Las Tribulaciones de un
Príncipe Saiyajin en la Tierra

por Saltamontes

Capítulo 3: "Fiebre de Sábado por la Noche"


Vegeta salió completamente relajado con el baño de sales que se había dado, pero cuál fue su sorpresa cuando al salir de ahí se encontró a Trunks muy instalado al medio de su cama, con una gran fuente llena de palomitas y el control remoto de la televisión en la mano.

"¡Rayos!", el chico tenía razón y no podía hacer nada al respecto. "¡¿Pero en qué demonios estaba pensando yo cuando hice esa maldita promesa?!... ¡Y ese insecto antenudo que tiene la culpa de todo este asunto!"



Vegeta se resignó a compartir su cama con Trunks, que para el niño era de lo más cachilupi (o sea, genial) y además ahí podía ver televisión hasta tarde en una pantalla como de chorrocientas pulgadas que parecía cine. En buenas cuentas, era el niño más feliz del mundo.

Cuando Bulma entró, se encontró a padre e hijo instalados viendo... ¿adivinen? No, fútbol no... Un programa de artes marciales y métale a los dos criticando a los participantes.

"¡Qué lindos se ven! –pensó Bulma sonriendo–. Espero que se sigan llevando tan bien. Creo que es buena idea que yo me vaya por unos días".

Vegeta acompañó a Bulma hasta el jardín para despedirse más a gusto.

Vegeta atrajo a Bulma por el talle con una mano mientras con la otra le tomaba suavemente la barbilla, acercando su rostro para besarla tiernamente. Al despegar sus labios de los de ella, observó con una sonrisa que Bulma continuaba con los ojos cerrados como si no saliera del encanto, y es que sus besos eran tan dulces como la miel y a ella le encantaba la miel. –¿Aún quieres irte?– le preguntó Vegeta esperando que desistiera de marcharse. Bulma dio un largo suspiro –...sí, es necesario– y huyó rápidamente antes de arrepentirse... "¡Rayos! –pensó Vegeta– siempre hay una primera vez que falla" y entró a la casa.

Regresó con su hijo, que luchaba valientemente tratando de mantenerse despierto e intentando ver una película. Vegeta sabía de sobra que con palabras no lo convencería de ceder al sueño, así que atenuó la luz de la habitación al máximo y le dijo que bajara el volumen porque él quería dormir. Su plan funcionó a la perfección: momentos después, Trunks yacía completamente dormido.

La noche continuó relativamente tranquila porque Trunks se había apoderado casi de toda la cama dejando a su padre durmiendo en el borde, pero a eso de las tres de la mañana Vegeta despertó repentinamente sintiendo que algo no andaba bien. Encendió la luz y vio que Trunks no estaba. Como buen saiyajin podría estar asaltando la cocina, pero presintió que no era eso y se dirigió a la habitación del niño. –¿Trunks?– lo llamó al entrar y no verlo. –¿Trunks?–. El pequeño salió del baño, se veía decaído y ojeroso. Durante la noche comenzó a sentirse mal, había despertado con náuseas y para no molestar a su padre se marchó a su cuarto. Al tocar su frente, Vegeta notó que tenía una fiebre altísima y lo mandó de vuelta a la cama. Trunks pensó que se refería a su propia cama y procedió a acostarse ahí mismo. –¡Por donde viniste!– exclamó Vegeta a medio perder la paciencia y volviendo a su habitación para buscar el botiquín de primeros auxilios, seguido del chico. Trunks se acostó mientras Vegeta volteaba el botiquín sobre la cama. El niño observó el contenido con curiosidad y al ver unas jeringas se preparó a emprender la retirada, ya tenía más que suficiente con sentirse tan mal y el dolor que sentía en el brazo a causa de la vacuna, para que más encima le pusieran otra inyección. –No te preocupes, que no es eso lo que busco –lo tranquilizó Vegeta– ¡Ah!, aquí está el termómetro. Le tomó la temperatura, tratando de imaginar qué podía haberlo enfermado, y al ver que tenía cerca de 39°, las náuseas persistían y presentaba una especie de alergia, decidió llamar al médico. Primero intentó comunicarse con Bulma, pero el celular estaba fuera de zona o bien estaba desconectado... lo más seguro era esto último. Tomó la agenda y llamó a Nice, una de las mejores amigas de Bulma, médico de cabecera que había atendido el parto de Trunks y de las pocas personas que a él no le desagradaban. Esa noche tenía turno en el Hospital.

Vegeta le explicó la situación.

Vegeta siguió sus instrucciones quitando algunas frazadas, buscando una fuente con agua fría y paños que humedeció y colocó sobre Trunks, quien cada vez se sentía peor, debiendo levantarse al baño unas dos veces. Luego que regresó a la cama, Vegeta fue a la cocina en busca de un jarro con agua y vasos, pero al regresar se encontró a Trunks muy afligido porque débil como estaba no consiguió levantarse nuevamente y volvió el estómago sobre su pijama.

