El señor Ministro de Educación, José Pablo Arellano, en respuesta a una reciente declaración del Consejo Universitario de la Universidad de Chile, ha manifestado públicamente que carece de realismo afirmar que los problemas que actualmente tiene esta Casa de Estudios Superiores tengan su origen en la falta de una política global y esquemas de financiamiento apropiados. Por el contrario, el señor Ministro ha señalado que tanto el actual Gobierno como el anterior han hecho un especial esfuerzo para respaldar a la principal y más antigua Universidad del país.
Ante estas afirmaciones, el Vicerrector de Economía y Administración cree un deber hacer las siguientes puntualizaciones, ya expresadas con anterioridad a las autoridades y la opinión pública:
1.- Los aportes que el Estado otorga cada año a la Universidad de Chile para su funcionamiento, han disminuido drásticamente en los últimos 22 años. Desgraciadamente, la recuperación de la Democracia no ha traído consigo un vuelco significativo de esta situación.
2.- En efecto, entre 1974 y 1980 la Universidad de Chile vio disminuidos sus aportes en un 29,4%. En pesos de 1996, ello significó una merma de $26.393 millones. Como resultado de esta política, la participación de la Universidad de Chile en el financiamiento fiscal bajó de un 51,6% en 1974 a un 43, 1% en 1980.
3.- La drástica reducción de los recursos de origen fiscal en el período antes señalado -y que sólo afectó a esta Universidad- ha tenido un impacto recurrente que se refleja hoy día en un menor financiamiento fiscal, no sólo para la propia Universidad de Chile, sino, por extensión, para los planteles de Educación Superior que se derivaron de ella a partir de 1981.
4.- Entre 1981 y 1996 el aporte fiscal al Sistema Universitario ha tenido una caída de $22.480 millones, en dinero del mismo valor, de los cuales $14.425 millones correspondieron a la Universidad de Chile. Vale decir, nuestra Casa de Estudios debió absorber el 64,2% de la reducción de los aportes fiscales.
5.- Ello explica que la participación relativa de la Universidad de Chile en el financiamiento fiscal haya caído de un 28,8% en 1981 a un 22,4% en 1996.
6.- En 1990, la participación relativa de esta Casa de Estudios en el financiamiento fiscal llegó a su nivel más bajo, al representar tan solo un 21,7% de los recursos que el Estado aporta al Sistema Universitario.
7.- El gobierno del Presidente Patricio Aylwin decidió reparar, aunque fuese parcialmente, el inmenso daño causado a esta Universidad, utilizando aportes complementarios del Tesoro Público, con lo cual los aportes fiscales totalizaron un 23,4% del Sistema Universitario en 1991; 23,5% en 1992; 24,5% en 1993 y 24,2% en 1994.
8.- Durante el actual Gobierno, se ha producido nuevamente una reducción de la participación relativa de la Universidad de Chile en el financiamiento de origen fiscal. Es así como los aportes del Estado a la Universidad de Chile representaron en 1995 un 22,7% del total asignado al Sistema universitario. El año pasado esta participación relativa disminuyó nuevamente, representando un 22,4% del total.
9.- Por consiguiente, es completamente ajustado a la verdad sostener, como lo ha hecho reiteramente el señor Rector de esta Casa de Estudios, y más recientemente el Consejo Universitario de la Universidad de Chile, que las dificultades de esta hora tienen su origen fundamentalmente en un sistema de financiamiento inapropiado, que ha impedido la realización de urgentes inversiones en infraestructura y equipamiento, que se vienen posponiendo por más de 20 años. La tardanza por parte del Estado en asumir sus obligaciones para con ésta, su Universidad, constituye un hecho demostrable de acuerdo a las cifras que entregamos.
Patricio
Basso
Vicerrector de Economía
y Administración
Universidad de Chile
SANTIAGO, 5 de junio de 1997.
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