VIOLENCIA DEL FUTBOL


ANTOLOGIA FANTASTICA DE LA VIOLENCIA DEL FUTBOL ARGENTINO



Crónicas para temblar de risa


¡En la esquina, chofer!

MAR 18/02/97

La línea de autotranportes de pasajeros 85 pertenece a la Sociedad AnĒnima Expreso Sudoeste (SAES) y con el correr de los años ha ampliado considerablemente su recorrido. El actual arranca en la parte del Río de la Plata donde antes la gente se podía bañar, a la altura de Quilmes, pero en la ribera de esa zona bien al fondo, tirando para la bahía de Hudson, y culmina luego de algún tiempo en Ciudadela Norte. Esto es: si no te agarran los puelches, después de una jornada de amable recorrido por lo más selecto del Gran Buenos Aires sur y de cortar la Capital Federal no justamente por sus zonas más residenciales, lo hacen los comechingones.

A cada pasajero, en la terminal quilmeña, el cura de la zona les da la extremaunción y un rezo por el eterno descanso de su alma (esto, siempre y cuando consiga asiento, se entiende). A los choferes, la familia les lleva un paquetito de comida para que nos los distraiga la inanición en medio de tan intenso tránsito. No es un recorrido: es una travesía, un safari, un rally parecido al del Sahara.

Y en la fecha de marras 51 bravos cerveceros decidieron, a pesar de la canícula, abordar un interno de la mencionada línea para dirigirse desde la populosa barriada surera hasta el gallinero mundialista que los albos de Floresta tienen en Alvarez Jonte casi Segurola.

Como no calcularon bien el tiempo, no tardaron en advertir que iban a llegar tarde al partido, por lo que, apelando a métodos expeditivas, convencieron al trabajador del volante que empezara a cortar camino y apurar la marcha.

Algún jubilado de los que nunca falta debe haber advertido lo extraño del recorrido. Porque al llegar justo sobre la hora, traspirados y sedientes, lo que los estaba esperando era un Comité de Recepción de la comisaría 43a., cuyo personal los invitó a refrescarse en dependencias policiales.

Dentro de todo, una suerte. Al glorioso Quilmes Athletic Club -como se denominaba antes de los fervores ultranacionalistas (hispanistas, en realidad) del primer peronismo- esa tarde le hicieron una no menos gloriosa boleta.


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