Amor, dolor y condena.
			Golpes, caídas, sinsabores en mi lengua.
			Pareciera la más grandiosa tortura inquisitoria,
			Sin sacar una milésima gota de sangre,
			Provoca un alarido estridente del horror.
			
Mordida a mordida, 
			Comerse la carne fresca sin restricción,
			Esperar a que se restaure y volver a la acción.
			
Vísceras colgadas como muestras de honor,
			Trofeos malolientes que atraen al espectador.
			Morbosas miradas recrean sus pupilas,
			Pobres almas pidiendo comida.
			
Amor, dolor y condena,
			El olor de mi sudor...