Sin Rastro

Por: Meiko Akiyama.

 

Capítulo 9: “Un mes después”.

Se decepcionó cuando vio que su reloj apenas marcaba las diez menos quince. Debería aprovechar el día de hoy para dormir todo lo que pudiera ya que esa noche la única vez que sus párpados harían contacto sería para parpadear. Nada de dormir o descansar, aquella sería una de esas largas noches de trabajo. Nada podía salir mal, llevaba perfeccionando su estrategia durante todo un mes. Era un buen estratega, después de todo, y aquel era otro robo más. ¿Qué podía fallar?

Se reincorporó de la cama con un movimiento lento y pesado, mientras emitía un leve bostezo. Necesitaría más horas de sueño durante el día. Observó su calendario de mesa, un gran óvalo negro encerraba el día en curso y el siguiente.

-Bueno Miroku- se dijo a sí mismo mientras estiraba sus brazos, para intentar espantar la pereza- hoy te espera un largo día. Lástima que tuve que cancelar mis planes con Suzume, pero esos son sacrificios que hace un hombre trabajador…-

Sonrió mientras miraba una cinta rosada que estaba sobre su mesita de noche. Se lo robó a Sango hace unos días y la chica parece aún no notar su ausencia o por lo menos, no sospechar que él la ha tomado prestada. ¿Por qué la robó? No lo sabe a ciencia cierta, pero aquella cinta estaba impregnada del perfume de violetas que la chica usaba… y ese aroma era muy terapéutico para él. Siempre que sentía ese aroma a violetas sentía como si su cuerpo entrara en un estado de relajación que ninguna sesión de yoga o masajes le daría nunca. Con un movimiento rápido se llevó la cinta al rostro, justo debajo de la nariz y aspiró.

-Oh Sango, si tuvieras idea de qué efecto tiene este aroma en mí…- susurró mientras volvía a tumbarse en la cama, aún con la cinta de la muchacha en el rostro-… creo que no es mala idea seguir durmiendo… Sesshômaru no me llamará hasta después de las cinco…- pensó acomodando la cabeza sobre la almohada y cerrando sus ojos, pero sin llegar a soltar la cinta.

 

Apagó el radio y envolviendo todo su cuerpo en una bata blanca, salió de la ducha. Llevaba el cabello envuelto en una enorme toalla azul, al llegar al tocador y quedar frente al espejo; dejó que sus cabellos húmedos cayeran libremente por su espalda. Siempre se ponía nerviosa antes de un asalto, y lavarse la cabeza era algo terapéutico para ella. Tomó un secador para el cabello y procedió a aplicarlo sobre su cuero cabelludo.

Mientras sentía el calor evaporar el agua en sus hebras, pensó que este mes transcurrido le pareció tan rápido. Han pasado tantas cosas pero el encontrarse nuevamente con su hermano Kohaku, ha sido la mejor de todas. Han salido en un par de ocasiones más y se siente muy feliz de ver que su hermanito está en camino de convertirse en un buen hombre. Sin embargo, lo único que le preocupa es que se halla totalmente renuente a hablar de su persona. Siempre que salen hablan de cualquier trivialidad menos de él, de lo que hace, de dónde estuvo estos años o ni siquiera de dónde está hospedado ni cómo se mantiene; incluso hablar de Kirara se le hace más interesante que estar hablando de su persona. ¿Acaso Kohaku tiene algo que ocultar? No quisiera pensar en eso, pero su instinto de hermana mayor le hace sentir que algo no cuadra, que algo no está “bien” del todo. Lo único que le dijo, y con aire misterioso, era que “tenía cosas que hacer” en esta ciudad. ¿Qué tipo de cosas? Jamás las especificó y siempre le da evasivas cuando quiere tocar el tema.

-¿Qué ocultas Kohaku?- murmuró mientras dejaba el secador sobre el mueble y se dispuso a cambiarse.

El maullido de Kirara le hizo mirar al suelo, la gatita parecía mostrar preocupación por ella. Sango sonrió mientras le hacía un gesto para que se acercara, a los pocos minutos Kirara ya se encontraba en su regazo.

-¿Crees que Kohaku nos esté mintiendo?- preguntó a la gatita. El animalito la miró fijamente, como si quisiera decirle algo, pero a los pocos segundos bajó la cabeza, al parecer dispuesta a dormir. Sango suspiró hondo- quizás debiera darle un voto de confianza ¿no?

Empezó a sentir calor en su nuca y con las manos se recogió los cabellos. Dejando a Kirara en el suelo empezó a trastear los cajones de su tocador, empezó a desesperarse un poco al no encontrar lo que buscaba.

-¿Dónde está mi cinta para el cabello?-

 

El sonido de su móvil le hizo devolverse corriendo hasta su recámara. De no haber sido por aquella llamada seguramente lo habría olvidado. El día de hoy no tenía cabeza para nada.

-¿Sí?-

-Pasaré por ti a las siete…-

Sin dejarle tiempo para responderle de vuelta, Sesshômaru cortó la comunicación. Rin tan sólo lanzó un hondo suspiro y depositó el móvil dentro de su bolso. Tenía una cita en el salón de belleza, así es, se disponía a “embellecerse”. Después de todo, aquella noche debería lucir impecable y en algo debía utilizar el pago recibido por su último trabajo.

Antes de abandonar su habitación, dirigió una rápida mirada al largo vestido negro que se encontraba colgado en la puerta de su armario. Le tomó varias semanas escoger el vestido ideal. Se llevó a Sango en innumerables ocasiones para consultarle, ya que a pesar de ser más joven, Sango poseía un gusto exquisito en vestidos de noche y era prácticamente como su asesora. Acompañaría el vestido con un hermoso collar de diamantes… ¡Oh, el collar de diamantes! Aún recordaba la historia de “el” collar de diamantes.

Esa noche, Sesshômaru y ella tuvieron una cena, como casi siempre acostumbraban. Ya ninguno de los dos debía llamar al otro para concretar ni la hora ni nada por el estilo, simplemente se encontraban. Aquellos eran los momentos en que Rin sentía que su relación con Sesshômaru iba más allá de palabras o gestos cariñosos. Cuando sentía que su relación estaba arraigada a hilos invisibles más fuertes de lo convencional.

