antes
de salir de la casa se giró hacia Lena que tenía la mirada perdida
en el televisor.
- Lena, lo siento. No era mi intencióe;n herirte. Perdóname si
hice o dije algo que te molestara…
- ¡SVETLANA LARGÁTE! – gritó Lena estallando en llanto y arrojándole
la primera cosa que se había encontrado: una almohadilla.
La rubia salió de inmediato y a Lena no le quedó otra cosa que
el ruido de la televisión y su soledad. Abrazó sus rodillas y
deshizo todo su llanto en las mangas de su camisa. Su cuerpo era solo de Yulia
y maldecía a la chica de ojos de zafiro por haberla poseído de
tal manera. La maldecía por haberle robado el derecho a ser feliz lejos
de ella. Detestaba todo lo que se refería a Yulia, comenzando por ella
misma y su soledad.
- ¡YULIA TE ODIO! – gritó Lena a la nada mientras en la televisión,
sin que ella se percatara, pasaban un video muy viejo: Ya Shosla S Uma.
Svetlana tenía la oreja pegada a la puerta esperando escuchar a Lena
en algún momento salir a buscarla. Sin embargo con aquél grito
sabía que Lena no la iría a buscar. Suspiró hondamente
y dejó que sus pies la llevaran a la calle. Después de todo no
se había equivocado, Lena no podía quererla… mas bien no podía
amarla.
Continuará…
Nota de Autor: Me costo trabajo… MUCHO trabajo de hecho. Pensar como Lena no
es cosa sencilla :/
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Notas.
1 Comunidad GBTLI se refiere a la comunidad conformada toda la gente que no
es heterosexual, (para no entrar en detalles: P).