VIOLENCIA DEL FUTBOL


Todos los muertos del fútbol argentino



CRONICAS DE LO QUE SE HA PODIDO Y HAN DEJADO SABER


GAMBETAS EN EL AREA PENAL
por Amílcar Romero

Nota para la sección Opinión del Río Negro, el 5 de octubre de 1991

Menos de doce horas después de haber aparecido declaraciones exclusivas de su presidente en un matutino porteño en torno a la inminente derogación de la ley 23.184 (De la Rúa) por inaplicabilidad y porque por parte de los jueces hubo resistencia a lo nuevo, sobre todo a tener que volver a estudiar Derecho Procesal, anunciando una nueva norma que estará sólo vigente en la Capital Federal y donde se rebaja de hecho la pena en los delitos más graves que puedan llegar a cometerse en torno a un partido de fútbol y la restitución del poder de jueces a los comisarios en materia correccional, la Corte Suprema llamó con suma urgencia a una conferencia de prensa y el propio doctor Ricardo Levene h fue otra vez el encargado de comunicar en forma oficial el proyecto de modificación del régimen contravencional de la Ley De la Rúa, mediante el cual se incrementan las penas y se crean nuevos tipos legales pasibles de sanción.

Evidentemente se trata de dos proyectos diferentes, de dos versiones antagónicas o de dos destinatarios disímiles para una sola violencia del fútbol.

En su juventud, el actual presidente del más alto tribunal del país y cabeza del cuerpo colegiado de uno de los tres poderes del Estado, justamente el encargado de preservar los valores fundantes de la comunidad, fue representante olímpico en la disciplina de esgrima. En ocasión de la veloz conferencia de prensa donde se pretendió reacomodar las cargas estuvo acompañado por Fernando Galmarini, ex militante de la Juventud Peronista Regional Norte, ex jugador profesional de fútbol, ex periodista deportivo y político durante dos años, ex dirigente de este gremio durante bastante más, ladero incondicional en las fotos del Saúl Ubaldini de la CGT Brasil, luego senador provincial en la legislatura bonaerense y desde 1989 directo colaborador del presidente de la república en una de las materias más caras en la escala de valores vigente, como es el deporte.

El proyecto es conjunto: Ejecutivo y Judicial. En realidad, como tantas cosas en estos días, simultáneamente hay una tercer grupo, formado casi por las mismas personas corporizando la amplitud institucional con que se lo quiere avalar, que funciona en la Comisión de Deportes del Senado que preside el rionegrino Remo Costanzo, también dirigente deportivo en sus pagos de origen. Porque la idea madre de sacar del medio a la 23.184 surgió en la Casa Rosada y tuvo a su cargo motorizarla el responsable de la Secretaría de Deportes de la Nación, el ex futbolista Galmarini, quien para que las cosas tuviera otros visos y se concretizara se la pasó al ex esgrimista Levene h, hombre de vasta trayectoria en lo jurídico y que en 1986, durante un seminario sobre inflación y violencia en la Universidad Kennedy, señalaba a propósito de la todavía vedete Ley De la Rúa que no era necesaria ninguna legislación especial, que con el Código Penal alcanzaba. El acollaramiento reinante entre ambos poderes queda patentizado en este proyecto donde el Ejecutivo le pasa la idea al Judicial para que le dé forma, el Legislativo da presencia simbólica para convalidar, y en los resultados puede ser el primero el que se quede con la suma del poder en una franja que viene siendo motivo de ásperas polémicas y que excede largamente lo futbolístico y las barras bravas.

El nudo gordiano de algo que va a ser peor tratando de mejorar lo que estaba mal reside en legalizar una vieja aspiración de uniformados y dirigentes deportivos en la materia, como es el control y represión de la infantería de las barras bravas, la que tiene a su cargo los hechos más irritantes y espectaculares de arrebato, generalmente a cargo de menores. El resto de la violencia organizada en este fenómeno, si no directamente apañada y dirigida como ha quedado de manifiesto hasta el hartazgo, es absolutamente aceptada. Los más jovencitos, aparte de díscolos, suelen ser inimputables por razones de edad y sobre el particular ya le falló a la AFA el peregrino proyecto de tratar de reformar el Código Penal y tornar carcelarios a los que tienen menos de 14 años. Además, se está viviendo una etapa en que las sanciones tienen que ser ejemplarizadoras y ocurre como en El extranjero, de Albert Camus, donde Mersault, el protagonista, es ajusticiado no por el crimen que cometió sino por el que otro va a ser juzgado mañana.

