Una larga historia:

Hace mas de 100 millones de años se firmó el primer contrato de polinización entre los insectos y las flores, intercambiando alimento por transporte de polen.
En las Cuevas de la Araña, Valencia, España, se ve un hombre y una mujer escalando con ayuda de cuerdas, para sacar miel de una colmena silvestre. Esta escena fue pintada hace más de 9000 años!
Desde los comienzos de la humanidad, nuestros antepasados dedicaron gran parte de su tiempo a la búsqueda de alimentos y a la forma de producirlos con mayor eficacia. Así nació la agricultura, noble actividad, base de la subsistencia de la especie humana, sobre el planeta. Cuando los comienzos adquieren dimensiones mayores, apareciendo grandes cantidades de flores que no se encontraban en forma natural, se cayó en la cuenta que tampoco existía suficiente cantidad de insectos polinizadores. Desde el siglo XIX aparece el hombre criador de abejas en su función de polinizador. Nace, asimismo la relación apicultor - agricultor, la cual se intensifica en primavera, cuando el agricultor recuerda que, dentro de sus insumos, al final de la lista, se encuentra el servicio de polinización. Efectivamente, afirmamos que la mayoría de nuestros agricultores no tiene una conciencia clara del papel de las abejas en el incremento de la producción. Es más, frecuentemente se encuentran fruticultores que acusan a nuestras abejas de dañar la piel de las uvas o manzanas, ignorando que las abejas, con sus mandíbulas completamente lisas para amasar la cera o el propóleos, no pueden causar la ruptura de la piel de un fruto. Es obvio, si una abeja encuentra un fruto dañado por los pájaros o avispas, aprovecha a libar el jugo azucarado.

Volver a polinizacion