-Falta poco para el robo- comentó Sesshômaru mientras le extendía una copa de vino a su acompañante.

-Lo tengo presente…- Rin se concentró en su copa de vino, tratando de evitar la mirada de Sesshômaru.

-Y aún no tenemos noticias concretas acerca de Naraku…- Sesshômaru parecía realmente desesperado porque ni Yakken ni ningún otro miembro de su compañía ha podido decirle concretamente si su enemigo se encuentra o no en la ciudad.

-Yo digo que él se presentará, cuando lo crea conveniente- opinó la chica tajantemente. Naraku era algo predecible, en ese aspecto, por lo menos.

-Yo quiero atraparlo antes, que no sienta que él lleva la ventaja- Sesshômaru dio un leve golpe a la mesa.

-El problema no es quién encuentre a quién primero…- suspiró Rin, depositando su copa vacía sobre la mesa. Miró a Sesshômaru a los ojos, sin decirle palabra, suplicándole silenciosamente que se calmara. Como si hubiera captado su mensaje, él lanzó un hondo suspiro y se puso de pie calmadamente, dejando la pieza durante unos minutos. Luego regresó con una caja negra en sus manos, la dejó a pocos centímetros de Rin, quien la observó unos segundos, muy curiosa.

-¿Qué esperas? Ábrela- se lo dijo en tal tono autoritario que Rin sintió unos deseos inmensos de lanzarle la caja en la cara. Sin embargo, lo conocía ya demasiado bien como para que ese tonito tan típico suyo le incomodara. Tomó la caja entre sus manos y con cuidado la abrió. Al revelar su contenido, Rin quedó boquiabierta.

-Oh, por Dios…- un reluciente collar de diamantes saltó a la vista de una asombrada Rin. La mujer alzó la vista hacia Sesshômaru, como buscando algún tipo  de respuesta.

-Quiero que lo uses el día de la exposición…- dijo, por toda respuesta y no tocó más el tema.

Sin embargo, Rin no ha dejado de pensar en ello desde que tomó el collar entre sus manos. El solo hecho de pensar que Sesshômaru hubiera escogido ese collar pensando en ella le llenaba de una felicidad que amenazaba con ser infinita. Sabe que es en vano preguntarle acerca de ese collar, pero a ella ya no le importa. Lo único importante es que hará un juego perfecto con su vestido y esta noche lucirá perfecta.

 

Aún con un esmoquin puesto y con una agradable fragancia, la presencia de Sesshômaru permanecía imponente ante la vista de todos los presentes. Yasha arrugó la nariz al sentir ese aroma, seguramente su hermano ha usado esa colonia por recomendación de Rin. Pero su nariz es muy sensible para cualquier tipo de perfume fuerte. A menos de veinticuatro horas del robo Sesshômaru pretendía dejar los últimos detalles en claro, además de sentir control sobre la situación; era prácticamente como una tradición para cualquier robo a realizarse por el equipo alpha.

-Lamento llegar tarde- se excusó Miroku entrando precipitadamente por la puerta. A pesar de recibir una severa mirada de Sesshômaru, no pasó a ser solo eso, una mirada.

-Toma asiento- suspiró su jefe, como resignado a que su “estratega” estuviera siempre pendiente un poco más de los líos de faldas en que regularmente estaba metido. Sesshômaru llevó la punta de su cerillo al cenicero que estaba sobre la mesa, estrujándolo fuertemente contra él, provocando que se apagara, dejando tan sólo un leve hilo de humo que se desvaneció en pocos minutos.

-El robo está programado para mañana a las siete horas- comenzó Sesshômaru, hablando pausadamente-… como saben Rin y yo estaremos en la exposición la noche de hoy para rendirles cuenta de la vigilancia de la policía. La exposición terminará aproximadamente a media noche, Miroku tú estarás esperándonos fingiendo ser nuestro chofer en la limusina que te será proporcionada; allí te diré exactamente la posición de la policía para que termines de ultimar detalles…- dirigió su vista hacia el mencionado, quien simplemente asintió-… Sango, como imagino, ya tienes la clave para acceder al sistema de tráfico ¿no es así?-

-Programaré el bloqueo del sistema mañana a las seis horas…- asintió la joven.

-Yasha tú…-

-He practicado con la motocicleta durante un mes seguido, estoy preparado, esos de la policía tan sólo podrán ver el polvo detrás de mí- comentó el joven con una gran seguridad en sus palabras. Sesshômaru y él intercambiaron miradas de desafío, pero el primero decidió finalmente voltear hasta Yakken.

-Tengo la credencial falsificada y la ruta perfectamente trazada en mi cabeza, mi señor Sesshômaru- indicó Yakken sonriente y algo confiado.

-Bien señores, nuestra siguiente reunión oficial será a la una de la madrugada y Yasha espero que tengas clara tu estrategia para distraer a la policía puesto que no has querido rendirme un informe como es debido…- Sesshômaru se puso en pie e hizo un gesto a Rin para que se acercara a él.

Yasha se quedó viendo a su hermano cómo daba las últimas instrucciones a Yakken. Al momento de una misión del grupo Alpha, Sesshômaru siempre parecía tener todo bajo control, a pesar de ser las operaciones más complicadas de la compañía. Detestaba admitirlo, pero en momentos así envidiaba un poco a su hermano, ¿cómo mantener el control de una situación tan riesgosa? Y sobre todo le gustaba la manera en que mantenía la sangre fría aún en momentos complicados.

-Dime Yasha- le interrumpió Miroku- ¿no te apetece salir a tomar unas copas y deslumbrarnos con lindas chicas?-

-¿Eh?- le tomó unos minutos procesar las palabras de su compañero- oh, lo siento pero yo… tengo… cosas que hacer-

-Oh, ¡Qué lastima! Pero en ese caso… ¡Sango!- Miroku se precipitó hacia la muchacha, quien le miró con aire desconfiado al notar la alegre y lujuriosa sonrisa del estratega de la compañía.

