El
Conejo Blanco
Erase
una vez una niña que se llamaba Alicia: y tuvo un sueño muy
extraño.
¿Te
gustaría saber de qué trataba su sueño?
Bien, lo primero que ocurrió fue esto.
Apareció un Conejo Blanco corriendo, con mucha prisa; y
precisamente al pasar junto a Alicia se paró y sacó su reloj del
bolsillo.
¿Qué
divertido, verdad? ¿Has visto tú alguna vez un conejo que tenga
reloj y bolsillo para guardarlo? Naturalmente, si un conejo tiene
reloj, necesita un bolsillo donde meterlo; no puede llevarlo en la
boca, y las manos le hacen falta a veces para correr.
¿No
te parece que tiene unos lindos ojos color de rosa? (Creo que todos
los conejos blancos tienen los ojos color de rosa). Y orejas
rosadas; y una bonita chaqueta marrón; y se puede ver la punta de
su pañuelo rojo asomando por el bolsillo de la chaqueta: total, que
con la corbata azul y el chaleco amarillo, la verdad es que forma un
agradable conjunto.
«¡Ay,
Dios mío! ¡Ay, Dios mío!», dijo el Conejo. «¡Llegaré
demasiado tarde!» ¿A qué llegaría tarde? Pues te lo voy a decir:
tenía que ir a visitar a la Duquesa (pronto la verás en un dibujo,
sentada en su cocina).
La
Duquesa era una señora muy gruñona: y el Conejo sabía que si le
hacía esperar la encontraría de muy mal humor. Por esa razón el
pobre estaba asustadísimo (¿no ves cómo tiembla? Mueve un poco el
libro de un lado a otro y le verás temblar), porque pensaba que,
como castigo, la Duquesa le mandaría decapitar. Eso es lo que
solía hacer también la Reina de Corazones cuando se enfadaba con
alguien (pronto verás un dibujo de ella); bueno, solía ordenar que
les cortaran la cabeza y siempre creía que le obedecían, pero en
realidad no lo hacían nunca.
Cuando
el Conejo Blanco se alejó corriendo, Alicia quiso saber qué le
ocurriría, y echó a correr tras él; y corrió y corrió, hasta
que cayó en la madriguera.
Y
entonces su caída fue prolongadísima. Bajaba, y bajaba, y bajaba,
¡y hasta empezó a pensar que iba a atravesar completamente la
Tierra, y salir por el otro lado!
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