Mas para su sorpresa, Vegeta se limitó a quitarle la ropa sucia y colocarle una de sus playeras que al niño le quedaba como camisón. Por una parte no era un asunto que el chico pudiera controlar, y por otra le alegraba tener que sacarle de una vez por todas ese horrible pijama de conejito que él odiaba y que más de alguna vez había intentado hacer desaparecer. Luego lo acomodó colocándole algunos cojines bajo la cabeza y dándole a beber mucha agua. Aún así la fiebre subía mientras Vegeta seguía cambiando las compresas, tratando de mantener lo más fresco posible al pequeño, hasta que por fin la temperatura comenzó a ceder y el niño durmió más tranquilo. Vegeta decidió que podía descansar un poco y se apoyó en la cabecera de la cama cerrando los ojos para dormitar, pero tan cansado estaba que se durmió de plantón hasta que despertó súbitamente en el suelo.

La cabeza de su padre se asomó por el borde de la cama, nada contento.

Nuevamente Vegeta le dio a beber agua para después tomar su temperatura y mientras lo hacía, Trunks, como todos los niños cuando se sienten mejor, comenzó a darle trabajo a la lengua.

Vegeta escupió toda el agua y comenzó a toser.

Pero Trunks ya no tenía sueño y quería aprovechar la situación de que su padre lo consintiera para hacer todas las preguntas posibles, todas las que antes no había podido hacer o las que nadie le respondía.

¡¡RING!!

Salvado por la campana, nunca Vegeta se había sentido tan feliz de contestar el teléfono, aún si hubiese sido Goku, porque a esa hora no tenía ningunas ganas de estar dando clases de biología.

Era la doctora que llamaba para saber cómo seguía Trunks. Vegeta le informó los cambios, le dijo también que ahora no se quería quedar dormido y sobre todo que hablaba como perico.

Nice conocía bien a Vegeta y dudaba mucho que quisiera seguir su consejo, así que luego de dárselo alejó un poco la bocina de su oído.

Eso ni pensarlo, sobre todo con las preguntas que estaba haciendo Trunks, así que decidió tomar el consejo, a regañadientes sí, pero parecía la única salida. Primero revisó el termómetro y comprobó que la temperatura ya era normal, luego se metió en la cama junto al pequeño acomodándose con varios almohadones para quedar semiacostado.

En un principio Trunks se sintió muy tonto e incómodo, pues sentía que era un niño grande para ser tomado en brazos de ese modo.

Trunks se resignó y apoyó nuevamente la cabeza sobre el pecho de su padre. Vegeta comenzó su relato, eligiendo muy bien las palabras y omitiendo muchos hechos y personas, como era el caso de Yamcha. Su voz era muy suave, melodiosa, casi hipnotizante que parecía sonar a "tienes sueño, mucho sueño". Trunks escuchaba atentamente la historia y al mismo tiempo sentía el latido del corazón de su padre y su suave calor, lo cual empezó a relajarlo cada vez más y más. "¡Qué bien se siente!... Mi papá nunca antes me había tomado así y se siente muy rico" pensó. Era como si el cielo, la luna y las estrellas pudieran caerse a pedazos y él se sentía completamente seguro y protegido. Empezó a sentirse soñoliento y más aún cuando Vegeta comenzó a acariciar suavemente su cabello y su mejilla mientras seguía hablando. Sus ojos inevitablemente se cerraban y por más que luchó por mantenerse despierto, finalmente no pudo evitar quedarse completamente dormido.

Había sido un truco bastante sucio, pero efectivo y, como decía Nice, nunca fallaba. Además, y muy, pero muy a pesar suyo, había sido agradable hacer dormir a Trunks... ¡¡¡Grrrr!!!

Lo observó cariñosamente, pensando que cuidar niños era un trabajo bastante agotador, pero a la vez muy gratificante. Pensar que en el pasado nunca tomó en serio la posibilidad de formar una familia y ahí estaba, cuidando celosamente a su pequeño niño, incluso mejor que muchos padres, pues él había librado muchas batallas internas antes de poder lograr este tipo de acercamiento. Una pequeña puerta se abrió al momento de sacrificar su vida en la última batalla, y luego que tuvo la oportunidad de regresar con su familia, esa puerta se fue abriendo cada vez más. Aún faltaba, pero algún día esperaba poder conseguirlo completamente. Por el bien de Trunks era necesario, el niño cada día se parecía más a él, era su modelo a seguir y por lo mismo no quería que sufriera sus mismos problemas.

Vegeta recordaba que, desde muy pequeñito, Trunks siempre había seguido sus pasos, imitándolo en todo; si él no comía algo, Trunks también se negaba a comerlo; cuando lo veía entrenar, intentaba imitar sus movimientos; y cuando se encerraba en la cámara de gravedad, en más de alguna ocasión Trunks se quedó afuera, llorando.

Debió comenzar a entrenarlo alrededor de los tres años. Había pensado esperar un poco más, pero un accidente lo convenció de lo contrario.

Al ver que su padre volaba, Trunks pensó que él también podía hacerlo y un día que Bulma se descuidó, se encaramó al balcón del segundo piso y se lanzó desde ahí, siendo salvado por su padre que estaba cerca y que, al ver la escena, lo atrapó justo antes de estrellarse contra las baldosas. La segunda vez no tuvo tanta suerte y se hizo tanto daño que para un niño normal habría significado la muerte.

Recordando y meditando, Vegeta sintió como todo el cansancio del día y de la noche caía sobre él pesadamente, pero al fin, casi al amanecer, pudo descansar y dormir un poco aún con Trunks en sus brazos.


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