“Tengo cosas que hacer”, por unos minutos Yasha ha olvidado la importante cita que tiene hoy. Hace aproximadamente un mes que Kagome Higurashi le invitó a ir con ella a una exposición, de la misma colección que él robaría en menos de un día. ¡Qué ironía! Habría podido negarse caballerosamente, pero el rostro ilusionado de la joven lo contuvo. Además ella parecía realmente feliz porque finalmente podría presentarle a su padre y a su hermana. Esa idea lo ponía nervioso, corrección, muy nervioso. Era la primera vez que alguien quería presentarle a su familia, la primera vez que le importaba tanto a alguien que deseaba que sus familiares supieran de su existencia. No hay duda que Kagome era una chica especial, muy especial.

Pero por otro lado, hay otro “asunto” que está dando vueltas por su cabeza desde hace un mes, más o menos.

-¿Planeas quedarte allí como idiota? Para dejarte encerrado- la fría voz de su hermano le hizo aterrizar en la realidad.

Yasha negó lentamente mientras evitaba la mirada de su hermano, Sesshômaru no tenía idea que él iría también a la exposición de la señora Nanase Urasue. ¿Cómo decirle? ¿Y cómo explicarle, además, que iría por invitación de una chica? Seguramente Sesshômaru no le diría nada, pero apenas voltease, se moriría de la risa. Y para él no existe vergüenza más severa que ser el hazmerreír de su hermano mayor. Con la mirada baja salió de la habitación, pensando en qué cara pondría Sesshômaru cuando lo viera a él también vestido de esmoquin y de la mano de una preciosa jovencita.

 

Desde hace un mes que ha notado un extraño cambio en su hermana: ha pasado de ser una chica fría y distante, a sonreír casi diariamente y a mostrar más alegría en su manera de actuar. Incluso una vez Tsubaki le preguntó directamente si “Kykio-sempai” se encontraba enferma o estaba tomando algún tipo de antidepresivos. Es que el cambio era demasiado radical, pero su padre estaba encantado de la vida con la nueva Kykio. Y Sota también parecía haber tomado por positivo el nuevo cambio en su hermana. Pero Kagome veía las cosas desde otro punto de vista, es cierto, se encontraba muy feliz porque su hermana por fin parecía comportarse como la adolescente que era; pero por otro lado le molestaba en sobre manera que no quisiera compartirle la razón de esa felicidad. Es decir, ella le ha contado a Kykio sobre el chico que ha conocido, al que ha invitado a la exposición. ¿Por qué Kykio no puede compartirle el motivo de su felicidad? ¿Por qué?

“Para mí que Kykio-sempai por fin se ha conseguido un novio” fueron las palabras de Tsubaki, hace exactamente una semana. ¿Será cierto? ¿Su hermana ha conseguido un novio? Si es así no entiende por qué tanto misterio.

-Pero esta noche no es para preocuparse por eso- suspiró ella mientras se miraba al espejo. Aún no se ha maquillado ni puesto su vestido, pero ya lleva en sus labios una hermosa sonrisa.

Durante este mes no ha frecuentado mucho a Yasha, tan sólo en unas tres ocasiones; pero esas tres veces la ha pasado de maravilla. Disfruta mucho de su compañía, y de sus pláticas. Es la primera vez que compenetra tanto con un miembro del sexo opuesto, aparte de su padre y de Kouga, que es como familia. Sin embargo, lo único que le molesta es que Yasha parece un libro cerrado en cuanto respecta a su vida personal. Lo único que sabe con certeza son dos cosas: quiere demasiado a su madre y tiene un hermano mayor. ¿Lo demás? Es un completo misterio. ¡Y ella detesta los misterios! Ella se considera una persona sincera y le gusta que los demás respondan a su sinceridad de la misma manera. Pensaba que con el tiempo Yasha se abriría un poco más a ella y le tendría más confianza, pero ha pasado un mes y el chico no parece interesado en revelarle algún dato sobre su vida. A pesar de ese pequeño detalle, el gusto que le brinda su compañía y la atención que él siempre le brinda, ha empezado a tomarle un inmenso cariño; y quiere creer que Yasha también le tiene aprecio.

-Lista- murmuró al mirarse al espejo, con su largo y sencillo vestido rojo. Nunca le ha gustado maquillarse, a diferencia de sus amigas. Para ella la belleza más hermosa es la natural y, por supuesto, esta noche no será la excepción. Una pizca de rubor y un lápiz labial en tono rosa serán el único maquillaje que usará. “Aún estoy muy joven para destruir mi rostro” era el lema que siempre usaba cuando sus amigas insistían en delinearle los ojos o colocarle sombra en sus párpados.

-Luces muy bonita, Kagome- la dulce voz de Shippou le hizo voltear hacia el umbral de la puerta. El pequeño ya tenía puesta su ropita para dormir, se quedaría a hacerle compañía a Sota por esa noche y Midoriko, su niñera usual, se ha presentado hacía pocos minutos.

-Gracias Shippou- sonrió la joven mientras tomaba su cartera de mano y salía de la habitación- ¿Sabes si mi hermana ya está lista?

-Midoriko y ella estaban conversando en la cocina, pero creo que ya se fue a cambiar- comentó el pequeño mientras de un salto se acomodaba en uno de los sillones de la sala.

-Te ves diferente Kagome- Midoriko apareció con una bandeja de bocadillos en sus manos, Shippou enseguida se reincorporó y llenó su boca de todo cuanto se encontraba en la bandeja- deja algo para Sota, Shippou…-

-Gracias- se sonrosó Kagome. Midoriko era una mujer de mediana edad a quien Kagome respetaba muchísimo, por su temple y madurez y aquella tranquilidad que emanaba siempre a donde quiera que estuviera. Era lo más cercano a un modelo a seguir, y se sintió muy contenta que ella aprobara su apariencia.

-Imagino que debe ser un chico muy especial- sonrió Midoriko al ver la cara de espanto de Kagome- ¿o acaso hice una conclusión muy precipitada?-

-Quizás no…- suspiró la chica, dejando escapar una sonrisa.

-¡Vaya hermana! No me dijeron que era una fiesta de disfraces, de haberlo sabido me habría disfrazado de tu lacayo- rió Sota mientras entraba a la sala.

