Tardes van, tardes vienen pero no puede menguar mi agonía, pues mi vida se encuentra vacía desahuciado de tu amor. Tardes nubladas, tardes lluviosas, tardes perpetuas, reflejo de mi dolor.
¿Por qué mis labios profirieron semejante contestación, cuando mi corazón me impulsaba a abrasarte con tesón? ¿Por qué mi mente tiende a la racionalización cuando el asunto no le incumbe y pertenece solo a mi corazón...
... ¡porque, porque dije no?!
¡Desdichado de mí!. Mi corazón lo clama mas mis labios lo acallan; mi alma lo requiere, pero mi mente lo detiene; mis entrañas se conmueven, mi sufrimiento se promueve. ¡Ay! Quien diera por ser valiente, para poder confesarte lo mucho que te amo y poder suplicarte de frente: ¡ámame, ámame eternamente!
Una lágrima resbala de mis ojos, añoranza de tu ser; un suspiro que exhala tristeza, decepciones del ayer; un lamento se eleva hasta el cielo, mi vida entera va en el, y aunque tu no estas conmigo, yo a tu lado siempre estaré.
Lamentos vanos, vanos como lo fue tu amor sin embargo verdaderos, tan reales, como mi dolor.
L.R.