La nueva ley, que va a regir sólo en Capital Federal merced al voto de parlamentarios de Tierra del Fuego y Jujuy, entre otros distanciamientos, va a poner a disposición del total arbitrio de los comisarios de este esmirriado distrito la suerte de hasta por treinta días de encierro de un promedio de 1.500 ciudadanos por año, que son la pesca conseguida merced a la movilización en ese lapso de 100 mil efectivos para unos 400 Operativos Especiales en otros tantos encuentros de fútbol profesional que se celebran en la capital argentina, organizados por la AFA, la que abona en este concepto alrededor de un millón de dólares.

El propio Galmarini, que luego de una apretada ante testigos, en los vestuarios de Boca Juniors, recibió a fines de abril pasado, en su despacho, a El Abuelo & Cía., ha reconocido públicamente que cuando era legislador provincial apeló al teléfono para desenredar de la telaraña policial a unos muchachos que habían caído durante refriegas de práctica del otro partido. Ni siquiera los conocía, dijo. Había sido interesado, a través de la misma vía telefónica, por amigos suyos y/o conmilitones. ¿Quién garantiza ahora que en realidad la institución del compadrazgo no va a ser otra cosa que sacralizada con una ley? ¿Qué va a ser cambiado para que El Abuelo no vuelva a decirle a un sucesor del comisario Oscar Rodríguez, luego de un Velez-Boca, vos quedate tranquilo y no te hagás el malo porque sabés bien que dentro de un rato vienen y me sacan?

La ley es a pedir de boca de la policía como parte del negocio de la violencia, un negocio que incluye principalmente lo político, y se corresponde con exactitud hacia el modelo de relaciones sociales que se está implantando con un sentido consenso. La promocionada tónica del ingreso al Primer Mundo -o por lo menos hacer como, simulacro que se sigue cumpliendo desde hace mucho con aplicada efectividad- queda patentizada en el proyecto con la prohibición de expender alcohol a menos de 800 metros de donde se juega fútbol, al igual que si se tratara de una ciudad inglesa, escocesa, irlandesa, holandesa o alemana. Del mismo modo que se sigue usando la excusa de las oscuridades nocturnas para los brotes violentistas, no sólo se da por hecho que el alcohol es una de las causas sino que nadie explica, a la luz de las bondades de la prevención o la etiología penal, qué más da mamarse a ocho que a diez cuadras o directamente venir adobado desde el domicilio.

La restitución, y con ella, la ampliación del poder policial, el verdadero Cuarto Poder en la Argentina, otorga un carácter represivo que va a tener efectos cuantitativos en los estamentos inferiores y una total garantía de impunidad para los superiores, dada la organización y el modus operandi. El Poder Ejecutivo recobra así, a través de un cuerpo muy singular en la historia argentina, con cierta autonomía propia, la suerte y verdad en torno a un fenómeno que resulta sensible más que nada por lo significativo, sobre todo en un país que cuenta como una característica que todo aquello que comienza deportivo no tarda en devenir político. Algunos de los valores subyacentes en la nueva ley quedan de manifiesto cuando se establece que las legiones de detenidos para la estadística serán alojados en pabellones diferentes a los de los delincuentes comunes. Es razonable desde cualquiera de los dos sectores. Tampoco se trata de andar confundiendo.


[Aclaración muy posterior] La nueva ley tuvo todavía menos vida que su antecesora. Dos muertes más o menos seguidas a mediados de 1997 pusieron sobre el tapete que desde la Secretaría de Deportes de la Nación se estaba preparando una solución a la inglesa. Ver en detalle el nuevo proyecto oficial sobre el tema.

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