-Muy gracioso Sota- frunció el ceño Kagome, su hermano le devolvió el gesto sacando su lengua a manera de burla.

-No te burles Sota, Kagome se ve muy bien…- la voz de Kykio se alzó en defensa de su hermana. Todos la miraron aparecer por el umbral de la puerta. Sota quedo boquiabierto ante tal espectáculo y de una forma tan graciosa que Shippou no pudo evitar reírse de su amigo. Kykio estaba vestida con un largo vestido negro y con su cabello recogido en una alta coleta.

-Tú también luces linda, hermana- sonrió Kagome mientras se acercaba a su hermana y le hacía un guiño- te aseguro que llegarás repleta de números telefónicos…-

-Hermana la mayoría de los asistentes tienen la edad de nuestro padre- rió Kykio divertida- aunque seguramente deberé socializar, como tú estarás en buena compañía. Pero recuerda que primero debo darle el visto bueno…-

Casi como si Kykio lo estuviera llamando con sus palabras, en ese momento sonó el timbre. Kagome no pudo evitar una leve sonrisa, mientras que Sota empezó a dar de gritos, diciendo frases como “¡Ese es el enamorado secreto de mi hermana!” o “¡¡Llegó el pretendiente!!”; hasta que finalmente Midoriko pidió silencio y se apresuró a atender la puerta. Pocos segundos después, Midoriko levantó la voz desde el recibidor.

-¡Kagome, te buscan!-

-No lo hagas esperar- rió Kykio mientras la empujaba para apresurarle el paso. Ella vio cómo su hermana se aproximaba radiante hacia la presencia de un chico y, como la curiosidad no es buena consejera, ella también quiso echar un vistazo, tan sólo para ver quién era ese chico de quien Kagome le contaba tanto. Con cuidado se aproximó puesto que no deseaba ser imprudente y ya habría tiempo para que Kagome les presentara formalmente. Pero entonces, justo a mitad de camino, se detuvo. “Oh, por Dios…” pensó ella, mientras divisaba aquella escena.

El joven muy educadamente se inclina hacia su hermana, quien ya tiene teñidas las mejillas de rosa. El joven parece absorto mirando a su hermana, quien realmente luce radiante y como toda una joven mujer. El chico está prácticamente embobado y no puede quitarle la mirada de encima a Kagome y como todo un caballero le ofrece su brazo, el cual Kagome toma sin demasiados reparos. Ambos permanecen en silencio por varios minutos, como si las miradas dijeran todo y ya los dos estuvieran en otro plano astral, en donde nada ni nadie importa más.

Y sin duda aquella escena habría resultado demasiado conmovedora y hermosa… si ese chico que está mirando a su hermana tan ensimismado no fuera el mismo que hace unos pocos días atrás ha estado con ella. ¿Cómo ha podido tomarla a ella en brazos para tiempo después enamorar a su propia hermana? ¡¿Pero quién se ha creído?! ¡Maldito!

-Oh, pero qué tonta soy…-escucha decir a Kagome, rompiendo la magia del momento y desviando un poco su mirada-… quiero que conozcas a mi hermana, a mi hermanito no te lo presento porque es un verdadero fastidio…-

Pero Kykio tan sólo podía imaginar la mirada de asombro de Kagome cuando volteara hacia el pasillo y no encontrara a nadie. Ella no podía dejar que ese maldito la viera parada allí, con la marca de mártir en la mirada. ¡Jamás permitiría semejante humillación! De un portazo cerró la puerta de su habitación, ni siquiera molestándose en prender las luces y desplomándose apoyada a la puerta.

-¿Kykio?- escuchó la preocupada voz de Midoriko, quien tocaba la puerta- ¿te encuentras bien?

-No me siento bien…- alcanzó a decir-… dile a Kagome que lo siento mucho… y que me excuse con Nanase…-

-Pero Kykio…-

-¡Maldita sea! ¿Qué no escuchas?- exclamó, sin poder controlar su rabia- ¡No voy a ir!- seguramente Midoriko se encontraba extrañada de su actitud, pero no tendría más remedio que transmitir su mensaje.

Quizás cuando mañana, cuando llegara su padre, Midoriko le comentaría que fue muy grosera con ella y su padre le reñiría. Quizás tuviera razón. Pero Kykio ya no podía pensar si iba a lastimar a Midoriko o a alguien más, no podía detenerse a pensar primero en los demás cuando nadie parecía pensar en ella primero. Ahora dentro de su mente y su corazón tan sólo existía el dolor, la decepción y un profundo deseo de venganza.

 

-Tu hermana no se siente bien- Midoriko se encoge de hombros ante una confusa Kagome- pide que la disculpes con la señora Urasue…-

-¿Enferma? Pero si hasta hace un momento lucía muy sana y con muchos ánimos- suspiró Kagome con aire de preocupación.

-Creo que será mejor que no nos preocupemos por ella- comentó Midoriko mirando de reojo la puerta de la alcoba de Kykio- lo que sea que le moleste, es algo que debe enfrentar ella misma-

-¿Eh?-

-Que vayas y disfrutes tu noche, Kagome- sonrió Midoriko mientras le pasaba su abrigo- mañana ella se encontrará bien-

A pesar de las dudas sobre la “salud” de su hermana, Kagome asintió y, del brazo de Yasha, cruzó la puerta de su casa.

-Es una lástima que no hayas podido conocerla- suspiró ella con tristeza.

-No te preocupes, ya habrá ocasión- desde que la miró por primera vez aquella noche, Yasha no ha podido despegar sus ojos de Kagome. Hasta se siente un poco extraño, hasta hace poco, ninguna mujer provocaba reacciones en él; y ahora dos hermosas chicas han puesto de cabeza su mundo.

Llevaba un mes de conocer a Kykio, han salido regularmente, pero la chica es aún más cerrada que él. La mayoría de las veces se han visto después de la escuela, cuando ella practica arquería. Era hermoso tan sólo contemplarla cuando con esa frialdad disparaba la flecha y ésta se incrustaba justo en el centro del blanco. Era misteriosa, un mundo por conocer y era ese aire de misterio lo que la hacía ante sus ojos tan especial. En cambio,  Kagome parecía un libro abierto; la chica se ha abierto con él como casi nadie lo ha hecho en este mundo. Es por eso que le tiene tanto cariño, es bueno saber que eres especial para alguien y que ese alguien te tiene gran afecto. Ha tenido esa sensación tan agradable en pocas personas, y todas ellas mujeres: con su madre, con Rin y ahora con Kagome.

Es por eso que tiene tanto miedo. ¿Qué haría Kagome si descubriera quién es él en realidad? Él no es un muchacho común y corriente; y cuando su hermano descubra el trato que tiene con Kagome seguramente le “ordenará” dejar esa relación. Y Sesshômaru lo descubrirá muy pronto, quizás demasiado pronto y en el peor lugar de todos.

-Yasha estás muy pensativo- dijo la chica cuando los dos estaban adentro del taxi que los llevaría al museo- ¿te encuentras bien?-

-Es tan sólo que…- el joven se volteó hacia ella, lucía impecable-… me has dejado sin habla, Kagome…-

Sólo Miroku sería capaz de lanzar una frase tan tonta como esa, pero en esos momentos era mejor una frase tonta que confesarle a Kagome la verdadera razón de su silencio. “Me has dejado sin habla” tampoco estaría mintiendo del todo, la chica lucía muy hermosa esta noche y eso no era ninguna mentira barata.

-Buenas noches Kagome- Kouga, también vestido con un elegante esmoquin, estaba parado en la entrada principal del museo- tu padre se encuentra aún en la estación, coordinando a todas las unidades; yo me encargaré del cuidado interno del museo-

-Oh, es una lástima, también deseaba presentarle a Yasha- suspiró ella con tristeza- ¡Porque Kykio de repente se sintió mal!-

-¿En serio? Espero se mejore pronto…- entonces Kouga respondió a la mirada desafiante que Yasha le ha estado aplicando desde que pronunció su discursillo de bienvenida-… veo que finalmente trajiste a “ese”-

Kagome tan sólo suspiró y obvió ese pequeño comentario mientras invitaba a Yasha a pasar al museo.

-¿Qué, ahora eres portero? Te queda bien la profesión- se burló Yasha al pasar justo al lado de Kouga, quien tan sólo pudo observar cómo éste iba sonriente y llevando del brazo a Kagome.

-Le haré callar sus ladridos- espetó, muy molesto y dolido.

El museo era muy amplio y estaba perfectamente decorado para la ocasión. Yasha recorrió con la mirada el museo y sonrió para sus adentros; aquel había sido su lugar de trabajo hace unos meses atrás y ahora se encontraba recorriéndolo con calma y paciencia, como un invitado. ¡Qué ironías de la vida! A pesar de conocer cada rincón de ese museo en su mente, dejó que Kagome se lo mostrara como si aquella fuera la primera vez que siquiera hubiera visto ese enorme edificio.

-¡Kagome!- la anciana Kaede le cortó el camino a la muchacha- ¡Te hemos estado buscando a ti y a tu hermana!

-Lamento decirle que mi hermana no se sentía dispuesta- se excusó la joven mientras señalaba a Yasha- éste es mi amigo, Yasha… Yasha, ésta es Kaede Matsuyami, es la encargada del museo-

-Mucho gusto- la señora extendió su mano hacia el chico.

Yasha murmuró un forzado “mucho gusto” al reconocer a la encargada del museo. Seguramente tuvo que responder a muchos interrogatorios luego del robo del Shikon no Tama y quizás estuvo a punto de perder su posición. Normalmente el no interactuaba con ninguna de las víctimas de sus robos, pero si lo hiciera regularmente con seguridad experimentaría la misma sensación de incomodidad cuando estrechó la mano de Kaede. ¡Y parecía conocer muy bien a Kagome! Además, Kagome obtuvo las invitaciones por la misma Nanase Urasue. ¿De dónde conocía a todas estas personas Kagome? Ella no vivía mal, pero tampoco estaba en la misma posición económica que Kaede Matsuyami o Nanase Urasue. ¿En qué trabajaría su padre? Kagome siempre decía que su padre vivía absorto en el trabajo, pero no recordaba que hubiera especificado su profesión.

-Kagome…- llamó a la chica, quien estaba algo interesada en la vasija que tenía enfrente.

-¿Si?-

-Espero que no me taches de metido, pero me gustaría saber…-

-¡Yasha! ¿Eres tú, Yasha?- esa voz tan peculiar hizo que casi se le paralizara el corazón. 

Segundos antes de voltearse rogaba porque no se encontrara junto a Sesshômaru o cerca de él. Allí estaba una muy sonriente Rin, con un hermoso vestido negro y un no menos despampanante collar de diamantes que colgaba de su cuello; afortunadamente no estaba Sesshômaru en el perímetro visual.

-¿La conoces?- preguntó Kagome, quien sonrió triunfante cuando él asintió. Quizás porque finalmente estaba obligado a dar explicaciones acerca de su vida privada.

-No sabía que Sesshômaru hubiera conseguido un boleto para ti también- comentó la mujer mientras le daba un cálido abrazo a Yasha, quien se sonrosó enseguida. Nunca estaba preparado para las sorpresivas demostraciones de afecto de Rin y menos en lugares públicos.

-En… en… realidad vine… por otra invitación…- luego de ese comentario, Rin pareció notar la presencia de Kagome. Con cuidado Rin se acercó hasta la chica y la miró de pies a cabeza.

-¡Yasha qué linda es tu amiga!- sonrió la mujer mientras muy quitada de la pena le daba un beso en la mejilla a Kagome- yo soy Rin, mucho gusto-

-Soy Kagome y es un placer- sonrió Kagome, aún algo sorprendida- la verdad es un gusto conocer a algún familiar de Yasha, él casi nunca habla de su familia…-

-Oh, pero no es porque no lo queramos- Rin hace un guiño a Kagome- lo que pasa es que no somos una familia tan tradicional, como sabrás…-

-¡Rin!- Yasha intentó llamar su atención, debía impedir que Rin dijera algo de más o metiera la pata y su relación con Kagome se echara a perder.

-No esperaba recibir sorpresas hasta mañana…- una fría voz se escuchó a espaldas de Yasha, quien cerró sus ojos por unos segundos, elevando al cielo una plegaria que le diera fuerzas. “Esto no puede estar pasándome” pensó el joven, quien reconocería la gélida presencia de su hermano mayor donde fuera.

-Sesshômaru- Rin parecía muy feliz por su presencia, en contraste con Yasha- ¿Ya conseguiste los folletos?-

Por toda respuesta Sesshômaru le extendió el folleto de la exposición a Rin, quien simplemente sonrió y lo colocó en su bolsa de mano.

-¿Se puede saber qué haces aquí, Yasha?- fue la tajante pregunta de Sesshômaru, quien no le quitaba la vista de encima a su hermano menor, cada vez más nervioso.

-Sesshômaru- con un rápido movimiento Rin tomó por el brazo a Sesshômaru y le miró dulcemente- Yasha vino con una amiga-

Kagome sintió algo intimidada con la dura mirada de Sesshômaru, quien parecía inspeccionarla de pies a cabeza como para encontrarle algún defecto o error. ¿Sería posible que éste fuera el hermano de Yasha? Sesshômaru tenía una mirada muy diferente a la de Yasha, era una mirada fría e imponente; sus cabellos platinados no concordaban mucho con los cafés de Yasha y de un vistazo general, parecían dos extraños. Sin embargo, existía cierta familiaridad innegable en las facciones de ambos rostros, un parecido casi invisible, pero que inexplicablemente hace sentir sus lazos de sangre.

-¿Quién es?- demandó saber con ese aire de superioridad mirando a su hermano.

-Se llama…-

-Le pregunté a mi hermano, Rin- dijo Sesshômaru sin quitar la vista de encima a Yasha, quien tragó en seco.

-Kagome me invitó a venir con ella, es una amiga- contestó Yasha, ya algo enojado por la falta de tacto que tuvo su hermano para con Kagome y la misma Rin- no tengo que rendirte cuentas sobre lo que hago-

-Cuando se trata…- pero los labios de Sesshômaru se vieron obstruidos por las manos de Rin, quien simplemente negó en silencio.

-No irás a reprenderlo por algo tan tonto como eso ¿no Sesshômaru? Deja que los chicos la pasen bien- sonrió Rin.

-Lamento que Yasha no le haya informado que iba a venir conmigo, señor- comentó Kagome quien le extendió la mano- mi nombre es Kagome y la verdad sí tenía ganas de conocerle, Yasha ha hablado mucho de usted-

-¿En serio?- Sesshômaru arqueó una ceja. Rin le dio un pequeño codazo para que accediera a tomar la mano de Kagome y a regañadientes Sesshômaru extendió su mano hacia la chica. Al ver que su hermano hacía ese gesto, Yasha vio una manera de librarse pronto de él.

-Lamento no haberlos presentado formalmente; Kagome te presento a mi hermano Sesshômaru y a Rin, su prometida- con una sonrisa triunfante y enfatizando demasiado en “su prometida”, Yasha observó la cara de su hermano mayor retorcerse de rabia. Rin tan sólo emitió una risa divertida.

-Creo que Sesshômaru y yo les dejaremos solos, pero tendremos los ojos sobre ti querido Yasha- Rin le hizo un guiño mientras reía divertida ante la actitud de su “prometido”- más te vale que trates bien a la señorita Kagome-

-¿Tú crees que eso fue divertido?- comentó Sesshômaru, aún enojado por la vergüenza que acaba de pasar- ya le enseñaré yo a ese niño a respetar y si piensa que puede…-

-Relájate Sesshômaru, Yasha es sólo aceptó la invitación de una amiga a la que tiene aprecio ¿no crees que deberías alegrarte en vez de estarte enojando como niño consentido?-

-¿Cómo te…?- pero Sesshômaru tan sólo suspiró fastidiado, Rin era la única que podía llamarle “niño consentido” y seguir viviendo.- ¿Crees que eso es bueno?-

-Para que la chica le haya invitado y además Yasha haya aceptado; quiere decir que le tiene afecto a Kagome. Pienso que está excelente que Yasha se relacione con gente aparte de nosotros, él no es como Miroku que enseguida puede encontrarse en ambiente en cualquier fiesta o reunión ni tampoco como Sango que sabe cómo entablar conversación con rapidez. Es bueno que haya encontrado a una amiga ¿no ves lo feliz que luce esta noche?- dice mientras dirige su mirada hacia Yasha, quien le sonríe algo nervioso a Kagome, seguramente por lo ocurrido hace pocos minutos.

-Como digas- murmuró Sesshômaru, mirando de reojo a su hermano.

-Deberías ponerle un poquito más de empeño Sesshômaru, Yasha te necesita, eres la única familia que tiene; y tal vez suene cursi, pero eres lo único que le queda en el mundo. Quizás deberías dejar el papel de jefe y jugar más el papel de hermano mayor; creo que sería lo mejor para ambos- Rin creyó ver un destello de calidez en los ojos de Sesshômaru cuando ella pronunció esas palabras, pero tal vez era tan sólo una trampa de su cerebro y corazón, quienes soñaban ver a Yasha y Sesshômaru unidos como una familia algún día.

-Deberíamos prestar atención a la vigilancia, Miroku necesita esos datos- comentó mientras observaba a unos cinco policías que recibían órdenes de un joven que parecía tener más rango. Rin tan sólo asintió, sólo porque esta vez Sesshômaru le dejó hablar sin interrumpirla, esperaba que quizás aquellas palabras hicieran algo de eco en su mente o hicieran mella en su corazón.

 

-Perdona la actitud de Sesshômaru- se disculpó Yasha por quinta vez, muy avergonzado por la actitud tan grosera que adoptó su hermano para con Kagome, pero ésta nuevamente volvió a negar con firmeza-… es que, verás, así es él… normalmente…-

-No te preocupes- Kagome se acercó hasta él, con una enorme sonrisa en sus labios- me dio mucho gusto conocer a tu hermano ¿Por qué no me dijiste que él asistiría?-

-No supe cómo tomarías el hecho- suspiró Yasha, contemplando a Kagome. “¡Maldición!” pensó mientras trataba de desviar su mirada con inútiles resultados. Es que en verdad era todo un espectáculo admirarla.

-Me agradó conocer a tu hermano, en serio- afirmó ella, sin borrar la sonrisa de sus labios- siento que te conozco un poco más-

“Temo que nunca llegues a conocerme lo suficiente” pensó Yasha con tristeza mientras le ofrecía su brazo a la chica para que ambos continuaran recorriendo el museo. Él, que usualmente no crea lazos con nadie con rapidez ni toma confianza tan fácilmente; se encontraba llevando de la mano a una chica que no llevaba ni tres meses de conocer, como si fueran amigos de toda la vida. ¿Qué ocurría? Ha estado formulándose aquella pregunta desde hace un tiempo, pero jamás encuentra una respuesta en concreto. Comparte con Kagome un lazo especial y demasiado fuerte como para querer romperlo, pero cada vez que miraba los objetos expuestos en aquel museo, recordaba quién era y qué hacía en este mundo. Luego observaba la mirada despreocupada de Kagome, quien le sonreía ampliamente y no podía evitar que el corazón le pesara demasiado. Si alguna vez tuviera que dejar de ver esa sonrisa seguramente se desangraría de dolor.

-Estás muy pensativo esta noche- comentó la muchacha mientras le contemplaba- ¿seguro que no hay nada que te moleste?-

-Para nada- suspiró Yasha, sin quitarle la vista de encima-tan sólo estoy contemplándote-

Kagome se ruborizó nuevamente. ¿Cuántas veces sus mejillas se han teñido de rosado con tanta facilidad? Esta noche ha perdido la cuenta de sus sonrojos, han sido demasiado constantes y demasiado repentinos. Pocas veces se ha sentido tan extraña en presencia de un chico, con Yasha ha descubierto que su corazón puede emitir complejos sentimientos que ella aún no quisiera darles nombre propio. ¿Para qué? Quizás sólo lograría asustarse ella misma y asustar a Yasha, eso no es lo que desea.

-La estoy pasando muy bien- comentó Yasha mientras le hacía un guiño y, tomando su mano, la acercaba hacia él- y debo hacerte una confesión: siempre he odiado vestirme de etiqueta y venir a presenciar eventos como éste-

-¿En serio?- se sorprendió Kagome ante tan repentina confesión- ¿Cómo es que te veo tan atento, entonces?-

-Digamos que es la compañía quien hace interesante esta velada- sonrió ampliamente.

 

En un lugar más apartado del bullicio de la prensa, los coleccionistas y los invitados en general, se encontraba una mujer con un largo vestido azul oscuro, que resaltaba su esbelta figura; sus cabellos cafés oscuros están recogidos en un elegante moño y lleva colgado al cuello un delicado collar con un pequeñísimo dije en forma de araña. Para cualquier curioso la pequeñísima araña puede resultar muy bonita u original, pero para Kagura es la representación de la esclavitud a la que es sometida. Es la manera que tiene Naraku de decirle “siempre me pertenecerás”.

“Si he tenido noches largas gracias a Naraku” pensó mientras bebía un sorbo de vino blanco “debería anotar esta en la lista de las cinco primeras. En verdad necesito unas buenas vacaciones”. Suspiró mientras pensaba en la plática que ha tenido con Naraku el día de hoy. Si bien sabe que negociar su salida de la compañía es aún demasiado prematuro, por lo menos ha conseguido que Naraku le prometa darle unas vacaciones luego de terminar con Sesshômaru y el resto de su grupo. Una vez esté de ‘vacaciones’, quizás pueda escapar de una vez por todas del hilo invisible que la ata a Naraku irremediablemente.

No ha quitado la vista de encima a Sesshômaru desde que éste entró en el museo, acompañado por una hermosa mujer de quien no se ha separado en prácticamente toda la velada. ¿Quién sería ella? Naraku le ha descrito a Sesshômaru como un hombre frío y quizás solitario, pero Kagura piensa que aquella mujer seguramente significa algo importante, porque no pareciera que la ha llevado solamente para guardar las apariencias. Pero esas son trivialidades en las que un hombre no se fijaría, una mujer como ella, dotada de ese sexto sentido tan privilegiado y bien desarrollado, son datos que nota enseguida.

El blanco de sus miradas parecía estar muy absorto en averiguar cualquier detalle acerca del museo, pues ni siquiera ha cruzado mirada con ella ni tiene actitud de sospechar que está allí precisamente para seguir todos sus movimientos.

-Oh, Sesshômaru, no lo sabes pero quizás seas mi boleto a la libertad-

 

-Ha sido una velada maravillosa- comentó Yasha, cuando las personas empezaban a hacer ademanes de retirarse.

-Sí, pero se ha extendido más de lo previsto- señaló Kagome, quien se llevó la mano derecha hacia la boca para disimular un pequeño bostezo- lo primero que haré al llegar a casa será tirarme en camita y dormir… estoy muy cansada-

Yasha intentó responder ante el comentario de la joven, pero sintió un nudo en el estómago al recordar que él tal vez ni siquiera podría dormir aquella noche. “¡Qué perra vida!” pensó con desgano mientras emitía un leve bostezo. Pasó su hombro por el de Kagome y ambos empezaron a caminar tranquilamente hacia la entrada.

-Te llevaré a casa en cuanto consiga un vehículo ¿te parece?- sonrió el joven.

-Yasha-

-¿Si?-

-Sólo quería… yo sólo…- Kagome hablaba algo bajito, por lo que Yasha se inclinó hacia ella para escucharla mejor- quería agradecerte por acompañarme esta noche, la he pasado muy bien…-

Justo en ese instante, Kagome alzó la mirada y se sorprendió muchísimo al encontrarse cara a cara con Yasha, quien sintió un latigazo frío en la espalda ante la inesperada cercanía de sus rostros. La distancia entre ambos era tan corta que sus respiraciones se entremezclaban, pero ninguno de los dos parecía tener intenciones de separarse ni tampoco de articular palabra.

Kagome era muy bonita, quizás ¿por qué no? Hasta más bonita que Kykio. Lo que le llamaba la atención de Kagome era justo lo contrario que tanto le atraía de Kykio: Kagome era transparente y pura, con su alma de máscara. Ella no tenía nada que esconderle ni nada que ocultarle, ella simplemente le ofrecía su sinceridad plena. Era por eso que era tan especial, ninguna otra persona ha tenido tanta confianza en él, era esa confianza lo que hacía crecer ese extraño sentimiento en su pecho.

“Hay momentos en la vida, Yasha, en los cuales es mejor dejarse llevar” escuchó a Miroku decirle alguna vez, quizás éste era uno de esos momentos. Su mano inconscientemente se posó en la cintura de Kagome, un impulso demasiado poderoso le instó a mantenerla allí, esperando algún tipo de reacción por parte de ella, quien tan sólo permanecía mirándole fijamente. Con más confianza llevó su otra mano hacia la cintura de Kagome, atrayéndola hacia él con suavidad. Seguramente para que esto ocurriera transcurrieron no más que unos segundos, pero para el cerebro de Yasha fue quizás más que una eternidad.

-Kagome yo…- él no tenía prácticamente que hablar siquiera, sus labios estaban tan cerca de ella que Kagome los podía leer perfectamente.

-¿Si?-

-Tú me…-

Un carraspeo hizo que Yasha detuviera sus palabras y aquel extraño impulso que se hubo apoderado de su ser minutos antes, se esfumara, literalmente. Yasha sintió que una vena le saltó en su frente al ver la enojada mirada de Kouga, quien estaba a pocos metros de ellos.

-Tu padre te quiere en casa…- comentó Kouga, como ignorando el espectáculo presenciado-… me pidió que te llevara personalmente…-

-¿Eh?- Kagome apenas parecía asimilar las palabras de Kouga, como si despertara de un gran letargo.

-Que nos vamos a casa… ahora- enfatizó mucho la última palabra, pero al tratar de tomar a Kagome por el hombro, la mano de Yasha lo alejó con brusquedad.

-Ha venido conmigo, soy yo quien la dejaré en casa- comentó, sin disimular su enojo por la presencia de Kouga.

Sintió una cálida mano sobre su hombro, hizo que su temperatura descendiera un poco puesto que reconoció la dulce mano de Rin.

-Yasha, Sesshômaru pide que vengas con nosotros…- dijo ella, más en un tono de súplica que otro en particular.

Debido a su descuido, Kouga ya le apartó lo suficiente de Kagome, aunque ella también parecía muy molesta por la interrupción de su amigo y no parecía mirarle con muy buena cara. Yasha estaba a punto de abrir su boca para protestar, pero varios metros más atrás de Rin se encontraba la impasible silueta de su hermano y por su amenazante mirada estaba seguro que era mejor no discutir.

-Está bien Yasha, tampoco deseo enojar a mi padre- suspiró la chica y luego como recordando algo, exclamó- además mi hermana no se encuentra muy bien, será mejor que vaya a ver cómo está; nos veremos pronto- aseguró ella mientras le sonreía a manera de despedida. Rin también le hizo un gesto de despedida con la mano, el cual la chica correspondió.  

Yasha asintió pesadamente mientras veía a Kagome adelantarse al paso de Kouga y salir con actitud molesta por la entrada principal. Tan molestaba iba, que pareció intentar darle un porrazo en la cara a Kouga quien iba a unos pasos detrás de ella. Yasha no pudo evitar emitir una sonrisa al presenciar esto, por lo menos sabía que Kagome estaría algunos días muy enojada con Kouga y eso le hizo sentirse muy aliviado.

Como Sesshômaru nunca reparaba en gastos, Yasha no se sorprendió al ver una reluciente limosina de color negro esperando por ellos.

-Buenas noches Sesshômaru, Rin, Yasha…- saludó alegremente Miroku desde el asiento del conductor. Segundos después, el joven se volteó un poco extrañado hacia el trío- ¡¿Yasha?! ¿Se puede saber qué haces aquí?-

-No preguntes…- farfulló Yasha, le molestaba cuando todos insisten en meterse en su vida privada. 

-Oh, es que ha venido con una amiga- dijo Rin alegremente.

-¿Una amiga, eh?- aunque Miroku ya estaba de espaldas a él, Yasha pudo imaginar perfectamente la sonrisa burlona que se dibujaba en sus labios- pues eso sí que es una sorpresa. ¡Oh, espera! ¿Acaso se trata de la linda chica que me presentaste la otra vez? Si es así te felicito Yasha, tienes muy buen gusto-

-¿La conoces? ¿Verdad que es un encanto?- seguía Rin la conversación, no sabía si porque en verdad se emocionaba por lo ocurrido o porque simplemente tenía ánimos de ponerlo en vergüenza.

-Verdaderamente encantadora- suspiró Miroku en ese tono tan “sublime” que utilizaba al referirse a una mujer atractiva- muy bien Yasha, eso quiere decir que mis consejos no caen en oídos sordos, después de todo-

Yasha no sería capaz de confesarle a Miroku que recordó su consejo de “dejarse llevar”, puesto que sería inclinar su orgullo. Intentó enfocar su mente en el trabajo que le esperaba con las primeras luces del alba, pero sus pensamientos siempre terminaban con la interrogante de qué hubiera ocurrido si Kouga no hubiera hecho su entrada ‘triunfal’ justo en ese instante.

 

CONTINUARÁ

Notitas: Espero que les haya gustado este capítulo. Sé que demoré un poco más de una semana, pero salí de casa por unos días y no tuve acceso a la computadora. Afortunadamente regresé con las energías renovadas.

Ha sido el capítulo más largo que he escrito y por eso no los traumo con tantas notas de autora, deben estar hartos de tanta letra jeje xD. Sólo puedo decirles que ahora se viene lo bueno.

Mis mails están a su disposición meiko@wings.distant-sky.org o mei_akiyama@yahoo.com para cualquier comentario o duda. Y gracias por todos los reviews recibidos, valen oro muchachos!